34. No hay final feliz
(CAPÍTULO 34:
No hay final feliz.)
JASPER OBSERVÓ SONRIENTE A SU COMPAÑERA SALIR DE SU HOGAR, las prendas que llevaba hacían que resaltará el color azul de sus ojos y además su nariz se encontraba roja al igual que sus mejillas por el frío de la mañana. La saludo sintiendo un beso en la mejilla de parte de Leire, siendo la castaña la que preguntará por los miembros del aquelarre.
—¿Cómo está Rosalie?
—Desea hablar contigo sobre algo que no me quiere decir—informó ayudándole a subir al automóvil—. ¿Cinturón puesto?
La invidente asintió y siguió preguntando acerca de los integrantes de la familia, en donde Jasper le explicaba acerca de cada uno.
—¿Has hablado con Solar?—La preocupación en la chica hizo que sonriera y confirmara aquello.
La cobriza después de ser regañada por Carlisle por dejar sin protección a Leire, Solar le había gritado al empático después de ver varios futuros donde la joven pareja terminaba, causando muchos desastres en la familia Cullen. Aunque todo se arregló después de varios gritos de parte de la violinista y varios murmuro de parte del sureño.
—¿Qué haremos esta noche?—murmuró entrelazando sus dedos con la mano del chico, sonriendo al tener Jasper con ella.
—Me gustaría hacer algo por ti.
Rápidamente la ojiazul asintió emocionada causando que el vampiro correspondiera su sonrisa y siguiera conduciendo para dirigirse a su hogar.
Pronto los árboles rodearon la visión del inmortal que pronto se estacionó en el pórtico de su hogar, ayudando a su compañera a salir y caminar hacia la puerta donde Rosalie se encontraba esperándole sonriente.
—Leire—La rubia abrazó a su amiga, permitiéndose quedarse unos cuantos minutos para separarse y dejar que el fortachón del hogar la abrazara para saludar.
—¡Tenemos muchas cosas que hacer!—Emmett sonrió emocionado—. Por primera vez dormirás aquí.
La sonrisa de parte de Esme no se hizo esperar y acompañó a la mortal invitándola a comer, siendo platos que había estado preparando varias horas atrás.
El resto de la tarde pasó entre varios juegos de Leire y Emmett, además de probarse unas cuantas prendas que Solar y Rosalie le habían comprado; en ese tiempo, Aarón había utilizado su don para ayudarle a la chica que muy agradecida se mantuvo sonriente y admirando cada detalle del lugar.
Dadas las siete de la noche, Leire se dejó caer rendida en la inmensa cama de Solar, admirando el techo y escuchando los pasos de cierta rubia.
—¿Estas bien?
La castaña le miró sonriendo y asintió, permitiéndose admirar a su amiga, reconociendo que jamás podría olvidar a alguien como ella o cualquiera de las personas que vivían en el hogar; menos cierto empático que se había encontrado la mayor parte del tiempo a su lado, haciendo sonreír a Leire al poderle ver las veces que ella deseara.
—Sí—Rosalie vaciló en la entrada con la indecisión escrita en su rostro haciendo que Leire se confundiera—. ¿Qué sucede?
—Quisiera hablar contigo.
Las palabras hicieron que la mortal se tensara y asintiera, dejando a su lado un espacio para que la vampira tomara asiento. La ojiazul sabía que todos en el hogar les habían brindado cierta privacidad distrayéndose en otras cosas lo cual agradeció.
—Pretendo explicarte las razones por las que, en mi opinión, deberías conservar tu condición humana—murmuró para sorpresa de la chica que aún confundida asintió y tomándole una mano le apoyo— y por qué yo intentaría seguir siéndolo si estuviera en tu lugar.
—Te escucho.
—¿Te gustaría oír mi historia?—La sonrisa rota de Rosalie hizo que Leire apretara su agarre y se acercará más a la rubia—. No tiene un final feliz, pero ¿cuál de nuestras existencias lo tiene?
Ante la muestra de afecto, Rosalie rodeó con cuidado a la castaña, comenzando a relatar su vida pasada.
—Yo vivía en un mundo diferente. Mi sociedad era más sencilla—se burló seria—. En 1933, yo tenía dieciocho años, era guapa y mi vida, perfecta.
» Mi familia era de clase media. Mi padre tenía un empleo estable en un banco. Ahora comprendo que estaba muy pagado de sí mismo, ya que consideraba su prosperidad como resultado de su talento y el trabajo duro en vez de admitir el papel desempeñado por la fortuna. Yo lo tenía todo garantizado en aquel entonces y en mi casa parecía como si la Gran Depresión no fuera más que un rumor molesto. Veía a los menesterosos, por supuesto, a los que no eran tan afortunados, pero me dejaron crecer con la sensación de que ellos mismos habían buscado sus problemas.
» La tarea de mi madre consistía en atender las labores del hogar, a mí misma y a mis dos hermanos pequeños por ese mismo orden—su agarre pronto se aflojó de su parte—. Resultaba evidente que yo era tanto su prioridad como la favorita. En aquel entonces no lo comprendía del todo, pero siempre tuve la vaga noción de que mis padres no estaban satisfechos con lo que tenían, incluso aunque poseyeran mucho más que los demás. Deseaban más y tenían aspiraciones sociales... Supongo que podía considerárseles unos arribistas—el tono ausente hizo que Leire tragará sutilmente—. Estimaban mi belleza como un regalo en el que veían un potencial mucho mayor que yo.
» Ellos no estaban satisfechos, pero yo sí. Me encantaba ser Rosalie Hale y me complacía que los hombres me miraran a donde quiera que fuera desde que cumplí los doce años. Me encantaba que mis amigas suspiraran de envidia cada vez que tocaban mi cabello. Que mi madre se enorgulleciera de mí y a mi padre le gustaba comprarme vestidos nuevos me hacía feliz.
» Sabía qué quería de la vida y no parecía existir obstáculo alguno que me impidiera obtenerlo. Deseaba ser amada, adorada, celebrar una boda por todo lo alto, con la iglesia llena de flores y caminar por el pasillo central del brazo de mi padre. Estaba segura de ser la criatura más hermosa del mundo. Necesitaba despertar admiración tanto o más que respirar, Leire. Era tonta y frívola, pero estaba satisfecha—sonrió divertida—. La influencia de mis padres había sido tal que también anhelaba las cosas materiales de la vida.
» De todo cuanto quería, tenía pocas cosas de verdadera valía pero había una en particular que sí lo era: mi mejor amiga, una chica llamada Vera, que se casó a los diecisiete años con un hombre que mis padres jamás habrían considerado digno de mí: un carpintero. Al año siguiente tuvo un hijo, un hermoso bebé con hoyuelos y pelo ensortijado. Fue la primera vez en toda mi vida que sentí verdaderos celos de alguien.
La rudeza de sus palabras hizo que Leire le mirara triste, sintiendo poco a poco más cariño hacia su mejor amiga.
—Era una época diferente. Yo tenía los mismos años que tú ahora, pero ya me hallaba lista para todo eso. Me moría de ganas por tener un hijo propio. Quería mi propio hogar y un marido que me besara al volver del trabajo, igual que Vera, sólo que yo tenía en mente otro tipo de casa muy distinta.
Pronto un pequeño silencio se instaló, provocando que el ambiente se convirtiera en algo distinto.
—En Rochester había una familia regia, apellidada, no sin cierta ironía, King. Royce King era el propietario del banco en el que trabajaba mi padre y de casi todos los demás negocios realmente rentables del pueblo. Así fue como me vio por primera vez su hijo, Royce King II—un tono asqueado incluso resonó al pronunciar el nombre—. Iba a hacerse cargo del banco, por lo que comenzó a supervisar los diferentes puestos de trabajo. Dos días después, a mi madre se le olvidó de modo muy oportuno darle a mi padre el almuerzo. Recuerdo mi confusión cuando insistió en que llevara mi vestido blanco de organza y me alisó el cabello sólo para ir al banco.
Rosalie formó una sonrisa de sorna, provocando un nudo en el estómago de la mortal.
—Como todo el mundo me miraba, no me había fijado especialmente en él, pero esa noche me envió la primera rosa. Me mandó un ramo de rosas todas las noches de nuestro noviazgo hasta el punto de que mi cuarto terminó abarrotado de ramilletes y yo olía a rosas cuando salía de casa.
» Royce era apuesto, tenía el cabello más rubio que el mío y ojos de color azul claro. Decía que los míos eran como las violetas, y luego empezó ese show de las rosas y todo lo demás—su tono comenzó a apagarse—.Mis padres aprobaron esa relación con gusto, y me quedo corta todo lo que ellos habían soñado y Royce parecía ser todo lo que yo había soñado. El príncipe de los cuentos de hadas había venido para convertirme en una princesa. Era cuanto quería, y no menos de lo que esperaba. Nos comprometimos antes de que transcurrieran dos meses de habernos conocido.
» No pasábamos mucho tiempo a solas el uno con el otro. Hubo vestidos preciosos y muchas fiestas y bailes, ya que todas las puerta estaban abiertas y todas las alfombras rojas se desenrollaban para recibirte cuando eras un King.
» No fue un noviazgo largo, pues se adelantaron los planes para la más fastuosa de las bodas, que iba a ser todo cuanto yo había querido siempre, lo cual me hacía enormemente dichosa. Ya no me sentía celosa cuando llamaba a Vera. Me imaginaba a mis hijos, unos niños de pelo rubio, jugando por los enormes prados de la finca de los King y la compadecía.
Pronto la mirada de Rosalie se unió a la de Leire, sonriéndole tristemente, provocando que la castaña que abrazara. Rosalie enmudeció y correspondiendo el abrazo, murmuró.
—Esa noche yo estaba en el hogar de Vera—susurró contra el cuello de la ojiazul—. El pequeño Henry era realmente adorable, todo sonrisas y hoyuelos... Empezaba a andar por su propia cuenta. Al marcharme, Vera que llevaba al niño en brazos, y su esposo me acompañaron hasta la puerta. Él rodeó su cintura con el brazo y la besó en la mejilla cuando pensó que yo no estaba mirando. Eso me molestó. No se parecía al modo en que Royce me besaba, él no se mostraba tan dulce. Descarté ese pensamiento. Royce era mi príncipe y algún día yo sería la reina.
» Las farolas ya estaban encendidas, pues las calles estaban a oscuras. No me había dado cuenta de lo tarde que era. También hacía mucho, mucho frío a pesar de ser finales de abril. Faltaba una semana para la ceremonia y me preocupaba el tiempo mientras volvía apresuradamente a casa—El agarré fue comenzando a tornarse más dependiente, casi haciendo que Leire derramará las lágrimas que en sus ojos se acumulaban—. Me acuerdo con toda claridad. Recuerdo cada uno de los detalles de esa noche. Me aferré a ellos... al principio, para no pensar en nada más. Y ahora también, para tener algo a lo que agarrarme cuando tantos recuerdos agradables han desaparecido por completo...
» Los oí cuando me hallaba a pocas calles de mi casa. Se trataba de un grupo de hombres situados debajo de una farola rota que soltaban fuertes risotadas. Estaban ebrios. Me asaltó el deseo de llamar a mi padre para que me acompañara a casa, pero me pareció una tontería al encontrarme tan cerca. Entonces, él gritó mi nombre.
—¡Rose!
Los demás echaron a reír como idiotas.
Eran Royce y varios de sus amigos, hijos de otros adinerados.
—¡Aquí está mi Rose!—gritó mi prometido al tiempo que se carcajeaba con los demás, y parecía igual de necio—. Llegas tarde. Estamos helados, nos has tenido esperándote demasiado tiempo.
Nunca antes le había visto borracho. Había bebido de vez en cuando en los brindis de las fiestas. Me había comentado que no le gustaba el champán. No había comprendido que prefería las bebidas mucho más fuertes.
—¿Qué te dije, John?—se pavoneó al tiempo que me aferraba por el brazo y me acercaba a ellos—. ¿No es más adorable que todas tus beldades de Georgia?
El tal John era un hombre moreno de cabellos negros. Me estudió con la mirada como si yo fuera un caballo que fuera a comprar.
—Resulta difícil decirlo—contestó arrastrando las palabras—. Está totalmente tapada.
Se rieron, y Royce con ellos. De pronto, Royce me tomó de los hombros y rasgó la chaqueta, que era un regalo suyo, haciendo saltar los botones de latón. Se desparramaron todos sobre la acera.
—¡Muéstrale tu aspecto, Rose!
Se desternilló otra vez y me quitó el sombrero de la cabeza. Los alfileres estaban sujetos a mi cabello desde las raíces, por lo que grité de dolor, un sonido que pareció del agrado de todos.
El sonido de los sollozos resonó en la habitación, siendo lo único que se escuchara por un momento. El dolor de sentir la tristeza profunda por Rosalie se instaló en el corazón de Leire.
Nadie marece vivir algo como eso.
➥Nota de la autora📦📝
O1. Siempre se me hace chiquito el corazón cuando leo la historia de Rosalie 🥺 pobre bebita 💔
O2. ¿Ustedes se convertirían o no?🤪
O3. ¡Recuerden votar mucho! Nos acercamos a la cuarta parte del libro de twilight! 🥰
JASPERHALE, 2024
© my eyes look at you fanfic
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