✨III: Encuentros inesperados✨
JiMin caminaba por el bosque, su madre esa mañana le había encargado ir en busca de plantas medicinales; de envenenamiento y para curar heridas. Se puso en marcha luego del almuerzo, caminando sin prisas al lugar.
La tarde estaba en su mayor esplendor, el sol estaba en su punto máximo, provocando que continuamente sudara; con él llevaba su mochila, era pequeña pero ahí cabía su botella de agua, y algunas cosas que ocupaba ante cualquier percance.
Llevaba caminando mucho ya, si caminabas hasta uno de los extremos del bosque, este tenía una colina, ahí había todo tipo de plantas medicinales, él y su madre lo mantenían y cuidaban para así recoger las plantas y usarlas para los aldeanos.
Se detuvo un momento, limpiando su sudor con la manga larga de su camisa, metió la mano en su mochila para así sacar su botella y tomar de la fresca agua; cerró los ojos un momento, sintiendo la brisa correr por su rostro al estar en un lugar un poco alto, refrescándose en gran medida.
Tocando su preciado collar, sonrió, puesto que en los últimos días le había sido muy útil, últimamente era perseguido por seres malignos, unos más fuertes que otros, pero para él no le era difícil vencerlos, aquellos años de entrenamiento relucían al verlo pelear.
Abriendo sus ojos notó un bulto que sobresalía en las raíces de un árbol aledaño en la colina. Al acercarse miró extrañado, como un libro que a sus ojos le fue extrañamente familiar, estaba lleno de tierra y algo desgastado. Así que sujetando su arco y flechas se agachó para tomarlo, pero no pudo hacerlo, en el momento que su mano intentó tomarlo, sintió como sus vellos se paraban y un escalofrío recorría su espina dorsal.
Se giró viendo detrás de un frondoso árbol, tomando una flecha apuntó en esa dirección.
—¿Quién eres? —una risa se escuchó, sus brazos se tensaron, comenzando a prepararse para disparar. Nunca había sentido esa extraña sensación, la presencia era demasiado pesada, provocándole innumerables escalofríos.
—Parece que querías tomar el libro. —la voz era demasiado ronca y distorsionada, extrañado vio de reojo hacía atrás notando que el libro seguía ahí.
JiMin intento probar otro método, bajo su arco y juntó sus dedos de la mano derecha, recitando un conjuro, logró ver más allá del árbol.
Era un demonio, pero su olor era el de un ser humano mezclado con azufre. Había escuchado que los seres humanos vendían sus almas al demonio, optando por ser esclavos de la maldad, tomado ese olor como identificación, anudado al hecho de una juventud eterna.
Que lástima...
—Así que has vendido tu alma al demonio. —gritó ya irritado por la interrupción a su labor. —Tu aspecto me lo dice todo. —dicho esto movió su mano en dirección al árbol y con voz grave le llamó. —¡Muéstrate!
Las palabras dichas hicieron que un grito agonizante se escuchara por parte del ser detrás del árbol, con manos sujetando su cabeza salió de su escondite. Era un chico, su aspecto siendo de un ser humano pero su aura era maligna, comprobando su teoría, su alma había sido vendida al demonio.
—Parece que eres un oponente fuerte. —JiMin habló con tono sarcástico.
Él sonrió. —Aún no he hecho nada. —el chico movió sus manos, lanzando un pergamino, él sabía que eran lanzados como maldiciones, JiMin juntó sus manos creando un campo de fuerza, entonces el collar brilló y cuando el pergamino tocó aquella barrera, se deshizo volviéndose cenizas.
—Maldito. —el chico se acercó a JiMin pero antes de que le hiciera algo, éste disparo una flecha, flecha que lanzó luces violetas impulsándose con fuerza destruyendo a aquel demonio sin dar tiempo a una reacción. Había terminado con él.
A JiMin le extrañó un poco ese ser, ¿sería enviado por alguien o solo vagaba bajo su codicia?
Eso estuvo cerca...
—Nunca me dejan en paz. — JiMin se colocó el arco y levantó aquel libro, guardándolo en su bolso.
Retomando su camino, llegó a la cima de la colina, el aire en ese sitio solía ser más fresco, en algunos casos se formaba una capa de neblina. Al llegar por fin, decidió entrar a la pequeña cabaña. Ese lugar lo ocupaban para realizar antídotos o simplemente había veces en las que se quedaba con su madre, el paisaje era muy hermoso y las noches eran iluminadas por las estrellas y la luna, la cual brillaba con más esplendor.
Ahí había aprendido a conocer las plantas, cultivarlas y crear los antídotos. Todo a su corta edad de doce años.
Estando dentro de la cabaña, observó desde el umbral de la puerta lo acogedora que lucía. Constaba de una sala pequeña y más adelante una habitación, un baño y la cocina. Era muy pequeña, pero para él era un espacio de relajación.
Nuestro lugar especial...
Poniéndose en marcha, tomó la canasta de la mesa del comedor y salió para dirigirse al huerto, comenzando a recolectar las plantas.
El tiempo pasó y él ya tenía su canasta llena con lo solicitado por su madre.
En el momento de acurrucarse, fue ahí que sintió un leve piquete en su cuello, el collar había cambiado a un azul, el cual palpitaba constantemente.
Recordó aquella conversación con su madre.
"Si es azul, alguien bueno o conocido se acerca, sí es dorado significa peligro".
¿Pero quién vendría hasta acá?
Solo mi madre y yo hemos venido acá.
Giró en dirección de aquellos arbustos, de los cuales alguien yacía escondido, maldiciendo por lo bajo al ser descubierto.
—Sal de ahí. —JiMin mantuvo la calma, pero nunca confiándose.
Observó como un chico de tez pálida salía de aquellos arbustos, con hojas incrustadas en su cabello gris, con una mirada profunda y de color azul cielo.
Es hermoso...
Sacudió su cabeza, esparciéndose de pensamientos como esos, no dejándose llevar por lo atractivo de aquel chico. Decidió levantarse de su lugar.
—¿Me has estado siguiendo? —JiMin observó desde lejos como el chico le miraba, pero no decía ninguna palabra.
Su aura es... Rara.
—Al menos ¿puedes decirme tu nombre? —éste intentó hablar de nuevo.
Pero las cosas no cambiaron, en su lugar todo era silencio, el chico de tez pálida solo le observaba con recelo.
Intentando por otro método, afiló su mirada; yendo más allá, observando con detenimiento su aura.
Su corazón se aceleró al notar que a pesar de su apariencia humana, éste no lo era, un aura distinta recorría su cuerpo, era de tonos azules, brillaba con tanta intensidad que no pudo evitar abrir en demasía sus ojos.
Apretó la canasta con fuerza. —T-tú. —éste fue interrumpido por el chico.
—¿Ya acabaste de husmear en mí? —usando un tono pesado y voz ronca, se acercó en dirección de un JiMin paralizado.
—Espera... ¡no te acerques! —JiMin habló con dificultad.
—No te haré daño, si esas hubieran sido mis intenciones... —afiló su mirada. —ya no estarías con vida. —el chico seguía manteniendo frialdad en su manera de hablar.
—¿A sí?, pues yo no soy cualquier cosa tampoco. — JiMin salió de aquella estupefacción para pararse erguido y su ceño frunciéndose, estresado de verse como un... Miedoso.
—No alardear, no es lo tuyo. —el chico lo miró de forma burlona.
—Tú comenzaste, ¿Cómo es que estas acá? Tu presencia ya la he sentido en veces anteriores, ¿tú eres el que siempre me espiaba en el río de cristal? —JiMin se sentía aturdido, ese chico era...
—Demasiadas preguntas, contestaré la ultima, si, yo he sido. —el menor abrió la boca mas nada salió. Su mente seguía en blanco.
—¿Eres JiMin no? —el chico volvió a hablar al ver que JiMin seguía sin hacerlo.
—S-si soy JiMin. —el menor salió de su impresión, maldijo en su mente al actuar como estúpido, el no era así, ¿qué le pasaba?
—Soy YoonGi y me han mandado para llevarte al castillo. —el chico habló con total tranquilidad a comparación de JiMin que ahora si estaba entrado en pánico.
—¿¡Yo!? ¿¡de qué castillo hablas!?, aquí no hay ninguno. —el menor habló tratando de sonar seguro. Él conocía perfectamente el bosque.
—¿No me digas que ChoA no te dijo nada? —el mayor rodó los ojos, su paciencia se estaba agotando.
—Vaya, todo mundo sabe el nombre de mi madre éstos días. —JiMin soltó las palabras con ironía.
YoonGi sobó el puente de su nariz, sintiéndose asfixiado.—Te lo resumiré, en este mundo hay seis guardianes, en esos estoy yo y tu madre, tu naciste para tomar su lugar por eso te entrenaron, y por eso hoy debo llevarte al castillo. —el mayor sonrió al haberlo dicho todo confiado.
—Wow que gran explicación. —se burló. Cruzándose de brazos. —necesitarás más que eso para convencerme, además estoy ocupado. —JiMin señaló la canasta donde reposaban las plantas.
—¿Y eso a mi qué? Solo hago lo que mandaron a hacer. —el mayor bufó molesto, si no lo hubieran descubierto que andaba espiando al menor, no estaría ahí con ese ser tan... Tan terco.
—Ya te dije que no puedo irme contigo, te acabo de conocer tonto. —el menor se agachó para tomar la canasta. Caminando para alejarse del alfa... Porque sí, había sentido su aroma totalmente, sintiéndose embriagado un momento por el olor a menta y café amargo que éste desprendía. Un aroma tan único que le causaba curiosidad.
—Deberías cuidar tu boca, no logro controlarme cuando me faltan al respeto. —el mayor siguió a JiMin hasta la cabaña, entrando se sentó en el pequeño sofá.
JiMin se giró para verlo. —Pues no me importa, no te tengo miedo. —aseguró, aunque por dentro su lobo se removiera inquieto.
—¿A si? ¿quieres quedar así? —YoonGi tocó un jarrón que estaba al lado del sofá donde estaba sentado, congelándolo en cuestión de segundos.
El omega le miró sorprendido. —¿Qué diablos?
—¿Quieres más pruebas JiMin? —el mayor se levantó y antes de que el menor pudiera reaccionar, lanzó una lanza de hielo, tan filosa como una daga. Pero esta no logró alcanzar al omega, el collar que llevaba el menor se iluminó y creó un campo de fuerza, impidiéndole ser atacado. JiMin se sintió aturdido y... Asustado.
—Vaya, al parecer no eres cualquier cosa nadie sale ileso de mis lanzas. —YoonGi rió divertido.
Eso fue la gota que derramó el vaso para JiMin. —¡Idiota! ¿¡Estás loco acaso!? —gritó molesto, odiaba que lo retaran de esa manera.
—Solo quería que entendieras que no estoy jugando. —el mayor endureció sus facciones, mirándole serio.
JiMin recordó lo dicho por su madre "es hora de que encuentres por qué posees ese poder, debes descubrir tu verdadero yo, por lo que, si ves algo, sigue adelante".
¿Es esto a lo que se refería mamá?
Suspiró. —Tu ganas, solo debes dejarme ir donde mi madre, me iré contigo.
YoonGi suspiró cansado, esto era más difícil de lo que pensó.
Park JiMin era un...
Terco...
El aspecto de JiMin:
El aspecto de YoonGi:
HotCakeWorld✨
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