Melodía muda


El molesto ruido del despertador obligó al moreno a levantarse de su cama. Con un sonoro bostezo miró el reloj, eran las siete de la mañana. Abrió las cortinas, pero ni rastro del sol. Las calles seguían siendo iluminadas por las farolas de luz anaranjada. Preparó su ropa y se dirigió al baño para ducharse, saliendo a los pocos minutos con el pelo mojado. Siete y cuarto, tenía que despertar a su compañera de piso.

Caminó hacia la puerta decorada con varios carteles de "peligro, no entrar" y dio dos golpes con los nudillos, esperando respuesta —Meimei, hora de levantarse~— abrió la puerta y se acercó a la cama, sentándose al borde. Pero en vez de encontrar a la chica tumbada en ella, se encontró con un gigante peluche de Piyo-chan — ¿Meimei?—.

Salió de la habitación, seguramente fue otra broma de la chica. Buscó en la cocina, en el baño, en las habitaciones de invitados... nada. Había desaparecido. — ¡Meimei!— no se detuvo, corrió desordenando todo, hasta que finalmente se dirigió a la puerta. No tenía puesto el cierre, por lo que Mei debía de haber encontrado la llave y haber salido sin que él lo supiera.

El sonido de una llamada entrante lo hizo quedarse quieto un momento —Ranran, ahora mismo estoy ocupado— desde el otro lado de la línea se lo notaba nervioso. Solía contestar de manera alegre, pero esta vez se notaba muy fingido — ¡REIJI, COMO NO VENGAS AHORA MISMO ACABARÁS CON UNA MARACA POR CEREBRO!— no parecía ser el único con una mala mañana —Ranran, de verdad que no puedo— insistió —Si es porque buscas a una idiota de pelo negro, está aquí

Los ojos del moreno se iluminaron, y por un momento quiso besar a Ranmaru — ¡Gracias! ¡Ahora mismo voy!— solo cogió la chaqueta y las llaves antes de salir a toda prisa. Bajó al garaje del edificio y buscó su coche. Una vez encontrado, se sentó en el asiento del conductor y se abrochó el cinturón. Salió del lugar rozando el límite de velocidad y llegó al Curso Maestro a los pocos minutos.

Abrió la puerta de golpe, sin importarle si alguien había estado a punto de ser golpeado por eso y corrió a por la chica que colgaba por culpa de Ranmaru. La había agarrado del cuello de su camiseta y ahora no tocaba el suelo con los pies. Intentaba liberarse inútilmente, pateando e intentando gritarle al albino.

— ¡Ranran! ¡Mal! ¡Suelta a Meimei!— gritó como si regañara a un perro. Ranmaru obedeció a regañadientes, y la chica corrió hacia Reiji, comenzando a hacer varios gestos con las manos —A-ah, ya lo sé Meimei... ¡Hey! ¡Eres tú quien se ha escapado de casa, no me eches la culpa a mí!— los gestos rudos de la chica y las palabras de Reiji daban a entender que estaban discutiendo — ¡Meimei! ¿¡Que te he dicho de las malas palabras?!—

El resto de idols fueron a la sala de estar, queriendo saber que eran esos gritos por parte de Reiji. Se sorprendieron al encontrarse con esa extraña y entretenida escena —Reiji-chan-san, ¿Quién es?— preguntó Otoya, intentando acabar con esa discusión. El moreno se giró a mirarlo y soltó un suspiro —Es Mei, digamos que es algo parecido a mi hermana— la presentó y los otros esperaban ansiosos que ella acabara de dar información propia, pero no dijo ni una sola palabra.

Hizo un par de gestos mirando a Reiji, y él enseguida le trajo un pequeño cuaderno y un bolígrafo. Mei comenzó a escribir y una vez acabado pasó el cuaderno al pelirrojo —"Me llamo Otonami Mei, Saotome me ha contratado como vuestra... ¿estilista?"— leyó en voz alta para que todos escucharan el mensaje de la chica. Ella asintió con la cabeza y las luces se apagaron.

— ¡Asopotamare!— Un rubio bastante bajo se asustó por el cambio repentino de iluminación, gritando la primera estupidez en la que pensó. Una señora risa hizo eco en la sala, y todos miraron arriba, dónde un hombre era enfocado por luces de colores — ¡Misss Otonamiiii, no esperrrraba que llegara tan prrrrrontoooo!— Mei le hizo señas a Reiji, él sería su traductor —Meimei, no puedo decirle eso... si lo dices así es peor... —comenzó a regañarla de la forma más cariñosa posible, pero para que los demás no entendieran su conversación, Reiji le contestó también en lenguaje de signos.

Admiraron la entretenida conversación, solo uno de ellos entendía que pasaba. Ai miró a Saotome, con mala cara ya que al parecer la discusión era sobre el daño que le había hecho a cierta persona. Él simplemente volvió a reír, intuyendo sobre que discutían. Reiji soltó un suspiro y dirigió la mirada a Saotome, había vuelto a perder una discusión.

—A ver... "Saotome, por ahora olvidaré lo que pasó con Aine y trabajaré para ti. Aunque solo si Reiji y yo nos mudamos al curso maestro." Eso es lo que ha dicho— acabó de traducir, mirando a la chica otra vez para asegurarse de no haber cometido errores. Ella asintió, dando a entender que lo había dicho todo bien. —JAJAJAJA... ¡SSSSO! ¡STARRRRRISH AND QUARTET NIIIGHT, PRRRRESENTENSE Y AYYYYYUDENLOSSSSS CCCCCON LLLLLA MUDANZAAAAA— desapareció, las luces volvieron a encenderse y para sorpresa de Mei todos actuaron con normalidad. Seguramente solo ella y Syo se asustaron por la entrada del presidente.

—Venga, ¡tenemos que presentarnos todos! Comencemos por Quartet Night, Ranran— Reiji animó a seguir las ordenes de Saotome y miró a Ranmaru, quien intercambiaba miradas furiosas con Mei —Kurosaki Ranmaru, 22 años— se representó a regañadientes. Después miró a Camus, esperando a que se presentara —Mi nombre es Camus, 20 años. Espero que nos llevemos bien— obviamente usó su personaje para presentarse. No creía que fuera a verla a menudo. No parecía el tipo de persona que saliera de su cuarto por voluntad propia, por lo que usaría su personaje con ella.

Reiji buscó a Ai con la mirada —Juraría que estaba aquí antes... Aún queda Aiai, pero no sé dónde...— fue interrumpido por el menor del grupo —Estoy aquí— entró en la sala, y por poco no le da un paro cardíaco a Mei. Abrió los ojos, mirando impresionada al chico. Era igual a Aine la última vez que lo vio, si no fuera por ese rostro serio y su pelo ligeramente más largo. —Mikaze Ai, 15 años— la voz era la misma pero no era él.

— ¿Porqué...?— Mei intentó preguntar, pero su voz no sonaba, solo podía soltar aire e intentar ser entendida — ¿Por qué eres como él?— se quitó la máscara que cubría su boca para ser mejor escuchada, pero comenzó a toser repentinamente, su garganta no aguantaba ni siquiera ese pequeño esfuerzo. —Porque soy su sustituto. Solo soy la copia de Aine— esa fue su respuesta. Acto seguido, dejó la sala.

—Meimei, ten— Reiji le ofreció un vaso de agua a la chica, pero ella negó con la cabeza, volviendo a tapar su rostro con la máscara de tela. —Otonami-san, usted...— comenzó a hablar Tokiya. —Sí, es muda— Reiji respondió en su lugar —Pero no puedo deciros la razón, no sin el consentimiento de Meimei—

Tomó de la mano a la chica —Kohai-chan, acompañemos a Meimei a su habitación— intentó sonar alegre, aunque obviamente estaba preocupado. — ¡S-sí!— Nanami se levantó del sofá dónde estaba sentada y corrió a las escaleras para acompañarlos —Por aquí, Otonami-san—

El resto de artistas miraron como los tres desaparecían. Habían escuchado sobre Kisaragi Aine, ¿Quién no? Un idol de la empresa Saotome que desapareció, y según algunos medios fue encontrado después de un intento de suicidio. No se sabía nada más, habían pasado varios años desde ese incidente y poco a poco la gente fue olvidándolo.

Pero eso no era todo. Otonami. Había otro Otonami conocido, pero no con ese nombre, sino por El Rey de las Composiciones. Y según habían entendido, vivía con Reiji y era algo así como su hermana. Era más que obvio, Reiji y Mei escondían algo. No, Mei escondía varios secretos, Reiji se encargaba de esconderla a ella. Tal vez era la razón por la que no se había mudado aún con sus kohais, tenía que estar con ella.

Lo difícil era saber el por qué tenía que estarlo. Era muda, sí, pero no necesitaba alguien que tradujera todo lo que dice. Esa palidez daba a entender que apenas salía de su casa, no necesitaba comunicarse con nadie. Tenía que haber una razón. Una razón por la que Reiji no les había hablado de Mei. Una razón del porqué reaccionó así al ver a Ai. Y una razón por la cual ahora era muda.

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Los idols sin ningún trabajo a esa hora ayudaron a Mei y a Reiji con su mudanza, ayudándolos a meter sus pertenencias en varias cajas y llevándolas al camión de mudanzas. Por parte de Reiji no había mucho que guardar, la mayor parte de las cosas era ropa. En cambio, Mei tenía estanterías llenas de CDs, DVDs y cuadernos. Además de una gran colección de objetos de Piyo-chan, para la sorpresa de Nanami.

—Otonami-san, ¿Necesita ayuda con eso?— preguntó amablemente Nanami al ver como Mei cargaba una caja de cartón con aspecto de ser pesada. Mei negó con la cabeza, caminando hacia la puerta. Chocó con Ranmaru, quien había sido mandado al cuarto de Mei para ayudar a las chicas. Estuvo a punto de hacerla caer, pero con una mano la atrajo hacía él y con la otra sostuvo la caja —Ten más cuidado, idiota. — Mei frunció el seño y lo apartó de un empujón, llevando la caja con el resto.

Nanami miró algo divertida la escena, Ranmaru y Mei parecían estar en la misma resonancia. Entonces se le ocurrió escribir una canción, y sin querer comenzó a tocar una melodía en el teclado que se encontraba en esa habitación. Reiji le había explicado que lo había comprado para Mei, pero nunca había aprendido a tocarlo. Al parecer Mei tocaba la batería (instrumento que ya se encontraba desmontado en las cajas del camión).

Una vez acabada la canción, notó una mirada sobre ella. Se giró y visualizó a Ranmaru, por lo que se levantó y le entregó las partituras. —Perdón por no ayudar, pero no he podido resistirme a escribir esta canción para Kurosaki-san— se inclinó aún con las hojas en las manos, y se levantó cuando notó que Ranmaru las había tomado. Observó atenta como las hojeaba, tarareando algunas notas. —Es buena... pero es un estilo algo diferente al mío— explicó. Estaba acostumbrado a que las canciones que le escribía Nanami fueran un reflejo de su personalidad, sin embargo esa era diferente a todas las anteriores. Seguía teniendo esa esencia propia de él, pero había algo que no encajaba.

—La hice pensando en usted y en Otonami-san— reconoció la compositora. Ranmaru la miró con sorpresa, cambiando enseguida a una expresión brusca — ¿Ha? ¿En mí y esa idiota? Ni siquiera puede cantar, no hace falta que escribas canciones para ella. — Ninguno de los dos se dio cuenta de que Mei los escuchaba desde fuera de la habitación. Y le dolía escuchar esas palabras. No necesitaba que nadie le recordara que no volvería a cantar, ya lo sabía. Lo recordaba cada vez que se levantaba y miraba los CDs en su estantería. Algunos eran grabaciones que había hecho ella misma, con ayuda de su hermano.

Le recordaban lo que no volvería a ser. La chica con voz angelical, que con siete años ya tenía ofertas de trabajo gracias a su hermosa voz. Reiji se lo repetía siempre, que su voz era hermosa, hasta que dejó de tenerla. Hasta que perdió su voz. Pero no iba a romperse allí, no iba a llorar desahogadamente como una niña. Ya tenía veinte años, había perdido todo derecho a llorar desconsoladamente.

Entró en su habitación con la cabeza alta, y echó a Ranmaru del lugar, quedando sola con Nanami. La chica miró sorprendida como Mei empujaba a Ranmaru hasta la puerta y la cerraba de golpe. —Otonami-san, perdón, yo...— comenzó a disculparse otra vez, pero Mei negó con la cabeza. No le echaría la culpa a Nanami de no poder cantar, ella no había hecho nada. En una hoja apuntó "Vámonos" y se dirigió a la salida del apartamento para volver al Curso Maestro, su nuevo hogar.

Debido a que Nanami era la única chica allí, Mei podía usar una habitación propia. Reiji pareció algo preocupado por ello, pero un par de gestos de Mei lo tranquilizaron. La mudanza de ambos había sido bastante rápida, solo tuvieron que ordenar sus cosas una vez llegados allí. No pasó mucho tiempo hasta que alguien tocó a la puerta de su nueva habitación. Cuando fue a abrir se encontró tirada en el suelo, siendo abrazada por algo o alguien enorme. — ¡Piyo-chan!— gritó al verla. Ah, cierto, para estar más cómoda se puso su pijama de Piyo-chan, seguramente Natsuki la había confundido.

— ¡Nat-chan, la vas a asfixiar!— un pelirrojo se asomó detrás suyo, intentando apartar a Natsuki de Mei — ¡Perdón, Otonami! Natsuki tiene debilidad por las cosas tiernas— explicó mientras la ayudaba a levantarse. Cuando se dio cuenta de lo que dijo comenzó a negar con las manos, sonrojado —Quiero decir, no es que seas tierna. Digo, sí, eres muy tierna, pero no en ese sentido. Digo, argh!— intentó explicarse, acabando por despeinarse sin saber cómo.

Mei solo pudo reír por eso, llevó una mano a su boca. Seguía tapada por su máscara de tela, pero aún así se notaba que reía. No emitía ningún sonido, como era de esperar, pero Otoya rió con ella para no hacerla sentir incómoda —Ikki, no te quedes a Lady solo para ti— Ren hizo acto de presencia. Tomó la mano de Mei y besó el torso, dedicándole una sonrisa después de ese gesto —Lady, mi nombre es Jinguji Ren, tengo 20 años. Hemos venido todos ya que no hemos tenido oportunidad de presentarnos antes. — señaló al resto de chicos detrás suyo. Mei solo pudo pensar "hormonados" al verlos a todos allí.

—Hijirikawa Masato. 18 años— el siguiente fue un chico de pelo azul, quien solo dijo su nombre y edad. —Soy Shinomiya Natsuki, tengo 19 años. Me gustan las cosas tiernas y adoro a Piyo-chan. Es un placer. — el rubio más alto parecía amigable, por si el abrazo de antes no lo había dejando lo bastante claro. — ¡Kurusu Syo! ¡Tengo 17 años, y soy la representación de la palabra "masculinidad"!— La energía del más bajo de todos era más que obvia, pero por alguna extraña razón a Mei le pareció alguien frágil y débil. —Mi nombre es Aijima Cecil, tengo 16 años y soy el príncipe de Agnápolis— un chico obviamente extranjero se presentó

Solo faltaban dos personas, el pelirrojo y el chico de pelo negro. Al de pelo negro ya lo conocía, lo había visto en casa de su hermano cuando trabajaba bajo el nombre de Hayato, pero él no la había visto antes. — ¡Ittoki Otoya! ¡Tengo 17 años, encantado!— el pelirrojo se presentó, ahora solo quedaba Hayato —Ichinose Tokiya, 18 años. Encantado—

Mei entró en la habitación, cogiendo un cuaderno y escribiendo algo mientras se dirigía a la puerta "No me he presentado bien antes. Me llamo Otonami Mei, tengo 20 años. Encantada de conoceros.". Una vez más, Otoya fue el encargado de leer el mensaje para todos. Le devolvió el cuaderno y ella lo guardó en su bolsillo —Otonami-san, habíamos pensado en que podrías acompañarnos a nuestros trabajos y así podrías conocernos mejor—

Mei pensó durante unos segundos que responder a la oferta de Tokiya, pero terminó negando con la cabeza. Estuvo a punto de escribir algo, pero Tokiya volvió a hablar —Kotobuki-san nos lo ha pedido. Por favor. —insistió. Era más que obvio lo que tenía en mente Reiji: hacer que Mei socializara. Pero una vez más negó con la cabeza, cerrando la puerta y dejándolos fuera.

Se sentó en la cama y comenzó a dibujar en un cuaderno, era lo único que podía hacer ahora. Debía de montar su batería para tocarla, pero ahora estaba demasiado cansada para eso. Simplemente dibujó, sin darse cuenta, a los chicos que acababa de conocer. Entonces decidió investigar sobre ellos. Deberían trabajar juntos, lo quisiera o no, debería conocerlos para saber que estilos deberían llevar.

Abrió su portátil y comenzó a buscar lo normal: entrevistas, conciertos... Nada fuera de lo normal. Encontró un video que estaba siendo transmitido en directo y decidió verlo. Era un típico show de variedades, con ST☆RISH como invitado especial. Era la típica entrevista sobre cómo les iba con el grupo, al final cantaron una canción que sorprendió a Mei. Había oído que Haruka era una buena compositora, pero esa canción tenía algo que especial.

Era una canción pegadiza, pero no solo eso. Su letra trataba sobre amor, pero no era la típica serenata amorosa. Hablaba de un amor dulce y romántico de una manera que no había escuchado antes. Tenía ritmo, era muy animada.

Are you ready?

Late late mi corazón al 1000% de amor. ¡Hey!

10, Are you ready?

9, Are you ready?

8, Are you ready?

7, 6,

5, Are you ready?

4, Are you ready?

3, Are you ready?

2, 1...

¡Cantemos!

Nuestros sueños expresar (Let's shout!)

Dirigidos al cielo (Let's go!)

Contaremos una historia que pronto ha de estallar

Un mapa al futuro, creado por nosotros dos

Esta revolución (We are!)

Todos vamos (STRISH)

A cambiar la estrella

Check it out!

Cerró los ojos, sus voces resonaban de una manera inexplicable. Se sumergió en la canción, realmente era una sensación que creía desconocida. Fue como si pudiera ver a ST☆RISH cantando delante suyo, en un escenario lleno de diferentes luces y colores.

Arde, arde dentro de mi pecho.

La voz de Otoya hizo que viera estrellas rojas, brillando intensamente en el cielo de la canción.

Oh, baby. Inundando este amor tan violento.

Al escuchar la de Tokiya vio como comenzaban a revolotear a su alrededor mariposas violetas.

¿A quién escogerás, princesa?

Giran, giran pensamientos al 1000% de amor

Ambos se acercaron a Mei, cada uno tomó una mano e hicieron que diera una vuelta. Los siguientes que se encontró delante fueron Masato y Ren.

Será que...

La voz de Ren estaba llena de pasión, rosas naranjas comenzaron a florecer a su lado.

...tu amor...

En cambio, la de masato era más dulce y tranquila. Fue como escuchar el agua de una cascada a su lado.

...ha llenado mi...

...corazón...

...y latirá...

¡Muy fuerte!

Resonando juntos le hacían ver el paisaje de un campo de flores, con un río corriendo cerca. Ambos extendían su mano, Mei las tomó con ambas y la empujaron hasta quedar enfrente de Syo y Natsuki.

Seguramente tu y yo...

Escuchar a Natsuki era como tocar hilos dorados, finos hilos creados por su voz se deslizaban por los dedos de Mei.

...¡Llegaremos al cielo!

La voz de Syo era representada por burbujas rosas, que al intentar acariciarlas explotaban.

¡Bésame!

¡Ámame!

¡Y llenemos este mundo con nuestro amor!

Los dos rubios se acercaron a Mei. Se inclinaron, llevando una mano al pecho y la levantaron al cielo. Mei levantó la mirada y vio un arcoíris bañar el cielo.

¡Bailemos!

¡Por nuestros sueños luchar! (Let's shout!)

¡Los podremos alcanzar! (Let's go!)

Excedamos nuestros límites

¿Estás listo ya? (Ok!)

Nuestras vidas son (Yes yes!)

Especiales yo lo se

Como un libro no es (We are!)

Nuestro amor (STRISH)

¡La estrella cambiará!

Check it out!

¡Tú y yo en esta noche al 1000% de amor!

Un arcoíris, con colores representado cada voz. Era una combinación preciosa. El verde iluminó hacia abajo, y al mirar el punto iluminado se encontró con Cecil

Ahora mismo solo quiero tenerte en mis brazos

Cecil le hizo ver una lluvia de tréboles de cuatro hojas, girando hasta caer al suelo y deshacerse.

Porque yo, realmente, solo quiero protegerte

¡Cantemos!

Nuestros sueños expresar (Let's shout!)

Dirigidos al cielo (Let's go!)

Contaremos una historia que pronto ha de estallar

Un mapa al futuro, creado por nosotros dos

Esta revolución (We are!)

Todos vamos (STRISH)

A cambiar la estrella

Check it out!

¡Tú y yo en esta noche al 1000% de amor!

Miró la pantalla del ordenador con sorpresa. Había dado por sentado que no volvería a sentir eso al escuchar una canción. Sintió el impulso de cantar, pero no pudo. Así que montó su batería y se sentó en el tamborete. Reprodujo una canción en el ordenador, una grabación vieja, la hizo cuando aún podía cantar. Usaría eso, cantaría de esa manera, golpeando la batería y escuchando a su antigua yo.

https://youtu.be/W6tWHpiVV5Q

Ranmaru pasaba delante de su puerta, había ido a hablarle a Nanami sobre la canción. Pero encontró un extraño brillo salir de la puerta. Decidió abrirla para ver la razón y se encontró con la chica tocando su instrumento. Miró sorprendido como hacía playback para hacer como que cantaba. Estaba rodeada por chispas rosas y verdes. Unas correspondían a su voz grabada, otras a la batería. Mei se detuvo de repente al darse cuenta de que era observada y cerró la pantalla del portátil, deteniendo así la música.

—No lo haces mal. — Tuvo que aceptar, con un leve sonrojo inundando sus mejillas. Mei abrió la pantalla del ordenador y abrió una app de bloc de notas, escribiendo allí. Giró el ordenador para enseñárselo a Ranmaru. "Tocabas el bajo, ¿cierto?" Antes de que pudiera preguntar cómo lo sabía, Mei ya estaba escribiendo otra vez "Reiji-nii me lo dijo, que tenía un amigo que tocaba el bajo. Dijo que parece rudo, pero en el fondo es una buena persona." Ranmaru no sabía si sorprenderse más porque hubiera escrito Reiji-nii o porque Reiji dijo que era una buena persona. Decidió burlarse de lo primero — ¿Reiji-nii? ¿Acaso eres una niña de cuatro años?— Molesta, comenzó a teclear a velocidad supersónica "Al menos no soy un pervertido que pasea por los dormitorios de chicas y entra sin permiso en un cuarto de alguien a quien acaba de conocer."

En el blanco.

—Bueno, si te molesto tranquila que ya me voy— Dijo mientras se dirigía a su puerta. Mei lo detuvo golpeando un tambor. Ranmaru se giró y leyó el ordenador "Mañana trae tu bajo, quiero ver si de verdad se te da bien." Sonaba a desafío, y por la sonrisa con la que se fue pareció aceptarlo.

Mei se tiró en la cama y cerró los ojos. En un solo día habían pasado muchas cosas. La habían contratado como modista, se había mudado a un sitio dónde solo conocía a una persona, había conocido a doce personas (diez de las cuales idols), se había encontrado con un chico igual a Aine y finalmente tenía una relación de rivalidad con alguien que según Reiji era igual a ella. Demasiados cambios en tan poco tiempo.

Miró el reloj, era solo mediodía. Aún quedaban horas para que acabara el día. Por ahora solo iría a buscar algo que comer. Normalmente Reiji cocinaba o le dejaba algo hecho en la nevera, a saber que haría ahora.

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