✧PRÓLOGO. Contrato entre reyes✧
Mira con desdén hacia la enorme y resplandeciente construcción que se alza por encima de la niebla en su base. Para ser un sitio que debe sentirse como algo neutral y seguro para ángeles y demonios, lo único que produce en Bill es la sensación de que quien lo construyó quería humillarlos a ambos.
Durante los tiempos de guerra, la torre había servido como el punto muerto, un sitio sagrado que no podría ser profanado por la muerte y cuyas puertas servirían como escudo para todo aquel que pidiera asilo. Hoy en día, no es más que una construcción vacía en medio del Limbo; tal vez por eso es el sitio perfecto para esta reunión.
Sin esperar una invitación, el rey de los demonios se abre camino hacia el interior de la torre de medianoche, ignorando las miradas molestas por su falta de respeto de quienes cuidan el lugar.
Nunca entendió la necesidad de colocar la escalera de caracol más complicada que pudieron crear, ¿realmente era necesario obligar a alguien a subir tantos escalones en favor de la estética? Además, parece que el arquitecto olvido que tanto ángeles como demonios poseen alas, las escaleras solo dificultan aún más el vuelo.
Suspirando, extiende sus largas alas negras y emprende la subida hacia la Sala Celestial, el punto más alto en la torre. Las puertas doradas están abiertas y, de su interior, se escuchan murmullos que apenas le importan al demonio; entrando con la elegancia de un burro, Bill tropieza un poco al aterrizar por no medir correctamente el tamaño de sus alas.
—Vaya, —dice la voz gruesa y burlona del rey del cielo —vean quién se ha dignado a venir.
Intentando ocultar la pena que le invade, Bill acomoda su saco y les dedica la mayor sonrisa fingida que es capaz de ofrecer. Los seres místicos encargados de los reinos ya se encuentran reunidos y sentados a la mesa central, el demonio avanza tranquilamente, molestando al rey Asriel por la calma con la que toma asiento y se acomoda.
—Disculpen la demora, —dice tranquilo Bill —ya saben cómo es el tráfico a estás horas, más muerto que nada pero no tengo mejores excusas.
Bill sonríe al escuchar el gruñido del ángel, siendo esta la primera vez que se reúnen los reinos desde que la guerra entro en pausa, molestar al gobernante del bando contrario es la peor estrategia que Asriel podría tomar.
—Lo importante es que estás aquí. —asegura una mujer de cabello blanco —Ahora, la razón por la que estamos en este lugar es de suma importancia...—hace una pausa para mirarlos a todos —para todos los reinos.
—¿Estás segura de que es así, Edalyn? —pregunta Asriel con preocupación —¿Es siquiera posible?
La mujer asiente, mirando con angustia el enorme árbol dorado frente a la mesa. Bill sigue su mirada, impresionado por el resplandor que irradia la planta, colocado junto a la siempre cerrada puerta hacia el balcón, rodeado por pequeñas partículas brillantes y doradas que, al verlas desde lejos, recuerdan a las estrellas: el árbol del Rukh, el origen de toda vida en el Universo. Sonríe, maravillado, al contemplarlo por primera vez.
—Me temo que sí. —responde con cansancio Eda —Nunca antes alguien había podido dañar tanto al árbol, y me temo que esto solo este empezando.
Con una seña de Edalyn, un chico de cabello castaño, vestido con una capa azul antigua, entra en la habitación, sosteniendo lo que parece ser una cúpula de cristal con algo negro en medio.
—Encontramos esto en la mañana. —dice el chico dejando la cúpula en medio de la mesa —Solo podemos suponer que alguien ha estado robando almas, sino...—hace una pausa y suspira —no parece existir una razón para que el Rukh este muriendo.
Bill observa con asombro las pequeñas estrellas oscurecidas, completamente inmóviles, que irradian una sensación tan fría y lúgubre, que el demonio aparta la mirada incapaz de continuar viéndolo.
—¿Podría ser él de nuevo? —pregunta en voz baja Eda
—No. —asegura con molestia Asriel —Lo tenemos bajo control.
El rey demonio los observa sin entender nada, la desventaja de ser el "nuevo" en esa sala. Habiendo ascendido al trono hace apenas un año, aun hay muchas cosas que desconoce y la...incomoda, si, digamos que es así...relación que lleva con el rey del cielo y el resto de los seres celestiales, tiene suerte si siquiera le dijeron sus nombres.
—Entonces, —interrumpe un poco molesto Bill —¿qué debemos hacer? ¿Cómo se protege una planta mágica?
Tanto Asriel como el chico castaño lo miran escandalizados, mientras Eda se masajea la frente con cansancio y Bill solo esta seguro de que la mujer está arrepintiéndose por haberlo apoyado a convertirse en rey aun siendo tan joven.
—No es cualquier planta, Cipher. —dice entre dientes el chico —Es el recurso más valioso en cualquiera de los reinos, es el principio y el fin, es...
—Si, si, si. —dice aburrido Bill con toda la intensión de molestarlos un poco más —Una planta mágica, pero eso no responde mi pregunta.
—¡Te voy a...! —empieza a decir el chico acercándose a él con molestia antes de ser detenido por Eda
—Suficiente. —dice Edalyn en voz alta —Para responderte, Bill, los sabios del comité del Pabellón de Anemonia han visto en las estrellas e idearon un plan que servirá como solución temporal.
Bill luce realmente sorprendido, ¿los sabios se involucraron? Si esos viejos ángeles se involucraron realmente es una situación grave. El comité no es más que un montón de ancianos que han dedicado toda su vida a estudiar las profecías y mandatos de las estrellas, son los únicos seres lo bastante idiotas para abandonar la posibilidad de tener una vida para aprender magia. Si, un desperdicio de existencia si le preguntan a Bill, e incluso así, sabe que su labor no suele interactuar con cualquiera de los reinos si no es importante.
—Ellos han sugerido poner fin a la guerra, unir la fuerza del cielo y del infierno en favor de protegernos a todos. —dice Eda con un tono de voz que solo ocuparías si estas intentando explicarle algo a un niño
—Un tratado de paz, —dice Asriel con cierto escepticismo —¿es eso lo que proponen los sabios?
El rey demonio se ríe, ¿no que eran sabios? No hace falta leer un libro para saber que ponerle fin a la guerra es necesario, resulta casi tan tonta la sugerencia como decirle a alguien triste que no lo esté.
—Exactamente. —responde Edalyn —Antes de que cualquiera de los dos diga algo, —agrega rápidamente la mujer chasqueando los dedos y haciendo aparecer un par de pergaminos con tinta dorada —ellos proponen manejarlo como un intercambio, una garantía de que ninguno de los dos aprovechará el momento.
Interesado, Bill toma el pergamino y empieza a leer el contenido, sintiéndose cada vez más emocionado mientras las letras doradas empiezan a hacer sentido en la propuesta que la bruja del Rukh menciona.
—¡Esto es ridículo! —grita Asriel molesto —¿En serio crees que alguna de las mierdas que hay en el infierno si quiera equivale a nuestro mejor guerrero?
—¿Asustado, principito? —pregunta burlón Bill apoyando su mejilla contra su palma —Y yo que pensé que no podías caer más bajo.
Asriel se pone de pie molesto, extendiendo sus seis alas blancas y dejando a la vista el resto de los ojos en sus alas y mejillas. Bill traga disimuladamente, sintiendo la energía angelical que irradia el rey, una amenaza indirecta que pretende amedrentar al joven rey.
—¡No tienes ni idea de lo que estas hablando! —grita Asriel haciendo que su voz parezca traer eco —El acuerdo no solo pondría en peligro al cielo, el infierno no está preparado para tener a nuestra mayor arma entre ustedes.
Mirándolo con escepticismo, el demonio suspira y se pone de pie, en un intento de lucir más confiado de lo que se siente. Como su padre solía decir, solo necesitas verte en control incluso si por dentro pareces un hámster corriendo por todas partes, ¡momento de probar que puede ser un gran actor!
—Mira, Asriel. —comienza a decir tan calmado como puede —Este acuerdo no se trata de nosotros, sino de las almas en nuestros reinos. No sabemos quien esta asesinando tanto a ángeles como a demonios y no pretendo que el número incremente si hay algo que pueda hacer para evitarlo.
El ángel parece considerar las palabras del joven rey, baja sus alas y le mira hacia abajo. Si fuera cualquier otra persona y no estuviera tan aterrado, Bill se burlaría de la imagen tan ridícula que debe estar dando: un demonio de apenas 2000 años de edad, de baja estatura y vestido como si acabará de ser presentador en un circo, intentando parecer amenazante frente a un ángel de casi el doble de su altura, de apariencia vieja y ni que decir de los siglos que debe tener de vida, ni los dinosaurios fueron tan longevos como el rey del cielo.
—Piénselo, majestad. —dice en voz baja el chico castaño de antes —solo será temporal, incluso podríamos instalar protección para ambos guerreros si con ello se siente más seguro.
Asriel mira por encima de su hombro al chico antes de intercambiar una mirada con la mujer, quien asiente y avanza hasta quedar en medio de ambos reyes.
—Preparare todo, Azzie. —dice intentando aligerar el ambiente —Además, estaré dando algunas vueltas por ahí, tengo que asegurarme que el principito amarillo no haga ninguna tontería.
—¡Ey! —reclama molesto Bill cruzándose de brazos —No necesito una niñera, Edalyn.
La mujer sonríe, dejando ver sus afilados dientes y colmillo dorado. Como odia esa sonrisa, sobre todo cuando hasta el ángel la comparte con entusiasmo.
—¿Estás seguro? No necesito recordarte la vez en que...
—¡Solo fue una vez! —grita Bill interrumpiendo a la mujer incluso sin saber de que ocasión habla, las posibilidades son muchas —Esta bien, si con eso el abuelo se siente bien y acepta, lo tomaré.
Disfrutando de avergonzar al demonio, Asriel suelta una carcajada mientras toma asiento, seguido por Bill, quien no esta tan emocionado como hace unos momentos. Eda le pone una mano en el hombro, intentando reconfortarle y recordándole que no es más que una pequeña broma entre ellos.
Más calmado, Asriel extiende una de sus alas y arranca una pluma, dejando que algunas gotas de su sangre dorada caigan en el suelo, antes de usarla para firmar el acuerdo. Bill mira atento los movimientos del ángel, la facilidad con la que acepta el tratado después de sonar tan preocupado por entregarle al infierno su "mayor arma" definitivamente lo deja intrigado, ¿acaso es una trampa?
—¿Ahora quien está asustado? —dice en burla el ángel —No me digas que te arrepentiste, aunque era de esperarse, no eres más que un niño jugando a ser un rey.
Bill lo mira molesto, sintiendo su ira rogando por que explote contra el anciano. Si, con 2000 años aún es joven para gobernar pero no es ningún niño, no desde que su padre murió. Con su actitud retadora renovada, el demonio se estira y arranca un pluma de las alas del ángel, recibiendo un grito que le hace sonreír, la limpia en su propia manga antes de pinchar su dedo con la punta de la pluma, bañándola en su sangre oscura y firma, tal vez con más presión de la que debería.
—El trato está hecho. —dice Asriel extendiéndole la mano —Para la noche lo tendrás en tu reino, espero lo mismo a cambio.
Inseguro, y mirando por un largo minuto, Bill acepta y estrecha su mano. El trato se ha cerrado, solo espera no haber cometido un error.
Nunca antes había estado tan nervioso, no se sorprendería si en cualquier momento termina desmayándose mientras es conducido hacia el castillo del rey del infierno. Inconscientemente, empieza a jugar con las cadenas en sus muñecas, como si esta acción no lo pusiera más nervioso.
El carruaje en el que es llevado está completamente cerrado, por lo que no es capaz de ver nada del exterior, no sabe si es la expectativa por el destino o la curiosidad por el trayecto, lo que mantiene su mente despierta. Hace rato que inspeccionó todo en el interior, apenas un par de mantas gastadas y una botella de agua fueron arrojadas adentro antes de meterlo ahí; las lágrimas y suplicas hace rato que habían terminado, dejando únicamente la sensación de traición al recordar a su padre y hermanos encadenándolo al suelo del carruaje.
Sin aviso, el carruaje frena con fuerza. Su mano se dirige a su frente, acariciando con cuidado el sitio donde se golpeó; un chillido de sorpresa y dolor se le escapa, recibiendo un grito de "¡Silencio!" casi de inmediato, el ángel solo se encoje un poco, cubriéndose con sus pequeñas alas como si eso pudiera defenderlo del aterrador mundo desconocido que le espera en el exterior.
—Vaya, hasta que llegas. —una voz relajada y cansada se escucha desde afuera —Pensaba que te habías perdido otra vez.
—Muy gracioso, Cipher. —responde la voz del conductor, acercándose a la puerta —Aquí está el encargo pero, no sé, creo que alguien te está haciendo una broma.
La puerta se abre de golpe, permitiendo que la luz del exterior termine con las horas de oscuridad, haciendo que el ángel parpade varias veces antes de poder enfocar su vista: frente a él, un elegante demonio, de cabello bicolor, pequeños cuernos negros y un brillante ojo tan dorado como las pecas en su rostro, de pie al lado de un peculiar demonio que apenas puede decir que es humanoide.
—¿Qué tenemos aquí? —dice el demonio de un ojo —No es lo que tenía en mente. Ese maldito de Asriel...
Incluso si el rostro del demonio luce calmado, Dipper está seguro de escuchar un leve gruñido entre sus palabras. El ángel se encoje un poco más, inseguro de si debe decir algo o si quiera debe mirarlo; en especial al ver cómo, lo que asume son sus sirvientes, se apartan del demonio molesto.
—Es lo que me dieron, señor. —dice el monstruoso demonio —Puedo devolverlo, si es su voluntad.
—Y darle la satisfacción al maldito anciano, —dice molesto el demonio —¡¿Crees qué soy idiota?! Eso pondría en peligro todo.
La mirada de Dipper se dirige al rey demonio, impaciente por la respuesta y esperando, no, suplicándole a cualquier ente, dios o universo que pueda oírle que acepte la propuesta de la cosa amorfa. Solo quiere ir a casa y olvidar que todo esto pasó.
—¡¿Y tú qué estas mirando?! —grita el demonio mirando al ángel —¿Eres un idiota que acabo involucrado? Qué lástima que no me importe lo suficiente.
Dipper niega con la cabeza rápidamente, sintiendo el tirón de las cadenas hacia enfrente que el monstruoso demonio le da, obligándolo a caer sobre sus rodillas cerca de la puerta.
—¡¿Qué crees que haces, idiota?! —reclama el demonio rubio golpeando en lo que debe ser la cabeza del otro demonio —Debe permanecer intacto hasta que esta mierda acabe.
El ángel mira nervioso los movimientos del demonio mientras quita el gancho que mantiene las cadenas atadas al suelo. Su cabeza está hecha un lio y apenas es consciente de la mirada curiosa que los sirvientes le dedican.
La rapidez con la que logra bajar a Dipper del carruaje sobresalta al ángel, quien tiene problemas para permanecer de pie después de tantas horas sentado.
—Listo, —dice cansado el demonio —¡Largo todos ustedes! ¡¿Por qué siempre están estorbando?!
Tirando de la cadena, el rey guía al ángel hacia el interior de su castillo. Dipper mira con asombro el lugar, incluso si tiene que ir corriendo para poder seguirle el ritmo al apresurado demonio. Observa con curiosidad la enorme construcción de piedra negra, con apenas unas cuantas antorchas alumbrando los largos pasillos, dando una apariencia espectral; mirando con detenimiento las paredes, unos rostros llenos de angustia, gritando, están grabados en las paredes.
En el camino, una chica de largos cabellos castaños y ojos marrones los mira con curiosidad, mientras que Dipper solo puede pensar en lo similar que luce su rostro y el de la chica.
La caminata se extiende por un buen rato, haciendo que el ángel se pregunte que tan grande es el castillo para que el camino hacia una celda este durando una eternidad. Tiene que regañarse por ser tan impaciente, ¿en serio está tan ansioso por quedarse solo en una celda por quien sabe cuánto tiempo? Realmente es un tonto por ello.
Cada paso se vuelve más pesado mientras la mente de Dipper se divide entre reclamarse por cualquier cosa que pudo traerlo a esta situación y las ideas más siniestras de lo que le espera al llegar.
Finalmente el demonio se detiene y el ángel no puede estar más desesperado por salir corriendo. Frente a ellos, un oscuro y húmedo pasillo se extiende, del cual se escuchan gritos y lamentos mientras un terrible hedor llega hasta donde están; se encoje y aprieta sus alas contra su cuerpo al escuchar un llanto desgarrador que resuena en las paredes del lugar.
—¿Estás bien? —pregunta intricado el demonio
¿Bien? Desde hace horas que no está bien, gracias por preocuparse hasta ahora. Dipper solo cierra los ojos y muerde sus labios intentando no gritar; una mano se posa en su hombro, obligándolo a abrir los ojos incluso si no alcanza a ver más que el débil resplandor del ojo y pecas del demonio. Su expresión luce más relajada y ciertamente preocupada mientras toma las manos del ángel, la frialdad del contacto repentino hace que el ángel suelte un chillido que hace reír al demonio.
—Tranquilo. —dice en voz baja el rubio —Lamento que todo esto esté pasando, de verdad no esperaba que Asriel fuera tan idiota para involucrar a alguien más en esto.
Dipper mira con sorpresa al demonio, sin saber de lo que habla. Con un chasquido de los dedos del rubio, las cadenas caen, impactando con fuerza el suelo, aun así, el agarre del demonio permanece en sus manos, reteniéndolo si por cualquier fuerza divina tiene el impulso de salir huyendo.
Retomando el camino, el demonio avanza sin mirar hacia lo que Dipper asume es alguna prisión, sin soltar su mano. El temor le invade mientras más gritos y suplicas desesperadas llegan a sus oídos, estar en medio de la oscuridad sin poder ver ni por donde pisa no le está haciendo ningún favor a sus nervios. Traga saliva cuando ambos se detienen y el sonido de un cerrojo abriéndose se escucha, la mano que le sujeta, lo conduce hacia el interior con cuidado.
—En serio lamento que tengas que pasar la noche aquí, estábamos esperando un gran y poderoso guerrero, —dice entre risas sarcásticas el demonio —la "mayor arma del cielo". —agrega arremedando terriblemente a Asriel —Te prometo venir a primera hora a buscarte, encontrare un mejor lugar que esto...con suerte uno que huela mejor que perro mojado.
Al notar que el ángel no parece dispuesto a seguirle las bromas, el demonio suspira y cierra la puerta, más por miedo a que algo le pase si intenta salir solo por la noche que por el mismo ángel. En cuanto el cerrojo se cierra, una mano se aferra a su manga, haciendo que el rey se sobresalte con sorpresa.
—¿Por qué haces esto? —pregunta Dipper con apenas un hilo de voz
—¡Mira nada más! Si hablas. —dice alegre y sorprendido el demonio —Pensé que tendría que aprender a hablar con señas para comunicarnos.
Dipper continúa mirando hacia la nada, sin saber muy bien que responder ¿si quiera existe una respuesta correcta? El rey se aclara la garganta y toma la mano del ángel.
—La verdad, no estoy seguro. —admite apenado el demonio —Supongo que solo no esperaba ver a un ángel tan joven metido en esta situación, ni siquiera sé que esperaba de todo esto.
—¿Joven? —pregunta ligeramente divertido Dipper —Hasta donde sé 2000 años es edad suficiente para que tu seas un rey, ¿por qué mi caso es diferente?
Sorprendido, el demonio abre los ojos y cierra la boca. No esperaba oír más de un par de palabras de ese ángel.
—Si, joven. —dice el demonio con cierta picardía en la voz intentando retomar el control —No esperarás que me llame viejo a mí mismo, ¿o si?
Una suave risa se escucha y el demonio sonríe con autosuficiencia, había logrado que ese ángel no luzca como hubiera sido arrojado al infierno...Si, tal vez tiene más sentido del que quiere admitir.
—¿Y ya elegiste? —pregunta curioso el demonio —Por la época del Azoth, quiero decir.
El ángel aparta con nerviosismo la mano, sintiéndose como sus palmas están más sudadas que antes. Es un tema complicado, después de todo el Azoth, es el nombre de la ceremonia en la que la luna roja bendice a las criaturas tanto del cielo como del infierno, aquellas que han logrado llegar a una edad a la que pocos llegan, y se les brinda la oportunidad de elegir su destino eterno: la vida en armonía y orden que el cielo ofrece, el lugar de aventuras y pecado que es el infierno, la espiritualidad que da ser guardián del Rukh o la incertidumbre que la Tierra ofrece.
De alguna manera es tranquilizador saber que existen opciones, incluso si no estas destinado a formar parte de ninguna de ellas; al menos es lo que Azaziel solía decirle a Dipper cuando el mayor de los hermanos tuvo su ceremonia. Difícilmente puedes elegir algo desconocido cuando la guerra atormenta tu vida.
—Supongo que el cielo es la opción más lógica, —dice el ángel inseguro —es mi hogar y es lo único que conozco.
—¿Supones? —repite con cierta burla el demonio —No pareces muy convencido, ¿no será que el pecado llama la atención del pobre angelito?
—¡No! —grita aterrado Dipper cubriendo su rostro con las manos —Es decir, claro que en algún momento llegué a considerar ir a la Tierra pero...—hace una pausa para tomar aire después de hablar tan rápido —no es para mí.
El demonio se ríe, apoyando con confianza su cuerpo contra las rejas de la celda, mirando la cara apenada del ángel. Y, aun así lo entiende.
—Te entiendo, —dice el rey pensativo —no es sencillo elegir algo diferente a lo que todo parece guiarte.
Apartando sus manos, Dipper se queda mirando hacia donde asume está el demonio, notando la pizca amarga en su voz. Sin embargo, no tiene el tiempo para decir nada, pues el rey rápidamente recupera la compostura y empieza a hablar.
—Hagamos un trato, ¿te parece?
—¿Un trato? —pregunta Dipper sorprendido —¿Qué clase de trato?
La sonrisa del demonio se ensancha, mirando como la curiosidad del ángel sale a la superficie de su temerosa apariencia.
—Ya que estarás aquí hasta la llegada de la luna roja y no parece que me sirvas mucho como "arma increíblemente mortal" en la guerra, tendrás que hacer lo que sea que te pida, sin ninguna objeción. —hace una pequeña pausa en su explicación y al no recibir respuesta continua —A cambio, tendrás la oportunidad de conocer el infierno, bajo mi protección obviamente, y tendrás acceso ilimitado a la mayor biblioteca con conocimiento del Rukh y del mundo humano. Cuando las cuarenta lunas pasen y termine con éxito el tratado entre los reinos, yo tendré lo que quiera y tu tendrás una verdadera opción para tu Azoth.
¡Qué ridículo! ¿Qué tan tonto cree que es? "Lo que sea que te pida" no solo es demasiado amplio sino que todo puede salir mal en ello, por otro lado, la oferta resulta tentadora, llena de todo el conocimiento con el que solo ha podido soñar toda su vida y, por primera vez, realmente es una opción para él. No solo lo que los sabios dicten en su destino, ni lo que se espera que haga un príncipe del cielo.
—No haré lo que quieras, tendrás que prometer que no harás nada sin que yo lo apruebe. —dice Dipper dudando de que tanto puede confiar en la palabra de un demonio
—Me parece justo. —responde el demonio —La única condición para aceptar tu clausula es que me digas tu nombre.
Dipper ladea un poco la cabeza, como si eso le diera alguna pista de lo que el demonio quiere con todo esto. Literalmente quien más gana en este trato es él, entonces ¿qué gana el rey?
—Dipper. —dice el ángel nervioso —Todos me llaman Dipper.
El demonio ríe un poco, mirando entre los barrotes al nervioso ángel cubrirse con sus alas. Su mente solo puede imaginar las muchas formas en que podrá ocupar su tiempo en compañía de Dipper, no puede esperar por ello.
—Muy bien, Dipper. —repite ansioso el rey —Mi nombre es William Cipher, pero puedes decirme Bill. —espera un instante por si el ángel quiere agregar algo antes de seguir —Entonces, ¿tenemos un trato?
Nervioso, Dipper lo piensa y trata de encontrar el truco en todo esto, pero no logra encontrar nada más que la posibilidad de que Bill sepa que su padre realmente le entrego un arma en lugar de un ángel común, pero ¿realmente es importante? Su vida siempre ha estado en manos de quien pueda usarlo si lo requiere así que ¿cuál es la diferencia?
—Acepto —dice de inmediato el ángel dándose un buen golpe mental por hacerlo —¿Y qué debo darte esta noche?
Una vez que lo dice, realmente se preocupa ¿si quiera entiende lo que acaba de hacer? ¡Ay, por el cielo! Su padre va a matarlo, si es que el demonio no lo mata antes.
Bill sonríe ampliamente y toma la mano de Dipper, atrayéndolo hacia los barrotes metálicos, estando tan cerca de su rostro, puede notar los toques dorados en los iris cafés del ángel. Arriesgándose a recibir un golpe, el demonio responde con el tono más bajo y rasposo del que es capaz.
—Solamente un beso.
El rostro del ángel se vuelve complemente rojo mientras se golpea mentalmente una y otra vez por haber hecho un trato con un demonio, ¡¿qué esperaba?! ¿Qué lo pusiera a hacer limonada?
Inseguro, Dipper se acerca más hacia el rostro del demonio, notando que es apenas un par de centímetros más alto que él, contempla por un breve instante las pecas doradas que bañan sus mejillas y siente el cálido aliento del demonio al estar tan cerca. Rápidamente le da un beso en la mejilla, sintiéndose tan apenado por el acto que casi tropieza al alejarse de la puerta y cubrirse con las manos.
Una risa divertida y agradable sale de los labios del demonio al notar la reacción del ángel ante algo tan inocente como un beso, y ni siquiera uno cargado de lujuria o pasión. Sonriendo con satisfacción, Bill pone una mano en el sitio donde recibió su primer beso, antes de mirar al ángel con ternura.
—Descansa, Pino. —dice divertido alejándose de la celda
—¡No olvides tu promesa! —grita Dipper sintiéndose aterrado de que vaya a abandonarlo ahí
—Jamás lo haría. —responde para si el rey antes de salir del área de prisiones.
Cerrando los ojos, el ángel se deja caer en el suelo, permitiéndose llorar nuevamente a sabiendas que su llanto simplemente se perdería entre el montón de gritos de dolor y agonía de la prisión. Finalmente sucumbe ante las tinieblas del lugar, incapaz de olvidar la tontería que acaba de cometer.
—¿Qué clase de maldita broma es esta, Asriel? —pregunta con fatiga el demonio
Lo peor de ser el rey de un sitio como el infierno es la terrible comunicación que hay, en serio, adorará la memoria de su padre pero ¿jamás ideo algo más práctico que una bola mágica para hacer llamadas al cielo? Ni los humanos fueron tan torpes para creer que eso era una buena idea.
En la esfera, la imagen de un ángel molesto se proyecta, mientras Bill solo va de un lado al otro jugando con una pequeña bola de fuego que cambia de una mano a otra. La paciencia es una virtud, una que obviamente un demonio como él no posee.
—¿Qué? ¿No te agrada la compañía del pequeño príncipe del cielo? —responde con burla y molestia Asriel
—O no, su presencia es encantadora, no te confundas. —dice Bill disfrutando de la expresión de enojo del ángel —Pero me prometiste un guerrero y aunque tu hijito es adorable, temo decir que no cumpliste nuestro acuerdo.
El ángel suelta una risa tan falsa, que deja congelado a Bill sin saber que hacer. La risa se extiende demasiado, volviéndose tan incomoda que el demonio esta considerando seriamente cortar la llamada.
—Parece que no entendiste, —dice Asriel serio como si nunca hubiera reído —te envíe a mi mayor arma, el cielo no tiene combatientes tan capaces como para considerarse si quiera guerreros.
—¿Qué mierda? —dice Bill en voz baja —¿En serio eres capaz de inventar una historia tan ridícula solo para no ser quien rompa el acuerdo?
—Claro que no, —dice Asriel con cierto anhelo en la voz —aunque no creas, fue una decisión difícil, después de todo es mi hijo, pero prométeme algo, Bill.
El demonio parpadea con incredulidad, el rey del cielo jamás lo llama por su nombre.
—Prométeme que no permitirás que caiga en pecado. —dice en voz baja el ángel —Si lo hace jamás podrá volver y será el final, para todos.
Bill asiente, viendo como la imagen se desvanece y vuelve a estar solo. Con más preguntas que antes y el corazón latiendo contra su pecho con emoción, ¡vaya misterio le llegó envuelto como regalo! Dipper, el príncipe menor del cielo, un ángel que hizo un trato con él.
Si, será divertido ver que ocurrirá. Solo necesita ser capaz de ser su faro de luz mientras está en el infierno.
¡Yello! Wow, hace años no saludaba así. Primer capítulo corregido de mi primer historia Billdip, volver con estos personajes y a este mundo trae tan buenos recuerdos y resulta bastante extraño por lo que representa ver como escribía en ese entonces. Con un poco de cariño hacia mi misma puedo decir que se nota como mejore como escritora desde aquel entonces.
No olviden dejar un comentario sobre esta nueva versión del capítulo y si pueden denle una estrellita a esto (sigue siendo gratis)
¿Alguien es tan viejo que recuerda esta despedida? ¿no? Bueno, no importa, de todas formas ahí va:
¡Recuerden, amen a su basura y ella los amará!
¡Nos leemos en el próximo capítulo! ¡Chau!
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