I
-¡Amelie!-miré sobresaltado la profesor el cual acababa de golpear el libro sobre el escritorio-¿otra vez? ¿podrías prestar atención por lo menos una vez en tu vida?
Muy bien, eso había sido grosero.
-Lo siento señor, no volverá a pasar.
Asintió sin creerme.
Pero en cuanto su vista volvió al libro la mía regreso a la ventana.
Había un día perfectamente soleado, habían unos pajaritos posicionados sobre la rama de un árbol junto a la ventana y me hacían distraerme completamente.
Devolví mi vista dentro de la clase y la llevé hasta el reloj en la pared.
Recosté mi espalda en el respaldo de la silla y me crucé de brazos mirando las cosas sobre mi mesa mientras escuchaba al profesor leer.
Noté como algunos lápices se movían levemente.
-Nick, quedate quieto-regañé a mi compañero de banco.
-No estoy haciendo nada-se excusó.
Devolví la vista a los lápices y estos comenzaron a moverse aún más.
En cuestión de segundos toda la habitación comenzó a moverse rápido haciendo que todos nos aterraramos y algunos soltaron algunos gritos.
-¡tranquilos! ¡tranquilos!-el profesor trataba de calmarnos.
Las cosas caían rápidamente al suelo y nosotros no podíamos mantenernos estables.
Los libros de los estantes comenzaron a caer y cuando él profesor lo notó intentó correr para llegar a un premio que allí había.
-¡Sara cuidado!-gritó pero fue tarde.
Debido a las vibraciones el premio cayó girando, dejando su punta filosa se clavase en la pierna de mi compañera la cual soltó un grito atemorizante.
-vengan, ¡vamos todos!-exigió el profesor intentando que salgamos del salón.
Como pudimos salimos encontrando que nuestros otros compañeros también evacuaban hacia el gran gimnasio.
La vibraciones poco a poco comenzaron a hacerse más leves hasta que finalmente se calmaron. Los profesores intentaron calmarlos a todos y ayudar a cuyas personas habían salido heridas.
-¿de donde salio eso? siempre avisan cuando algo así pasa-hablé preocupada.
-nadie lo sabe-Nick seguía buscando cosas en su teléfono.
-dicen que fue algo totalmente espontáneo, nadie lo vió venir-Leila me mostró su teléfono en donde tenía una noticia.
-¡Amalie Williams!-gritó un profesor y me paré rápidamente-vinieron por ti-asentí.
-adiós chicos-salude a mis amigos.
De haber sabido que esa sería la última vez que los vería no me hubiera movidos, pero no lo sabía, así que debí hacerlo.
-cariño-mi padre me atrapó entre sus brazos al verme-¿estás bien?-asentí-vamos.
Fuimos hasta us auto y condujo rápidamente hacia casa.
Mi madre y hermanos estaban allí y los recibí a todos con preocupación igual que ellos a mi.
En la cena nadie se atrevió a decir nada, nadie tenía nada que contar y si lo tenían serian cosas feas que nadie querría oír.
-Iré a mi habitación-hablé recogiendo los platos.
-no cariño, necesito que te quedes, debemos hablar contigo-mi madre me detuvo-chicos, ¿podrían ir a dormir?-le pidió a mis tres hermanas los cuales asintieron y corrieron rápidamente escaleras arriba.
-¿qué pasa?-pregunté volviendo a sentar.
-necesitas ser precavida, las noticias dicen que vienen cosas peores que el terremoto de hoy.
-¿cosas como qué?-pregunté dudosa.
-Terremotos aún peores, Tornados, vientos fuertes, hasta Tsunamis-contestó mi padre.
Tragué saliva completamente preocupada.
-¿que debo hacer?
-intentamos asegurar la casa, no queremos que vayas ni que vuelvas sola de la escuela-asentí-debes cuidar a tus hermanos.
-siempre lo hago.
-debes hacerlo más, ellos están muy asustados y no comprenden nada-asentí.
-¿sabemos porque es todo esto?-negaron.
-no logran obtener respuestas a todos estos fenómenos naturales tan inmediatos.
-cariño, no nos gusta ponerte responsabilidades, apenas tienes dieciocho y no lo mereces, pero necesitamos que nos ayudes-asentí.
-no hay problema, haré lo que pueda.
-gracias.
-si me disculpan, iré a mi habitación-asintieron y me levanté.
Escuché pasos fuertes por la escalera y supuse que mis hermanos se habían quedado allí escuchando.
Subí lentamente los escalones dándoles el tiempo suficiente para que se metieran en sus camas tal y como se lo habían ordenado.
-hola chicos-entré al cuarto de mis dos hermanos-¿como están?
Me acerqué a la cama de Luke el cual me miraba preocupado.
-¿vamos a morir?-negué riendo.
-claro que no cariño-acaricie su cabello dándole tranquilidad-solo necesitan ser más cuidadosos, ¿si?
-si somos cuidadosos, ¿no moriremos?-lleve mis ojos a Thomas.
-Thomas no digas esas cosas, nadie morirá, ¿okay?-besé la frente de Luke y lo arropé, luego imité la acción con Thomas.
-que descansen-hablé dirigiéndome a la puerta.
-¿Ame?-me giré mirando a Luke.
-¿qué pasa cariño?
-te quiero-sonreí.
-yo igual, a ambos-suspiré-buenas noches.
Apague la luz y cerré la puerta. Me acerqué a la puerta de mi hermana y golpee dos veces antes de abrir.
-¿estás despierta?-se giró en la cama y me miró.
-los chicos dicen que vamos a morir.
-no los escuches, sabes como son-me acerqué y me senté junto a la cama en suelo-¿quieres dormir conmigo?-asintió eufóricamente-vamos.
La tomé en brazos y la llevé hasta mi habitación dejándola sobre la cama.
Cambié mi ropa, cepille mis dientes y luego de sujetar mi cabello volví a habitación topandome con que Julie ya se había dormido.
Las cosas debían ser verdaderamente graves como para que mis padres se preocuparan a tal punto como para no sentirse seguros.
Hoy había sido un pequeño terremoto, pero ¿que sería mañana?
Muy bien había dicho mi madre, cosas peores vendrían y debíamos estar preparados.
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