4to. Placer

Los vecindarios nos saludaban mientras los atravesábamos y autos de diversos colores recorrían la autopista, semejando alguna especie de desfile.

Vida rezumaba de las casas haciendo nuestro viaje más ameno y entretenido, entre el ruido de niños jugando. A mi lado Archer hacía rotar más de una cabeza, femenina y masculina, tuviese acompañante o no.

Él le otorgaba a la camisa y los pantalones holgados un porte atractivo y una elegancia que haría que cualquier modelo sintiese celos. El blanco de su ropa contrastaba con su tez color miel, a la vez que hacía juego con el pelo largo que descendía por los hombros.

- ¿No has pensado cortarte el cabello? - Le pregunté curiosa.

- Digamos que a mi antigua "ama" - Hizo énfasis y comillas en esa palabra con sus dedos. - le gustaba así, por lo que no pude hacer nada.

- ¿A ti te parece bien? Si deseas, pasamos por el estilista.

- Como tú prefieras, Rin. - Me observó, esperando mi opinión.

Su cabello era hermoso, pero costaría mantenerlo con su longitud.

- Entonces lo cortaremos, me parece que es más acorde a la época. - Sentencié, el solo encogió sus hombros.

Seguimos el camino, yo reparando en sus reacciones. Sus ojos vislumbraban cualquier movimiento que ocurriese a su alrededor y en ellos se podía captar una chispa de interés con respecto a lo nuevo que inspeccionaba.

Nuestro primer objetivo fue una heladería. Soy de las personas que creen que si no comes algún postre te estás perdiendo de gran parte de la felicidad que puede otorgar la vida.

Las personas que ocupaban las mesas del establecimiento advirtieron nuestra presencia casi al instante de cruzar la entrada. Juraría que pude escuchar suspiros de éxtasis cuando atravesábamos la estancia para llegar al mostrador.

Exhalé, este iba a ser un largo día.

- Buenas. - Llamé a la señorita. Ella como las demás se quedó en un estado de trance al ver a Archer.

¿Es que acaso todos se vuelven locos con un poco de testosterona? Por favor. Miré al lado mío.

Él me devolvió la mirada, curioso del por qué le prestaba atención. Posé mis manos en la barbilla e hice un cuadro mental. La verdad… Archer es atractivo, pero solo lo consideraba así porque se parecía a Emiya.

Ahora debo aceptar que la energía que desprendía no era la misma. Archer aparenta ser más inaccesible, por consecuencia de las experiencias vividas

Suspiré otra vez, al parecer mi nueva rutina. Alcé la voz involuntariamente

- ¿Pudiera decirme que sabores de helado tiene?

- Eh…sí perdone. - La muchacha comenzó, saliendo de su ensoñación. Un bonito rubor colmó sus mejillas. - Tenemos Vainilla, Moscatel, Pasión de Fresa, Chocolate, Caramelo y Ensueño de Leche. También mixtos de estos.

- ¿Algún gusto predilecto? - Le pregunté a él. Su respuesta fue una negación.

- Entonces quiero dos ensaladas, una de Chocolate y la otra de Pasión de Fresa. ¿En qué mesa podemos situarnos? - Mientras nos daba el pedido ella señaló una alejada en la esquina.

Mejor, así molesta menos la atención dirigida a nosotros. Nos sentamos y empezamos a comer. El tacto frío rebosó mi paladar, ingerí gradualmente.

- ¡Joder! ¿Cómo se llamaba esto? - Archer exclamó impresionado.

- Helado. - Sonreí ante su expresión. - Está bueno, ¿verdad?

- Sí, está exquisito. Señor, ya entiendo por qué hay tanta gente en este sitio. - Probó más cucharadas, no le dije que probablemente la mitad de las personas presentes habían llegado justo después de nosotros, mucho menos comenté que fue para admirarle.

Levantó su rostro y acto seguido, como si se hubiesen apoderado de él, enunció dejándome confundida.

- Cariño, ¿quieres probar mi helado?

- ¿Qué…? - No dejó que terminara la frase, puso su mano sobre la mía y se acercó, sus facciones llenaron mi campo de visión.

Me transportó a un tiempo en que me consideraba la joven más feliz del mundo.

Regresé cuando en su boca pude probar el helado de chocolate. Desconcertada abrí la mía, él aprovechó y afianzó el beso, formando una liga de sabores que explotó mis sentidos. Dejé que mi cabeza se desconectara por instantes.

Lentamente él se retiró un poco.

- Menos mal, ya se fue. - Dijo con los ojos en alguien a mis espaldas.

- ¿Quién? - Pestañeé con lentitud. Mis sentidos embotados.

- La muchacha que se acercaba hacia acá. Tenía una cámara entre las manos, parecía querer una foto.

Bajé la mirada algo aturdida por el repentino acercamiento.

- Dios, al menos la próxima trata de hacerme alguna seña, no sé.


- ¿Seña? - Dudó. Su lengua acarició sus labios para limpiarse el excedente. Seguí ese movimiento.

- Sí... eh, como una palabra clave. - Cavilé un momento. - No sé, ¿patata? - Un bufido. - ¡No te rías! ¡Esto es serio! - Fruncí el ceño. - No puedes venir y besarme así, no más. Ya hablamos de eso.

- ¿Por qué no?, tú también puedes hacerlo.

Con la propuesta me vi tentada a responder afirmativamente. Pero Archer no se lo merecía. Sabía que muchas acciones hacia él estaban influenciadas por su parecido a Shirou. Al menos debería respetar su derecho a ser apreciado por quien era, no por la sombra de alguien más.

- No. ¡Ese ni siquiera es el punto! - Me rendí - Olvídalo. Por ahora al menos desviamos un poco de la atención puesta en nosotros.

- No te preocupes, cualquier chica en el mundo es ajena a mí, soy tuyo. - ¿Cómo podía decir la frase tan serio siquiera? - Tu eres mi Master, ellas no. - Reaccioné entonces.

- En serio, no deberías decir esas cosas. Por un segundo pensé que iba a morir de un ataque al corazón. - Mencioné ocultando mi rostro para que no divisara el notable sonrojo que me cubría.

En cuanto salimos de la heladería pude notar como un relámpago surcaba, cual serpiente, el cielo. Un trueno le siguió y con su estruendo asustó a varias personas que recorrían las calles.

- Debemos apurarnos si queremos conseguir ese corte de pelo y no mojarnos en el camino. - Argumenté mientras trataba de distinguir al sol de entre algunas nubes negras. Tomé la mano de Archer. - Vamos, la Peluquería Bríos está tomando el camino a la izquierda de la siguiente intersección.

Al ingresar en el lugar, pedí un turno. La Sra. Français fue la que nos atendió.

- Buenas tardes, señorita Tohsaka. ¿Qué estilo de peinado prefiere hoy? - Preguntó con un marcado acento francés.

- Buenas, esta vez vine por un amigo. - Señalé a mi acompañante.

- ¡Oh! - Le miró. - Un atractivo amigo. - Me guiñó un ojo y rió con picardía. Su felicidad, por la aparición de un compañero masculino a mi lado, no tenía precio.

Parecía que la ciudad entera estaba detrás de mi vida desde que ocurrió el accidente.

- Siéntese aquí Monsieur. - Él hizo caso y Madame Français inició su labor.

- ¡Madre mía! Usted posee un pelo magnífico. ¿Dónde se lo tiñó para que cogiese ese tono tan puro?

- ¿Perdón? - Dijo confundido. - No entiendo que quiere decir con teñir, pero si se refiere al color, se volvió así con el paso de los siglos. Antes era rojo.

- ¿Siglos?

- Años, quiere decir años. - Intervine nerviosa.

- Pero, no parece tener más de treinta. - La peluquera dudó. - Bueno, sé que a veces el estrés hace de las suyas. ¿Qué quiere que haga?

- Le puede dar un estilo algo más… ¿corto? - Archer rio ante mi respuesta tonta. Le fulminé con la mirada y enseguida alzó las manos en son de paz.

- Está bien, veré que hago. - Dijo ella indecisa.

Las manos de la estilista eran ágiles y se movían con gracia por el cabello. Archer miró mi reflejo en el espejo, yo sacudí la cabeza y le hice una mueca. Él me respondió.

- ¿Tú cabello era rojo?

- Sí. También lo tenía corto y un flequillo me molestaba siempre, pero a ella le gustaba.

- ¿Ella?

- Mi compañera. - Sus ojos se despegaron de los míos. - Falleció hace mucho.

- Perdón.

- No tienes por qué.

El tiempo después de eso, pasó relativamente rápido. Yo leía revistas de moda y otras de curiosidades terrestres, las típicas que dejaban para entretener.

Cuando me llamaron, quedé maravillada con el cambio. La cabellera de Archer poseía más brillo que antes y se encontraba echada hacia atrás, formando una leve cresta. A los lados tenía un corte más rebajado que terminaba en su nuca.

- Excelente trabajo. - Exclamé. Era aun mas guapo ahora... si era posible.

- Merci beaucoup, mademoiselle. - Sonrió agradecida. - Aquí tiene a su homme fatale.

- No es mío. - Añadí rodando los ojos. - Gracias por todo, madame.

- Cuando quieras, amour. ¡Nos vemos pronto! - Se despidió efusivamente. Cuando salimos, Archer dijo.

- ¿Por qué no soy tu homme fatale? - Le miré y levanté una ceja.

- ¿Entendiste eso? Era francés.

- Digamos que soy alguien culto y no un troglodita. Como al parecer me tienes representado.

- No...

- ... evadas la pregunta.

- Eso no era lo que iba a decir. - Caminé delante. - Simplemente no lo eres. Cuando rompa la maldición, que lo voy a hacer, vas a ser capaz de elegir entre muchas mujeres. Ya no estarás atado a mí. - Agregué más bajo. - Tampoco me elegirás. Y yo estaré bien con eso. - Me crucé de brazos. - Podemos ser buenos amigos Archer, pero ahora mismo no me siento lista para una relación. No podría aguantar que volvieran a abandonarme.

- No te pido una relación Rin, yo también tengo a alguien a quien no le quiero fallar. Pero… - Un trueno evitó que terminase de hablar.

Yo avancé, atrapé su mano y empezamos a correr. Una risa broto de mis labios mientras nos empapábamos, disfruté increíblemente la sensación de la lluvia golpeando mi piel y como lentamente borraba las remanencias de la incómoda conversación.

Archer me miró como si me faltase un tornillo, pero después sonrió ligeramente, aunque fue tan efímero que me pareció imaginarlo.

............

Ok... creo que hasta ahora este fue el capítulo con más cambios... a mi parecer. Bueno, después de un buen tiempo, estoy más satisfecha con este resultado. Espero que también les guste.
Bye...

...

...

TMT!!!!!

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