Estaciono mi auto frente a mi hogar mirando esta un momento, estiro mi cuerpo soltando un largo suspiro, al fin ha terminado el día y la semana. Apago el auto, tomo mi lonchera y mi portafolio y entro a casa usando mis llaves. Al entrar dejo esta junto a mis llaves en el pequeño mueble del recibidor viendo la casa totalmente en penumbras, cosa que no me sorprende considerando la hora.

Al adentrarme más a casa me retiro el nudo de la corbata encontrándome con una pequeña equidna naranja esperando por mí en la sala, con un libro en mano. Al verme se levanta y se acerca.

—buenas noches amor— escucho antes de que me regale un suave beso.

—hola tikal— respondo después del beso

—saliste muy tarde hoy— dice con una leve sonrisa

—ha estado pesado el trabajo, lo siento—

—está bien debes estar cansado, será mejor que vayas a descansar, los niños ya están en la cama, yo ya me voy— se aparta de mi dándome otro beso

—ten cuidado, ¿bien?— le indico mientras veo como toma sus cosas

—claro que sí, no te preocupes, adiós— sonríe sacudiendo su mano

Veo cómo sale de la casa con algo de prisa, subirse a su auto y arrancar tomando camino. Mientras la veo desaparecer en la oscuridad de la noche los comentarios de conocidos y familiares hacen eco en mi mente.

¿Cómo es posible que deje a tikal tener un amante? ¿Cómo es posible que no esté celoso? y bla bla bla. Todo es lo mismo con ellos, aunque es obvio que no les pedí su opinión.

Ya pasamos por mucho para estar juntos, desde secundaria somos novios, peleamos mucho para conseguir casarnos y tener una vida digna, nos amamos mucho y por eso decidimos tener un matrimonio liberal.

Sé que ha tenido varios amantes y sé que solamente es un capricho de su parte, yo también lo he tenido, pero al final del día, siempre volvemos a estar juntos y demostrarnos que nos queremos. De caso contrario no tendríamos tres hijos propios.

Sé que nadie lo entiende, y no me importa que lo entiendan. Solo nosotros debemos entenderlo.

Los amantes son pasajeros.

—qué más da— susurro subiendo a la segunda planta.

Abro la puerta de mis pequeños observando cómo cada uno ya duerme tranquilamente en sus respectivas camas, me acerco a darles un beso de buenas noches en la frente y arroparlos mejor. Los miro antes de salir, ellos son mi adoración y los amo mucho, aunque son revoltosos y llegan a meterse en problemas. Aun así los amo mucho.

Salgo cerrando suavemente la puerta de su habitación dirigiéndome a la mía.

Cierro la puerta y me retiro la ropa, comenzando por el saco. Uno a uno me retiro mis prendas y los dejo en la cesta de ropa sucia para que mañana nuestra dama de llaves lo pueda lavar.

Solamente me quedo en boxers. Una vez listo me dirijo a mi cama con mi celular en mano.

Me detengo frente a esta un momento, acerco mi celular a mis labios dando una orden —sal—

En segundos la figura de un erizo negro con betas rojo sangre aparece recostado sobre la cama vestido solamente con unos pantis, una pequeña braga y sostén de encaje rojo como sus betas.

Dejo el celular sobre mi mesita de noche, subo a la cama queda en cuatro sobre él, mirándolo un poco.

El trata de no verme, su rostro está tan rojo como sus ojos rubí y mantiene agachada sus orejas. Supongo que de la vergüenza del traje. No puedo evitar sonreír ante su aspecto. Y al principio que pensé era todo un tipo rudo. Aun así se ve muy sexy.

Me acerco a sus labios mordiéndolos para molestar a su dueño, quien se tensa al sentirme tan cerca. Sus manos se colocan en mis hombros, pero de inmediato los aparto dejándolos a cada lado de su cabeza sujetándolo de las muñecas, pasando a besarlo con mayor intensidad.

Escucho sus pequeños gemidos ahogados entre mis labios mientras sus piernas se remueven un poco sobre la cama jalando las sabanas.

Me aparto del beso jadeando leve mirándolo a los ojos, esos hermosos ojos rubí intensos.

—hola shady, ¿me extrañaste?— susurro aun cerca de sus labios, tentado a besarlo otra vez

—Si... amo— susurra respirando con fuerza, a veces me da gracia ver cómo solo un beso lo alborota tanto

—Qué bueno, por qué también te extrañé— susurro volviendo a besarlo con intensidad

Shadow es mi slave desde hace ya unos meses donde ese misterioso correo llegó a mi celular. Desde que lo vi me encantó y desde ese entonces lo tengo para mí. Me gusta en todos los sentidos, desde su pequeño pero sexy cuerpo, hasta su personalidad fuerte y la tímida que obtiene cuando estamos en la cama.

Tikal ya sabe de su existencia, aunque no sabe que es un slave y tampoco lo ha visto, pero es algo que no le importa realmente y está bien con eso.

Nos separamos del beso suavemente y lo observo recuperar el aliento. Me aparto de él dejándolo en la cama mientras voy por unas cosas en el closet, escondidas dentro de una caja. Cuando la encuentro saco de ella una mordaza con una pelotita roja y un bote de lubricante que según es para un mejor orgasmo.

—vamos a jugar un poco shads, pero debe ser en silencio, porque no quiero que mis hijos se despierten— explico cuando le coloco la pelotita en sus labios, ajustándola bien tras su cabeza. Solo asiente en respuesta.

Le doy la vuelta al terminar, alzando su trasero, lo acaricio un poco y le doy unas cuantas nalgadas, escuchando sus leves quejas gracias a la mordaza. Jalo el hilo de su braga apartándola de ese pequeño puntito rosa bajo su colita. Tomo el bote de lubricante e introduzco la boquilla presionando para que el líquido llene su entrada. Se remueve un poco, supongo por el frio del lubricante.

Aparto el bote y acaricio de nuevo su trasero abriendo sus piernas. Retiro mi bóxer dejando mi miembro listo para la acción, me coloco sobre shadow rozando su entrada con mi miembro.

—o shady, esperé toda la semana por esto— beso su espalda entrando en el fácilmente gracias al lubricante

—mmmghh!!!~— su cuerpo se remueve al sentirme dentro y su respiración se acelera, lo puedo escuchar por la fuerza que expulsa el aire de sus pulmones.

Abro sus piernas un poco más, bajo mi mano a su entrepierna metiéndola entre la tela que lo oculta, apretando de vez en cuando escuchando más de sus quejidos.

Comienzo a embestirlo, lento al principio, pero acelero rápidamente. No soy suave y los juegos previos no son mi fuerte, con shadow puedo ser tan animal como quiera, aunque trato de no lastimarlo mucho.

Puedo escuchar perfectamente el choque de mi pelvis contra se trasero, sus quejidos retenidos por la pelota en su boca y su respiración, logrando que me excite mucho más. Golpeo con toda mis fuerzas su cálido interior, sintiendo como se estrecha más y más al paso de las embestidas, parece que pronto se vendrá y yo tampoco estoy muy lejos de hacerlo.

Me detengo saliendo de golpe, dejo que caiga a la cama y lo doy la vuelta nuevamente, para que quede boca arriba. Retiro la pelota de sus labios, abro sus piernas alzándolas hasta su cabeza quedándome sobre el nuevamente, devoro sus labios mientras vuelvo a moverme, usando la gravedad y mi propio peso para entrar hasta lo más profundo de su ser.

Sus gemidos se ahogan en su garganta, sus manos se aferran a mí con fuerza clavando un poco de sus uñas que me causan un pequeño ardor. Su interior se estrecha mucho más y puedo sentir su semen caer en mi pecho. Me muevo un poco más y logro terminar en su interior, dejando mi semilla en su ser. Cuando termino me aparto del beso dejando que recupere el aliento. Salgo de él y me alejo lo suficiente para apreciarlo.

Sus ojos entreabiertos con unas lágrimas bajando hasta caer en la cama, su lengua sobresaliendo de sus hinchados labios a causa de mi fiero beso, su pecho subiendo y bajando ante su respiración, su cuerpo temblante ante la corrida; su abdomen, pecho y su braga manchada del semen que dejó salir y su entrada con rastros de mi semen.

Una imagen preciosa que capturo con mi cámara. Debo confesar que me encanta tener una foto de mis amores después del sexo. Aunque, de quien más tengo es del erizo frente a mí. Dejo el celular de vuelta en la mesita de noche y vuelvo a besar a mi preciado slave, devorando sus labios nuevamente para comenzar una segunda ronda. Después de todo, la noche es larga.