1O. Decisiones ... e hipótesis
(CAPÍTULO 10:
Decisiones... e hipótesis.)
—¿Dónde estabas?
La voz penetrante de parte de Leandro hizo que varias enfermeras guiarán su vista a la habitación con curiosidad; su voz era completamente seria y caminaba de un lado de la habitación al otro. Pasó una de sus manos por su rostro, en donde una expresión angustiada se hacía notar.
—Yo...—La mujer rubia observaba todo sorprendida. Sus palabras se encontraba entrecortada en ese momento, por lo que las lágrimas bajando por su cara era lo único que dejaba ver a su angustia— Yo...
—¿Tú?—El hombre se detuvo y miró molesto a su esposa—. ¿Tú, qué?—Gritó, haciéndola saltar del susto. Sus ojos irradiaban la ira que en ese momento sentía, Leandro se encontraba desesperado al ver nuevamente a su hija postrada en una cama de hospital—. ¿De nuevo estas acostándote con tu jefe?—Al ver que su esposa no hablaría murmuró aquello. La sonrisa burlona apareció en su rostro—. ¿O quién es esta vez?
Aquellas palabras hicieron que la madre de Leire tragara y con fuerza levantara una mano para abofetear a su marido. Leandro en ningún momento tocó la zona afectada para suavizar el golpe. En cambio, la mujer rozó su mano ardiente.
—¿Hablarás?—El de ojos marrones la miró, pasando una de sus manos por su cabello arreglándolo, ignorando el dolor en su mejilla—. No creas que no sé lo que haces... venimos a Forks a cambiar, pero al parecer tú sigues en lo mismo.
—¡Cállate!—el grito fue algo que hizo que Leandro observará a su esposa. Nuevamente le abofeteó, haciendo que el mayor negara y pusiera una mano en su rostro—. Solo... cállate.
—¿Qué?—Soltó una carcajada divertido, tocando su rostro con un gesto burlesco—. No es una mentira que por ti—El énfasis hizo que la rubia soltara más lágrimas—, por tú culpa mi hija haya perdido la vista. Por querer irte con él.—sus palabras hizo que las gotas volvieran a bajar por su rostro—. Solo tenías una obligación —Levantó un dedo señalándola—. UNA OBLIGACIÓN, y no pudiste hacerla...—la indignación en su voz era notable—. Tenías que simplemente recogerla del instituto—la voz cansada del hombre se convirtió en un susurró bajo. Miró a su hija, viendo cómo dormía por los calmantes que le administraban.
—Mírala... nuevamente en un accidente—Se acercó acariciando su rostro suavemente—. Es solo una niña.
—Perdón, perdón. No lo haré de nuevo, por favor—la mujer suplicó con la voz entrecortada y acercándose a su esposo—. Lo lamento.
—Quiero el divorcio —aquellas palabras hicieron que le mirará sorprendida. Abrió y cerró la boca varias veces, quedando en silencio por el shock. Quiso hablar, pero en el momento que lo haría observó como tomaba su saco y salía de la habitación. La caminata algo lenta del hombre se cortó a un lado de una expendedora, las lágrimas bajando dolorosamente, y rápidamente las secó, sintiendo un poco de molestia en su rostro.
—Los gritos en un hospital no son algo nuevo—la voz femenina de alguien hizo que mirara hacia su izquierda—. ¿Quieres un pañuelo? Dicen que en estos lugares mucha gente llora y, yo...—La mirada de la mujer se unió a la marrón, sintiendo algo fuerte. El blanco uniforme de enfermería contrastaba perfectamente con el cabello negro oscuro.
—Claro, muchas gracias—El hombre sonrió, compartiendo el momento. La sonrisa de la enfermera fue dirigida hacia él.
—¿Quieres un poco de crema para...?—La mujer señaló los moretones en su rostro, sintiéndose mal por él.
—No te preocupes, estoy bien —Ambos se recargaron en la pared, sintiéndose algo cercanos.
—¿Tienes a tu hija aquí? —La enfermera se aproximó suavemente sacando varios dólares e ingresando dichos para la máquina expendedora. Con los números de ciertas bebidas obtuvo ambos—. ¿Gustas una?—La lata fue pasada y él asintió agradeciéndole.
—Sí, mi hija se encuentra aquí—murmuró observando la mirada curiosa de la enfermera—. Un accidente —se excusó. Con duda abrió la lata y dio un sorbo largo—. Al escuchar en la llamada lo que le había pasado tuve que dejar todo y venir con ella.
—Debió de ser duro—La mujer se recargó suavemente mirando al hombre.
—Mucho...—Dirigió su mirada hacia la habitación donde se encontraba Leire recostada y murmuró—. Lo bueno es que se encuentra bien.
—¿Leire Clark?—Aquello hizo que el hombre mirará confundido a la mujer—. El doctor Cullen informó que debíamos tratarla lo mejor posible porque le tenía gran estima.
—Vaya, le agradeceré cuando lo vea—susurró arreglándose el saco—. ¿Tú eres...?
—Ah—La mujer pasó el dorso de su mano en el vestido, quitando el sudor frío de la lata—. Soy Katya Mendoza.
—Mucho gusto, Katya —El hombre aceptó la mano de la joven, sonriéndole suavemente—. Leandro Clark—Levantó el recipiente suavemente—. Gracias por esto. Nos vemos después.
Con una sonrisa de parte de ambos, cada uno tomó su camino.
—¿Papá?—La ojiazul abría lentamente los ojos, notando una fuerte luz entrar por la ventana.
—Leire...—el susurró de parte de Jasper hizo que la castaña sonriera cansada.
—¿Sargento?—El apodo hizo que el empático sonriera suavemente. Se acercó a la chica viendo como parpadeaba varias veces. Observar nuevamente sus ojos azules abiertos hizo sentir algo en el mayor—. ¿Estas bien?—las palabras de la invidente le hicieron sonreír, acercándose lentamente a ella.
—Sí, supongo que como siempre, ¿tú?—El momento se convirtió en íntimo repentinamente—. ¿Estás bien, Leire?
—He tenido días mejores—Se encogió de hombros sonriéndole suavemente. Leire lentamente fue movimiento su mano por las sábanas sintiendo varias agujas en su brazo, sabiendo que eran de los medicamentos que le ayudaban con el dolor que seguramente sentiría.
—Gracias, Jasper—El nombrado se permitió acercar suavemente su mano a la de su compañera, uniendo tímidamente ambas, un agarre suave que hizo que los dos sintieran una corriente eléctrica—. Me salvaste esta vez.
—Estamos a mano—La sonrisa se hizo en sus rostros. Las palabras del mayor hacían referencia a la ayuda que Leire le había dado cuando se habían conocido—. ¿Deseas preguntarme algo...?
—Solo si me contestaras con la verdad...—La castaña sonrió dejando ver una mueca de dolor—. El accidente al parecer fue algo grave, ¿Me explicarás que sucedió?
—Yo...
—Puedes decírmelo hipotéticamente—Aquello le tranquilizó, haciéndole suspirar.
—Si es hipotéticamente... yo... cuando vi la furgoneta a punto de aplastarte decidí ayudarte, así que evité que te golpeara directamente. Pero no pude evitar que sufrirás un poco de golpes por su automóvil... no es algo grave, podrás mejorar pronto... tuvimos que recostarte al ver que había podido ser más preocupante de lo que es.
—¿Tuvimos?—las palabras del empático le confundieron, no pasando desapercibidas de ciertas oraciones.
—Emmett ayudó a que te sacará del estrecho lugar. Rosalie y Solar se encuentran preocupadas por ti—la invidente susurró agradeciéndole. Sonrió al escuchar lo último.
—Tranquilo, todavía tengo un trabajo que hacer con Rosalie—Se sonrieron mutuamente—. Entonces, si no fuera hipotéticamente... hubiera muerto si no me hubieras ayudado.
—Eso... eso es cierto—el texano murmuró sintiendo un malestar al reconocer aquello—. Pero si tuviera que volver a hacerlo, lo haría, Leire. No dejaré que nadie te haga daño.
—Yo... —La puerta siendo abierta de repente hizo que la castaña separará su mano de su compañero, sabiendo que la persona era su padre.
—Hija, hija—El hombre se apresuró a abrazar a Leire, ocasionando que se quejara suavemente al sentir un dolor en el abdomen—. Perdón, perdón, bebé.
—Papá... perdón por preocuparte—La castaña sonrió tristemente, haciendo que él negará repetidamente.
—No, bebé. No tienes que disculparte. Tranquila, ya estoy aquí—Volvió a abrazar a su hija acariciando suavemente su cabello—. El oficial Swan me ayudó a retirarle la licencia a ese tal Mike—las quejas de Leandro hicieron reír a Leire, la cual hacía que el empático tuviera una sensación agradable de verla sonreír como ella solo sabía.
Su sonrisa que, aunque no fuera completamente perfecta, era bonita. Sus labios eran de un color suave rosado que los hacía ver perfectos, los hoyuelos que acompañaban su rostro hacían verla más hermosa a los ojos del vampiro, quien admiraba las cicatrices de guerra que ella portaba en su rostro.
—Señor Clark—la voz y pasos de alguien ingresando hicieron que Leire mirara hacia la persona, reconociendo rápidamente el aura del padre de Jasper—. Nuevamente en el hospital, señorita Clark—La suave risa de la chica hizo que los tres hombres del lugar sonrieran—. ¿Te sientes mareada?—La chica negó—. ¿Ascos? ¿Dolor? ¿Olvidos?
Cada uno de los síntomas fueron negados a lo que el patriarca sonrió agradecido.
—El golpe en la cabeza puede hacerte sentir mareada o con jaquecas, tranquila si eso sucede. Con respecto los golpes... ¿Puedo?—Con cuidado palpo por encima de la bata del hospital por el área del estómago, dando pequeños golpecitos y viendo una reacción de poco dolor en la castaña—. Te encontrarás bien, tu cuerpo acepta perfectamente los medicamentos y no tendrás que estar en reposo mucho tiempo. Simplemente deberás evitar movimientos bruscos que puedan provocar más dolor—El hombre cubrió a la chica alejándose—. Tuviste suerte.
—No fue suerte, fue gracias a Jasper—El chico asintió y recibió el agradecimiento de parte del padre de la ojiazul.
—Solar y Emmett ayudaron también.
—Muchas gracias, realmente te agradezco haber ayudado a mi bebé—Leandro estrechó la mano del texano ignorando lo frío que era y reconociendo su valentía varias veces.
—Muy bien, hijo—El doctor sonrió, indicándole que estuvo muy bien en lo que había hecho, haciendo sentir con sus emociones lo orgulloso que estaba.
Pasados los minutos, Jasper se retiró dejando una suave caricia en el rostro de la castaña, quien se despidió agradeciéndole nuevamente, dejando que padre e hija hablaran. Las horas pasaron en las que de vez en cuando Leire leía y en lo que Leandro salía a buscar algo de cenar.
—¡Ly!—la voz de Tyler hizo que sonriera al aparecer en la entrada del cuarto, rápidamente fue abrazada por el chico—. Dios, pensé que el imbécil de Mike te había hecho algo grave... ya estaba a punto de asesinarlo si no fuera por los hermanos de tu novio.
Las risas entre ambos hicieron que se sintieran cómodos, sabiendo que aunque el accidente daño un poco a Leire, se habían dado cuenta que realmente se preocupaban entre ellos bastante. Los amigos habían pasado el resto de la tarde hablando sobre las cosas que sucedieron después de su accidente.
—Todo lo que sucede ahorita esta mal...—el moreno murmuró divertido y cansado de las situaciones de ese día.
—Ir detrás de Bella sabiendo que tiene a Solar... que mal gesto de su parte—Leire negó al escuchar lo que Edward había empezado a hacer cerca de su nueva amiga.
Ambos hablaron hasta que el horario de visitas acabó, ocasionando que el chico retirarse, despidiéndose del padre de la chica y prometiendo ir a visitarla. Con aquello, la de ojos azules había decidido descansar, cayendo dormida rápidamente en un profundo sueño donde un empático era protagonista. Sin embargo, el frío entrando en la habitación hizo que despertara lentamente.
—¿Jasper?—el murmuró de parte de la castaña fue bajo. Se removió con suavidad en la cama del hospital.
—¿Qué pasa, bebé?—Leandro rápidamente al escuchar la voz de su hija dejó a un lado su móvil, con el cual se encontraba hablando con su abogado para arreglar los papeles de divorcio, y se había acercado a la ojiazul.
—Papá... tengo frío—su susurro hizo que recordará cuando dormían abrazados para olvidar el frío de las noches en donde la madre de Leire nunca llegaba hasta el día siguiente, siendo las primeras infidelidades de parte de la mujer—. Duerme conmigo.
La chica se movió dejando un espacio haciendo que el mayor sonriera y se acercará. Subiendo a la cama la abrazó, evitando tocar sus golpes. La mirada del pelinegro fue hacia los ojos de su hija, notando que su mirada era parecida a la de su esposa, sintiéndose mal por saber que su hija había perdido la vista.
—¿Tuviste un sueño con alguien?
—Algo así...—murmuró sonriendo, causando que le mirará con el mismo gesto enternecido, sabiendo quien era el causante de sus sueños.
—Entonces, duerme de nuevo, cariño—La recostó suavemente cubriendo a ambos con las frazadas, sintiendo un poco más de calor—. Duerme, bebé—Dejó varias caricias en su rostro notando como la mirada de la chica se entrecerraba hasta caer dormida—. Descansa, princesa, que esta noche velaré por tus sueños.
La frase que siempre decía al dormirse le hizo recordar los momentos de ambos.
➥Nota de la autora📦📝
O1. Es perfecto Leandro❤️ ¿Alguien es más team Leandro?🥰
O2. Voten mucho, llenen la estrellita ⭐️
JASPERHALE, 2024
© my eyes look at you fanfic
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top