Memorias
Si me preguntasen que recordaba de los primeros años de mi infancia, no hay mucho de interés que pudiera decir.
Las vagas memorias que tengo están plagadas de los gritos lastimeros de mi madre, alentándome a escapar del fuego inminente que se cernía sobre la casa.
Después, todo fue un enorme vacío donde subsistir para no caer se convirtió en mi jornada diaria.
A la edad de cinco años, aprendí que robar era visto como un delito en dependencia de la persona. Así como que las sonrisas no siempre eran de felicidad. Todo dependía de las circunstancias y de los involucrados.
- Diablos, hoy las posibilidades son algo escasas.
Desde el árbol en que me encontraba elevado, cual halcón, divisé el panorama bajo de mí.
En la abarrotada feria del pueblo se mostraban centenares de alimentos que hacían que mi pobre estómago tronara con fuerza. No haber probado bocado en días me empezaba a afectar, tal parecía que una batería estuviera tocando el redoble.
Manzanas, papayas, tomates, lechugas, rollos de carne, hacían que mi vista se desviara ligeramente del objetivo: un mercader que vendía sus víveres a precios exorbitantes. Ahora estaba muy entretenido contándole al "amigo" sus logros en la trata de personas.
Mis dientes rechinaron, esa era una de las principales razones por la que había perdido a mi familia.
Desgraciadamente, el comercio de esclavos era una actividad recurrente entre los comerciantes y se pagaba demasiado bien para mi gusto. Eran numerosas las veces que había tenido que escapar de las garras de tales escorias. Perseguían con frecuencia a los infantes como yo. El precio de mi cabeza subía al ser de una clan casi extinto.
Afilé mis sentidos y busqué el momento exacto. Entre los pasos apresurados, los pregones y el tonto hombre, hallé mi oportunidad de oro. De un salto intrépido avancé, todo avanzaba certeramente, tomé las frutas y corrí sin perder un segundo.
No obstante, no conté con el par de criaturas que me hicieron tropezar en el camino.
Unos pequeños se arropaban al costado de la tarima, temblando ligeramente. Vestían harapos y sus mejillas sucias contrastaban con la pureza de sus miradas.
La comida en mis brazos rodó por el suelo y el estruendo alertó al vendedor que robé. Los niños abrieron sus ojos enormemente ante el sentimiento que reptaba por sus diminutos cuerpos, el miedo a ser golpeados. Iban a ser víctimas de un fuego cruzado, mi culpa iba a recaer sobre ellos.
El hombre se acercó hacia los infantes, con movimientos grotescos e ignorándome en el proceso.
Cerré los ojos con fuerzas. Tomé un puñado de grandes piedras y las coloqué en la parte delantera, utilicé mi camisa roída como bolsa para simular tener un botín de comida robada.
- ¡Hey, gordo! - Grité enérgicamente.
Él solo giró su cabeza, en un estado de ligera confusión cayó en la trampa que le preparé. Arremetió en mi dirección. Con rapidez guié con la vista a los niños hacia el sustento desparramado en el piso y ellos asintieron con dudas. Aun temblaban despavoridos.
Después corrí. Corrí lo máximo que mis piernas permitieron. Evité carretas, coches y aun así el sujeto seguía atrás de mí. Debo admitir que subestimé su capacidad para las actividades físicas.
Doblé esquinas y cuando me pareció que le había dado por perdido, algo se enroscó en mi pie cual serpiente.
Caí de bruces contra el suelo arenoso. Mi cabellera roja se mezcló con el polvo, ensuciándose aún más.
Ante el aturdimiento de haber sido derribado, sólo pude sentir la quemazón del latigazo en mi espalda. No pude anticipar ese golpe.
El siguiente dio de lleno en todo mi pecho, así como el cuarto, el quinto. Dolía, pero mi rostro quedó sin expresión alguna. Esta no era la primera vez que me atrapaban en un robo por comida para subsistir y sería agotador exteriorizar las emociones.
No ganaba nada.
Ver las caras de la multitud a mi alrededor cuando me castigaban, se convirtió en mi entretenimiento. Era mi mejor opción si no podía escapar de mi agresor. Empecé a fijarme en las expresiones ajenas, tan disímiles. Iban desde horror a euforia en su más puro estado, emoción por ver algo nuevo y entretenido.
Esos pijos de la alta sociedad.
Mi conciencia me abandonaba poco a poco, mientras sentía que mi vitalidad se escurría entre dedos. Entre momentos intentaba zafarme del castigo, pero mi cuerpo no tenía la fuerza suficiente.
Con la brutalidad del azote, probablemente hubiese perecido ahí y me impactó la facilidad con la que lo acepté. Así me iría, a acompañar a mi familia.
De no ser por la nívea mano que detuvo el próximo latigazo.
El círculo de espectadores contuvo el aliento ante el ser que tuvo la osadía - y la estupidez - de inmiscuirse en ese asunto ajeno. Por otro lado, el hombre, pálido, solamente pidió el dinero por los alimentos desperdiciados. Se fue como si nada, todos se dispersaron y la vida siguió para cada cual. Todo sucedía sobre mi cabeza, mientras yo trataba de levantarme.
Adolorido, observé a la persona junto a mí. Al verle los ojos entendí lo por qué nadie se quedó más tiempo del necesario en la escena.
Mi salvadora era nadie más que "La Dama del Rubí". Temida, con un poder inigualable y unos iris extrañamente rojos.
Su nombre se debía al collar antiquísimo que siempre portaba, hecho de esa piedra preciosa y que brillaba cada vez que la hechicera utilizaba su magia.
No se sabía mucho de ella, lo que quedaba implícito: era alguien con quien uno preferiría no meterse.
Increíblemente nervioso traté de incorporarme, pero fallé en el proceso. Mi boca aun no se cerraba de la sorpresa. Estaba frente a una celebridad que admiraba y temía al mismo tiempo.
Tragué en seco cuando interioricé que escapar ya no era una opción. Luego de un rato de incertidumbre, ella posó sus dedos sobre mis párpados, incitándome a cerrarlos. El toque provocó un temblor en mi ser. Un halo carmesí que la rodeaba fue lo último que capté antes que el ardor de las heridas abandonara mi ser, dejándome en paz.
Un cómodo letargo hizo que la oscuridad tomara terreno.
Calor potente se filtró por cada capa de hielo que resguardaba mi alma y sentí como si volviese a nacer nuevamente. Casi parecía que un brazo evitaba que cayese por ese abismo tan conocido. Traté de soltarme, mas el agarre aumentaba con cada sacudida mía. Todo intento era fútil.
Derrotado en ese momento, decidí rendirme. Terminé confiando una vez más en alguien.
Esta vez quizás no me dejen solo.
Cálidas caricias sobre mi pelo me despertaron. Pestañeé suavemente y lo primero que noté fue la presencia de la mujer que me salvó.
- Me alegro que hayas despertado. - Suspiró levemente. - Puedo curar tus heridas externas, pero si no tienes ganas de vivir entonces no hay nada que pueda hacer.
Traté de articular una palabra, pero mi garganta parecía par de lijas rozando. Ella captó mi incomodidad y de inmediato me alcanzó un vaso de agua. Ese preciado líquido.
Lubricadas mis cuerdas vocales, intenté de nuevo.
- Gracias por rescatarme. Prometo que no molestaré más. - Dije intentando incorporarme.
No quería causar inconvenientes a esta persona. Más allá de los rumores que ronden sobre ella, era el único ser humano que había ayudado cuando estaba en el lodo. Tal amabilidad no podía retribuirla con la carga que sería cuidarme.
- Espera, espera. - Me acomodó nuevamente en la cama. - ¿De qué hablas? Todavía andas malherido. ¿Realmente piensas que voy a dejarte ir en ese estado después de que tomó tanto tiempo curarte? No y no.
Su negativa encendió una pequeña vela. Ciertamente tampoco quería irme, no me queda otra cosa que serle útil.
- Entonces déjame asistirte en algo. Es lo menos que puedo hacer. - Ella pensó levemente.
- De hecho, pudieras hacerme un favor. ¿Eres del Antiguo Clan de Las Bestias, no?
Mentiría si dijese que no me impresionó que preguntase eso. Parecía que el pasado tocaba a mi puerta nuevamente.
- Sí... lo soy. - Pareciendo captar mi inquietud dijo.
- Tranquilo. No haré nada. De hecho, debo decir que estoy impresionada. Para tu edad ocultas tu aura bastante bien. - Luego agregó más bajo. - No quiero imaginar los horrores experimentados que te obligaron a ocultar tu esencia. No estoy exenta sobre la caza que se efectúa hacia los de tu clan. - Apretó sus puños. Sus pupilas se perdieron en la distante ventana que se encontraba en el extremo del cuarto. - Se avecinan tiempos aun más turbulentos y una gran guerra. Así que necesito alguien como tú a mi lado. - De momento paró y acercó su rostro al mío. - Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
- ... soy Archer. - Dije incómodo por su cercanía. Su cambio drástico de conversación se debió ver influenciado por la expresión dolorosa en mi faz.
- Bien, Archer. No te voy a mentir, nada te ata a mí y siempre puedes negarte. Lo que te ofrezco es una vida con peligros. Ahora no, pero más adelante es posible que tengamos que luchar contra otras personas y... si no todo sale correcto, matar. Por otro lado, siempre tendrás mi protección, un lugar al cual llamar hogar, una cama en donde reposar, comida abundante y mi eterno cariño y gratitud. - Fijó su mirada en la mía. - Entonces, ¿qué me dices?
No tuve que pensar mucho mi respuesta. Peligros, más de los que me encuentro a diario, poco probable. Tengo vasta experiencia luchando por un trozo de pan, y solo ha faltado un ápice de voluntad para tebasar la línea del asesinato en ciertas circunstancias.
También siento que, desde que me salvó, mi vida pende de sus manos. No hay mucho que elegir, la verdad.
- Acepto. - Ella asintió escueta. Sus ojos brillaron de felicidad cuando se levantó de la silla en la que se encontraba.
- Gracias. - Revolvió mi cabello. - Estoy preparando la cena, para que comas y después te des un baño. Más tarde te llamo para que bajes.
Empezó a descender las escaleras, cuando sólo se divisaba su cabeza caí en cuenta que no sabía ni su nombre.
- ¡Espera! - Exclamé. - ¿Cómo te llamas?
- Mi nombre es... - Trató de sonreír. Pero la mueca parecía de todo menos una sonrisa, como si hubiesen hecho una broma de mal gusto. - Puedes decirme Ishtar.
****************
Halo TMT!!! Aquí con capítulo nuevo. Se me hacía realmente difícil continuar la historia, confieso que estaba estancada. A pesar de que tenía este cap algo adelantado, tuve que reescribirlo desde el inicio porque no me convencía.
Fue gracias a ustedes que pude seguir.
En serio, me dieron fuerzas con sus comentarios. Me dije: "Se los debes", por lo que heme aquí, publicando de madrugada. :')
Notita #2: Hasta ahora este es el cap más largo que he publicado desde la perspectiva de Archer.
Lo amo!!!
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