5to. Placer

Empapados llegamos a la casa, en la entrada me resultó bien complejo teclear rápido el código de acceso para ingresar. Luego depositamos nuestros zapatos y accesorios para no mojar más el suelo.

Menuda limpieza tenía que hacer después.

- Llegué a casa. - El familiar eco me recibió.

- ¿Tienes visita?

- Oh, no. Solo es una costumbre. - Mi tono se apagó. - Una que debo dejar.

- No tienes que dejarla. La casa debe sentirse muy querida. - Trató de bromear para aligerar el ambiente. Se lo agradecí.

- Lo sé, pero debo sanar las heridas. Si no corromperán todo lo bueno que tenga. - Le observé y mis comisuras se alzaron.

Le indiqué a Archer que se quitara las prendas en el baño, mientras yo lo hacía en mi habitación. Después de una ducha y varias negativas de mi parte a la opción de que durmiésemos en la misma cama.

Le indiqué el camino a la habitación de invitados y enseñé donde se encontraban las entradas para satisfacer sus necesidades básicas.

Un bostezo escapó de mi boca mientras caminaba a mi dormitorio. Archer había quedado sin rechistar en el suyo. Me deslicé sobre los pliegues del colchón y aislé mi mente del exterior.

Tal vez pudiera volver a dormir esta noche. El maquillaje, para tapar mis ojeras, ya no sería suficiente si seguía de este modo.

Un tic del reloj indicaba las 12 de la noche, exactamente dos horas desde que intenté abrazar a Morfeo...

Cerré los ojos con fuerza, incluso intenté contar ovejas. Un dolor empezaba a evidenciarse en mi sien. A punto de levantarme y tomar algún medicamento, la puerta de mi dormitorio se abre.

Los pasos más silenciosos que evidencié en mi vida se acercaban a mi cama. La luz de una pequeña lámpara delataba a Archer como el intruso, cuando su figura casi se abalanza sobre mí.

Por unos instantes, creí que me movería cuando su mano tocó mi cabello. Lentos y suaves movimientos relajaron mi semblante.

- Sé que probablemente... no te lo haya dicho mucho en el día de hoy, pero no sabes cuánto te agradezco. Por una vez más darme libertad, la que tanto deseaba. - El sonido de su garganta al tragar se escuchó en la tranquila estancia. - Aunque no lo recuerdes, muchas gracias Ishtar. - Agregó casi susurrando.

Realmente Archer no necesitaba agradecerme de tal forma. Casi muero por un infarto. Lo que hice hoy es lo que debieron haber hecho sus Masters anteriores...

¿Pero por qué volvió a llamarme Ishtar?

Varias veces ha pronunciado ese nombre. Una vez, pudiera ser casualidad. ¿Tantas? Gato encerrado.

¿Quién pudiera ser Ishtar? Por la entonación y los sentimientos implícitos, cada vez que dice su nombre, es alguien que dejó una fuerte carga emocional.

Y yo en serio apreciaría que no me llamase así. En un principio, no me molestaba que me confundiera porque me sucedía lo mismo. Pero su nombre, Ishtar, causaba una incomodidad sin precedentes en mi centro. Sensación que no tenía ni pies ni cabeza.

Es cierto que él se parece a Shirou, pero no ando pronunciando su nombre al por mayor. Al menos más de una vez... Además, son solo delirios de mi mente. Buscando la conclusión deseada de algo que no pudo ser.

Una resolución llegó a mí: era realmente difícil que Archer y yo fuésemos, siquiera, amantes. No hacíamos más que ver fantasmas pasados en el cuerpo del otro, y eso no era saludable para ninguno de los dos. Ni justo.

Otro despertar. La luz del sol iluminándome completamente la faz y provocando un escozor en mis ojos.

Ah, dolor.

Mis mañanas solían ser muchísimo más animadas cuando papá y mamá vivían. Sus carcajadas rondaban mi cuarto, papá traía el desayuno ligeramente quemado que había preparado y mamá poseía un brillo en su mirar que demostraba cuan enamorada estaba aun de él. Incluso después de severos años.

Ellos eran las personas más bondadosas que he conocido.

Debido a que me inculcaron el deber de auxiliar a los que lo necesitasen era una de las razones para ayudar a Archer. El Servant que apareció de imprevisto en mi vida.

Después de nuestro accidente, todo ha sido una montaña rusa. Más turbulenta que en mis períodos de pubertad.

Desperezándome salí de la cama. Al menos dormí mas de cinco horas en dos noches consecutivas. Eso ya era un logro.

Desplacé mis pies lentamente por el áspero suelo y me dirigí al cuarto de Archer, tenía que despertarlo temprano ya que hoy pensaba ir a la biblioteca para averiguar algo de su desconocida maldición.

En su cama, él se encontraba boca arriba. Sus facciones sumamente relajadas y sin ese ceño fruncido que normalmente tenía. Su pelo tenía el mismo brillo de la plata recién pulida, adornado por rayos intrusos del sol que se colaban a través de las cortinas.

Mis ojos se ampliaron y el sueño se evaporó de mi ser.

Bueno. Sí que era atractivo.

- ...¿Entonces no piensas que sea atractivo? - Preguntó con una sonrisa picaresca.

- Claro que no, tonto. - Dije, pero mis mejillas arreboladas me delataban fácilmente. Él me plantó un sonoro beso en la frente.

Pestañeé numerosas veces, hasta que la imagen vívida de un cuerpo rodeando el mío desapareció. Tropecé con mis pies y caí, mi trasero rebotó contra el mármol haciendo un ruido sordo. Observé hacia la cama y milagrosamente Archer aun seguía dormido.

¿Qué diablos acabo de ver?
.
.
.
El sonido agudo de la tetera me sacó abruptamente de mi ensoñación.

Ya he roto una cantidad considerable de vajillas, las tostadas del desayuno se me quemaron y casi tiro a la basura los cupcakes, en vez de la caja que los contenía.

Desde que salí corriendo de la habitación, después de aquel instante confuso, mi mañana ha sido un desastre.

Sigo sin entender nada de lo que pasó, pero la realidad del sentimiento creapitaba por mi piel. Tanto que perturbaba. Aquel flash de imágenes daba la impresión de ser el vestigio de un recuerdo, pero es imposible porque no creía conocer actualmente a la persona que me abrazaba. A pesar de no haber visto su rostro en esos segundos proyectados.

De todas maneras, nunca viví un momento así. Por lo que (casi) descartaba que fuesen mis memorias.

Mi pecho se había llenado de profundo pesar. Miedo por perder al ser humano frente a mí, porque le amaba en demasía. Una sensación completamente nueva, incluso no la experimenté con Shirou. Y le amé a él casi tanto como a mis padres.

Era un querer incluso mayor, un vórtice que amenazaba con tragarme. Llevándome a pensar que era mejor que yo partiese primero, solo para no verle morir a él. Así de egoísta.

Era terrorífico. Pero de un modo masoquista... me encantaría volver a sentir así.

- Buenos días. - Giré mi cabeza hacia el sonido de una voz. Estaba tan inmersa en mí, que no le noté llegar.

Archer tenía el pelo mucho más alborotado que antes, daba la impresión de que sus dedos lo hubiesen recorrido varias veces. Traía puesto unos viejos pantalones holgados y su torso estaba descubierto.

- Ah, buenas. - Respondí mientras servía el agua para el té en una tacita. - ¿Qué quieres comer? Tengo preparado jugo de mango, tostadas con jalea de fresa, pasteles de chocolate, leche en el frío, y si prefieres, té. Pero siempre puedo hacer algo más, me adecúo a tus gustos.

Apoyé la cadera en la encimera, mientras sostenía un funderelele. Él se rio por la insinuación y asintió.

- Todavía no me acostumbro. - Dijo pasándose la mano por la cara, tal parecía que era la primera vez que le ofrecían un buen trato. - Eh, además del helado que tan sutilmente me propusiste... lo que quieras estará bien, gracias.

- No hay problema. Ve quitando el mantel de la mesa, voy a poner los platos. - Obedeció.

Momentos después estábamos desayunando.

- ¿Saldremos hoy? - Di un sorbo a mi té y le respondí.

- Sí. Voy a investigar sobre ti. - Enarcó una ceja. - ¿Qué?, tenemos que empezar por algo, tal vez encontremos respuestas. - Detuvo sus movimientos, sus ojos se encontraban vacíos y parecían perdidos.

- En mis recuerdos existen lagunas. Partes de los sucesos están borrosos. - Tocó su frente. - Se lo atribuyo a los años.

- De hecho pensaba preguntarte algunos datos, con esa respuesta frustas mis posibilidades.

- Podemos intentar con la investigación, aunque no creo que encontremos mucho.

- Archer, ¿tú quieres liberarte de esto?

- Esa pregunta es estúpida, Rin. Obviamente lo deseo más que nadie.

- Disculpa. No sé por qué te pregunté. - Incómoda empecé a jugar con la comida.

En realidad, sí lo sabía. Archer no parecía tener mucho interés en escapar de su maldición. Yo, alguien externo, aportaba más ahínco. Archer me observó un rato, luego de un suspiro, tomó mi mano. Unos roces leves hicieron que le mirara.

- Rin, escucha. Después de tantos siglos te acostumbras, es cierto. Pero la llama sigue ahí, más leve pero latente.

- Está bien, no quiero que te rindas.

- Nunca. - Me sonrió. - Después de esa investigación, ¿podemos ir también a otros lugares?

- Por supuesto. Tienes que disfrutar de tu estancia aquí.

- ¿Seguro no quieres que me acueste contig...? - Me tapé fuertemente los oídos con mis manos.

- ¿Qué? Lo siento, no te escucho. - Negué varias veces, me levanté y caminé hacia el cuarto.

Lo último que visualicé fue una amplia sonrisa, mis comisuras se elevaron tiempo después.

En estos días el clima estaba algo descontrolado. Por las mañanas, el sol quemaba todo con su toque y el mayor anhelo de cada persona era refugiarse en el manto de las sombras.

También, con algo de suerte, en el aire acondicionado.

Pero ya cuando el astro rey alcanzaba su cumbre, nubes grisáceas empezaban a poblar el cielo y vientos helados arrastraban el polvo del pavimento. Por eso, conociendo las condiciones meteorológicas, Archer y yo salimos temprano. Si bien había calor, sin dudas era mejor que empaparnos completamente.

Nuestro primer destino fue la boutique, finalmente le podía proporcionar ropa. La que tenía puesta no era la de Shirou, pero sí la había comprado pensando en él.

Una tarea complicada, porque si compraba los conjuntos que le quedasen bien, podría haber pedido todos los de la tienda.

Así, luego de varias negativas de su parte con respecto a que gastara mucho dinero, fui insistente y pagué por las diez bolsas de ropa. Poco, si me preguntan. Empezamos a caminar nuevamente por las calles.

- Sigo pensando que fue excesivo pagar tanto. - Replicó por enésima vez.

- Madre santa, que está bien. En serio no te preocupes por el asunto. Mis padres... - Detuve mis palabras, pero solo fue un segundo. - Sólo, no importa... puedo comprarlo.

- ¿A dónde vamos ahora? - Intervino al notar mi tristeza.

- A la biblioteca. - Señalé el lugar al cruzar la calle. - Al lado hay una cafetería, así que pedimos unas sodas y nos sumergimos en los libros.

- Puedes ir tu primero mientras yo consigo las bebidas, para que no tengas que estar afuera con el vapor.

- No hace falta, vayamos juntos.

- Insisto. Ayer en la heladería observé como comprabas los alimentos, voy a estar bien. Tranquila. - Suspiré.

- De acuerdo. Pásame las bolsas para que estés más cómodo.

Accedió a darme la mitad y entró a la cafetería, mis ojos lo perdieron entre la gente del establecimiento. Yo me dispuse a empujar la puerta de la famosa biblioteca "Vicis Ex Mens".

Recordé que no permitían entrar con bolsos, por lo que fui al lugar donde se guardaban. El lugar era de los que parecían diminutos por afuera, pero espaciosos en el interior. El sonido de páginas desplazándose era lo único que se escuchaba. Sin duda aquí el silencio se coronó rey.

Me moví a través de estantes repletos de libros arcaicos hasta llegar a la sección "Historia de la Humanidad".

- Bingo.

Entre algunos libros de temas conocidos, encontré el indicado: uno enorme y algo grueso, cuyo nombre estaba ilegible por la antigüedad.

Se encontraba oculto en un rincón y si no me hubiese acercado, tal vez ni lo notaba. Abrí y busqué en su interior alguna información relevante.

Me consideraba afortunada por hallar algo de interés en tan poco tiempo. No obstante, ese tiempo sobrante tuve que emplearlo en leer la caligrafía gastada del ejemplar en mis manos.

Cuando bostecé ya sabía sobre "La Disputa Norteña", "Invasión de Fuhros", "La Gran Alianza" y "El Calvario Nocturno". El próximo tema era "La Guerra Sagrada" y yo me preguntaba qué diantres le tomaba a Archer tanto tiempo.

Las próximas páginas estaban muchísimo más dañadas, otras incluso quemadas. Por los patrones y la limpieza del trabajo, se pudiera incluso suponer que fue intencional. Empecé la lectura.

"Esta es una historia de mucho tiempo atrás.

Quinquenios antes de que Cristo naciese, se creía que la energía de "El Salvador" se encontraba resguardada en un cáliz. Capaz de cumplir cualquier anhelo que el portador desease.

A raíz de esta leyenda, los más poderosos hechiceros empezaron a indagar sobre la veracidad del mito y encontraron una respuesta afirmativa.

Como consecuencia surgió un poderoso conjuro. Posibilitando solicitar almas, solamente, más allá de la muerte.

Aquellos magos (bajo el nombre de Master) y sus invocaciones (o Servant) comenzaron una lucha para definir al propietario de la sacra reliquia.

Así empezó la denominada "Guerra del Santo Grial".

La cuna de asesinatos y atrocidades. Tabúes de la más bizarra índole vieron sus rostros en este evento, caracterizado aun, como el más sangriento en la vasta existencia del universo.

Ante la masacre, Ishtar: hija de una antigua deidad caída, unió lazos con el único Servant que poseía un alma viva: Archer Grail.

Amigos inseparables.

Amantes al final.

Luchaban con una ferocidad digna del animal más salvaje. Despojaban a los brujos de sus marcas como Masters, sacándolos de la batalla y los perdonaban, disminuyendo el número de muertes.

Transcurrieron años y parecía que llegaría el fin victorioso; pero Ishtar muere a manos del que creían ser un aliado, Gilgamesh Judea.

Archer, devastado y cegado por la furia, reclamó su venganza finalizando la guerra con el exterminio de todos los que quedaban.

Creando una carnicería más bárbara que la inicial.

El guerrero cansado de soportar el peso en sus hombros, finalmente realizó cómo debía su petición al cáliz: que su amada viviese. Y se cumplió, lo que no de la manera que imaginaba.

Ella iba a vivir, solamente a través de la rencarnación perenne..."

Para este punto la tinta de la escritura estaba muy borrosa. Me obligué a pensar que era por la escritura del libro y no por mis ojos aguados. Pasé página e intenté leer otro pasaje.

"...En línea con todos los sucesos, la madre de Ishtar al percatarse de la muerte de su pequeña maldijo a Grail. Le obligó a cumplir el pecado que para ella sentenció a su hija: servir por toda la eternidad a diferentes personas y le encerró en un anillo. Siglos pasaron. Tuvo muchas invocadoras y, de vez en cuando, el alma de Ishtar en otro cuerpo le llamaba.

Pero ella nunca recordará nada y él tendrá que seguir como si no la conociese, hasta que el ciclo termine y vuelva a entrar en su lúgubre cárcel. O al menos hasta que alguien tenga el coraje suficiente de saldar cuentas con la deidad.

Esta es una historia de mucho tiempo atrás."

A pesar de haberme comprometido a ayudar a Archer, una pequeña parte en mí deseaba creer que todo era una broma y que él no tuvo que sufrir todos esos siglos.

No obstante, este libro evidenciaba lo contrario. Buscar la veracidad de las escrituras requería preguntar a la bibliotecaria, pero un libro en la sección de historia no debería pertenecer al género de fantasía.

Pudiera ser que los nombres sean una coincidencia, pero no me parece posible... todo de alguna maquiavélica manera encaja.

Mis incógnitas sobre Ishtar encontraban sus respuestas, todo lo demás también. El dilema era encontrar un cabo por donde halar para realizar el primer paso en la búsqueda de una liberación. Aquí solo pone que hay que tratar con una diosa, ninguna otra pista.

Además, seamos sinceros, ¿¡Cómo $%&%*** se trata con una diosa?!

A mi agnóstica personalidad le habían dado, una vez más, jaque mate.

- Señorita. - Di un pequeño salto por la intromisión, casi parecía que estaba haciendo algo indebido. - Se supone que ese libro no está disponible para el público.

Bueno, tal vez sí estaba haciendo algo indebido.

- Lo siento, estaba en el estante, así que... - Sellé inmediatamente los labios. Mis ojos casi salen de sus cuencas.

Ante mí se encontraba una mujer que, si me hacía las coletas que ella llevaba, bien podríamos parecer gemelas. Si hubiera una diferencia a recalcar, eran sus ojos rubíes. Los cuales extraían toda la información que pudieran de mi ser. Eso aparentaba.

- Por favor, sígame. Ese libro no lo puede obtener, pero tal vez le interese otro. - Ella no se inmutaba ante nuestra semejanza.

Es más, de una forma singular hasta daba la impresión de estar acostumbrada.

Aturdida, caminé a su lado hacia el mostrador, próximo a la entrada.

- ¿Disculpa, me pudieras decir tu nomb...? - La campanita de la puerta sonó.

Mi voz fue interrumpida por el sonido de bolsas cayendo junto al gas de la soda.

- Ishtar...

Tan... tan... taaaan!!! XD

Halo!!! Aquí TMT. Lo siento por no actualizar en este tiempo. Las cosas están algo difíciles: en general, la escuela.

Gracias a todos los que siguen acá, votan y leen. También a esos anónimos, que disfrutan simplemente. Apapabesos.

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