Ya habían pasado seis horas desde que Bill no aparecía y Dipper ya estaba muy asustado, a esa altura ya estaba al borde de la desesperación, sus latidos estaban desvordados, sudaba, caminaba de un lado a otro, eran obvios sintomas de ansiedad y precupación, ya para ese momento se creia el hecho de que le habia mentido, aunque se aferraba a la idea de que no era eso y siguió esperando.

El telefono sonó; el castaño casí se cae del susto por el repentino sonido que alvergaba la sala, sin pensarlo corrió y cogió el telefono esperanzado de que fuera su Daddy llamando para disculparse o para darle una explicación.

-¿Señor Pines?

No era Bill.

-... ¿Si?

-Le habla el detective Rulland, necesitamos hablar con usted sobre un asunto de su novio – La preocupación crecia.

-De acuerdo – Colgó; Bill ¿Qué hiciste?

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