✫ One

Dicen que le gusta pasarlo bien (oh, Dios mío)

Cobra vida a media noche (cada noche)

Mi mamá no se fía de él (oh, Dios mío)

El está aquí solo por una cosa, pero (yo también)


El chasquido de dos cuerpos colisionando en medio del bosque se oía muy bajo, pero si se empezaba a adentrar a los árboles más frondosos y alejados, se podía dar con el sonido característico de un apasionado encuentro.

Y ahí estaban, Hoseok arrimado a un árbol, con su cabeza apoyada al tronco y despeinando sus risos color miel tan inconfundibles. Su cuerpo estaba aprisionado por otro más grande y fuerte, que sostenía una pierna con su brazo y se movía rítmicamente.

El rostro delicado y etéreo de Hoseok se veía desencajado por los constantes jadeos que producía, la boca abierta inhalando todo el oxígeno posible que su nariz se veía incapaz de hacer y que sus pulmones necesitaban.

Los ojos fuertemente cerrados de Hoseok demostraban el placer que estaba sintiendo por parte del otro hombre, que no parecía querer darle tregua y se estaba devorando el cuello níveo y terso de Hoseok con sus labios de manera desesperada.

Las alas que tenía escondidas Hoseok en su cuerpo, vibraban y picaban por querer salir en cada estocada, estar libres y envolver al otro cuerpo con su delicadeza y producir el mismo placer que le estaba entregando.

—Eres jodidamente precioso Hoseok —susurró en su oreja puntiaguda y delicada.

—¡Ya lo se! —respondió como pudo y se aferró más a la espalda grande y fibrosa del otro hombre.

—La modestia desaparece cuando estoy dentro de ti —le besó los labios delineando con su lengua la comisura.

—Siempre soy… modesto —la última vocal la alargó en un jadeo que fue ahogado por la boca demandante del otro hombre.

—Quiero marcarte y sepan que… —se calló cuando unos dientes pequeños se incrustaron en su labio inferior sin lastimarlo.

—¡Sabes que no puedes Jungkook! —lo retó con sus ojos muy claros viendo fijamente la mirada oscura del hombre.

Una sonrisa perversa se dibujó en el rostro de Jungkook mostrando levemente sus colmillos y sin esfuerzo alguno, alzó la otra pierna de Hoseok y las recargó en sus hombros para poder empotrarlo y embestirlo con vehemencia, sin soltar las extravagantes y grandes nalgas del rubio.

—Así que el hada Hoseok, el consentido de todo el reino de Judinpal y el más bueno entre todas las hadas no quiere que se enteren que se deja follar por mi —murmuró con voz completamente grave en su oído y lo mordió ligeramente sin hacer daño —. Que eres mi puta todas las noches y te escapas cuando nadie se da cuenta —gruñó.

Hoseok gimió tan fuerte cuando Jungkook terminó de hablar y solo fue capaz de sentir como aquel pene invadió su interior y lo llenaba de placer. Con los ojos abiertos, admiró el cambio de color de los iris antes azules de Jungkook, ahora granate que combinaban perfectamente con sus labios.

Jungkook era bien parecido, con su cabello negro cortado a los costados y ligeramente largo en el centro, sus ojos fieros y mirada intensa.

—¡Mejor cállate y sigue follándome! —espetó con los dientes apretados cuando Jungkook dio con su próstata.

Y el choque de dos cuerpos de manera desenfrenada rompió nuevamente el silencio del bosque a esas horas de la noche. La lengua de Jungkook invadió la cavidad bucal de Hoseok y disfrutó del sabor y la humedad de esta, mordiendo y chupando con ímpetu.

—¡Cuidado con los dientes! —advirtió rasguñando la dura espalda de Jungkook.

—Y yo que quería probar tu deliciosa sangre mientras mi pene entra más profundo en ti y gritas mi nombre tan fuerte que todos en el reino se despiertan y saben quien es el único que te folla —ronroneó aún pegado a los labios del hada.

Jungkook en cada encuentro se controlaba un poco para no perder la calma por la sangre de Hoseok, aunque en el fondo, lo prefería para poder follarlo que para alimentarse —aunque igual no lo hacía, le gustaba molestarlo con el tema—, ya que el hada era muy entregada en sus encuentros y dispuesta a recibir todo lo que Jungkook le quería dar.

Hoseok se separó del árbol y empujó un poco el cuerpo de Jungkook para que este lo tomé así, sin nada apoyado y solo con la fuerza que sus manos ejercían en su trasero y su movimiento de pelvis tan erótico que parecía que en cualquier momento iba a terminar. Lo besó con hambre y sus manos agarraron su cabello jalando ligeramente las finas hebras negras.

Las uñas romas rascaron con suavidad el cuello de Jungkook y luego bajaron a los brazos fornidos y fuertes, que parecían que no estaban cansados de cargarlo para follarlo. Pero como si hubiera leído los pensamientos de Hoseok, el pelinegro colocó al hada en el suelo cobijado de hojas secas y lo cubrió con su cuerpo para seguir embistiendo.

El hada mordía el hombro de Jungkook para evitar gemir muy fuerte mientras el contrario seguía profanando su culo y gemía ronco como un loco en su oreja sensible. Sintió como empezaba a eyacular, manchando parte de su abdomen y el de Jungkook. No podía determinar con exactitud si el pelinegro estaba por terminar o no, pero sólo debía ser capaz de aguantar la caliente y húmeda verga abriendo sus carnes hasta el cansancio.

Luego de muchos minutos más que se hicieron eternos para ambos, pero no suficientes para seguir en lo suyo, Jungkook acabó en el culo de Hoseok, donde su esperma aún salía de su verga y no parecía querer darle tregua, rellenando de leche hasta el tope.

—Eres toda una puta —dijo agarrando una nalga desnuda de Hoseok mientras seguía aún encima y empezaba a besarlo.

—Tu un mastodonte que me está aplastando —se quejó bajo cuando sus labios fueron liberados minutos más tarde.

—No te quejas cuando te aplasto con mi verga —respondió rápidamente y sin darle tiempo a reclamos, le besó nuevamente por un rato más.

—Pesas —Hoseok intentó separarse pero Jungkook era más grande y fuerte, por lo que siguió besándole con su pene dentro.

Y cuando Jungkook se levantó, el hada comenzó a buscar parte de su ropa regada por ahí cerca, sacudiendo un poco de las hojas y tierra pegadas a la tela.

—Me tendré que ir por un par de días.

—¿Y? —respondió a la defensiva para no darle importancia. No podía dejar que lo vea débil y pudiera aprovecharse de ello. Más de lo que ya lo hacía.

El hada estaba parcialmente vestido de manera decente, con sus labios hinchados, su cabello alborotado, con sus piernas temblorosas y sus ojos sumamente brillantes a causa del orgasmo reciente.

—Debo cazar y alimentarme —le atrapó por la espalda oliendo su cuello y logrando erizar la piel de la zona.

—Que te vaya bien —intentó alejarse, pero la fuerza ejercida por Jungkook era mucho mayor y Hoseok intentaba en vano.

—Lo digo para que no vengas por gusto, puedes encontrar cosas malas en el bosque y te pueden hacer algo que no quieras —lo giró completamente y se deleitó con el rostro sudoroso y cansado del hada —. Aquí en el bosque hay cosas muy malas —le advirtió —. Por ejemplo yo —dijo con ironía.

El hada asintió perdido en los ojos azules del vampiro.

El camino de regreso al reino se pasó en poco tiempo, Hoseok se adentró por donde se había escabullido antes y se metió a su habitación en completo silencio, arropándose con sus cobijas y rememorando el reciente encuentro junto a Jungkook. Aún sentía los labios fríos de este sobre su piel y boca, su pene en su interior, caliente como el acero y el cuerpo sudado encima suyo. Se durmió en poco tiempo, sin saber que unos ojos azules lo miraban fijamente desde cerca.


—¡Buenos días mi pequeño! —la voz cantarina de la madre de Hoseok se escuchó en la habitación de este.

—Buenos días madre —respondió con pereza y fregando sus ojos.

—El desayuno está servido cariño, baja para comer junto a tu padre —dijo antes de cerrar la puerta y darle privacidad al hermoso hada.

Con los ojos aún cerrados entró al baño para lavarse el rostro, el espejo de frente le mostró su cabello revuelto, sus ojos y labios hinchados y una marca rojiza en su cuello.

—¡Este hijo de puta lo hizo a propósito! —bufó tocando el área marcada y recordó el beso húmedo allí.

Con un poquito de polvo mágico —comprado en secreto por sus padres— se cubrió la marca con destreza. No era la primera ni sería la última marca hecha por Jungkook.

Salió con una sonrisa tierna en su rostro y saludó a sus padres, acompañándolos en la mesa.

Comieron algunos minutos en silencio, solo con el sonido de sus masticadas, hasta que el padre de Hoseok habló.

—El bosque es muy peligroso —dijo con voz gruesa y varonil —. Hay rumores de que se escucha ruidos obscenos a altas horas de la noche, bufidos y gruñidos de un ser extraño.

Hoseok casi se atragantó con su batido de fresas e intentó aclarar su garganta sin llamar la atención.

—Esta noche irá un grupo para monitorear la zona.

El alivio que sintió Hoseok fue tan grande que casi dejó escapar un suspiro de su boca. No quería que se enteren que los sonidos que se escuchaban eran a causa de él y Jungkook mientras follaban. No pensó que se escuchaban así, como animales o seres extraños y eso le causó un poco de risa.

—Cariño… —la hada se levantó y golpeteó un poco la espalda de su hijo para que este puediera respirar después de haber reído y de seguro, atragantado un poco.

—Lo siento, es que recordé un chiste que contó Jimin —mintió descaradamente.

—Recuerda Hoseok, el bosque es malo, no debes entrar ahí —recordó su madre con cariño en sus ojos —. No queremos que nada malo te pase.

—Exacto, sabes que desde que llegaron ellos nada es como antes y debemos estar atentos.

Hoseok asintió, como el joven hada obediente que era, aunque parezca un jovenzuelo de casi veinte, tenía muchos más años de los que un humano a vivido.

Cuando salió de casa, corrió a la de su gran amigo Jimin y este lo recibió contento, dándole un gran abrazo fraternal. El era su confidente y sabía desde el principio la situación de su amigo con Jungkook.

—¿Eso te dijeron tus padres? —preguntó riendo. Le causaba mucha gracia ver que los padres de su amigo creían que su hijo era un puritano virgen que no sabía nada de la vida y el sexo.

¡Ja! Como si tener casi un siglo de edad no intervinió en el aprendizaje de ciertos temas.

—Me da mucha risa como nuestros padres creen aquello —dejó de reír para limpiarse una lagrima falsa —. En mi caso, piensan que Jin y yo somos amigos, que el viene a enseñarme a leer jeroglíficos y escritos en papiros antiguos.

Las dos hadas rieron a carcajadas por un rato. —¡Cuando lo que lee es tu cuerpo con sus labios! —mencionó Hoseok y Jimin asintió.

—Si supieras como es… —Hoseok le tapó la boca con la mano para evitar que continuara.

—Lo sé, con mucha experiencia también.

—¿Recuerdas la primera vez que lo viste? … quiero decir, cuando llegaron y a primera vista pensaron que eran familia de elfos.

—Si, ese día tu estabas resfriado y tu mamá te cuidó —añadió Hoseok —. Para recibirlos nos hicieron agrupar en filas y llevar nuestros mejores trajes, además del show de bienvenida —se rió con gusto —. Si hubieran sabido lo que eran realmente, de seguro no hubieran tenido la misma bienvenida.

—¿Tu si sabes lo que son? —la curiosidad en Jimin carcomía.

—Si, pero no te diré —su expresión se puso seria.

—Solo quería confirmar que sabías, prefiero seguir con la duda.

La mañana la pasaron conversando de cosas banales, de nuevos trucos aprendidos con el polvo mágico y las volteretas que podían dar antes de caer al piso de culo. Ya para el medio día y luego de almorzar, Hoseok se marchó de la casa de su amigo, porque llegó Jin a enseñarle música con un toca disco hermoso y grande.

Caminó por los alrededores del reino, cautivado por la variedad de habitantes de diferentes razas, unos conocidos y otros no tanto. Desde elfos, enanos, hadas, brujas y más. Así, vampiros también, aunque ellos no eran bien vistos en el reino por su reputación y forma de alimentación.

Aún recordaba cuando unos ojos azules se conectaron con los suyos y en ningún momento le apartó la mirada, sintió su cuerpo calentarse en lugares que no sabía que podía y una vivacidad aumentar dentro de su ropa interior.

La mañana había sido tranquila en el reino de Judinpal, los habitantes habían llevado a cabo sus actividades con normalidad. Uno de ellos, era el hada Hoseok, jefe de espectáculos al aire libre de la Reina, además de ser uno de los  bailarines del grupo de ninfas. Con su poder, Hoseok podía controlar ciertos puntos de la naturaleza, como las plantas y usar magia en ellas para que realicen un show digno de ver.

Hoseok había estado preparando todo para la llegada de los nuevos visitantes al reino, por eso estaba corriendo por muchos lugares, moviendo sus alas con rapidez y ordenando todo al gusto de la reina y el ninfo que tenía como mano derecha.

Cuando llegó el momento de recibirlos, todos ocuparon sus puestos para que ingresen los recién llegados. El reino poseía varía reglas estrictas que debían ser cumplidas a cabalidad y sin reprochar, algunas seguían desde inicios de su reino y otros cambiaban de acuerdo al nuevo gobernante.

Uno de esas era, que los jóvenes menores a un siglo de edad —si, son menores— debían contraer nupcias con la pareja que vuestros padres hayan elegido como mejor partido para ellos.

Hoseok no tenía problema con ello, nunca tuvo problema con cumplir las reglas, porque era él hada mejor portado y más correcto del reino, por eso poseía un puesto de trabajo tan serio que muchos envidiaban. Tanto era su devoción porque sus padres vean que era un hada obediente y buena, que no le importaba llevar la contraria a sus ideales liberales.

Pero todos esos pensamientos sumisos se vinieron abajo, cuando sintió como su cuello quemaba, por lo que miró disimuladamente y encontró a quién lo miraba de más. Grave error. Unos hermosos y candentes ojos azul cielo lo miraban sin parpadear y Hoseok tuvo que morderse la lengua antes de soltar un suspiro de sorpresa.

La ceremonia de bienvenida continuó para luego dar paso a la presentación de baile. Los habitantes se agruparon para poder observar bien los movimientos por parte del grupo.

En todos esos minutos, Hoseok sintió la mirada fija del hombre en su cuerpo, no supo exactamente en qué parte, pero lo miraba a él y solo a él. Cuando terminaron, él líder de los visitantes les agradeció por la excelente presentación, pero también le hizo una revelación al hada.

—Mantente alejado de Jungkook, no es bueno para un joven hada. Tu eres puro, tierno y delicado.

Taehyung, el líder de los vampiros se había percatado desde el principio de las miradas cargadas de deseo y algo más por parte de Jungkook, el hombre de ojos azul cielo.

Y Hoseok como todo un nuevo y sin experiencia en el tema de la coquetería, el color rosa cubrió sus mejillas, provocando una sonrisa ladina por parte del pelinegro. Cuando se presentaron, como normalmente sucedía con los nuevos visitantes del reino, sus manos se estrecharon y una corriente eléctrica los atravesó al pequeño contacto. Con los ojos muy abiertos, Hoseok intentó alejar su mano disimuladamente, pero el hombre la apretó más y sus ojos cambiaron de un azul cielo a un lila con chispas rojas.

Ese mismo día asignaron a un grupo de voluntarios para que les den mostrando el reino a los recién llegados en el transcurso de la semana y donde Hoseok terminó por acompañar a Jungkook varios días después, siendo un guía para este. Todo iba tranquilo, hasta que el hada sintió como su oreja puntiaguda era acariciada por la grande y áspera mano del pelinegro. Y de un momento a otro, cuando pensaba reclamar o preguntar porqué hacía aquello, sintió su cuerpo ser tirado a un callejón sin nadie cerca.

Los ojos del hombre que en ese entonces ya sabía el nombre, pero lo había olvidado en ese instante, cambiaron a un rojo granate y Hoseok perdió todo el hilo que conectaba sus pensamientos cuando fue besado de manera abrupta y pegado más a la pared. Como si pudiera fundirse en el joven hada que no hacía más que dejarse besar y ser un cuerpo gelatinoso ante las manos expertas de Jungkook.

—Vas a ir al bosque hoy a la media noche, yo estaré esperándote —le susurró tan sugerente que Hoseok tuvo la sensación de cerrar las piernas.

Y con un último beso, Jungkook los sacó a ambos del callejón y siguieron caminando como si nada hubiera pasado, aunque el rostro de Hoseok quemaba como el agua hirviendo y estuviera casi tan roja como una rosa.

Cuando el hada llegó a sus aposentos, aún se sentía fatigado por el reciente beso, tocó sus labios, recordando la agresividad con que fueron besados. Se despidió de sus adorados padres como siempre lo hacía, acostándose muy temprano, alegando que estaba cansado por la llegada de los nuevos visitantes y la guía por el reino que les dio.

Un debate mental tuvo por casi una hora, porque no sabía si era lo correcto ir o no. Siempre había obedecido y cumplido todas las normas raras del reino, pero en ese caso, un pequeño fuego dentro de él —que no sabía que era excitación— le incentivaba a ir.

Así que esa noche Hoseok se determinó en dejar de ser un buen hada y correcto, quería ser todo lo contrario, quería sentir más de los besos de Jungkook, quería conocer la sensación de las manos grandes y ásperas del hombre tocar su cuerpo.

En el momento que Hoseok llegó, Jungkook estaba recargando su peso en un árbol, con los brazos cruzados y los ojos cerrados, aspirando el aire de manera agitada. Por eso el hada decidió quedarse en silencio y evitar moverse, pero los ojos feroces de Jungkook lo atraparon y le dieron a entender que lo había sentido desde el principio.

Esa noche fue la primera de los encuentros de Jungkook y Hoseok, una donde el hada se entregó por completo en una cabaña en lo más profundo del bosque, bajo el cielo estrellado y una suave brisa. Donde Jungkook llevó al cielo en cada orgasmo provocado en Hoseok y que luego de devorarlo por completo mostró su verdadera forma.

Los colmillo afilados relucieron de sus encías, dejándole a criterio del hada que decidiera si quería seguir el encuentro o paraban ahí, por eso lo llevó en brazos en completo silencio hasta lo más cerca del reino y cuando lo colocó en el suelo de tierra húmeda, no se imaginó que Hoseok dijera las palabras que lo habían hecho latir su inexistente corazón.

—Mañana a la misma hora —y con un guiño, se alejó con un caminar provocativo.

Jungkook rió y al día siguiente estuvo ahí puntual, repitiendo la acción por muchos días más.

El hada salió de su recuerdos, al observar una pequeña feria cercana donde gitanas vendían sus artesanías.

Con unas cuantas monedas, Hoseok compró varias cosas, una pensada específicamente en Jungkook, donde podría darle como muestra de su cariño y los sentimientos que habían empezado a florecer sin darse cuenta. Donde se hallaba pensando en el vampiro durante el día, queriendo que la horas transcurrieran rápido para poder verlo y estar con el.

Caminó a los ensayos programados por parte de las ninfas y pasó el resto de la tarde ahí. Al llegar a casa, estaba completamente vacía por lo que decidió ponerse ayudar hasta el regreso de su madre. Los demás días restantes pasaron rápidamente, donde Hoseok se encontraba organizando eventos futuros con la reina o ensayando para próximas presentaciones.

No había ido al bosque durante toda la semana, por lo que ese día no faltaría, ya había hecho sufrir mucho al vampiro haciéndolo esperar, por eso después de la cena junto a sus padres, se despidió de ellos diciéndoles que descansaría temprano. Con el picaporte en su puerta y complemente desnudo, caminó a su cama.

Su mano viajó a su mesita de noche, tomando un aceite nuevo con olor a frutos rojos y una toalla pequeña y limpia. Se recostó apoyando su espalda en el colchón, recordando las manos toscas y expertas de Jungkook sobre su cuerpo.

Untó un poco del aceite en sus manos y las llevó a su miembro levemente erecto, acariciándolo despacio, subiendo y bajando toda la extensión de su pene, llegando a la delicada piel de su glande y luego bajando más, hasta caer en la piel más gruesa y encogida de sus testículos.

El pulgar acariciaba lentamente el oficio de su pene, mientras la otra mano apretaba sin ejercer demasiada fuerza en sus bolas. Antes de bajar su mano a su ano, tomó la toalla limpia y la colocó en su boca para acallar sus gemidos y jadeos que iba a producir.

Continuó con su mano conocedora de su cuerpo y acarició sus muslos cerca de su ano, logrando que su orificio palpitara de deseo. Su dedo índice fue el encargado de acariciar la zona fruncida con varios círculos. El simple toque hizo que empezara a ahogar un gemido con la toalla en su boca.

El dedo acarició un buen rato la zona, hasta que empezó a meterlo dentro de su ano, la primera falange acarició la abertura, que fue seguida por las paredes que la succionaban, con una respiración profunda irrumpió con todo el dedo dentro. Palpó las paredes húmedas de su cavidad, haciendo que su espalda se arquee un poco. Luego de ese dedo, le siguió un segundo, que juntos empezaron un ritmo rápido y duro, entrando y saliendo de su ano sin ningún cuidado.

Su pene no había sido desatendido en ningún momento y con un ritmo lento, era masajeado. Se imaginaba las manos de Jungkook envolver su miembro, que los dedos curiosos en su interior eran los expertos y largos dedos del vampiro. Su entrada cosquilleó cuando encontró su próstata, hinchada y dispuesta a producirle placer con un simple roce.

Hoseok arremetió en su entrada y se auto penetraba con dos dedos en su interior, sin dejar de masajear su duro pene y ahogando su gemidos. Su espalda se arqueó nuevamente y una vibración sacudió su cuerpo, el éxtasis lo estaba llevando a descontrolarse, así que con mayor avidez, movió sus dedos para poder eyacular abundante por los días de abstinencia.

Una corriente eléctrica se deslizó muy dentro de su cuerpo y se expandió cuando frotó con más intensidad su próstata y con la boca ocupada intentó gritar cuando el orgasmo abrumador lo azotó, haciéndolo estremecer cada parte de su cuerpo y dejarlo tembloroso con unas cuantas lágrimas caídas por el resultado del orgasmo.

Con sus dedos aún dentro, los sacó con mucho cuidado y apartó la toalla en su boca, para proceder a limpiar todo el desastre causado por su semen. Respiró con dificultad e intentó no quedarse dormido, quería y necesitaba encontrarse con Jungkook.

Se quedó mirando por la ventana y respirando el aroma fuerte de su semen en su habitación, tenía un pequeño plan con sus fluidos y esperaba que funcionara para volver loco a cierto vampiro sexy.

Antes de media noche, Hoseok salió de su casa con sigilo y al llegar al bosque, sacó la toalla y la hondeó, haciendo que el viento la menee de un lado para otro. Caminó por el sendero más difícil de acceder y en cierto punto empezó a frotar la toalla en los troncos de los árboles, hasta llegar al mismo lugar donde follaban siempre, un lugar claro donde los árboles estaban más separados y el cielo despejado permitía ver los reflejos de luz de luna.

No pasó mucho tiempo, cuando sintió unos brazos colarse en su cintura, asustándolo un poco por la repentina aparición, pero el olor de la colonia de Jungkook lo relajó.

—Veo que alguien no pudo resistirse —murmuró besando el cuello del hada de manera lenta.

—¿Te gustó? —su voz salió débil ante los besos del vampiro.

—Me encantó… —soltó el agarre y lo giró para poder mirarlo —. Evita hacer eso, puedes atraer a otros con tu exquisito olor —acunó con sus manos las suaves mejillas del hada —. Mira que yo no comparto y lo mío, es mío.

Aquella frase hizo que el corazón del hada latiera de manera desbocada y recordó lo que compró hace unos días. Buscando en su bolsillo, encontró la tela donde estaba envuelto el pequeño obsequio. Tomando la mano grande y gruesa del vampiro, le colocó el regalo.

—La compré en la feria de unos gitanos, me gustó porque tiene el color exacto de tus ojos —dijo con voz suave, esperando que Jungkook mirara el dije con forma de gota, que tenía incrustado dos piedras de diferentes colores, de un lado granate y del otro azul cielo.

Jungkook miró el pequeño gesto y solo atinó a besar los pequeños y mullidos labios del hada, siendo un acto completamente diferente a lo que solían hacer. En un susurro le agradeció sin despegar sus labios, besando con calma y tranquilidad, provocando que la temperatura corporal de Hoseok aumentara.

Lo abrazó por la cintura luego de guardar en su bolsillo el regalo y alzó su liviano cuerpo para cargarlo y llevarlo así a un lugar que Jungkook había divisado en el bosque. Unos minutos más tarde sin dejar de besarse, se observó una cabaña pequeña y limpia, donde Jungkook se encaminó más rápido. No necesitó tener llaves, porque con una patada, la puerta se abrió y dejó pasar a los amantes dispuestos a tener un momento íntimo en aquel lugar.

La fría lengua de Jungkook se calentaba con la boca jugosa del hada que estaba dispuesta a dejarse chupar hasta los sesos si fuera posible. La suavidad de unos cojines lo recibieron y Hoseok abrió los ojos para observar en la penumbra un poco del lugar, reconoció que estaba encima de un sofá grande y cómodo. Intentó examinar más el lugar en la oscuridad hasta que el color rojo llamó su atención, siendo los ojos intensos y seductores de Jungkook.

La ropa del vampiro cayó antes la mirada clara de Hoseok, lamiendo sus labios al observar el esculpido torso del pelinegro, con su piel limpia y deliciosa que se veía un poco por la tenue luz de la luna. La ropa del hada también empezó a desaparecer bajo los dedos hábiles de Jungkook que le sacaron las prendas en pocos segundos, quedando desnudos y expuestos.

La boca de Jungkook se abalanzó a los tibios labios del hada, que abrió más lo brazos para poder sujetarse de la ancha espalda del vampiro. La preparación fue lenta y tortuosa para Hoseok, que ya estaba un poco flojo por su masturbación pero Jungkook quería verlo retorcer con sus dedos en su interior.

Al sentir su ano vacío, relajó sus músculos para la intromisión del pedazo de carne palpitante y deliciosa que poseía Jungkook entre sus piernas. Sintió la humedad del pre semen en la entrada de su ano y sus músculos vibraron con agitación ante la anticipada intromisión.

Lo sintió ardiente, duro y palpitante al rozar sus carnes para empezar a frotarse sin dar tregua al terso y dócil culo del hada. Las manos ásperas se aferraron a las caderas grandes de Hoseok, que no paraban en ser apretadas en cada estocada, donde sus cuerpos gemían a la par. Las manos vagaron a las cautivadoras y extravagantes nalgas pomposas y suaves de Hoseok, que fueron apretadas y separadas para observar como la verga del vampiro era absorbida con avidez por el agujero rodeado de músculos que se apretaba y relajaban en cada movimiento.

Los colmillos del vampiro salieron a relucir y su sed —no de sangre— de poseer el cuerpo del hada y fundirse en él, se elevó. Los ojos se tiñeron de un granate, tan característico cuando Jungkook estaba excitado y cegado por la lujuria. El ritmo se incrementó y la pelvis fue golpeaba con fuerza, chocando las bolas del pelinegro en las nalgas del hada, mientras mordisqueaba suavemente la oreja puntiaguda y sensible.

Con las piernas en los hombros de Jungkook y sus cuerpos sudando, Hoseok acercó el cuello del vampiro para besarlo y este, escondió sus colmillos para evitar lastimarlo, invadiendo y saboreando con su lengua todos los rincones conocidos o no de la boca dulce del hada.

Los empujes dieron con cierto lugar que Hoseok aulló cuál animal enloquecido, donde la excitación lo devoró y escupió en ese mueble para seguir siendo follado hasta el cansancio por parte de su amante. Se retorció bajo el torso y abdomen duro del vampiro y gimió cuando le habló al oído obscenidades que en vez de ponerlo molesto, lo calentaban más.

Hoseok sólo era capaz de balbucear ante las embestidas, besos y lamidas que dejaba a su paso el vampiro. El encuentro se sentía diferente, íntimo, más lujurioso y pecaminoso. Donde ni Jungkook ni Hoseok se habían percatado de los sentimientos que habían florecido hace mucho tiempo. Pero sus encuentros sólo relacionados para tener sexo, le quitaba esa parte sentimental y los hacía dudar.

Normalmente luego de su orgasmo continuaban besándose con tranquilidad y eso se les había hecho muy normal con el pasar de los encuentros, haciéndoseles casi una costumbre. Era ahí donde los sentimientos de Hoseok empezaron a florecer, siendo regados cada noche después de follar, los actos minúsculos de cariño no paraban.

Jungkook tardó más en darse cuenta de los sentimientos que poseía sobre Hoseok, pero cuando se sintió de la misma manera de cuando era un humano y llevaba enamorado de su mejor amigo Namjoon, quiso negarse a que tenía sentimientos por el hada. No quería imaginarse si no era correspondidos y que solo eran noches de sexo sin control. Quizás estas cesarían, pero no le importaba mucho si eso desencadenaba no volver a ver al hada.

No es como si Jungkook solo pensara en sexo, pero la misma duda la tenía Hoseok, porque no quería que lo que tenían se termine y tampoco quería decir sus sentimientos por miedo a quedar como un estúpido sentimental hada que se enamoraba del tipo malo que lo follaba tan bien.

Típico cliché.

Las sacudidas de las embestidas despejaron la mente de ambos amantes para mirarse fijamente, como queriendo decirse todo lo que habían callado por esos meses. Los ojos entrecerrados, la boca abierta y la cabeza para atrás le indicó al vampiro que Hoseok llegaba al clímax y que lo invitaba a acompañarlo para alcanzar juntos a tan ansiado placer.

El cuerpo de Hoseok se sacudió de manera fuerte, apretando y oprimiendo sus paredes anales, haciendo que el espacio donde se alojaba el pene de Jungkook se sintiera más pequeño y la fricción que ejerció que se pudo experimentar, fue mil veces más placentera y se distinguió como en el puto paraíso. Con unas cuantas estocadas más, se vació en el ano de Hoseok y lo llenó de su esencia. Sus respiraciones estaban agitadas y el miembro hinchado de Jungkook empezaba a perder firmeza y se empezaba a sentir flácido en las paredes anales del hada.

Se separaron con sus ojos cerrados pero sus cuerpos ligeramente pegados, se encontraban agitados, satisfechos y blandos, bajando un poco sus escudos, sintiéndose completamente relajados, como es el caso de Hoseok, que abrazó el cuerpo desnudo del vampiro, besando la mandíbula del vampiro y luego viajando a los labios de manera muy lenta, donde después de besarse por mucho tiempo con premura, le dijo las palabras que tanto temía que se entere.

—Te quiero.

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