^ 03 ^
Castillo real de Inglaterra...
-¿Por qué decidiste ayudarla?- preguntó la ojiazul al mismo tiempo que tomaba del antebrazo a su amigo y lo detenía justo en la entrada de su hogar.
Hiccup suspiró con fastidio, mientras apretaba sus labios ante su pregunta.
-Porque sé cómo se siente.- contestó con seriedad y soltándose de su agarre.
-Tú y tu hermano saben, incluso mejor que yo, lo terrible que puede llegar a ser la vida de la realeza. Ustedes saben que no todo es maravilloso, que todo privilegio viene con un precio.- trató nuevamente de convencerlo.
-Pero esa no es la manera, Elsa.- refutó él- Al menos, tendrá libertad. No pueden esconderla del mundo para siempre, tiene que pelear su vida.- añadió.
Elsa frunció el ceño para analizar mejor las expresiones y palabras del Haddock, lo conocía muy bien como para saber que había algo más. Hiccup nunca se había esmerado tanto por alguien, ni siquiera con Mérida.
¿Pero qué era eso que trataba descubrir?
-Ya entremos, alteza. Quiero ver a mi novio.- dijo antes de entrar al castillo y acabar con esa conversación.
-Claro, mandona.- murmuró él rodando los ojos para luego seguirle el paso.
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-¿Y dónde están tus padres ahora Elsa?- preguntó su novio para generar algún tema de conversación durante el almuerzo.
-Si tomaras más atención a lo que te decimos, sabrías que están en una misión diplomática en Dinamarca, Jackson.- interfirió el rey con molestia.
Su hijo sólo resopló siguiendo con su comida.
-Así es.- dijo la chica, antes de reír nerviosa. Tenía mala suerte de enamorarse del hijo adoptivo de Estoico y Valka Haddock, pero el amor llegó y no se arrepentía de nada.
-Entonces, no hay problema en que te quedes todo el día, querida.- habló ahora la castaña- Imagino que ya habrás hecho todas tus responsabilidades y estarías sola en tu gran casa.- comentó arqueando sus cejas hacia abajo.
-Sí, en la mansión no hay nadie. Estaría completamente sola y aburrida.- mintió sintiendo la penetrante mirada de Hiccup sobre ella.
Conectó su mirada con la de él, pero sólo aguantó 2 segundos antes de bajarla por la conciencia.
Iba a ser un día largo.
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Mansión Hofferson...
-Señorita Astrid...- llamaron a la puerta de su sala de arte, la rubia se abstuvo de seguir tocando el piano.
-Adelante.- contestó con voz suave.
-Su cena ya está servida.- avisó una mucama entrando a la extensa habitación, allí todo era ligado al arte de cualquier tipo.
¿Cena? ¿Ya había anochecido?
Fueron las preguntas que la ojiazul se formuló dentro de su cabeza, de inmediato, volteó para poder ver por los ventanales de la habitación. En definitiva, ya era de noche.
-Señorita, no comió su almuerzo, debería comer su cena.- recomendó Rosa, ese es su nombre.
Ella ha sido como una dama de compañía para la menor de los Hofferson, Astrid la consideraba una amiga y hasta una segunda madre, pero debían aguardar apariencias.
-Rosa, ya te dije que me digas Astrid cuando estamos solas.- le recordó con una sonrisa.
-La costumbre.- se excusó la mujer alzando sus hombros- Pero, en serio, Astrid, ya te pasé el almuerzo. Ahora debes cenar.- le indicó.
-Deja mi comida en el escritorio de mi padre, ahora voy para allá.- pidió cerrando el cajón de su piano.
-¿Qué harás allá?- preguntó Rosa extrañada.
Astrid a veces olvidaba lo preocupada e intensa que se podía poner ella. Sólo tenía un día que empezó maravilloso, pero se fue convirtiendo en uno tormentoso.
-Revisar las estadísticas de la empresa familiar, más ponerme al día en las cuentas; me mantendrá ocupada y así dejaré de pensar en...- se detuvo abruptamente al darse cuenta de lo que iba a decir.
-¿En el príncipe Hiccup?- Rosa completó la frase con picardía y alzando una ceja.
-Espera, ¿qué?- la joven se mostró impresionada ante su acertada respuesta- ¿Cómo lo sabes?- interrogó.
-Oh, vamos, linda. No eres tan discreta, eres muy obvia respecto a que te gusta, es lo que más te cuesta disimular.- contestó la mujer.
Hofferson se sonrojó avergonzada y bajó su rostro para tratar de ocultarlo detrás de su flequillo.
-Rayos.- murmuró.
-No te preocupes, tu "secreto" está a salvo en esta mansión, nadie habla del asunto.- la tranquilizó Rosa, aunque la verdadera razón era porque los Hofferson prohibieron que se divulgue el amor platónico de su menor hija- Pero déjame darte un consejo, querida. Que el príncipe siga siendo eso, sólo un amor platónico. Tiene muchas contras para ser su novia, formarás parte de la familia real y eso no es algo ideal cuando sabes cómo realmente es. Otra contra que es a considerar son sus edades, él tiene 29 años y tú 16.- le señaló.
Astrid volvió a sonrojarse debido a ese último detalle, ahora que lo veía bien, sí sonaba algo descabellado su amor hacia el heredero de la corona. Pero lo que sería aún más descabellado es un romance entre ellos.
-Lo tendré en cuenta.- dijo en un balbuceo.
Recibió un asentimiento por parte de Rosa y después cerró la puerta, dejándola sola nuevamente.
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Jack dejó a su novia en su casa, la chico entró a su residencia, después de despedirse con un casto beso de él. Se dirigió al cuarto de su hermana, pero se desconcertó al no verla ahí.
Entonces, supo dónde podía estar.
Caminó con paso apresurado hacia la oficina de su padre, conocía perfectamente a su hermana como para saber que estaba allí para concentrarse en los números y alejarse de la realidad. A Astrid le gustaba tanto el inspeccionar las estadísticas de la empresa familiar que la alejaba de todo tormento.
-Lo sabía.- declaró la peliblanca en cuanto entró a la oficina y la vió concentrada sobre el escritorio de su padre.
La rubia desvío su mirada para poder ver a su familiar y luego la volvió a bajar a sus apuntes.
-¿Qué tal la cena con la familia real?- preguntó fingiendo el más mínimo interés. Elsa rodó los ojos, antes de caminar con su característica elegancia y aura de diplomacia hacia ella.
-Sabes que tú yo tenemos una seria conversación pendiente.- atajó colocando las palmas de sus manos sobre el escritorio y recargar su peso allí.
-No tenemos nada de qué hablar, Elsa.- bramó la menor, dejando de anotar las cuentas y dirigiendo su completa atención hacia su hermana- A partir de ahora en adelante, haré lo que YO quiera, porque es MI vida.- declaró desafiante.
-¡No tienes ni idea!- exclamó molesta su hermana mayor- No sabes lo que es el mundo real, mucho menos, lo que es estar con la familia real.- añadió.
-Lo dice la chica la cual es la novia del príncipe adoptado.- musitó Astrid alzando una ceja y recostándose en la silla, mientras se cruzaba de brazos.
Elsa gruñó al ver la tonta sonrisa sonrisa de victoria en la cara de su hermana menor. Creía que Astrid se estaba dejando llevar con su admiración u obsesión.
-Me enamoré de Jack y él jamás será rey. Es diferente.- contestó.
Sin embargo, Astrid negó con su cabeza. Para ella no era diferente.
-Por supuesto que no lo es.- dijo determinante- Escúchame, hermana, su tiempo de protegerme de acabó, estoy harta. Sé que piensas que soy una pobre niña ingenua e inocente, pero te voy advirtiendo, no me subestimes.- aclaró levantándose de su asiento.
Y después de darle una última mirada, se retiró a paso firme a su recámara.
Hola hola, genteeeeeeee!
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lo hice con mucho cariño para ustedes. 🤍
Las cosas están un poquito intensas, ¿no? Pues, díganme, ¿ustedes están de acuerdo con Astrid? ¿Qué harían si estuvieran en el lugar de ella? Su situación es insólita y compleja.
O a lo mejor también quieren comentar algo de su hermana o Hiccup, me gustaría saber. (◔‿◔)
Pero, bueno, eso es todo por hoy...
¡Nos leemos pronto! 💜
A_Hiccstrid
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