Capítulo 11

Despierto por el sonido de mi celular. Abro los ojos y estiro mis brazos, al hacerlo, choco con algo duro; giro y descubro que es la cabeza de mi amiga, entre sueños hace una mueca y yo trato de no reír. Miro mi celular y bufo, son las 7:00 de la mañana, ¿qué clase de persona se despierta a esta hora un domingo?

Reviso el mensaje y es de número desconocido, lo abro.

+57 3037654321: Buenos días, hermosa, ¿cómo amaneces? Espero no haberte despertado, que tengas un lindo día 💕.

Sonrío al leer el mensaje y mi corazón se acelera, ¡es Saúl! Le respondo de inmediato.

Yo: Hola hermoso, buenos días para ti también. Yo amanecí bien y estoy aún mejor despues de leer tu mensaje, ¿cómo estás tú? Lamento decirte que sí me despertaste, a pesar de todo te deseo un lindo día ❤.

Lo envio y suspiro.

Ayer fue el mejor día de mi vida, ¡al fin lo besé! Aún no lo puedo creer. Sus labios son tan suaves y carnosos que me dan ganas de volver a besarlo. Fue el mejor beso que he dado y recibido en mi vida. Quiero volver a repetirlo, quiero que Saúl sea solo mío.

Me pongo de pie con cuidado de no despertar a Elena. Voy al baño y hago mis necesidades, lavo mi rostro y me hago un tomate en el cabello. Salgo y me dirijo a la cocina para hacer el desayuno.

Escucho mi celular sonar y corro hacia el.

Amor mío: Me alegro mucho de que estés bien, yo estoy más que bien, pero tengo muchas ganas de verte. Lamento haberte despertado hermosa, puedo compensarlo, ¿quieres salir hoy?

Sonrío.

Yo: Yo también quiero verte y volver a besarte, me encantas Saúl. Contigo lo quiero todo.

Envío el mensaje y ya me lo imagino sonrojado. Es tan hermoso y tierno.

Comienzo a preparar el desayuno y cuando ya está listo para servir escucho un quejido en la entrada de la cocina.

—No me aguanto la cabeza —lloriquea Elena y yo la miro divertida.

—No querías parar de tomar, ahí están las consecuencias —me mira mal.

Suelto una carcajada.

—Todo esto es tu culpa, tú me insitaste a hacerlo —se sienta y empiezo a servir.

—Y tú aceptaste, así que también eres culpable, ahora no te quejes y come —rueda los ojos.

—Necesito una pastilla —vuelve a quejarse.

Me mira por unos instantes.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —le pregunto.

—¿Por qué estás tan sonriente? —sonrío.

—Ayer me besé con tu papá —chillo emocionada y hace una mueca.

—Baja la voz —acaricia sus sienes —Y con respecto al beso, me alegro por ustedes, pero no quiero saber ningún tipo de detalle —me rio.

—Besa espectacular, sus labios son exquisi... —me interrumpe.

—¡Cállate! —me dice divertida y yo vuelvo a reír.

Mi celular suena y miro él mensaje.

Amor mío: Me encantaría volver a besarte. ¿A dónde quieres ir?

Yo: Tengo él lugar perfecto, pasa por mí a eso de las 7:00 p. m.

—¿Es mi papá? —la miro.

—¿Por qué lo preguntas? —dejo el celular a un lado.

—Si vieras la cara de estúpida que pones, me entenderías —la miro mal y se ríe.

—Seguro es la misma que ponías tú al hablar a Alejandro —deja de reír.

La cagué.

Como siempre.

—Lo siento, no quise recordártelo —tomo su mano y me sonríe.

—Estoy bien —su voz suena apagada.

—No voy a dejar que llores otra vez —me pongo de pie —Ese estúpido no lo merece.

—Lo sé —suspira.

—Deberíamos ir de compras —me mira de inmediato.

—No gracias, paso —se pone de pie.

Sé que no le gusta, pero si la molesto mantendrá la mente ocupada.

—Elena lo necesito, no seas mala, por favor —hago puchero.

—Aitana, no quiero —se cruza de brazos.

—Voy a salir con tu papá, necesito algo nuevo, quiero impresionarlo, ayúdame —suspira.

—Te odio por convencerme tan rápido —se queja con diversión.

—Por eso te amo estúpida —chillo y me mira mal.

—Si no dejas de alzar la voz te juro que le digo a mi padre que eres una insoportable para que te deje —ruedo los ojos.

—No serías capaz —alza una ceja —¡Me amas! —vuelvo a gritar y me mira mal.

No puedo evitar reír.

—Llámalo, si quieres te presto mi teléfono. Total, no serías capaz de mentirle —rueda los ojos.

—Eres insoportable —sonríe.

—Y tú, una blandengue, ve a bañarte rápido que tenemos que irnos —me saca la lengua —muy maduro de tu parte.

Se ríe.

Amo a esta mujer como si fuera mi hermana, pero eso no significa que vea a su padre como si fuera él mío, al contrario, lo visualizo de muchas maneras y ninguna es como mi padre.

¡Cochina!

No he dicho nada.

Pero lo pensaste.

Shhhh, nadie debe saberlo.

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