VII
—Emma ¿Podemos hablar?
Inhala y exhala aire, se calma y evita estallar en irá. Se obliga a sonreír, ya había practicado muchas sonrisas durante su infancia, está no debería ser la excepción.
—¿Qué se te ofrece?—Pregunta dulce y encantadora, moviendo su asiento giratoria hacía la mujer que está en la puerta esperando aprobación para entrar.
—Quería hacerte una propuesta.
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—Estas haciendo todo mal.
—¿Todo mal? Gracias a que interviene dejo a un lado la estúpida idea de buscar al culpable de la muerte de Dina.
—No me refiero a eso—Aclara el azabache.—Cuando dijiste que te encargarias de la Will, creí que solo la ibas a persuadir.
—Eso hice.
—¡No a casarte con ella! ¿Acaso no piensas en Emma?
Norman no responde absolutamente nada. No es como si no quisiera a Emma, al contrario, le sigue cautivando igual que la primera vez que la conoció, pero su juego con Barbara fue demasiado lejos, además de que por un lado quiere seguir jugando, su lado egoísta se lo pide a gritos. Le gusta las cosas que sean arriesgadas.
—Se que no te haré cambiar de opinión, pero al menos ten cuidado cuando le dejas marcas a Emma. El día que Anna estuvo con ella se le notaron demasiado, le tuvo que dejar algo de maquillaje para cubrirlas.
—Lo tomaré en cuenta.
—Tomalo muy en cuenta.
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—Ya hablé con los organizadores del salón, va a quedar hermosa la decoración. Va a ser perfecto.
—Si tu lo dices es porque así será.—Dejo un beso en los labios de su prometida, sonriendo como un par de enamorados hasta que unas risas en el salón principal les llamo la atención.
La pareja camino hasta entrar a la sala, en dónde Norman se contuvo las ganas de golpear al chico que estaba abrazando a Emma, mientras ella, divertida de su travesura, sonreía ante la plática de su abuelo.
—Oh, Norman, me alegra de que hayas llegado. Bienvenida Bárbara.—Saluda James.
—Buenas noches señor.
—¿Quién es nuestro invitado?—Pregunta el albino con falso interés. Es obvio que no olvidaría al imbécil que trato de llevar a su chica a un hotel.
—Estaba esperando a que llegarás—Menciona Emma, acercandose a Norman y tomarlo de la mano, alejándolo de Bárbara y llevarlo junto con el chico.—Ahora si, para hacerlo oficial. Te presento a Oliver, mi novio. Oliver, el es mi tío, Norman.
—Emma habla maravillas de usted.—Menciona el de ojos rubí.
—Espero que te haya hablado de todas las "maravillas".
Emma noto el doble sentido de esas palabras, el resto de los invitados igual pero automáticamente cambiaron el tema.
—¿Les parece si cenamos de una vez?—Pregunta alegre la pelirroja, quedando a un lado de Oliver y tomarlo de la mano.
—Me parece perfecto.—Apoya James, quien comienza a caminar rumbo al comedor.
Emma y Oliver le siguen, Barbara se acerca a su prometido que tiene una cara de pocos amigos.
—¿Estás bien?
—Sí. Vallamos con ellos.
No muy convencida asiente, llendo con su prometido al comedor.
El resto de la noche estuvo llena de tensión.
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Sabía perfectamente quien está interrunpiendo en su habitación, así que al escuchar los pasos dejo su cobija a un lado y se levanto, viendo con una sonrisa traviesa a su tío.
—¿Se puede saber que estás haciendo?
—Lo mismo que tu.
—No puedes hacerlo.
—¿Por qué no?
—Porque se trata de ti.
—Tu te puedes ir, acostarte con una mujer ajena a mi y encima proponerle matrimonio, y te enfadas conmigo solo por acostarme con un chico ajeno a ti y ser su novia.
—¿Te acostaste con Oliver?
—Estoy en mi derecho, si tú puedes hacerlo con otras mujeres ¿Por qué yo no podría con otro hombres?
—Es estúpido.
—¿Estúpido? Estúpido es que haya llegado Barbara a mi habitación y me haya propuesto ser su dama de honor principal. Ahora dime ¿Qué es más estúpido?
A conseguido lo que quería, está enfadado, la ha arrinconado contra la pared con brusquedad, enredando sus piernas al rededor de sus caderas, sintiendo como su vestido es alzado y sus bragas son alejadas de su cuerpo.
Entra de forma brusca, si sintiera dolor aseguraria que sería su infierno en ese momento, pero lo único que siente es placer al tener sus cuerpos juntos, el chapoteo de sus cuerpos y sus fluidos combinados es algo que le hace ver todo un mundo desconocido. Pero cae en cuenta de algo, siempre terminaban así, arreglando sus problemas con una noche de sexo sin frenesí.
Y está llorando, no por un dolor físico, es otra clase de dolor, que hasta donde ha escuchado es peor que unas rodillas raspadas.
Termina en ella, soltando un gemido ahogado para evitar más escándalo del que ya han hecho.
Es la misma imagen de unos años atrás, ella llorando con los brazos cubriendo sus ojos y él repartiendo besos por todo el rostro de aquella niña calmando su pesar.
—...Que no sienta dolor físico... No significa que no me dolerá el corazón.
Sisisisi ya, mucha actualización nos leemos luego
Bye~ uvu
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