♡ 06 ♡

Sábado por la tarde y Dong Min iba con Bin en el auto que mandó Kibum, dirigiéndose directamente a la mansión. Se sentía ansioso, demasiado ansioso ya que nunca imaginó que los padres de su novio lo invitarían a cenar. Realmente fue sorprendente saber que la madre de este quería comer en la misma mesa con él, aunque a la vez sentía una enorme desconfianza al respecto.

-Tranquilo, mi amor- habló dulcemente Bin, tomando sus manos -Todo saldrá bien.

-Me siento muy nervioso, ¿Y si no le gusto a tu papá? ¿Y si tu madre me corre después y se arrepiente? ¡Ay, no!

-Nada de eso pasará y si llega a suceder, yo te protejo. Tranquilo.

La paz que necesitaba, entró en él como un fuego ardiendo y con toda confianza, puso su cabeza en el hombro de su novio y esperó de esa forma que al fin llegaran a la mansión.

No tardaron tanto, cuando se percató, las enormes puertas de aquel lugar estaban siendo abiertas y dando paso al vehículo hasta la entrada de la casa donde supo que debían bajar.

Cuando Dong Min dio un paso en aquella casa, sintió como si estuviese dentro de una novela. Aquella casa era propia de gente rica con la que jamás había convivido, era un entorno completamente diferente al que estaba acostumbrado, el lujo resaltaba desde las pequeñas piedras del suelo hasta la cúspide de aquella mansión, el agua de aquella fuente que tenía en frente lo dejó maravillado. El cristalino vital corría entre aquella hermosa estatua, un escenario grabado en porcelana de la más fina calidad.

Bin lo invitó a entrar, informándole a la vez que su padre lo esperaba adentro. Y caminó de a su lado, sintiendo miedo, miedo de romper algo, miedo de ensuciar aquel reluciente piso, miedo de ser un intruso en aquel casi palacio.

Debía de aceptarlo con dolor de su alma, su novio tenía lujos y buena vida, dinero y sobre todo poder; todo lo que es necesario en la vida. Mientras que él, solo tenía problemas y deudas, fracasos y tristezas comparando sus bienes.

-Seulgi, ¿Dónde está mi padre?- la voz de Bin lo sacó de sus pensamientos, prestando ahora atención al chico.

-En la piscina, joven Moon.

-Gracias. Vamos, mi amor, papá quería conocerte.

No sabe si era el mismo temor o qué, pero sus pies dudosos lentamente se movieron, no quería siquiera seguir dentro de aquel lugar ni un segundo más, pero miraba la sonrisa genuina de su novio y era lo único que lo motivaba a dar un paso tras otro.

Acercándose a la dichosa piscina, pudo ver a un omega delgado, un tanto bajo de estatura, con un físico bastante bueno y un rostro hermoso aunque duro a la vez. Dicho omega, caminaba a ellos con una sonrisa en el rostro y con tan solo una toalla en su cintura cubriendo su cuerpo.

-¡Hijo!- al escuchar aquello supo de inmediato que se trataba del padre de su novio.

-Papá, él es Dong Min. Minnie, mi papá.

-Es un placer al fin conocer al novio de mi hijo. Kim Kibum- saludó el omega dándole un pequeño apretón de manos al tímido pelinegro.

-El placer es mío, señor ¿Moon? - respondió dudoso y el omega rápidamente lo corrigió.

-Qué me dijeras por mi nombre es más que suficiente, pero solo para aclarar, no suelo usar mi apellido de casado, lo detesto.

-¿Señor Kim, entonces -dijo está vez con una voz casi inaudible. -Mucho gusto.

-Déjate de timidez, muchacho. Vengan, vamos a la cocina, mandé a preparar unos bocadillos. -el omega iba caminando directo a la cocina, pero Bin lo detuvo.

-Papá.

-¿Qué pasa?

-Estás solo en toalla- dijo avergonzado.

-¿Y qué? ¡Oh, cierto! Lo siento, chico, acostumbro a andar así. Mi error. - se disculpó con Dong Min -Vayan a tu habitación mientras yo me visto y así hablamos mejor, ¿Les parece?

-Eres un desvergonzado, papá. - dijo con una risita baja el alfa y se marchó con Dong Min hacia su cuarto.

Cuando Dong Min entró al cuarto del mayor, sus ojos se fueron en todo a su alrededor. En silencio y separándose un poco de su novio revisó cada cosa, sorprendiendose por lo amplio que era la habitación y los detalles pequeños que hacían ver el cuarto impecable.

-¿Qué miras, mi amor?- el alfa lo abrazó por detrás y Dong Min sonrojado solo pudo negar con la cabeza.

-Nada- se dio la vuelta para verlo de frente -Tu habitación es enorme.

-¿Y te gusta?- Dong Min asintió -Como me encantaría tenerte aquí siempre.

-No seas loco- dijo con gracia y no se esperó que luego de aquel cruce de palabras, Bin lo besara, tomándolo de su cintura y pegándolo a él.

El agarre sin duda era algo nuevo, pero no por eso dejaba de ser completamente interesante y llamativo.

Sus pies comenzaron a dar paso hasta la cama donde el omega quedó sentado y seguidamente, su espalda acarició las sábanas. Bin sobre él, dando solo un pequeño espacio, uniendo sus labios en un beso diferente al de estos meses y su era sincero, el besar a Dong Min todos los días le ha hecho todo un experto, siente que cada día que pasa puedo incluso devorar la boca de su novio hasta sentirse bien, justo como en ese momento donde solo la falta de oxígeno pudo hacer que se separaran.

Sus miradas conectadas y su respiración agitada, el omega con su boca entre abierta, casi jadeando por aquel delicioso beso.

-¿Qué crees que haces?- dijo Dong Min -¿Qué planeas hacerme, tontito?

El alfa rio bajito al ver su rostro rojo y sus temblorosos ojos, la vergüenza no abandonaba nunca el cuerpo de su novio.

-Y si digo que te quiero tomar, ¿Qué dirías?- la expresión en el rostro de Dong Min valía oro puro, el castaño se rio a carcajadas. Logró su cometido.

-No me da risa, esto es serio. - se quejó el omega.

-Estoy jugando, mi amor. Sabes que te respeto mucho como para pensar en eso. No te quiero para eso, te amo, es mucho mejor. - el omega se movió hasta dejar su cabeza en su brazo extendido.

-Lo sé, por eso me sorprendió tu pregunta. Es demasiado pronto como para pensar en... eso... - el alfa dio un beso en su mejilla y sonrió.

-Por supuesto que lo es, además, somos jóvenes, eso sería dar... un gran paso en nuestra relación. Así dejemos que el tiempo haga con nosotros lo que quiera.

-Pienso lo mismo, Binnie.

-Pero para mientras, déjame besarte a como quiera.

Dicho esto, tomó el pequeño rostro de Dong Min con su mano y unió sus labios al chico una vez más, acariciandose así hasta que Taeil los llamó y por supuesto, nada más pasó, solo fueron ellos demostrandose ese amor que sentían.

La alegría en aquel sombrío hogar fue de repente apagada, las risas de la joven pareja, Sua y Kibum cesaron en el momento que la imponente alfa fue anunciada. La mujer soberbia miró altiva al chico de cabellos negros, que al verla se levantó rápidamente a saludar.

-Buenas noches, señora Moon.

-Sí, sí, como sea. Vamos, la cena está lista.

Contestó con mala cara y de mala manera, Dong Min se limitó a seguir a todos a la mesa. Dieron un paso a aquel sombrío y enorme comedor, aquellos detalles de oro en las paredes y el candelabro le hacía sentir tan fuera de lugar y mucho más al ver a la alfa con ropa de diseñador.

Olvidó por un momento que la familia de su novio era de la alta sociedad.

La comida fue servida en una vajilla carisima y se extrañó al ver aquella comida puesta en frente de él.

-Espero que no te moleste el caviar ,de beluga, quise tener algo especial para... el novio de mi hijo- Dong Min agradeció, por supuesto que lo hizo, aun cuando no sabía para que eran los cubiertos en su lado, ni mucho menos lo que iba a probar, pero se lo tomó bien.

Sin embargo, Bin notó la pizca de maldad con la que la mujer se refirió a su pareja así que antes de que se tomara a su chiste, decidió ayudarle, guiarle como debía comer.

-Cariño, yo te ayudo, mira... - Bin le explicó a Dong Min con dedicación, tomándose su tiempo ellos dos olvidando que estaba su familia a su alrededor, pero ese pequeño momento la mujer no se lo tomó bien y actuó.

-¿No sabes comer esto?

-No, señora, nunca en mi vida he podido probar algo como esto.- dijo con honestidad.

-Me lo imaginé, es una pena. ¿Qué prefieres? Puedo mandarte a hacer algo especial para ti ¿Un ramen tal vez?- Bin ya se empezaba a enojar.

-Mamá.

-Dime, enserio, debes de estar acostumbrado solo a la comida esa asquerosa de barrio -sonó totalmente a como era, respectiva -¿Una pizza de horno? ¿O prefieres una hamburguesa?

-¡Mamá!- Bin llamó su atención, alzó la voz y por supuesto no le gustó.

-¿Qué, Bin? Estoy tratando de adaptarme a su bajo estilo.

-Con mucho respeto, Señora, pero no solo como comida rápida, también sé cocinar e incluso mejor que toda la comida cara que acostumbra. - se defendió el omega.

-¿Hacer tu comida? ¿En serio tienes para comer diario? Eso si me sorprendió, creí que eras un muerto de hambre.

-¡Yerim, suficiente! - Kibum tampoco soportó su insolencia.

-Ya que este- dijo con una expresión de asco -Vino a ensuciar mi casa con su pobreza, quiero aclarar algo. - se puso de pie y caminó a Dong Min -Tú para mí no eres más que un asqueroso y repulsivo Omega. Nunca, pero jamás vuelvas a pisar un pie en esta casa y ya te lo digo, que si te sigues metiendo con mi hijo, tendrás que conocerme.

-Me importa poco lo que usted diga, Señora. Puede que usted tenga mucho dinero, pero como persona deja mucho que desear.- la mano dura de la mujer fue levantada y por un poco más hubiera caído en el rostro del pelinegro, pero Bin molesto la detuvo y la obligó a alejarse.

-¡Deja a mi novio, maldita sea! ¡Eres una enferma!

-¡Nunca dejaré que este pobre hijo de perra salga contigo! ¡Jamás! ¡No eres más que un maldito mendigo, un pobre diablo sin nada que ofrecer!

Bin tomó la mano de Dong Min y llamando a Sua también, salieron de la casa, escuchando a lo lejos los gritos de sus padres. Esa noche no sería buena para nadie.

Los chicos caminaron en silencio total hasta la casa del omega donde la madre de este los recibió, luego de pedirle el favor nuevamente a la mujer de quedarse y esa noche antes de dormir, Bin y Dong Min al fin pudieron tener esa plática que tanto les atormentaba.

Se sentaron en la cama sumidos en un profundo silencio, sus manos sudadas estaban tomadas y el jugueteo constante de sus dedos era algo que mantenía con vida su acercamiento.

-Minnie...

-Es mejor terminar, ¿No?

-¿Qué?- quedó anonadado -No, no, espera un segundo-...

-¿Qué caso tiene pelear con alguien que con solo tronar los dedos puede quitarme todo? ¿Qué caso tiene tratar de encajar en un mundo en el que no vivo? Bin, tu madre tiene razón, soy un pobre diablo sin nada que ofrecer.

-Minnie, escúchame- aquel rostro cabizbajo le hizo doler el corazón -Que tenga o no más posibilidades que tú no significa que seas menos para mí. Te amo tal y como eres. Mi posición social no importa, tenerte a mi lado, sí, porque eres el amor de mi vida y no sé que haría sin ti, ya te lo he dicho. Así que deja de pensar en lo que mi madre te dijo, nada nos va a separar, nunca, jamás, créeme por favor.

-¿Puedes repetirlo?

-¿Qué, Minnie?

-El... Te amo... - respondió con timidez.

-Te amo, te amo mucho, más que a mí mismo, más que todo lo valioso que hay en el mundo. Eres lo más preciado que tengo en la vida.

El omega con ojos lagrimeantes abrazó a su novio fuertemente y sollozo en su hombro.

-Nunca me dejes, Bin, por favor... Te amo mucho.

-Nunca lo haré, mi amor. Nada hará que me separe de ti, esto es solo una tontería verás que todo saldrá bien.

-¿Lo prometes?

-Te lo juro con mi vida, jamás me iré de tu lado, porque tú eres todo lo que quiero. Eres mi destinado, cariño.

Una promesa cerrada con un beso, un beso con sabor agridulce y sentimientos contrarios, un beso qué les sabía a amor y preocupación, pero entre medio de aquella unión de sus bocas un sentido gobernaba en ellos y ese era, que se reconocía mutuamente como el seleccionado por su destino.

Un año pasó como corriente de río, un año en el que la pareja descubrió cosas nuevas del otro, año en el que sus corazones latieron con desespero y ese amor que se juraron solo crecía con los días. La insistencia de Yerim cesó, no pudo hacer nada para separarlos, la cabeza de los Moon la detuvo de cometer alguna locura contra los menores y han podido vivir su lindo romance adolescente sin molestias mayores.

La confianza y sobre todo las muestras de cariño han ido en desarrollo, un año más de madurez en sus edades también significaron tener pequeños momentos en los que sus manos curiosas tocaban partes nunca exploradas.

Y la curiosidad surgió una noche calurosa, en donde su celo dominó al mayor y se masturbó pensando en su pequeño omega, pensando en su hermosa figura, en sus atributos despampanantes que no pudo evitar notar, aquel rostro tierno que le hacía sentir mariposas en el estómago, todo aquello al punto de colapsar en su mente y ayudando a apaciguar su inevitable calentura.

Y a los días, cuando nuevamente miró a su novio, se sentía tan avergonzado que no pudo dar la cara de frente, le fue tan difícil afrontar su situación y cuando Dong Min le preguntó sobre su sonrojo y timidez, el explicar fue aún más difícil. Afortunadamente, Dong Min se rio no prestandole importancia, ayudando que la situación se suavizara un poco, por supuesto que el omega no iba a decir que él también había tenido más una vez sueños húmedos con su novio que se sintieron casi real.

¿Era deseo mutuo? Por supuesto que lo era, pero el único pensar en sus cabecitas era que eran jóvenes todavía para hacer aquello, incluso para Bin era un poco duro ya que Dong Min solo tenía 16 años y él en sus 19 pronto sería mayor de edad, por lo que esos 3 años le pesaban solo cuando la consciencia le hacía frente.

Pero nada de eso detuvo a la curiosa pareja de tocarse aun cuando sabían era algo nuevo y prohibido para ambos. Aquellos roces comenzaron a ser más frecuente en su noviazgo, aquellos momentos en los que Dong Min se sentaba en sus piernas y se movía sobre él con toda la intención de hacer algo era terrible, ahogador y escalofriante.

Aquellos besos sofocantes que los dejaban tendidos en la cama, acelerados y con ganas de más, más de aquello que en su inocencia y amor han querido.

La sensación tan buscada y anhelada de ser deseado por su otra mitad hasta por lo poros, pero era algo difícil, puesto que la falta de conocimiento en aquello creaba la duda insistente también.

Pero aun cuando aquella incertidumbre estaba en ellos, las situación anhelada se presentó.

Una noche, Sang Hee tuvo que salir de emergencia, su hermana (mamá de Taeyong) había enfermado gravemente y tuvo que ir a visitarla.

-No se acuesten noche y pórtense bien.

Dijo la omega a su hijo y al novio de este ya que esa noche dejó que el alfa durmiera en casa. Dong Min le temía a estar solo, desde niño es así, incluso se había quedado llorando las pocas veces que por emergencia Sang Hee le dejó en casa, es algo que sabe muy bien, no es un pretexto de su hijo para quedarse con el muchacho.

-Tranquila, mamá, dale mis saludos a Tae y a mi tía por favor.

Con un beso dado en la frente de ambos, la mujer partió.

Nada estaba planeado, por supuesto que no, no era las intenciones reales de aquellos jóvenes, pero de un momento a otro las cosas fueron surgiendo hasta que el largo camino que dieron se acortó en el momento que la espalda del omega tocó la cama.

Aquellas miradas perdidas en deseo llamaban con hambre su instinto y uniendo sus bocas nuevamente, se abrieron paso a la experiencia más nueva y satisfactoria de sus vidas.

-¿Estás seguro, Minnie?- preguntó aquel muchacho con su rostro rojo.

-Sí, Binnie, tómame.

Y con sus palabras firmes, unió su boca a su novio una vez más, permitiendo entre besos que el alfa castaño le quitara la ropa lentamente. Su pecho descubierto fue la primera cosa por la que sintió vergüenza y cuando sintió los labios temblorosos e inexpertos besar su piel, el estremecimiento llegó a él. Su pálida piel ardía como llama cuando aquellos belfos dejaban rastros de sus besos, cuando aquella mano se paseaba por su pecho y caía a su abdomen, cuando con temor, el castaño alfa abrió su pantalón, levantando su mirada, pidiendo permiso de quitarlo. Un leve asentimiento fue la respuesta necesaria a todos sus inquietudes.

Su pantalón desapareció junto a su ropa interior, se sintió tan expuesto qué quiso cubrirse con las sábanas, pero Bin lo detuvo.

-Eres precioso, todo tu cuerpo es hermoso, cariño.

Dio un beso en su mejilla, abrazándolo por cortos segundos, llenándolo de seguridad.

-También quiero verte, Binnie... -dijo con ojos tímidos y curiosos, y su castaño motivado a darle todo el placer del mundo a su pequeño novio le hizo una petición.

-Quitamela tú, cariño.-se acostó a su lado, jalando suavemente su rostro para besarle y dejarlo sobre él.

El omega temblando igual que el castaño, quitó su camisa, tratando de imitar las caricias qué Bin le dio, llevó sus manos al pantalón del mayor y se ruborizó aun más cuando quitó todo y vio el cuerpo completamente desnudo del alfa.

Sus ojos se desviaban hacia la pared para no verle, no quería, era vergonzoso.

El castaño jaló su cuerpo dejándolo ahora de piernas abiertas sobre él, causando un desespero en el omega que se encontraba tan nervioso y avergonzado por dicha pose. Y sentado sobre su regazo tal cual, el castaño acarició su piel desde su espalda hasta sus glúteos, pegando su brinco cuando sus dedos acariciaban sus bordes esponjosos.

-Vamos a descubrir juntos que es el placer, amor.

El mayor de los chicos, cogiendo más confianza, tomó sus miembros húmedos, acariciando ambos provocando un gélido gemido en su omega. El pelinegro se sostuvo de su hombro con una mano, disfrutando del toque suave de su amado, el movimiento constante sobre su miembro iba en aumento y era aun más excitante. Por supuesto, se había tocado más de un vez, es normal cuando sufre un celo sin tener pareja, pero esa vez, se sentía diferente, más caliente, se sentía perdido, con una ereccion dura que no bajaba. Y tan emocionante momento que a los segundos, se estaba corriendo en su mano, gimiendo en alto sin poder contenerlo. Su esencia mojó aquel grueso glande y al bajar su mirada a aquella íntima parte, jadeó, haciendo su cuerpo hacia delante dado al cansancio.

-¿Te sientes bien?- preguntó el castaño, recibiendo como respuesta solo un asentimiento.

Aquellos labios nuevamente presionaron contra los contrarios, pegando su cuerpo contra el contrario mientras le daba la vuelta y lo dejaba acostado nuevamente, metiéndose entre sus piernas y recibiendo aquel roce embriagante.

-Voy a prepararte, amor.

-¿Sa-sabes cómo?

-Confía en mí.

Para la pareja era la primera vez en que harían algo como eso, y ellos lo sabían perfectamente, que el otro no sabía como tener sexo, eran inexperto, pero a Dong Min le gustaba que gracias a su comunicación y confianza, las cosas no han ido tan mal.

Con aquel temblor en su mirada, bajó esta a su entrada, abriendo sus piernas para observar aquel rosado y cerrado lugar húmedo, sumamente húmedo de lubricante natural. Tragó duro y con nerviosismo, llevó uno de sus dedos a aquella entrada.

-Dime si duele, por favor...

Dando caricias en círculos sobre esta y llenando su dedo de lubricante, lo introdujo suavemente, viendo la mueca en el rostro de su novio, misma que no supo interpretar.

-¿Te duele, cariño?- preguntó preocupado.

-N-no... Sigue...

Le hizo caso, metió su dedo profundo hasta sentir aquel apretado calor encerrar su falange, por otro lado, Dong Min realmente estaba sintiendo un hormigueo delicioso en su parte baja, algo que le hacía ansiar más de él.

Dio estocadas temblorosas con su dedo, provocando así una contracción fuerte que hizo palpitar su miembro, quería tanto ya hundirse en Dong Min aun cuando no sabía que se sentiría hacerlo.

Un segundo dedo invadió su lugar, algo repentino y tal vez doloroso, pero después relajarlo a los segundos se acostumbró a la segunda intromisión. Sus dos dedos sacaron gemido tras otro de la boca del omega, se sentía tan bien que si duda lo estaba disfrutando, aquellas embestidas deliciosas le hacía mover sus caderas por inercia, olvidando por completo su vergüenza, dejándose llevar por su deseo interior.

-¿Se siente bien, amor?

-¡Ah~!.. S-sí... - respondió moviendo su cabeza tratando de controlar sus palabras, al menos de tomar control de sus sentidos un momento. Estiró sus brazos, jalando del cuello a su novio para besarlo, dejando sus piernas enredadas en su cintura y disfrutando de las embestidas en su interior.

-¿Puedes con otro? No creo que entre.

-Hazlo... -autorizó tomando algo de distancia para respirar y fue cuando sus ojos se abrieron grande, gracias al dolorcito que sintió. Aquel tercer dedo invasor le hizo sentir sus paredes desgarradas, pero el olor de las feromonas de su alfa le relajaron un poco.

-Respira profundo, amor, créeme que no quiero lastimarte...

Le preocupaba, claro que lo hacía, pero estaba tratando de actuar como todo un experto, no lo era, así que dichas acciones y expresiones le ponían los nervios de punta.

Con algo de dificultad, logró que su novio se adaptara y después de hacerle correr nuevamente, supo que ya era momento de hacerlo, y más porque de solo verle, el también se corrió sin tocarse siquiera.

Algo meramente de adolescentes.

Ninguno supo en que momento pasó, hasta que sintieron sus cuerpos unidos completamente, su pene envuelto en aquella caliente cavidad y Dong Min sintiendo aquella vibración constante en su interior. Se quedaron así por algunos segundos, acostumbrándose a aquella rara y nueva sensación, para después, y por pura inercia, el castaño comenzó a moverse torpemente. Empujes que para fortuna de Dong Min daban en su punto de excitación y no provocaban dolor. Embestidas que a medida el tiempo pasó, tomaron el ritmo correcto hasta que ambos gritaban casi del placer, sus ojos tímidos conectaron, sintiendo su corazón palpitando a mil por hora.

Un encuentro tan nuevo que solo pudo terminar con un gemido alto y un te amo dicho desde lo más profundo de su corazón.

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