Comenzamos a cocinar. Eun Bi parecía estar feliz, cortaba los vegetales con rapidez. «Me encantaría tenerte como esposa, Eun Bi» pensé.

- Daebak, ¡eres muy buena!
- Gracias, mi madre me enseñó a cocinar.

Me puse detrás de ella, la abracé y susurré a su oído.

- Me encantaría que me cocinaras todos los días.

Eun Bi me empujó. Siguió cortando las zanahorias. Terminamos el estofado en casi media hora, Eun Bi puso los platos en la mesa junto con una jarra de jugo de piña. La comida se pasó muy lenta, talvez por el silencio de ambos. El silencio comenzó a incomodarla, comenzó a comer más rápido hasta dejar su plato limpio. Se levantó y caminó hasta la cocina. Suspiré levantando mi plato, camine hasta ella y le entregué mi plato.

- ¿Haces las tareas en tu casa? –Pregunté sin saber que decir.
- Estas aburrido, ¿cierto?

La observé confundido.

- Así es, si estar conmigo te parece aburrido entonces significa que estarás así si somos pareja. Es por eso que juegas con todas, ¿no? –Volteó a verme con una mirada fría.
- Te equivocas. –Dije con seriedad- Yo jamás me aburriría contigo, solo mantengo el silencio porque quiero apreciar tu belleza. ¿Quieres probar si pierdo el interés por algún momento? –La abracé de la cintura.

Ella se movió. Me sacó la vuelta y caminó hasta la sala. «Eres muy deshonesta y terca, Eun Bi» pensé con una sonrisa en mi rostro. Dejé a Eun Bi en su casa, era un apartamento en un enorme edificio con varios cristales de un color azul brillante.

- Gracias por traerme. Espero que esto no vuelva a repetirse.
- Yo no, espero que sean tantas veces que olvide la cuenta. –Sonreí.
- Ash, pareces más un acosador. –Bajó del auto.
- Adiós, linda.

Se detuvo. Se volteo lentamente.

- No vuelvas a decirme eso. Nunca. –Dijo volviendo a su actitud fría.
- Bien, ¿podremos vernos otra vez?
- Espero que no. –Dijo mientras seguía su camino.
- Visitaré el restaurante todos los días.
- Sí, claro. –Dijo mientras me decía adiós con su mano de espaldas.

Recibí una llamada: Youngji, contesté para no verme como maleducado. Lancé un largo suspiro.

- ¿Qué?
- Estoy en la empresa, he estado esperando por más de una hora y no apareces. Ven, ahora.
- ¿No puedes caminar? –Pregunté tratando de controlar mi enojo.
- No, ven ahora.
- No iré, no me vas a obligar y no voy a hacer lo que me pidas, ¿quedo claro? –Pausé- Así que deja de llamarme.
- Jack... –Colgué para no escuchar sus excusas o quejas. 

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