017
El infante seguía con su mirada a su padre que se movía de un lado a otro, y aunque no supiera realmente lo que hacía, la realidad era que Taehyung estaba revisando que todo estuviera en orden para que su hijo pueda irse a dormir plácidamente.
— Hey, Tae, tranquilo. Soobinnie está en buenas manos, confía en mí. —Dijo Hoseok intentando tranquilizar a su mejor amigo, pasando su mano por los cabellos castaños del niño que estaba parado a su lado con su conejito de peluche en manos.
— Sí, lo sé, es solo que... — Taehyung hizo una mueca. Se sentía distinto, y es que había pasado tanto tiempo desde la última vez que se preparó para una cita, tomando en cuenta que eso fue antes de que siquiera su mejor amiga estuviera embarazada y su hijo fuera un embrión.— Nada, olvídalo.
La puerta fue tocada anunciando la llegada de alguien. Taehyung miró la puerta y fue a abrir, antes viendo por la mirilla para ver de quien se trataba, siendo Jungkook el que estaba detrás de la puerta.
Tomó aire al sentirse un poco nervioso, sintiéndose como la primera vez que tuvo una cita cuando era un adolescente; Nervioso, pero con una calidez en él. Abrió la puerta con una sonrisa tímida.
Jungkook al ver al pelinegro sonrió encantado. Taehyung iba vestido con una camisa en corte de V de color negro al igual que sus pantalones ajustados y zapatos. Jungkook por su parte estaba vestido con una camisa blanca, y el resto de su ropa como sus pantalones y zapatos eran de color negro.
— Buenas noches. —Saludó Jungkook con una sonrisa nerviosa. Luego de haber intercambiado números rápidamente en una de las tardes, por medio de mensajes, quedaron en el acuerdo de que Jungkook pasaría a buscar a Taehyung para ir a la cita.— ¿estás listo?
Taehyung sonrió tímidamente y asintió.— Buenas. Y casi, solo me falta despedirme de Soobin y estoy. —El profesor asintió tranquilo.
— Está bien, te espero. —El pelinegro asintió aun con su tímida sonrisa, esta vez siendo en forma de agradecimiento.
Taehyung se giró y miró a su hijo que lo miraba desde su lugar al lado de Hoseok. El niño le sonrió, de alguna forma intentando alejar todas las dudas en la mente de su padre; podría ser un niño de apenas seis años, pero bien que era consciente ya de algunas mínimas cosas, entre esas, las inseguridades de su progenitor, aunque no las llegase a entender al cien por ciento.
— Duerme temprano, ¿sí? Volveré en unas horas. —Su hijo asintió tranquilo. Ambos se miraron con cariño. El mayor le dio un beso corto en la suave mejilla del menor en forma de despedida.
Al separarse, Soobin alzó su manita moviéndola de un lado a otro, despidiéndose de Taehyung.— ¡Disfruta! —Dijo con su peculiar sonrisa.
Taehyung se volteó y caminó hacia la salida, dando por una última vez una mirada rápida a su hijo; ¿Se sentirían así también los demás padres solteros? Fue inevitable no preguntarse eso, pero suponía que cada padre o madre soltero era distinto.
Jungkook no quitó su sonrisa dulce y comprensiva, porque de cualquier forma el entendía las acciones de Taehyung, y que el pequeño niño que llevaba su apellido siempre estaría en su primer lugar, no podía culparlo, de hecho, pensaba que, si el también tuviera un hijo, sería el que estaría en primer lugar siempre.
— ¿Y a dónde vamos? —Preguntó Taehyung una vez estuvieron fuera del edificio, sentándose en el asiento del copiloto. Por otro lado, Jungkook cerró la puerta del auto al sentarse en el asiento del conductor, arrancando el auto para dirigirse a su destino.
— Es una sorpresa. —Terminó por decir. El pelinegro solo le miró curioso, intentando adivinar donde sería la esperada cita, pero se rindió, con tal, en su mayoría siempre las citas terminaban en un restaurante, y esta no sería la excepción ¿no?
El viaje fue cómodo; La radio estaba prendida, donde pasaban varias canciones tranquilas. De reojo, y solo por los leves movimientos de dedos de su acompañante, pudo saber que las canciones con un ritmo ligero, pero a la vez movido, eran de su preferencia. Así que cuando empezó una canción de Lauv junto a Conan Gray, "Fake", sus manos que se reposaban en sus piernas se fueron movimiento levemente, al ritmo de la música.
Aprovechó que Taehyung estaba distraído para subirle un poco más a la canción, notando de reojo, sin llegar a quitar su vista de al frente por mucho tiempo, como también al movimiento de manos se le unía un movimiento de una de sus piernas, disfrutando de la canción mientras durara.
Luego de algunas canciones que por suerte eran del gusto de ambos, el movimiento del auto terminó al estacionarse en el sitio donde los demás vehículos también estaban.
La sonrisa peculiar de Taehyung apareció al ver el lugar, y es que era un parque de atracciones. Había varios puestos, tanto de comida como de peluches.
— Sé que tu trabajo te entrega mucha presión, así que pensé que esto sería mejor que solo ir a un restaurante elegante, ya sabes, aquí puedes relajarte y disfrutar un buen rato sin tener que preocuparte por evitar hacer un mal corte o eso que hacen los doctores. — Taehyung solo pudo mirarlo divertido. Y bueno, nunca estaba demás de ir a pasar un buen rato al parque de diversiones, subirse a las atracciones y sentir esa hermosa euforia que les podía entregar estos.
— Gracias, Jungkook. —Agradeció sinceramente mientras empezaba a encaminarse a uno de los puestos con peluches, siendo seguido de inmediato por su cita.
En el primer puesto te daban un peluche de pendiendo de los puntos que obtuvieras. Entre esos peluches, el de mayor puntaje era un oso negro que Taehyung amaba; el famoso "Kumamon".
— Buenas noches, ¿desean intentar ganarse un premio? —Jungkook miró expectante a Taehyung; Los ojitos de este brillaban de ilusión, teniendo ya pensada una respuesta en su cabeza.
— Sí, ¿Cuánto es? —Preguntó Taehyung tranquilo pero emocionado a la vez.
— Quinientos pesos por tres intentos. Dependiendo de su puntaje, ganará el peluche que usted elija. —El pelinegro pasó rápido el dinero y la chica pelicastaña, SeJeong, le pasó tres flechas de goma junto al arco azul que venía con estos. El punto blanco del centro, y el de mayores puntos, valía setentaicincos puntos, y los puntos que lo rodeaban era mucho menores.
Los ojos gatunos de Taehyung tenían ese brillo especial, pero además ahora eran desafiantes, determinado a ganar buenos puntos y no fallar en el intento. Jungkook solo miraba expectante todo, esperando a ver el resultado.
Se ubicó en posición para disparar, fijándose bien si el ángulo en que iba a lanzar la flecha era el indicado. Apuntó y disparó, obteniendo cincuenta puntos, cerca del punto central.
Mordió su labio inferior, y de forma determinaba se enfocó en el punto que le daría los setentaicincos puntos. Apuntó nuevamente y disparó cuando estuvo seguro del ángulo, obteniendo los setentaicincos puntos que tanto deseaba. Y su ultimo intento fue a parar en el llamativo punto blanco nuevamente, obteniendo finalmente doscientos puntos.
Jungkook abrió sorprendido sus ojos al igual que la vendedora; no la culpen, en lo que llevaba en su puesto jamás había visto a alguien que obtuviera tales puntos, la mayoría terminaba tirando las flechas a todos lados, pero menos al centro.
La sonrisa del pelinegro era victoriosa, sintiéndose bien consigo mismo al haber conseguido dar dos veces seguidas en el punto máximo. Ahora solo faltaba que le diera su tan ansiado Kumamon.
— Bueno, ¿ya puedo elegir? —Preguntó emocionado. SeJeong le miró aun sorprendida, sin procesar aun todo.
— U-uh... Sí, elija el peluche que quiera. —Apuntó al peluche deseado, y la vendedora asintió y se encargó de sacar al Kumamon de su sitio.
— Eres buenísimo en esto, yo no habría dado a ni una. —Halagó Jungkook. Taehyung no quitó su sonrisa de triunfo.
— Aquí tiene su premio. —Le entregó el Kumamon en sus manos al mayor, quien tomó el peluche de inmediato.
— Gracias. —Agradeció con su vista enfocada en el llamativo oso negro con ojos grandes.
— ¡Gracias a ustedes, vuelvan pronto!
Empezaron a caminar pasando frente a varios puestos, Taehyung abrazando el peluche y Jungkook aun asombrado.
— Realmente eres bueno. —Suspiró gustoso.— A Soobin de seguro le gustará el peluche. —Guardó sus manos en sus bolsillos delanteros de su pantalón. Taehyung enarcó una ceja y le miró confundido.
— ¿A Soobin? Oh, no. Este peluche, mi querido Jungkook, es para mí. —Dijo orgulloso de su resultado, apuntándose a si mismo y caminando de espaldas al estar mirando al profesor. Apenas terminó de verlo, se dio la vuelta y empezó a mirar los demás puestos, encontrando otro que daba peluches del peculiar oso, pero esta vez siendo llaveritos.— Uh, ¡Vamos a ese! —Jungkook solo pudo soltar una risa y asentir, encantado por la reacción del pelinegro.
La noche recién empezaba, ¿y que mejor que con una buena compañía y una victoria de paso?
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