IX

Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, claro está que eso es verdad, pero no ocurre usualmente todo el tiempo.

Emma estaba recién entrando en su octavo mes, Norman estaba trabajando al igual que Bárbara y Oliver, quien a duras penas accedió a dejarla sola solo por ese día. Anna y Ray habian propuesto ir a visitar a la pelirroja para cuidar de ella, por lo cual ahora se encontraban los tres junto con Tsukasa, quien por petición de Norman pidió que cuidaran de él ya que no habria nadie en casa y no lo quería dejar solo.

-Espero que me paguen por estar de niñero.-Dijo Ray, mientras la "pesadilla" (según las palabras del azabache) del pequeño de ojos azules estaba en sus hombros fingiendo estar en la cima de una torre.

-Pero si es muy tierno-Comento la rubia mientras deshacía los nudos en el cabello de la pelirroja.

-Cuidalo una hora y luego me dices si te sigue pareciendo tierno.

-Hecho.-Anna se hizo a un lado, yendo con el pequeño que ya había sido bajado de los hombros del azabache.-Tsukasa, ¿Te parece si vamos afuera a jugar?

-Yeih-El pequeño ya había salido corriendo, seguido de la rubia que lo perseguía.

Ray soltó un suspiro, era obvio que Anna si podría cuidar al pequeño, tenía una paciencia enorme, todo lo contrario a él.

-Ella quiere un hijo.

-¿Cómo estás tan segura?

-Intuición femenina. Adora a los niños, es paciente, dulce y puedo ver cómo me mira a mi y a Tsukasa con aires de ilusión.

-No lo había notado.

-Ademas de que me lo confesó la semana pasada que me visito.

-Y he aquí el verdadero motivo por el que lo sabes.

Ambos rieron, ya era común llevarse de esa forma. Con el tiempo comenzaron a convivir de poco a poco, Ray la visitaba de vez en cuando, conversando de cualquier cosa para pasar el rato, otra veces llevaba a Anna, dónde la pasaba de maravilla. Aquella pareja se había convertido en las personas más cercanas a su círculo social, ya que de igul forma tanto ella como ellos, comparten un mero tabú, y ese era que Anna estaba comprometida por obligación con otra persona y para colmo Ray era su maestro particular con el que sostenía una relación a escondidas. En apariencia no es tan malo, lo peor es que la familia de la rubia es capaz de mandar a matar a Ray si se enteran de su "aventura", que la verdad lo sentimientos sexuales quedaban a un lado cuando cada que podían se demostraban que de verdad se querian.

Ellos se habían convertido en su manera de escapar de todo y todos, olvidando un momento que estaba metida en todo ese embrollo de mentiras y tabús, pareciendo de verdad como una persona cualquier.

Pero sabía que eso era imposible, marcado que, desde el día que nació, se sabría que ella no sería normal.

-Por cierto ¿Ya pensaste el nombre de las gemelas?

-Aun no-Suspira, eso del embarazo la tiene hecha un lío.

-La que salga más inteligente será mi aprendiz.

-¿Por qué no mejor le dices a Anna que te dé un primogénito?

-Aun quiero mi cabeza pegada a mi cuerpo.

-Ray, no quiero que mis hijas sean piromanas.

-No, solo una será piromana, la otra probablemente sea genocida.

-¿Por qué genocida?

-Mejor no preguntes.

-¡Tío Ray!-El castaño llegó corriendo con el azabache, teniendo en manos una pistola de agua.

-¿Y ahora qué?

-La tía Anna se atoro en el columpio y no puede salir.

-¡Se supone que estoy cuidando un niño no a dos!-suelta un bufido, poniéndose de pie e ir a sacar a su chica de un columpió.-No te muevas de ahí, recuerda que tienes a dos niñas en tu interior.-Le advierte a la pelirroja.

-Tranquilo, no me iré a ningún lado.

-Eso espero.

Ray abandona el lugar para salir al patio trasero y ayudar a su novia, por otra parte Emma sonrie al ver que su amigo desparecer tras cruzar la puerta. El pequeño se le queda viendo, no le aparta la vista y para que negar que se siente un poco incómoda, quiere preguntar pero antes de que eso pase el menor hace una pregunta.

-Tía Emma ¿Tu vas a ser mi mamá?

Y esa pregunta la toma desprevenida, y no sabe que pensar respecto a eso, pero se le hace muy curioso que aquel infante pregunté tal cosa, pues es una pregunta muy extraña. Lo ve observar el piso, como si estuviera siendo regañado por algo, quizás está esperando que le digan que está haciendo algo muy malo.

-¿Por qué preguntas eso? Tu papá es mi tío y tú mamá es su esposa.-Le revuelve los cabellos, sonriendo para hacer que el menor se calme y entre en confianza.

El castaño sigue mirando el suelo por unos segundos más, después levanta la vista y se acerca y toca la barriga de la pelirroja, dónde las gemelas sueltan unas cuantas pataditas y el niño ríe enternecido. Aleja sus manitas y sonrie alegre, subiéndose al sillón y abrazar a Emma.

Es confuso, demasiado, pero es muy puro y no tiene culpa de nada, corresponde al tacto y él le deja un beso en la mejilla.

-Mamá sale todas las noches, dice que va a jugar pero no me ha dicho que juego ¡yo quiero ir!

Su inocencia es su mayor virtud...

-¿Eso qué tiene que ver con qué digas que yo seré tu mamá?

Ah~ anhela el regreso de aquellos días de aquella ignorante felicidad.

-¡Porque vas a tener a mis hermanitas! ¡Hijas tuyas y de mi papá! Oí a mi papá decirlo-Alza ambos brazos, sonriendo y feliz, todo lo contrario a la reacción de la joven, que está procesando las palabras dichas por Tsukasa.

De verdad, ya no crezcas más.

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