Capítulo 8:
Tras el incidente del Viernes, mi padre trató de obligarme a volver, aunque como digna hija suya mi cabezonería ganó esa discusión. James también me preguntó en varias ocasiones si estaba segura de querer continuar y le convencí sin problemas de que todo estaba bien. No había visto a Ash desde entonces y lo único que sabía de él era que lo había solucionado todo con Golzine. Uno de los hombres de Ash vino a informarnos de que todos habían sido detenidos y aunque Arthur se había librado, nos aseguró que Golzine le había puesto en su sitio.
El Martes por la mañana decidí que era hora de volver a disfrutar de la ciudad tan magnífica en la que me encontraba así que me desperté pronto e hice el desayuno. James no tardó en salir de su cuarto atraído por el olor.
- Que maravilla - dijo sentándose en la isla que había en la cocina.
- Hay zumo de naranja recién exprimido, estoy terminando el revuelto, hay bacon y los gofres casi están listos.
- ¿Y a qué se debe este festín? - preguntó frotándose las manos.
- Voy a pasar el día fuera y nada mejor que empezar con un buen desayuno.
Serví todo y lo engullimos con ganas.
- Voy a pasarme después por el bar a buscar a Ash. Intentaré sonsacarle algo de información. Si quieres pasarte, iré sobre las 5.
- Perfecto. Allí estaré.
Fui al cuarto a vestirme y una vez estuve lista salí a dar una vuelta. Me encontré con varios fans que me pidieron fotos y aproveché para ir de compras. Encontré una hamburguesería con muy buena pinta y decidí probar. Resultó ser increíble. Tenían unos aros de cebolla y unas patatas con queso y bacon increíbles. Y las hamburguesas tenían todas una pinta deliciosa. Terminé por pedir una a la que le inyectaban el queso directamente y cuando terminé no dudé en adirmar que era la mejor que había probado en mi vida. La camarera resultaba ser una fan y fue muy amable y servicial conmigo, por lo que al marcharme me aseguré de dejarle una buena propina. Volví al piso para dejar las cosas pero James no estaba. Seguramente ya se encontraba en el bar aunque aun quedaba un rato para las cinco. Miré el móvil pero no tenía ningún mensaje así que le pregunté por si acaso. No tardé en llegar al bar. Me había acostumbrado a buscar automáticamente a los guardaespaldas y les localicé a unos metros. Casi parecía de película. Entré al bar pero en cuanto se cerró la puerta a mi espalda, me di cuenta de que no era un buen momento para interrumpir.
- No puedes saltarte la cadena de mando cuando te salga de los cojones - gritó Ash -. Si piensas en una opercaión así, me lo dice. Si piensas si quiera en respirar, me lo dices.
Su voz, la expresión en su cara, su postura... todo en él desprendía una rabia animal. Me quedé congelada, con el miedo apoderándose de mi cuerpo. Un aura realmente oscura se había apoderado del bar y el ambiente era frío y terrorífico. A penas pude reconocer al Ash que yo había conocido, aunque pensándolo bien, seguramente este fuera él en realidad. Reconocí a Shorter justo a la espalda de Ash, como un perro guardián que le cubría las espaldas, dispuesto a saltar a defenderle en cualquier momento.
- No tenemos que hacer todo lo que digas. Podemos ir por nuestra cuenta cuando nos venga en gana - respondió el tío con el que estaba discutiendo.
Debía sacarle casi un par de cabezas y era exageradamente musculoso. Podría arrancarle la cabeza a cualquiera de los presentes, no tenía duda. Sin embargo, Ash no parecía tenerle el más mínimo miedo.
- Ahí es donde te equivocas. Tú respondes ante mí. O te metes esa idea en la cabeza o tendré que encargarme yo de que no lo olvides - le amenazó.
El hombre comenzó a reírse pero enseguida paro. Ni siquiera percibí el movimiento pero Ash había sacado su arma y le apuntaba a la cabeza.
- Déjate de gilipolleces. Espero que sea la última vez.
- ¿Crees que puedes matarme y salir vivo de aquí?
- ¿Y tú crees que alguien aquí se atrevería realmente a tocarme?
La tensión aumentó considerablemente.
- Eso pensaba. Ahora fuera de mi puto territorio.
El hombre se apartó y se acercó a la salida. Fue entonces cuando mi mirada se cruzó con la de Ash. Esos ojos verdes llameaban por la ira pero en cuanto me vio pareció cambiar radicalmente. Todo su cuerpo se relajó y vi en su mirada que estaba sorprendido y tal vez algo avergonzado. Se acercó a toda prisa y me apartó a una esquina.
- ¿Qué haces aquí?
Su tono era autoritario pero nada tenía que ver con el que había utilizado hacía unos segundos.
- Yo... solo... James... - balbuceé.
-Ey. Kat. Tranquila.
Utilizó un tono mucho más dulce y colocó una de sus manos en mi antebrazo. Parecía volver a ser el de siempre. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había llamado Kat.
- ¿Kat? - pregunté sorprendida y divertida.
- No has respondido a mi pregunta - contestó tratando de ocultar una sonrisilla.
- James me dijo que iba a venir. Como no estaba en el piso y no respondía pensé que estaría ya.
- ¡Pero bueno! Si es mi chica favorita - exclamó Shorter.
Alzó el puño animándome a que lo chocara. Noté los anillos fríos contra la piel.
- No dejes que Ash te asuste. Perro ladrador poco mordedor - dijo colgándose del hombro de su amigo.
- Creo que no es eso lo que he oído por ahí - respondí sin creerme realmente lo que me decía Shorter.
- Katrina. Ya estás aquí - dijo James a mi espalda.
Debía de haber entrado por la puerta hacía apenas unos segundos.
- ¡Skip! - le llamó Ash a gritos.
El niño apareció en cuestión de segundos.
- Dime, Jefe - dijo con tono emocionado.
- Quédate con ellos. Tengo que resolver algo - le ordenó antes de irse.
- ¿Sabes jugar al billar? - me preguntó Shorter.
- Algo - respondí sin apartar la mirada de Ash.
Nos dirigimos a la mesa de billar y Shorter lo preparó. Llevábamos un rato jugando cuando volvió Ash. Tenía el ceño fruncido y parecía preocupado por algo. Se acercó a Shorter y le susurró al oído, pero no alcanzaba a escuchar nada por el ambiente general del local. Shorter le respondió y apoyó una mano en su hombro, seguramente para reconfortarle. James terminó su turno y maldijo cuando la bola no cayó por el agujero. Ash y Shorter se separaron y se acercaron a la mesa.
- Bien, es mi turno - dijo Shorter frotándose las manos.
- ¿Te importa que haga fotos? - le pregunté de repente.
Shorter alzó la mirada y tras analizarme unos segundos miró a Ash que se desentendió de toda responsabilidad con un gesto de las manos.
- ¿Por qué no? Pero solo si sacas mi lado bueno - bromeó.
Sonreí y encendí la cámara.
- ¿Tienes un lado malo? - le contesté para seguir la broma.
Shorter se rió y de reojo vi que Ash sonreía. Hice varias fotos y me fijé que a medida que me movía para cambiar de ángulo o perspectiva, Ash se colocaba de forma que no se le viera. Como el protagonista de las fotos era Shorter, no le di importancia.
- Déjame verlas - me pidió emocionado.
Le tendí la cámara y él observó las fotos totalmente encantado.
- Son geniales. Si en algún momento queréis hacer el artículo sobre mí en vez de sobre este - dijo señalando a Ash con cierto desprecio cómico - avisadme para lo que sea.
Me devolvió la cámara y la cogí mientras me reía por su comentario.
- Es tu turno - me dijo James.
Cogí el taco y me acerqué a la mesa.
- Si consigues meter esa bola en ese agujero - dijo Ash señalando los objetivos - dejaré que me hagas unas fotos jugando al billar.
Su mirada y su sonrisa eran retadoras y parecía disfrutar con esto.
- Te gustan mucho las apuestas. ¿Es por tu exceso de confianza en ti mismo o por tu falta de fe en los demás? - le pregunté mientras me colocaba de la mejor manera para conseguir el tiro.
A diferencia de disparar, con el billar tenía mucha menos práctica aunque también suponía que sería más sencillo.
- Es por pura diversión. Ver a la gente arriesgar algo... es realmente entretenido - dijo inclinándose sobre la mesa para acercarse a mí.
Todo mi cuerpo se erizó pero no podía perder la concentración. Ash se apoyó sobre el borde, dándole la espalda a la mesa, justo a mi lado. Su sola presencia era capaz de hacer que me hirviera la sangre. Un cosquilleo me recorrió la punta de los dedos.
- Suerte - murmuró con su tono de voz grave y áspero.
Un tono que había utilizado solo en unas pocas ocasiones y que conseguía volverme loca. Hice retroceder el taco y golpeé la bola blanca. Salió despedida y golpeó otra bola. Esta no era le objetivo pero con el ángulo e impulso correctos, podría golpear la bola naranaja que si era el objetivo. Aunque llegó hasta ella, la golpeó muy de lleno y aunque rozó el agujero no conseguí que cayera. Me levanté y suspiré frustrada. Ash sonrió victorioso.
- Una pena - se mofó.
- Supongo que no puedo ganar todas tus apuestas.
- De momento vamos uno a uno. ¿Querrías desempatar?
Dijo girándose hacia mí. Me coloqué frente a frente con él y me acerqué ligeramente más de lo que debería.
- ¿Qué tienes en mente? - pregunté con una mezcla entre ansiosa y retadora.
- Puedo terminar la partida sin fallar una sola.
- ¿Y que se lleva el ganador?
La respuesta a esa pregunta me aterrorizaba pero de una forma irónicamente agradable.
- Cualquier cosa. Todo es válido.
- Si habéis terminado, creo que a los demás nos gustaría seguir - interrumpió Shorter.
Aunque me sonrojé algo avergonzada, mi mirada no podía apartarse de la de Ash.
- ¿Qué me dices? - me preguntó Ash inclinándose ligeramente hacia mí.
- Adelante. Todo vale - susurré acercando mi rostro al suyo.
Ash estaba muy convencido y además la recompensa era excesivamente alta. Seguramente iba a tener que jugar sucio. Ash había tratado de desconcentrarme mientras hacía mi tirada y aunque me gustaría decir que había fallado por eso, en realidad solo había sido un error de cálculo. Tendría que esforzarme mucho si quería despistar a una persona como Ash que seguramente estaba acostumbrado a no dejarse llevar y a enfrentar con la cabeza fría situaciones muy complejas. Debía encontrar una forma. Recogí, sin apenas apartarme, el taco que acababa de usar y se lo tendí. Envolvió mi mano con suavidad y noté la electricidad recorrer todo mi cuerpo. Controlé mi respiración para evitar que él lo notara pero no podía evitar que mi corazón latiera acelerado.
- Suerte - susurré dejando que mi aliento rozara sus labios.
Di un paso hacia atrás pero Ash no apartó la mirada.
- ¿Vas a jugar o qué? - preguntó Shorter impacientándose - Espabila, tío.
Ash se giró lentamente a la mesa de billar. Tardó unos segundos pero comenzó a jugar. Quedaban 9 bolas. En la primera tirada consiguió meter 2. Caminó alrededor de la mesa y cambio de posición. Me aseguré de colocarme frente a él. Eso atrajo su mirada y traté de distraerle. Devolvió la mirada a la mesa y de nuevo clavó su siguiente movimiento. Comenzaba a frustrarme cuando me di cuenta de cual sería su siguiente movimiento. Me apoyé sobre la mesa unos centímetros más a la izquierda de donde estaba. Ash vino hacia mí y se inclinó sobre mi oído.
- ¿Me permites? - preguntó en un susurro.
Era mi oportunidad.
- Claro - le respondí en un tono similar al suyo.
Hora de jugar sucio. Me eché hacia delante y me aseguré de pegar mi cuerpo con le suyo. Apoyé una mano sobre su pecho y clavé mi mirada en la suya. Sus ojos verdes brillaban por la emoción de la apuesta y la cercanía. Me moví unos centímetros y dejé caer la mano que había apoyado sobre su pecho, asegurándome de rozar su mano al pasar. Se inclinó sobre la mesa y antes de que realizara ningún movimiento, realicé la última jugada.
- ¿Has pensado ya que vas a pedirme? - contesté en un tono bajo.
Debido a la música y el ruido tuve que inclinarme un poco junto a él para que me oyera. No me miró, no sonrió como esperaba. Parecía que la pregunta había surtido efecto y estaba pensando que pedirme. Fuera lo que fuera, estaba deseoso de ganar y pensar en el premio podía ser mi última oportunidad de distraerle. Quedaba una sola bola. Ash la obervó unos segundos y agitó la cabeza ligeramente para despejar la mente. Los cabellos rubios cayeron alrededor de su rostro con elegancia. Era realmente atractivo pero no era eso lo que me impedía apartar la mirada de él. No miré la jugada, solo le miré a él. Se incorporó con una lentitud casi exasperante e inclinó la cabeza de forma casi imperceptible para mirarme.
- He ganado - anunció con una media sonrisa adornando sus labios.
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