07: "Christmas' Tree!"
—¡Knock, Knock! —su amable voz llega hasta sus oídos, y Jihyo recibe un cordial saludo de la peli-rosa en su puerta—¡Santa Claus llegó adelantado este año, Jihyo-ssi!
Queda pasmada viéndole sin perderse ningún detalle. Sí, definitivamente es Sana, es su vecina, es esa loca adicta a las galletas, la cuál ofreció su techo ayer junto a una cena maravillosa que jamás podrá borrar de su memoria. Oh como se fue toda embobada a su casa, su abuela la tuvo que pellizcar para despertar de ese sueño, ¡más de tres veces!
Era linda, era generosa, era todo lo que Jihyo no solía ser con facilidad, y estaba de más mencionarlo... le tenía cautivada.
Es ella... No puede apartar su vista, y ella muchisimo menos. Ambas se observan, y la sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro de Sana la contagia un poco, quiere disimularla sin mucho éxito—. Hola, Sana —corresponde el saludo.
Su vecina con un sentido de la moda, bastante particular, hoy esta vestida de pies a cabeza con un trajecito tan Navideño que dolía de ver. Su cabello rosa chicle con ondas, su rostro sigue siendo suave y tierno.
Ayer era un reno, hoy era un Santa Claus. Su gorrito Navideño era la mejor parte de ese outfit. Se preguntaba como es que no temblaba por el frío con esos trajes, o sabía ocultarlo o soportaba ese infernal descenso en la temperatura de Seonmul.
Ella no ha venido sola, una tos demanda su atención también y sus ojos van hacía una cabellera rubia.
Sí, Sana iba acompañada de esa fortachona reina de la paranoía de ayer por la tarde. La joven usaba una camisa de cuadros cubierta por una chaqueta, guantes negros, botas de montaña–muy lindas por cierto–, y su cabello rubio desordenado debajo de su beanie gris. En esos momentos utilizaba unas gafas y las mismas se encontraban empañadas, probablemente por el frío supo identificar Jihyo.
Ahí su sonrisa decayó un poco. ¿Por qué tendría dos visitas a esas horas?
La chica cargaba un humor de perros, Jihyo dedujo que era por cargar tanto peso, típico de Sana... ya lo había hecho con ella ayer y dos veces con esa tal... ¿Jungyeon? ¿Chungyeon?
—Hola a ti también, Jiyeon —habló por fin la más alta. Jihyo rodó los ojos, ¿Ni siquiera se esforzó en preguntar su nombre? Ella menos, para ser justos. Seguro le cayó fatal ayer, y el sentimiento era mutuo, pues Jihyo no soportaba a las exageradas como ella.
—Es Jihyo. Mi nombre es Jihyo —corrigió de mala gana.
Una guerra de miradas se inicia entre Park y Yoo. Cielos, Sana se ve en el medio. Se pregunta cómo es que esas dos idiotas se juzgan con tanta facilidad.
El ambiente se volvió frío y helado como el mismo bajo sus pies. Así que Sana con su infalible carisma, irrumpió antes de que sucediera algo peor:
—¡Jihyo-ssi! ¿Podrías llamar a tu abuela? Hoy hemos venido a decorar tu árbol de Navidad. ¿Vienes, cierto?
—¿Árbol de Navidad? —la morena arrugó su nariz, confusa. De cuándo acá ella accedió a decorar un gigantesco pino. Luego recordó que estaba bajo la tutela de la mujer que le gana en ser necia, Park Dah-Mi, así que si. Técnicamente ella si aceptó—. Ah ya me acordé —respondió, las pupilas de Sana se convirtieron en galaxias por unos instantes.
—¡Yay, si te acordaste! —celebra la chica.
Jeongyeon gruñe por el peso de sus brazos, por fin llega a soltar las cajas, recoge los mechones rebeldes de su frente, poniéndolos tras sus orejas y coloca ambas manos en los huecos de su chaqueta—. ¿Entonces no te llamas Jiyeon?
«Rubias, todas iguales. Es idéntica a Suhee...»
—No —entrecierra los ojos, Sana esta claramente esperando por una interacción positiva entre esa rubia que solo sabe presumir músculo y ella misma, y se siente tonta. ¿Por qué no sólo ignoran su mal humor y hablan como dos personas decentes?—. ¿Tú eres...—ni siquiera quería saber.
—Yoo Jeongyeon —su mano se extiende hasta a Jihyo, ambas dudan de su apretón de mano al inicio, e igual sucede, pues la mirada atenta de Sana presencia cada movimiento de las dos. Eso era mucha presión—. Supongo que te acuerdas de mí —la morena obviamente lo recuerda.
Y decide hacer un chiste al respecto:
—Ah claro, ¿Eres la chica que juega a ser policía, verdad? —tienta Jihyo, por supuesto que Jeongyeon siente efuerecerse por el comentario, y replica la actitud alzada de la contraria.
—¿Y tú la chica patea-buzones? —Ninguna puede estar más de acuerdo en que la otra le perturba y le aniquila la paciencia.
Nuevamente, Sana se aburre de sus tontas peleas.
¿Por qué no seguían su ejemplo y dejaban de alimentar sus juicios sin fundamentos sobre la otra?
¡No tiene tiempo para guerra fría, ella quiere decorar e incentivar a Jihyo a que ame las fiestas!
Se interpone en medio, sentencia con mucha seriedad:—Sí ustedes dos inmaduras quieren seguir peleando con el aire. Arreglenlo a la antigua, con una pelea de nieve.
Jeongyeon infla sus mejillas y se tapa la boca, Jihyo muestra una mueca hastiada. Ya no se soportan, y Sana quiere arreglarlo a la antigua.
¡Para empezar ella no había estado en la nieve hasta ese momento de su vida! Estaba en obvia desventaja.
—Le daria una paliza, pobre de ella —Yoo es tan altiva con su sonrisa burlona. Jihyo no se quiere dejar vencer por esa altanería.
Se defendería si tan solo su abuela no interrumpiera los momentos en que quiere recoger su dignidad...
—¡¿Jihyo, por qué tardas tanto en la puerta?! —grita a pocos pasos de ellas.
Para cuando la Abuela Dah-Mi llega, todo el ambiente amenazante de esas dos jóvenes competitivas como tercas se desvanece, pues la anciana y Sana se abrazan como si no se vieran en décadas—¡Hola querida Sana-ssi, te adoro! —pellizca sus mejillas. Como suele acostumbrar.
Si eso fuese una caricatura... Jeongyeon y Jihyo tendrían puntos suspensivos tatuados en sus caras ahora mismo.
Ambas concluyen en una tregua por el momento y prestan su atención a ambas mujeres, las que verdaderamente pondrían el orden ese día:
—Abuelita Dah-Mi, ¿descansó? ¿Ya desayunaron? —las preguntas recurrentes de Sana llegan y Dah-Mi se siente plenamente feliz de ello.
Mientras otras dos siguen en silencio... no sin antes darse unas buenas miradas asesinas, coinciden sin darse cuenta en lo mismo. ¿Sana junto a una abuelita? Completablmente adorable, cualquiera se derritiría de amor.
—Ay mi Sana-yah, todo esta muy bien. Ojo eso es porque sigo viva, eh—los chistes negros de la Abuela eran usuales para Sana—, ¿qué las trae tan temprano estos lares? —Oh alguien más perdió su memoria.
La noción del tiempo en Icheon era totalmente distinta a la de Seúl. Así que si, se debía a eso. Según Jihyo.
—Estamos aquí para ayudarla con su árbol, Señora Park —se presenta la rubia, trasmite una sonrisa cálida y ofrece su respeto por medio de una reverencia perfecta—. Un placer... Soy Yoo Jeongyeon, amiga de Sana.
—¿La la nieta del leñador Yoo? —La abuela finge desmayarse— ¡Ese tronco es un galán!
Jihyo hace una mueca de asco, Jeongyeon sólo ríe ligeramente. Muchas señoras codiciaban a su abuelo...
—Esa misma —Los Yoo eran reconocidos por talar los mejores pinos en Navidad, sus máquinas limpia nieve, y rescatar perros y gatos de morir enterrados en las nevadas—. Estoy aquí para servirle.
—Es tan linda, ¿no Jihyo?
Jihyo no duda es responder—. Por supuesto —lo corta de raíz, ya no quiere tener nada que ver con esa fortachona.
¿Debería anotarse a una clase de CrossFit?
—¡Bien, muchas presentaciones, Sana quiere decorar el Árbol! —Una cosa nueva de Sana, amaba hablar de sí misma en tercera persona. Ese era su pico de la comedia.
Jihyo no era muy sabia sobre el tema. Pero tenía entendido que primero debían elegir uno—. ¿Ya tenemos un pino?
La picardía se pinta en el rostro de Sana. Uh, que interesante. ¿Jihyo quería participar voluntariamente?
Esos avances, cómo los amaba...
—Y tú como sabes eso...
—Lo leí alguna vez —cambia el tema.
—Por eso estoy yo aquí, yo soy quién tala los pinos, los traslado en mi camioneta —señala detrás de ella un enorme vehículo, con el suficiente espacio para al menos dos o tres pinos de un buen tamaño, y seis de uno promedio—. ¿Estándar o más grande que tú, enana? —Bromea Jeongyeon.
—Grande, el más grande de todos —comenta Dah-Mi antes que su nieta—. ¿Les gusta la sopa? Preparé un poco para cuando vuelvan.
Todas asienten. Y Jihyo se percata de algo... ella sigue en pijama, prácticamente estuvo toda una conversación vestida de esa forma tan indecorosa.
Con mejillas teñidas en carmesí, avisa a las dos lugareñas sobre su inconveniente:— Ustedes deberían quedarse, yo sigo-...
—En pijama, lo sabemos —complementa —¡Te esperamos aquí, Jihyo-ssi! —y deciden entrar a casa cuando Jihyo les invita.
Jihyo sube las escaleras lo más rápido que sus piernas se lo permiten. El apuro en varias ocasiones casi la hacen tropezar con los incontables escalones, se le hicieron eternos. Incluso se olvida de que no ha desayunado, y se permite respirar solo cuando llega a su habitación a darse una ducha vaquera y buscar una ropa decente para acompañar a Sana y Jeongyeon.
Su tono de llamada inunda la habitación.
Y ella pensando que lo había silenciado...
—¡¿Jihyo, si sigues viva?! —Gritó Im Nayeon a través del teléfono.
—Sí Nayeon... sigo viva, ¿Por qué otra razón no lo estaría?
—¡Te envié la invitación! —Obvio que el ingenio de Nayeon era aterrador. ¡¿Sí pensaba que estaba muerta por qué mandaría la invitación a su propio velorio?!—. ¿Te gustan las flores azules o blancas?
—Me gustaría que no te llenes los bolsillos con mi funeral... ¡Nayeon ni siquiera estoy muerta, es estafa!
—Es por un bien común —Im no repara en daños—. El dinero me alcanzó para pasar las fiestas contigo.
¡¿Qué Nayeon qué?!
Casi se le salen los ojos, se muerde la lengua. ¿Nayeon estaba estafando a la oficina para poder acompañarle estas fiestas?
—¡¿Vienes?! —el brazo de Jihyo se enreda con la manga de su suéter. ¡Nayeon venía a Seonmul!
—¡Claro que voy! Estoy aburrida sin ti... extraño joderte la paciencia —Nayeon no se guardaba nada—. Así que resiste corazón, ¡te voy a salvar!
Jihyo siente una ola de felicidad invadirla. Debía admitir, extraña a Nayeon, fuera de su familia y en su trabajo no confiaba en nadie como Im Nayeon.
Y ella estaba arriesgando su libertad condicional estafando gente para ir a verla... eso era una verdadera amistad, sonaría ridículo pero lo era.
Igual, Jihyo dudó de que fuese cierto:— Ni te creo que hayas estafado a todos, estaríamos despedidas.
—Oh, si lo estamos —Jihyo se tropieza del impacto—¡Jihyo era broma, me dieron vacaciones y un bono por Navidad! —se apresuró a decir antes de me diera un infarto.
Prácticamente besó el suelo gratis. Gracias Nayeon.
—Muy chistosa. ¿Y dónde te piensas quedar?
—Contigo —lo dijo como un hecho— Nos vemos en diez días.
Aún estaría unas semanas más sola... bueno, ni tanto. Recordó que Sana si tenía paciencia de sobra, pero la rubia tonta no al parecer –y menos por Jihyo–, no.
—Nay, antes de que te vayas... ¿Me pongo un cuello alto o en V?
—¿Para ese frío del demonio? Ush— su indignación era mucha—. Alto, y una cadena, y no te olvides de tu chaqueta... le dará el toque —para asesorías de moda, ahí siempre contaba con Nayeon.
Toma unos segundos para mirarse en el espejo. Nayeon si que tiene talento para eso.
—¿Cómo es que no trabajas en una boutique o esas cosas, Nay? —Im se siente halgada y mofa.
—Porque no siempre obtenemos lo que queremos —expresó—. ¿Jihyo vas a salir?
—Sí —no dejaba de arreglarse las imperfecciones en la tela.— Con unas... unas vecinas —informó.
—¡Ya me reemplazaste, bast-...! —colgó antes de que Nayeon si quiera terminará su cadena de insultos. Ya tenía lo que necesitaba.
No entiende el por qué, pero, tiene intenciones de descubrir el significado de elegir y decorar un árbol de Navidad. Se ha vestido para la ocasión. Hasta ella estaba extrañada con su disponibilidad para ir a buscar un pino.
Nunca lo ha hecho, y no sabe cómo ella sugirió tal cosa.
Tendría el placer de compartir la experiencia entera con una Sana vestida de Santa.
¿Por qué está tan sonriente? ¿Qué clase de moscas pican en Seonmul? Ella no le gusta la Navidad... Ese humor solo significa una cosa... no, se niega a admitirlo. Primero prefiere pensar... Sí, eso tiene que hacer.
Antes de bajar, toma dos chaquetas, y se dispone a disfrutar un día del cual desconoce en su totalidad como será.
Nada podría ser aburrido con esa vecina suya... de eso estaba segura.
Jeongyeon y Sana espera en la colosal y elegante sala de estar de Park Dah-Mi, una mujer con muy buen gusto para decorar interiores. La casa deja boquiabierta a Jeongyeon, y no puede evitar preguntar cada cinco segundos acerca de que atributos en la arquitectura poseía ese espacio tan hogareño.
Sana no deja de mover su pie en zic-zac, está impaciente esta nerviosa, ansiosa, quiere salir ya con Jihyo, quiere conocerle más, hablarle más y proponerle su grandioso plan. Su mejor amiga la mira por unos segundos, le habla a Sana, sabe que esta muy hiperactiva—. Sana-yah, estás muy activa esta mañana.
—Estoy nerviosa, Jeongyeonnie, ¿Crees que ella acepte mi propuesta?
Jeongyeon sonríe suavemente. No se equivocó, ella en serio está llena de nervios—. Cualquier persona querría hacer esa lista contigo, Sana. Incluso esa amargada de allá arriba.
Sana cierra sus ojos y suelta un largo suspiro—. ¿Estás segura?
—Sí, no temas, confío en ti y tu extravagante estilo Navideño—la observa disimuladamente, no quiere que se sienta insegura sobre sí misma—, Ey, te luciste esta vez con ese enterizo rojo. La sorprendiste.
Los ojos de Sana se iluminan. Esta ilusionada con la idea de impresionar a Jihyo con sus actividades. Quiere tanto prestarle su apoyo para que viva unas buenas fiestas por primera vez.
—Gracias, Jeongyeonnie.
—Un gusto Sana-yah.
El sonido de unos pasos hace que Sana gire su cabeza. Siente como su garganta se seca... Oh tan linda, oh ella de verdad es guapa. Jihyo viste de sus típicos abrigos casuales, unas botas negras, y un beanie café en esa oportunidad, no carga maquillaje, sus lindos lunares son el único adorno que necesita su rostro, cree Sana. De verdad siente su rostro enrojecer cuando ella baja la escaleras y llega finalmente a ellas.
—Yo... e-estoy lista —balbucea cuando los ojos avellana de la nipona se concentran en ella. Por un momento se les olvida el pino, Jeongyeon y todo lo que pasa por sus mentes.
Son solo ellas dos, compartiendo miradas.
—Yo también —dice Sana, embobada por ese timidez que las envuelve por esos segundos.
Jihyo tiene sus manos tras su espalda. Y comienza a hablar por lo bajo:— Traje esto para ti, vi que temblabas— Jihyo pestañea varias veces, sus labios tiemblan ahora, y no es precisamente por el frío—... Si vamos a elegir un pino, me gustaría que vayas bien abrigada, Sana.
—Llámame Sana-ssi —permitió la peli—rosa—. Tu abuela ya lo hace, tú también puedes —Jihyo lo piensa un poco. Sana asiente como confirmación. Sabe que la coreana es algo retraída, pero quiere que eso cambie hoy, así sea solo con ella.
—Sana-ssi, ¿Puedo colocarte mi abrigo? —Sana ni se molesta en contestar. Ella solo se levanta, sus brazos se extienden, acorta la distancia, ve como Jihyo duda unos segundos de si cumplir su cometido o no, pero finalmente lo hace—. ¿Sientes menos frío? —pregunta de inmediato.
«Lo que hace es calor» Sus mejillas arden, siente que está avergonzada.
Esa morena era tan amable cuando se lo proponía, y le estaba fascinando esa nueva faceta, esa no era la Jihyo desconfiada y torpe con las palabras impulsivas de hace un día. Era Jihyo actual, y esperanzada quería que fuese verdadera Jihyo.
Jeongyeon pasa por candelabro con varias velas cuando se gana la lotería de presenciar la escena totalmente aburrida e insípida que ocurre en la sala. Sonríe para sus adentros «Parecen dos tórtolas»—: No quiero arruinar su momento Disney, pero ustedes no son los únicos que quieren su árbolito estas Navidades —reclamó.
Para Sana todo pasa a segundo plano en cuánto Jeongyeon dice la palabra "Arbolito" .
¡Cómo se le va a olvidar, quiere enseñarle su lista Navideña a Jihyo!
Jihyo suelta un jadeo, rasca su nuca ignorando la cercanía entre Sana y ella—. ¿Nos iremos en auto? —trata de alejarse.
—Obvio —Yoo saca unas llaves y se las muestra, tiene un llavero de conejo—. ¿Te doy clases?
—Tengo uno, ni te molestes —ahí seguían esas dos, como dos leones marcando territorio, tratando de ganarse a su manada. A Sana le genera fastidio.
Sana se lleva a ambas de las manos, se despiden de Dah-Mi, y decide que en el camino, mencionaría cada cosa de esa lista a Jihyo... Quiere hacerla feliz, justo como ella cuando decidió prestarle su chaqueta. Quiere hacerla feliz, para esa niña que jamás decoró un arból, escribió una carta a Santa, o canto algún villancico.
Quiere hacerla feliz al punto en que nunca olvide ese Diciembre.
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