Capítulo 33

Han pasado casi cuatro semanas desde que Saúl habló conmigo sobre su familia y como yo soy Aitana Suárez, ¿adivinen que hice? Contacté a todos mis cuñados con sus familias y los invité a una cena en casa de Saúl.  Elena y Elisa me ayudaron con eso.

La cena es una sorpresa. Así que yo estoy distrayendo a mi hermoso prometido.

—Aitana, te estoy hablando —lo miro a los ojos.

Sonrío en forma de disculpa.

—Lo siento no te escuché, ¿podrías repetir lo que dijiste? —Saúl entrecierra sus ojos.

—¿Es más importante lo que tienes en el celular que lo que estás hablando conmigo? —hago una mueca.

Por el celular me estoy comunicando con mis hijastras para estar al tanto de como va la decoración.

—No mi amor, eso jamás, tú eres la segunda persona más importante en mi vida. Pero esto que tengo en el celular también es importante —frunce el ceño.

—¿Quién es esa persona más importante que yo? —sonrío.

—Angélica, mi madre —su rostro vuelve a estar relajado —¿Estabas celoso de mi madre? —sus mejillas se tornan rojas.

—Lo siento —suelto una carcajada —Es que te quiero sólo para mí —me guiña un ojo y sonrío.

—Eres un amor, mi viejito reservado —hace puchero.

—No me recuerdes que estoy viejo —ruedo los ojos.

—Es un apodo inocente, no volvamos a lo de la edad, por favor —suspira y asiente.

Elena 5:40 p.m.

Amiga ya todo está listo, mis tíos y mis primos ya están en casa. Ya pueden venir.

Aitana 5:41 p.m.

Bueno, en un momento estamos allá.

—Creo que ya es hora de irnos —asiente.

—Muy bien, te llevo a tu casa —se pone de pie y yo igual.

—No voy para mi casa, quiero pasar a saludar a Elena —alza una ceja.

—La viste esta mañana —me encojo de hombros.

—No hablamos lo suficiente —se ríe.

—Está bien , vamos —toma mi mano y salimos del restaurante.

Me costó bastante tenerlo aquí casi cuatro horas.

Subimos al auto y en menos de media hora ya estamos en su casa. Nos bajamos y él hace que dejemos de caminar.

—¿Escuchas eso? —niego con la cabeza.

—No, ¿qué se supone que debería escuchar? —pregunto tratando de no reírme.

La verdad si se escucha una melodía, pero bastante baja.

—Olvidalo, entremos —entrelazo nuestras manos y entramos.

Al hacerlo todo está apagado, así que caminamos a la sala de estar. Cuando ponemos un pie en la sala, las luces se encienden y todos gritan.

—¡Sorpresa! —sonrío.

El rostro de Saúl es de total asombro.

—Que yo sepa no es mi cumpleaños —susurra y me río.

—¡Saúl! —grita Olivia y se lanza a los brazos de su hermano.

Me separo de él un poco y dejo que abrace a su hermana como es debido.

Yo conozco sus nombres, pero ellos no saben quien soy yo.

—Liv, te extrañé tanto hermanita —ella sonríe.

—¿A nosotros no? —preguntan sus otros hermanos al tiempo.

Ellos son los gemelos, ambos tienen los ojos de Saúl y el cabello negro. En cambio su hermana tiene los ojos grises tirando a azules y el cabello rubio como Saúl.

—¿Cómo no? —se abrazan.

—Tío, hola —unos jóvenes se le acercan.

Miro a las chicas y se ven felices. Miro a Saúl y está que llora de la felicidad.

—Perdona que te pregunte, pero ¿quién es ella? —pregunta uno de sus hermanos.

Saúl me mira y camina hasta mí.

—Tía, ella es la responsable de que ustedes estén aquí —dice Elena.

Ella está abrazada por Alejandro.

Se ve hermosa con su vientre abultado.

—Exactamente, es una mujer muy especial en la vida de papá —me sonríe Elisa.

—Y también es muy especial para todos nosotros —Erick me guiña un ojo.

Les sonrío.

Saúl besa mi cabeza y me abraza de costado.

—Esta mujer es muy importante en mi vida, me recordó lo que es estar enamorado, ella se robó mi corazón. Hermanos, ella es Aitana, mi prometida —mis mejillas se sienten calientes.

El rostro de sus hermanos es un poema.

—Pero... Es mucho más joven que tú —dice uno de los gemelos.

Otro.

Ruedos los ojos.

—Sí, Saúl es un hombre muchísimo mayor que yo, pero ¿y eso qué? No me voy a casar con su edad, me voy a casar con sus sentimientos y esos no tienen edad. Yo amo a su hermano como no se imaginan —les hablo firme.

Todos se quedan completamente serios.

No les cayó bien la noticia, o ¿qué?

Espero que sí y sino, pues no me importa y espero que a Saúl tampoco.

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