Capítulo 1
Me pongo los zapatos y me miro al espejo. En el día de hoy llevo puesto un pantalón negro de tela, una blusa negra con escote en V y unos botines negros. Mi maquillaje es básico y mis labios van de color rosa.
—Aitana hija, ya está listo el desayuno —escucho la voz de mi mamá y suspiro.
No crean que vivo con mi madre, me vine a pasar unos días con ella para que no estuviera solita en su cumpleaños que fue hace dos días.
Tomo mi bolso y salgo del cuarto.
—Buenos días, mamá —beso su frente.
Nos sentamos a comer y ella se queda mirando la silla donde se sentaba mi papá.
—¿Lo extrañas mucho? —ella suspira.
Mi papá se murió hace 7 años, cuando yo tenía 16. Estábamos de paseo los tres y cuando veníamos de regreso tuvimos un accidente.
—Demasiado, tu padre era... El mejor hombre del mundo —sonrío con nostalgia.
Yo también extraño mucho a mi papá, de pequeña soñaba con mi príncipe azul y ese era un hombre ejemplar, como mi padre.
—Lo sé, sueño con casarme con alguien como él —ella sonríe.
—Algún día ese corazoncito tuyo tendrá dueño —suspiro.
De hecho, ya lo tiene.
Mi corazón ya tiene dueño y su nombre es Saúl Steele, lástima que es mucho mayor que yo y es el padre de mi mejor amiga. Esa es una de las razonas por las cuales ya no voy a la casa de Elena, para olvidarme de él. Pero no puedo. Sigue en mi cabeza.
—Algún día mamá. He tenido varios novios y todos han sido unos inmaduros —ruedo los ojos.
Ella recoge los platos y sonríe.
—Lo que pasa, es que tú eres muy madura, siempre lo has sido —sonrío.
Me pongo de pie y voy al baño para cepillar mis dientes. Vuelvo a echarme labial y salgo del baño. Tomo mi bolso y me despido de mamá.
Hoy es sábado, pero debo ir a la universidad, estoy estudiando biología, pero independientemente tomo clases de inglés.
Mientras voy en el auto mi celular suena y atiendo.
—Aló —digo apenas atiendo.
—Aitana soy Mauricio.
—Dime bombón —digo con diversión.
Mauricio es un amigo de Elena y mío también.
—Aitana pasó algo muy grave... —lo interrumpo.
—¿Qué?
—Aquí pasó de todo, pero seré breve. Elisa está embarazada y ese bebé es de Alejandro —Dios mío.
—No puede ser, pobre de mi amiga, ¿Cómo estás tú? —le pregunto con preocupación.
Mauricio está enamorado de la hermana de Elena.
—Eso no importa. Elisa se desmayó y Elena acaba de tener un accidente de auto.
—Dios mío, tengo que estar con mi amiga. Voy para el hospital en este momento.
—Allá nos vemos —cuelga.
Freno y doy la vuelta. Elena me necesita en estos momentos.
Saúl Steele
Miro a Leonor y se ve bastante afectada.
—Todo va a estar bien —pongo mi mano en su hombro.
—Saúl, tengo miedo de perder a mi hija —derrama una lágrima.
—No las vamos a perder —corrijo y suspira.
No entiendo como una madre no puede querer a su hija. Eso me impide quererla como debería hacerlo. Mi amor por ella se acabó hace mucho tiempo.
Cada vez que le hacía daño a Elena, era como si me lo hiciera a mí. Esto que hizo con nuestras hijas terminó de matar el poquito amor que le tenía.
—Voy por café —ella asiente.
Voy caminando por el pasillo del hospital y choco con una chica.
—Lo siento —digo apenado.
La chica levanta la cabeza y la miro. No puedo creerlo.
—¿Aitana? —pregunto frunciendo el ceño.
La miro de pies a cabeza. Es increíble el cambio que ha tenido. Está hermosa y ya es toda una mujer. Se pone erguida y sonríe.
Su sonrisa es hermosa.
Saúl es una niña, podría ser tu hija.
No es mi hija y no es una niña.
Pero sí mucho menor que tú, aleja esos pensamientos.
—Hola Saúl —me llama por mi nombre.
Me gusta como suena mi nombre con su voz. Por inercia mis ojos viajan a su escote.
—Mis ojos están arriba —dice y la miro a los ojos con vergüenza.
Sin duda esta mujer me ha dejado sin palabras.
—¿Vienes por Elena? —pregunto tragando en seco.
No puedo creer que me ponga nervioso.
—Sí, ¿cómo está mi amiga? —pregunta con preocupación.
—Con vida que es lo importante, el doctor nos dijo que tuvo mucha suerte, ¿quieres verla? —le digo suspirando.
—Sí, por favor —responde y asiento.
—Está en la habitación 206 —le hago saber.
Me inquieta estar a su lado. Pero no para mal.
—¿Me llevas? —pregunta coqueta y trago en seco.
Uh la la, te llama la atención.
—Claro, después de ti —me hago a un lado y ella sonríe.
Comienza a caminar y mis ojos viajan a su trasero.
¡Dios mío que estoy haciendo!
Es increíble, yo no me comporto así.
—Saúl, ¿pasa algo? —se detiene y me pregunta.
—No nada, sigamos —le digo y asiente.
¿Qué me pasa?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top