Capítulo 40

Llegamos a la iglesia y las personas comienzan a entrar. Junto con el señor Carlos nos ponemos en la entrada y él me ofrece su brazo. Antes de tomarlo miro tras de él y veo a mi papá, me está sonriendo y me lanza un beso, mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Pasa algo? —pregunta el señor Carlos y lo miro.

—No, no pasa nada —entrelazo su brazo con el mio.

Sonrío, la marcha nupcial comienza a sonar y empezamos a caminar. Apenas entro las personas se ponen de pie y mis ojos se enfocan con los de Saúl. Se ve guapísimo con ese traje, está como para comérselo.

¡Al fin hoy podrás hacerlo!

¡Tienes razón! No lo había pensado.

Ya quiero que sea de noche para que puedan consumar su amor.

¡Conciencia!

Llegamos hasta Saúl y Carlos toma mi mano para dársela a él.

—Te la entrego en nombre de su papá —miro a Carlos y sonrío —Espero que la hagas muy feliz Saúl.

—Así será, no se preocupe.

Carlos besa mi frente y se va a sentar. Saúl besa mi mano y nos ponemos frente al sacerdote. Este último empieza a hablar y comienza la ceremonia.

—Te ves hermosa en ese vestido de novia —me susurra al oído y lo miro.

—Tú te ves guapísimo en ese traje, aunque te verías mejor sin él —se sonroja.

Eso quería lograr.

—No es lugar para hablar sobre esto —intento no reír.

El sacerdote sigue con la ceremonia y nos hace las preguntas claves, si venimos por nuestra voluntad, si estamos desididos a respetarnos y que si estamos dispuestos a recibir a Dios.

—Saúl Steele Gonzalez, ¿aceptas a Aitana Suárez Sandoval como tu esposa, para amarla y respetarla por el resto de tu vida? —nos ponemos frente a frente.

—Acepto.

Sonrío. Me hace la misma pregunta a mí.

—Claro que acepto —Saúl sonríe.

Luego de eso bendice las argollas y Saúl procede a tomar la mía.

—Te entrego esta argolla en señal de mi amor y fidelidad —desliza el anillo en mi dedo anular izquierdo.

—Te entrego esta argolla en señal de mi amor y fidelidad —deslizo el anillo en su dedo anular izquierdo.

Nos hacemos entrega de las harras y el sacerdote las bendice. Luego hacemos la oración y nos arrodillamos ante él y nos bendice. Al final de la ceremonia dice la frase más esperada por mí "puede besar a la novia".

Saúl me toma por la cintura y me acerca a él. Pongo mis manos en su cuello y él junta nuestros labios. Escucho los aplausos y silbidos de nuestros amigos y familia, sonrío. Nos separamos y salimos de la iglesia, allí comienzan a lanzarnos flores.

Saúl me toma de la cintura y volvemos a besarnos, dejo de tocar el suelo y comienza a darme vueltas, no puedo evitar reír.

—Al fin, ya eres mi esposo, ya eres todo mío —le digo cuando me baja.

—Soy todo tuyo y tú eres toda mía, te amo hermosa —lo beso.

—Felicidades —escucho decir a mi mamá y nos separamos.

Ella nos abraza y así recibimos la felicitación de todos nuestros familiares. Luego nos subimos al auto para ir a la fiesta que organizamos entre todos, pero al final no nos dejaron ver como terminó la decoración.

Al llegar y ver la decoración quedo impresionada. Mágicamente todos llegaron primero que nosotros. Nos reciben con un aplauso.

—Dios, está igual a como lo soñé —le digo a Saúl.

—Esa era la idea preciosa —besa mi cabeza —¿Abrimos la pista? —me tiende su mano.

—Sería un placer —tomo su mano.

Ponen "A thousand years - Cristina Perri" y junto a Saúl hacemos una pequeña coreografía que le enseñé hace poco que consiste en giros y el pase básico del vals. En el coro me toma de la cintura y me alza, yo abro mis brazos y él me da vueltas. Al terminar las personas aplauden y algunos se nos unen en la pista.

—Lo amo tanto señor Steele.

—Y yo a usted señora Steele.

—Me gusta como suena y me encanta serlo —sonríe mostrando los dientes.

—Disculpen que interrumpa, pero debes lanzar el ramo madrastra —miro a Elisa y me guiña un ojo.

Me separo de Saúl y mi hijastra reúne a todas las mujeres solteras. Hago lo debido y el ramo lo atrapa la sobrina mayor de Saúl, la cual se pone roja como un tomate. Al ver el rostro de su padre y el de Saúl no puedo evitar reír. Luego me siento en una silla y Saúl me quita la liga para después lanzarla a los hombres solteros.

Cuando sus manos rozan la piel de mi pierna mi bello se eriza y él lo nota. No puedo creer que esta noche por fin, seré su mujer.

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