_Molesta_


Amity fue la primera en despertar, se podía ver en el cielo que aún era muy temprano.

La habitación estaba todavía algo oscura, siendo iluminada por la bola mágica que aún reproducía la película de la noche anterior. Había un desastre de envoltorios de dulces y frituras tirados aún sobre la cama y algunos en el suelo, y restos de gaseosa esparcida en el suelo seca y pegosteosa.
Se sintió avergonzada de haber Sido partícipe en tal desastre.

Miró a su acompañante quien estaba envuelta hasta el cuello con el edredón, aún tenía rastros de palomitas y chocolate por su boca y mejillas, además de que su rimel se había corrido notablemente. Aún así se veía muy linda.

Rió al verla y se levantó con el cuidado de no despertar a la morena, apagó el "televisor" y se dispuso a limpiar el desastre más notable. Recogió los envoltorios y restos de palomitas esparcidas por el suelo y trajo el trapeador para quitar las espesas manchas de gaseosa pegadas al suelo.

Visualizó una vez más la habitación asegurándose de que se veía decente. Luz aún no daba señales de querer despertar, incluso se acobijó más cuando la cama rechinó cuando Amity se sentó en la misma.

La bruja de cabellos aquamarina se perdió mirando su cara, parecía tan pacífica. Desearía siempre verla así.

El sueño la venció y finalmente calló rendida de nuevo.

Un fuerte olor dulzón la hizo despertar abruptamente. Miró con desesperación a sus lados dándose cuenta de que Luz no estaba a su lado.

Inmediatamente se infartó.

Sin pensarlo mucho saltó de la cama ignorando el hecho de que aún estaba en pijama y descalza y bajó las escaleras a una velocidad increíble.

Apareció salvajemente por la cocina y confirmó sus sospechas cuando vió a su chica con un lindo mantel floreado mientras cocinaba aún en pijama. Se sonrojó al pensar que se veía realmente linda así.

Caminó hacia ella, pero cierto intruso la atacó.

-¡Mittens! ¡Que bueno que despiertas! -exclamó Edric. Amity notó que el chico estaba completamente manchado de la cara de migajas de algo que no conocía y lo que parecía ser miel de mosca. -¡Luz preparó el desayuno! Dice que se llaman panqueques.

Mostró emocionado su plato con una extraña comida en forma circular y bañada en miel de mosca. Para ser honesta, se veía bien.

-No sabía que tenías altos dotes culinarios, Luz -halagó Emira que también estaba fascinada con el desayuno. Luz se abochornó negando. -Si te conviene como esposa, Mittens.

Guiñó hacia su hermana, y Luz que estaba virtiendo la mezcla cuidadosamente proporcionada, se desproporcionó tirando en demasía la mezcla. Los hermanos la miraron sorprendidos, pero sonrieron burlonamente. La morena apartó la mirada avergonzada.

-¡E-Emira, no digas esas cosas! -exclamó abochornada Amity. -Dejen a Luz en paz.

Los hermanos rieron burlonamente listos para otra broma.

-Amity -llamó nerviosamente. La mencionada sonrió bobamente.

-¿Sí?

Luz sonrió de la misma manera, pero sacudió su cabeza y volvió a la realidad. Se acercó a ella con el despampanante y nuevo alimento y se lo otorgó con dulzura.

-Espera un poco, te serviré malteada de ¿Chocolate? -rió al decir la última palabra. Eran las Islas Hirvientes, claro que el chocolate no existía ahí.

-¿Choco-qué? -alzó la ceja insegura. Pero agradeció por el plato y se sentó con sus hermanos.

-Tampoco sé que es eso, ¡Pero es delicioso! -gritó emocionado el chico. -¡Pruébalo ya, Mittens!

La líder de aquelarre observó una vez más la comida tono violáceo, sabía que Luz no sería capaz de envenenar a alguien, pero aún sospechaba de ese nuevo alimento.

"Edric y Emira siguen vivos ¿Por qué yo no lo estaría?"

Se determinó, cortó un trozo con el tenedor y lo metió a su boca.

Se quedó estática. Luz la observó aterrada pensando si era alérgica a algún componente del panqueque o simplemente no le había gustado.
Sin dudarlo se acercó a ella, pero Amity empezó a lagrimear.

-¡A-Amity! ¡¿Estás bien?! -exclamó asustada mientras se acercaba para visualizar mejor su condición.

Luz no era la única aterrada, los gemelos también se levantaron de sus lugares para hacer algo al respecto.

-Mittens, ¿Sientes alguna molestia? -preguntó preocupada Emira.

-¿Llamamos a un doctor? -cuestionó inseguro Edric.

-¡Eso es! ¡Llámalo ya, Ed! -gritó la bruja mayor.

-Estoy bien… -por fin habló la menor de los hermanos. Una tonta y risueña sonrisa inundó su rostro. -E-es sólo que esto es lo más delicioso que he probado.

Edric y Emira suspiraron aliviados, y la cara de Luz se tornó completamente roja.

-G-Guau, realmente creí que ibas a morir de una alergia o algo -expresó tímida Luz, los colores seguían en su rostro. -No me vuelvas a asustar así, Blight.

Amity salió de su ensoñación y miró apenada a las tres personas frente a ella. Corrigió su voz mientras intentaba controlar su vergonzoso sonrojo.

-L-lo siento -se disculpó tímida. -Emira tiene razón.

Dió una sonrisa encantadora, y Luz rió nerviosamente y cubrió su cara apenada. Emira la miró coqueta, y Amity entendió lo que había dicho.

-¡D-digo! ¡Me refería a que tienes excelentes dotes culinarios! -corrigió. El sonrojo de Luz decayó en un segunda. -A-aunque claro que serías una buena esposa, digo si estuviéramos casadas.

Inmediatamente se dió cuenta de sus palabras, sus hermanos parecían querer caerse de la risa.

-¿Qué estoy diciendo? ¿Tú no quisieras casarte conmigo o sí? -miró a Luz, sintiéndose muy nerviosa. -¡Olvida lo que dije, porfavor! ¡Ed, Em ayuda!

Los mencionados por fin estallaron en carcajadas, Amity se pegó contra la mesa y se tapó con los brazos.

-Mittens, estás perdida -declaró burlona Emira. La menor parecía no querer despegarse de la mesa.

Sintió la mano de Luz tocar su hombro y se giró nerviosamente a verla. La morena le sonreía con confianza.

-Tranquila, Amity. Ed y Em solo te están molestando -habló tranquila. -¿No es cierto, chicos?

Los mencionados hicieron una pose exagerada mientras sonreían sarcásticamente asintiendo.

-Tu malteada va a calentarse si no la tomas -dijo Luz y le acercó la dicha bebida la lado de su plato. Amity asintió apenada.

Una sonrisa embobada se fijó en su rostro para no quitarse pronto.

Jamás podría expresar cuánto adoraba a esa chica.

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Cierto chico de cabellos naranjas reposaba en su cama pensando en la discusión que había tenido el día anterior con el jefe supremo: el Emperador Belos.

Peinó el estorboso cabello que se adhería a su frente para permitirle a la misma refrescarse. Hacía mucho calor.

¿Islas Hirvientes? Para nada

Pensó con sarcasmo. Giró su cuerpo por octava vez en esa hora, por más que intentase dormir no podía.

"Wilbert, sé que eres joven y mereces comportarte como tal. Pero el tiempo se agota.

Mi tiempo se agota"

La figura mayor tenía razón. El tiempo para abrir el portal al mundo humano y recuperar lo perdido se agotaba.
Belos le había prometido que podría ser libre y conseguir amigos cuando por fin pudieran completar su plan. Pero su plan le había robado dieciocho años de se vida, y quién sabe cuántos más lo haría…

Podía observar que Belos estaba cada vez peor, y eso también lo inquietaba. Desde que tenía uso de razón lo había visto tan alto, temible e imponente

Justo como él quisiera verse.

Pero ahora estaba demacrado, débil y la enfermedad lo consumía lentamente.

Ese portal debía abrirse de ya.

Cambió una vez más su posición de dormir y pensó en su única salvación ahora

Luz, la humana

¿Quién podría saber del mundo humano que un humano mismo? Era lógico pensarlo. Además ella había llegado a las Islas Hirvientes mediante el portal, suponía que debía saber algo.

"Obsérvala, y si quieres puedes interrogaría también. Cuánto más sepamos de la dimensión humana, más fácil será encontrar la llave hacia el mismo".

Esas eran las palabras que el mismísimo Emperador le había ordenado, no sería difícil.
Luz ya le contaba Miles de cosas sobre su mundo y estaba seguro de que si le hacía una sola pregunta la morena le contestaría con millones de respuestas.

Luz Noceda realmente era una humana agradable, lejos de las apariencias que los libros para niños daban de los seres humanos.

¿Quemar brujas? ¿Acuchillar vampiros? ¿Matarse a sí mismos?

Sonaba como cosas imposibles viniendo de la pequeña chica de tez canela que chillaba de emoción y saltaba todo el tiempo. Luz era humana, pero creía que ella jamás haría algo para dañar a los demás.

Kikimora decía que tenía buenos amigos a su alrededor.

Pensó en la líder con al que había peleado y que parecía conocer de tiempo a su nueva compañera de trabajo. Arrugó tiernamente su nariz.

La de cabellos menta no se veía como una buena amiga como decía Kikimora. Más bien la asociaba a un duende malhumorado, pero no podía elegir las amistades de la chica.

Se hartó de no encontrar una posición cómoda para dormir, era obvio que su cuerpo negaba esa posibilidad.

Salió de su habitación y se recargó sobre el marco de la misma. Visualizó un gran portón con bordes de temática espacial y sonrió nostálgico.

"Tranquila Nath, pronto iremos por tí"

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El poderoso Belos se encontraba sentado en su gigantesco trono con porte serio. Al parecer estaba solo.

Le había pedido a todos que lo dejaran un tiempo a solas. Se sentía mejor y el simple hecho de que no se encontrara en cama era la evidencia.

Pensó en su joven guardia, el joven Wilbert. Le tenía un gran aprecio a ese chiquillo, pero era normal.

Después de todo eran familia.

No quería ser rudo con el chico, pero no mentía cuando le dijo que quedaba poco tiempo. Odiaba recordar el tema de la muerte, pero las brujas y monstruos también morían.

Y él también lo haría.

Belos no era un hombre de dramatizar las cosas, pero no podía arriesgarse a morir sin encontrarla antes.

Nathalie Wilson Nightwish

Prima del joven Wilbert Nightwish…

Y su sobrina.

”¡¿Por qué no me dejas vivir una vida normal?!"

"No me hables en ese tono, Nathalie. Tú sabes tu papel dentro del castillo"

"¡Y ¿Porqué no puede ser Wilbert? ¿Por qué tengo que ser yo?!"

"¡No quiero ser emperatriz!"

"¡No voy a ser emperatriz!"

"¡YA DÉJAME EN PAZ!"

Después de una esa fuerte discusión Nathalie desapareció de las Islas Hirvientes.

Ya había amenazado con cumplir el loco suelo que tenía desde niña.

Ir al mundo humano.

Y justo cuando apareció Luz Noceda desapareció su sobrina.

No pudo evitar sentir que la nueva humana tenía algo que ver. Obviamente se sintió cegado de odio ante la idea, de ahí su mal trato hacia ella y su salvaje mentora.

Pero no era culpa de la humana, tampoco de la dama búho. Era su culpa.

Jamás quiso explicarle a la chica los orígenes de sus singulares orejas. Redondas.

Ahora se arrepentía de no haber escuchado alguna sola de las palabras que gritaba su sobrina, seguramente ahora se encontraba vagando en el mundo humano.

La quería de nuevo a su lado. Lejos de recordarle su "destinado" futuro como emperatriz, quería resolver todas las dudas que debió haberle explicado desde un inicio.

Y quería hacerlo ante de su inevitable final.

La muerte.

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-¡¿Cómo que no puedes deshacerte de la Luz, la humana?! -bramó molesta haciendo presión sobre la taza que sostenía. Hacía tanta presión que la taza mostraba señales de querer quebrarse en cualquier momento. Una mujer frente a ella la miró calmada.

-Es tarde, Odalia. Ahora Belos está de parte de la humana -dijo con simpleza. La taza de Odalia finalmente tronó. -Deberías aprender a controlar tus emociones, ¿Sabes?

-Eso dilo cuando tu hija sea novia de una criminal -soltó con tono venenoso. La mujer frente a ella seguía sin inmutarse. -Mi hija, una Blight.

-¿Vas de nuevo con todo eso del apellido? -preguntó molesta. -¡Maldición! Es sólo un apellido.

Odalia la fulminó con la mirada.

-Pues no lo sé, pero debemos encontrar una forma de separar a la humana de mi hija -mofó molesta. Un empleado le ofreció otra taza. -Debo encontrar la forma de que Amity vuelva a obedecer mis órdenes. Vaya que se ha vuelto una respondona, y es gracias a la discípula de la dama búho.

La mujer rodó los ojos enfadada ante las estupideces que decía la mujer de cabellos aquamarina.

-Erika, hazme caso -demandó.

-Digo sin entender cómo mi hermano aceptó casarse contigo -declaró. La contraria la miró ofendida.

-¿Vas a seguir evadiendo el tema… -preguntó harta. - o me dirás qué hacer?

-Bien, no puedo traicionar al Emperador Belos. Tú sabes lo que significa la traición -miró acusante a Odalia, la misma asintió. -Pero puedo hacer un hechizo en Amity.

Obviamente esperaba que la pelimenta captara el mensaje y entendiera que estaba loca. Pero Odalia lo pensó unos segundos e instintivamente sonrió con malicia.

-No suena mala idea…

Acepto.

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Uff, volví :DD

Espero les haya gustado el capítulo y no olviden votar 🖤🖤

¡Nos vemos hasta la próxima!

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