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—¡Emilie, ten cuidado!—El castaño detuvo a la menor de cabellos pelirrojos, quien ahora que había aprendido a caminar era una calamidad. Normalmente le seguía el juego pero era muy cuidadoso con ella.-Soy muy joven para que me salgan canas—Expreso con ligera molestia, que aumento cuando vio a la niña reír orgullosa— Eres muuuuy traviesa ¿Porqué no te quedas quieta como Yukio?
La aludida se encontraban sobre el sillón jugando con un libro, pasando las hojas hasta detenerse en donde aparecían dibujos y verlos por un rato.
—Tsukasa, es hora de almorzar.—Llamo la adulta, asomándose por el marco de la puerta y sonreírle a su hijo, dicha sonrisa cambio radicalmente cuando vio a ambas niñas, mostrando despreció y molestias ante ambas.-Apurate.
—Pero no puedo dejarlas a ambas solas.
—Para eso tienen madre, ahora apresúrate.
—Pero papá se va a-
—¡Tsukasa!
El menor bajo la mirada, sintiéndose aún más pequeño por aquel llamado de atención. En completo silenció procedio a dejar a la pelirroja en el suelo y bajar a la albina del sillón.
—Oí un grito ¿Qué paso? —Pregunta Norman con fastidió mientras salía del estudio y de rascaba la nuca. Paso por alto a su esposa e ir con las niñas y su hijo, revolviendo los cabellos de este y cargar a ambas niñas, sonriendo a estos tres con mucho cariño.
—¿Por qué tenemos que cuidar a los hijas de tu sobrina? Pueden contratar a alguien para que las cuiden.—No disimula su enojo, y tal cual con molestia lo dice.
—Porque Emma cuido muchas veces de Tsukasa incluso estando embarazada. No es malo devolver el favor una vez. Y al igual que tú no las quiere dejar con cualquier desconocido.
—¿Y su amiga? ¿La alumna de Ray?
—Esta ocupada. Tengo mucho trabajo y estoy ayudando a Emma con un proyecto así que comeré hasta la tarde—Baja a ambas niñas, dejándoles un beso en la frente a ambas y sonreírle a su hijo, quien le devolvió la sonrisa.
—¡Emma! ¡Siempre es Emma! Norman por dios. Todo el día te la pasas con ella haciendo no se que tantas cosas. Yo que soy tu esposa Igual necesito un poco de atención. Ella es solo una zorra, clara prueba están esas niñas-
—Tsukasa, lleva a las gemelas contigo al cuarto y no salgas hasta que te lo ordene.
El castaño hace caso, tomando de la mano a ambas niñas y ayudarlas a subir las escaleras para llegar a la habitación. El albino se mantuvo es silencio hasta que escucho la puerta cerrarse.
—¿Y qué hay de ti, Barbara?
—¿Qué insinuas?
—¿Qué clase de juego haces por las noches? ¿Me invitarás algún día a jugar?
Traga en seco, la mirada fría y macabra de su esposo le da a entender que debía guardara silencio y no hablar por mero impulso. Mira a su costado, apretando la mandíbula y puños aceptando que había perdido. Por otra parte, Norman se había adentrado a la cocina, al cabo de unos minutos había salido de ella con una bandeja que traía un plato de comida y dos frascos de papilla. Barbara se había quedado en su lugar, observando como el albino subia las escaleras y se adentraba a la habitación de su hijo.
No sabía que era lo que le estaba pasando, ella no era así, pero tenía algo muy en claro, y es que no tenía porque meterse con Emma, Norman se lo había advertido más de una vez.
Tenía la jugada perdida.
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—Seria bueno preparar la fiesta de su cumpleaños número dos, será dentro de unas semanas así que estaría bien festejarlo en la casa de mi padre.
—Estoy de acuerdo. La casa del abuelo James es perfecta para la ocasión, lo hablaré con Oliver.
El agarré en su cintura se hizo más fuerte impidiendo que se levantará de las piernas del mayor, miro sobre su hombro como Norman había recargado su cabeza en su espalda, comenzando a dejar unos cuantos besos por esta.
—La ropa estorba mucho.
—No-Norman
—¿Qué es eso? ¿Te has vuelto más tímida?-Su risa burlesca la hace mirar el suelo algo molesta.
—No es eso, solo que es tarde y tengo que volver a casa.
—¿Sabes que ilógico?-Ignorando por completo el cometario de la chica siguio hablando.—Que estés comenzando a trabajar con Ray para terminar tu carrera en derechos cuando todo lo que hacemos va en contra de todo lo ético.-Sus manos viajaron por debajo de la falda de la pelirroja. Esto le traía recuerdos.
Y todos eran amargos.
—No hay tabú aquí, ni si quiera somos familia. En un tribunales esto sería un caso por una parte totalmente estúpido. No hay incesto si ni si quiera compartimos sangre ¡Ah!— cubrió su boca, evitando que otro lascivo sonido abandonará su garganta.
—Pero aún así compartimos apellido y nos criaron teniendo el papel familiar. Políticamente, que es lo que importa en hoy en día, estamos cometiendo un delito.—La presión que ejercía era de una forma muy descarada, tocandola rememorando viejas manías era divertido (desde su perspectiva), pero para Emma no, no quería ser ruidosa ya que en el cuarto de a lado se encontraban sus hijos. Odiaria que escucharán a su madre haciendo tales actos con quién comparte un lazo familiar.
Y claro que las cosas llegaron más lejos de lo que podía ser permitido, pero eso sí, jadeos y gemidos eran ahogados con mordidas y besos, era algo muy arriesgado, sus hijos, esposa y esposo estaban en otra habitación cercana charlando esperando a que terminarán sus "asuntos".
No sabían si sus actos eran mera hipocresía o una revelación de verdaderos sentimientos desvorando del cuerpo de ambos individuos.
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