Capítulo XXX
-Narra Amy-
Me meto a la ducha queriendo olvidar un poco a ese azabache... las veces en las que suele mirarme...siento que me quiere decir algo que nunca sale de sus labios, y yo, continúo intentando entrar en confianza con él a través de mis sonrisas, pero no logro hacerlo, siempre las evade o simplemente realiza una acción, inclusive dice algo que nos hace romper todo aquello...¿Por qué? Sus ojos tan carmesí, ¡ahhhh! Dios, dios, vamos, Amy, tranquilízate, antes te daban mucho miedo y que, ¿ahora te gustan? ¡Dios pero que estoy pensando!
Decido ponerme aquella ultima blusa color índigo que adquirí, y una falda a la rodilla del mismo tono, siempre me ha gustado tener combinaciones perfectas...por algo siempre me apegué al rosa. Bajo ya más que fresca y sin olor a sudor a la sala, mientras doy pasos lentos en la escalera veo una vez más a Shadow que, se frota con una toalla toda la parte de su cabeza y nuca, de espaldas a mí...no sé por qué esta acción se me comienza a hacer muy...sexy de su parte.
—¿Terminaste de examinarme? — ¡no, no, no! Me froto las mejillas al saber que el calor sube por estás por haberme pillado, que tonta, se me olvida que siempre detecta el mínimo ruido y de seguro escuchó el crujir de las escaleras.
Bajo rápido hasta estar ya en la sala y dirigirme a la cocina por agua en un intento de evadirlo —Claro, aunque me faltó una parte... —grito en respuesta de su pregunta, sólo para evitar que crea me he apenado...
— ¿Cual? —No, no, aunque me quiera seguir el juego yo no lo deseo, no con este calor en mis mejillas, si me ve se burlará de mí. Tomo un vaso con agua y lo llevo a la mesa de centro mientras lo bebo lentamente, Shadow seguía frotándose la toalla en la cabeza mientras voltea a mi posición en espera de una respuesta...
—Ya me estás dando buena vista...
Shadow sonríe de soslayo cerrando los ojos —Cuando quieras la conoces por completo — ¡Buahg! me arroja la toalla con la que se secaba a la cara—, ahora deleitarte con eso. —¡Qué asco! Tiro la toalla de inmediato al suelo mientras oigo sus carcajadas.
Camina también a la cocina y busca algo en la nevera; no puedo creer que me haya seguido el juego, y sobre todo yo, ¿Qué pasó por mi cabeza al contestarle tan... así? Tanta picardía en mi voz y él respondiéndome de esa manera tan...sensual... ¡ay! Golpeo mi cara intentando reaccionar y queriendo olvidar lo que acaba de ocurrir, pero ahora no puedo.
Me siento más roja que sus ojos... ¿otra vez sus ojos? ¡Kya! Oigo sus pasos mientras miro mi vaso perdida en todos mis pensamientos, reacciono y lo miro de soslayo mientras su sonrisa burlona no desaparece, con tal de molestarme, se sienta en el sillón enfrente de mí y me pone su mirada penetrante por unos segundos.
—¿Qué te pasa, Rose? ¿A caso te sientes avergonzada?
Murmullo ocultando mi rostro en el vaso —. Cállate...
—Muéstrame tus mejillas melones...
—¡Basta, Shadow! —Chillo, no puedo creerlo, me siento más frágil que de costumbre. El erizo destapa la lata que trae en la mano y me reprocha.
—Eriza loca, te pones como si fuera a violarte, ¿Por qué tanta exageración? —¿¡Pero qué dice?! Lo miro indignada y todavía avergonzada
—¡Que ya! No juegues con eso. Tú eres el que se pone de loco diciéndome todo eso.
—Tú fuiste quien me estaba viendo a escondidas, no yo. —Se encoje en hombres, que cinico.
—¡No es verdad! Sólo iba bajando de las escaleras y te vi, ¡¿Dónde quedó el que te veía a escondidas?!
Bebe de su soda, totalmente indiferente—¿Y por eso gritas? ¡hmph! Eres exagerada, y tus rubores te delatan de tus fechorías.
No puedo evitarlo, tomo el pequeño cojín y lo aprieto contra mi rostro, recostándome a lo largo del sofá. Siento que voy a explotar, no dudo en repetirlo, es como si hablara con la pared, y todavía lo dice despectivo, ¡Ayy!
— ¿Terminaste? A lo que nos importa —Ignora olímpicamente toda la vergüenza que estoy expresando con mis movimientos y gestos para exclamar—, llevamos ya más de una semana entrenando y tu avance es muy bueno, has aprendido lo general y es hora de concentrarnos en algo más específico durante el combate, así que, más vale que hables y aproveches esta benevolencia, y me digas que es lo que quieres mejorar o aprender aparte de lo que ya has visto. —Escucho todo aquello y mientras espero a que mi rubor pase, me levanto y me acomodo de manera más erguida. Suspiro y exclamo:
—En realidad...sé que ya has visto varias de mis estrategias y forma de pelear así que...no sé por dónde quiera empezar porque me gustaría también oír tu opinión.
No puedo evitar seguir sintiéndome nerviosa ante su mirada, continúa bebiendo de su lata pero no me aparta los ojos de encima y es...otra vez esa extraña sensación: quiere decirme algo; me invade la mente esa creencia y no puedo evitar distraerme en sus ojos averiguando que es lo que quiere...
—¿Me has oído? ¡Oye! —¡Ahh! Chasquea sus dedos frente a mí, ¡¿Cómo llegó hasta acá?!—. Reacciona, no te distraigas ahora conmigo.
Agito mi cabeza rápidamente ¿Apoco me distraje mucho?—. ¡Maldición! Eh... Sólo...en este momento quisiera...
Interrumpe poniendo su mano frente a mí —Mira, no se te ocurra hablar de las armas porque eso ya lo discutimos.
—¡No me sorprende! Pero no, de lo que te quería hablar era... recuerdo algo de eso que recibí durante la primera "bienvenida" aquí, por parte de Scourge, eso a lo que llamas "arte bastardo"
—¿El arte bastardo? jajaja Me sorprende...pero no suena mala la idea, falta que Scourge quiera darte un poco de lecciones. —Pensar en ese erizo verde me duele la cabeza.
—Creí que tú también sabias eso.
—Lo sé, pero él lo disfruta —Libera una sonrisa ladina, luego se sujeta el mentón—; es su estilo de pelea, siendo que yo lo bautice así... no te vendría nada mal lecciones de él que lo usa y domina bastante.
—Bueno...está bien, si tú lo dices... —Sonrío al aire.
—¿Qué hay de tu velocidad? —Vuelve a empinarse la lata para continuar explicando—. Hace minutos te comenté que, considero es vital que mejores esa parte, aun eres lenta.
—¡Cierto! También quería mejorar eso, me siento muy "tiesa" y sí, te doy razón, "lenta", a la hora de lanzar golpes, patadas, e incluso, al esquivar.
—Mi conclusión es que si dejaras de tragar tanto posiblemente te moverías con mayor facilidad. —¡¿Ah?! Pero quien se cree, eso me ha indignado. Refuto:
—¡No estoy gorda! Es mi cantidad de pelaje.
—¡Ja! Pretextos de cualquier chica, igual no me importa, ya sé que ejercicios harás para eso.
—¿Ah, sí? ¿Cuáles? —Hay Amy, ¿cuándo dejarás de ser tan preguntona y curiosa?
—Ya lo verás... —Se levanta de su asiento, desaparece por un momento y al darme la vuelta sobre el sofá veo que se mete a la puerta que se encuentra debajo de las escaleras.
Nunca he entrado ahí y él no quiere que lo haga, sabrá ese erizo la clase de cosas que pueda tener allí...no quisiera llevarme una sorpresa desagradable. Vuelvo a mi posición mientras termino el contenido de mi vaso, Shadow regresa y deja sobre mis piernas de golpe unas extrañas mallas o...no sé qué sea esto) ¡Dios, pero como pesan! — ¿Qué es esto? —Exclamo con las cejas fruncidas
—Por lo que veo no conoces las polainas — ¿Las qué? Mi cara y mi silencio hablan lo suficiente, tanto como para molestar a Shadow. Gruñe y expulsa—. Polainas, son pesas para las extremidades. — ¡Wo!
¡Que alucinante! Decido tomar una con esfuerzo — ¡Ah, ya! por allí hubieras empezado. Se ve bien, sí, me serán útiles...creo —El vetas rojizas vuelve a sentarse en el sillón y habla:
—Como sea, te he dejado dos pares, tobillos y muñecas, no debes de quitártelas una vez que te las pongas...tal vez sólo a la hora de que duermas pero eso será tu problema de hoy en adelante.
—Espera, ¿Quieres que use y haga mis actividades con esto? Pensé que sería solo para entrenamientos —Ups, parece que mi reclamo y oración no son de su gusto. Se cruza de brazos recargándose en el respaldo afirmando con la cabeza a lo que acabo de decir—. Es muy complicado, suena bastante complicado.
—Pero no será imposible para ti, Amy. —Bien, toda la jodida razón dentro de su boca.
Dando un suspiro lo dejo de ver y me concentro en las pesas, sujeto las más largas y anchas y las rodeo en mis pies para sujetar cada una con unos ganchillos que trae incrustados, me levanto modelando para mí misma su apariencia y me doy cuenta que son algo discretas, ¡hasta son rojas! Luego tomo las restantes, las más pequeñas, y con dificultad para mantener mi mano suspendida en el aire intento ponerla, solo logro colocarme la izquierda porque al momento de querer ponerme la derecha se me caía por el peso.
—Haber, suelta eso —Me manda con su voz ronca, se levanta del sillón y sujeta la pesa al mismo tiempo que toma mi mano entre las suyas, lo hace ver tan fácil. Mientras lo hace miro su pelaje, de lejos me llega un aroma a fragancia masculina muy exquisita y no puedo evitar sentirme embriagada por su aroma, es muy delicioso (y eso que hace unos momentos se limpiaba el sudor de su nuca). Cuando termina, se agacha a ver las otras polainas de mis pies y las mueve para asegurarse de que no se zafaran por las acciones. Termina y vuelve a levantarse quedando a centímetros cerca de mí, toma una de mis manos y mueve la pesa para después ambos cruzar miradas y no evitar querer apartarnos, ¿por qué? ¿Qué me quieren decir esos ojos, carajo?
—¿Por qué apestas a rosas? —Rompió aquel cruce de miradas con eso, no pude evitar soltar una leve carcajada con algo de vergüenza, ¡vamos, Amy, no te pongas roja otra vez!
—No lo sé, más bien...si lo sé, es mi fragancia, ¿no te gusta?
Shadow desvía un poco la mirada y luego vuelve a posarse en mis ojos —No me gusta, me encanta.
¡¿QUÉ?! Ahora no ¡No! definitivamente lo hace para verme toda roja y avergonzada a no más no poder, el no....no me tiene porqué alagar así...¿o sí tiene motivo?
Mi mejor defensa en este momento es reir cual tarada y bajar la cara con vergüenza—. Ah, yo...yo no lo sabía, ¿en serio?
—Claro ¡Ay no! El azabache me toma del mentón, obligando a mirarlo, expulsa con una ligereza peculiar en la voz— ¿Por qué te he de mentir si siempre he sido sincero contigo desde el inicio?
—¿Has si-sido sincero con... conmi-migo? —¡Controlate, Amy! Estoy hasta temblando de la boca...
—Por supuesto. —Me suelta de golpe, apartándose. Ya no sabía que responder, estaba paralizada, ¿será acaso...? ¡NO! Calla Amy y no pienses tonterías.
—Será mejor que pruebe esto de las polainas —No puedo evitar soltar algunas risas nerviosas que me hacen sentir estúpida, retrocedí de pie en la sala hasta chocas con el primer escalón—...subiré a mi cuarto y haré algunos ejercicios...eh...ahora vuelvo. —¡Es increíble!, salí despavorida entre trastabilles por no poder alzar bien los pies entre cada escalón, cuando llegué a mi cuarto entré y recargada en la puerta la cerré.
No sé qué decir, cada cosa que dice, cada palabra...hay veces que lo tomo tan enserio que me enchina la piel y me eriza las púas, hasta puedo creer que fue una prueba... ¡Mierda, quiero llorar!
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