04: "Alérgica."
El primer karma de parte del Universo hacía Jihyo por ser una verdadera amargada esas fiestas, no fue despertar temprano para tomar el autobús, tampoco recibir quejas de parte de su familia, ni siquiera el tener una probable fractura en el dedo pequeño de su pie por tanto patear ese viejo y óxidado buzón.
No, el verdadero karma de Park Jihyo, fue tener que cargar seis pesadas bolsas de harina, con frío y hambre hasta la casa de Minatozaki Sana, la chica festiva que le causaba nauseas por tanto rojo y verde en su vestimenta.
Jihyo odiaba esos colores. ¡Era espantoso verlos en todas partes por una temporada entera!
Sin embargo, Jihyo no pudo desistir de ayudar a la peculiar joven, ¿Por qué lo haría? Estaría siendo maleducada, obstinada y por supuesto una imbécil al no hacerlo. Su peor karma era merecido por el orgullo y pesadez de ella al pisar esa comunidad.
Además Sana era tan ridículamente amable, cordial y considerada, no podía simplemente decirle que negarse o rechazar algo que ella pidiese.
Así que, a diferencia de como siempre hace, no se quejó de cargar cuesta arriba por dos cuadras más hasta la residencia de Minatozaki sus bolsas de harina. Es que de verdad, ¿Quién se negaría a eso con tanta afabilidad de parte de Sana?
Eso sí, mientras Jihyo luchaba porque sus fideos por brazos no terminaran cediendo al cansancio, se cuestionaba como es que su compañera al lado iba tan feliz de la vida contando todo sobre el pueblo.
Estaba empezando a pensar que Sana consumía azúcar en cada una de sus comidas, pues la energía radiante que destila tiene a Jihyo viendo estrellas, o era el hambre quizás, mientras Sana sigue hablando y hablando, ella solo se limita a oír, más no a profundizar el tema con ella.
Eso tenía una razón... la joven solo hablaba de Navidad, y Jihyo era completamente ajena a todo lo relacionado con las fiestas.
Las ironías de la vida, ¿En qué estaba pensando el destino, si es que eso existía... al juntar dos personalidades tan diferentes? Dos puntas, dos extremos estaban caminando lado a lado, demostrando así que, quizá el odio y el amor suelen juntarse más de lo que uno piensa.
Sana camina dando pequeños saltos, Jihyo solo intenta no resbalarse en el camino, mientras escucha a la peli-rosa seguir su historia:—Y todos los años el Señor Yoon regala juguetes a los más necesitados, ¿no es increíble eso? Es perfecto, así nadie queda sin su "Feliz Navidad".
—Qué bueno —murmura Jihyo concentrada en no pisar mal y seguir caminando.
Sana cree que es el hambre, o quizá es que de verdad le está costando abrirse con extraños, sigue buscando conversaciones tontas a pesar de todo:
—¿Tú que pediste para la Navidad? ¿Ya hiciste tu carta? —pregunta ingenua, sin saber que Jihyo no hace ninguna de las dos, desde los seis años.
Ella la sigue evadiendo.
¿Cartas? ¿Santa? ¿Qué edad creía Sana que tenía?
«Una "Feliz Navidad"», Navidad esto, Navidad lo otro. ¿No podían acaso hablar de otro tema? Prefería hablar de la inflación antes que de un mito creado para que los niños llenarán los bolsillos de las jugueterías y las madres explotarán los supermercados en descontrol.
«Maldito Diciembre», pensaba Jihyo.
Sana puede percibir la ley del hielo que aplica Jihyo entre ellas, si, ella está hablando sola, hablar con su invitada era como intentar dialogar con una estatua. Era fría e inalcanzable, imposible de abrir como un cajón de seguridad.
¿Cuántos candados tendrá ella en su corazón para no dejar entrar la amabilidad aunque sea en esas fechas?
Sana no se rinde ante la amargada morena, y antes de llegar la detiene en el porche de su casa.
—Un minuto —levanta su mano como señal—, Me da curiosidad saber, ¿qué tipo de galletas te gustan?
Jihyo hace una mueca. Ella hacía muchas, y más estando con la peli-rosa. Eso no significa que estuviese disgustada por la mención de comida, y sonríe suavemente para responder por primera vez de forma que Sana no esperaba:—Me gustan con chispas, es algo sencillo y seguro, sí, pero en serio amo el chocolate.
Sana sonríe satisfecha. ¡Chispas! Ella de verdad era alguien fácil de complacer. Anota mentalmente el sabor que prefiere la coreana en su mente como si tuviese una libreta en ella, y mira a Jihyo de pies a cabeza antes de decir:—Cuando entres quítate las botas, ¿Está bien?
Jihyo asiente, no le parece extraño la conducta de Minatozaki. Ambas entran y lo siguiente que observan sus ojos la deja sin palabras.
Nunca en su vida pensó ver sus dos colores menos favorito en un mismo sitio y en proporciones que asustaban.
La casa de Minatozaki Sana, desde la puerta se notaba muy Navideña. Veía en la pueblerina también esa misma cualidad. Y sin embargo, no se imaginaba jamás que pudiera superarse.
Era una casa llena de esferas, plantas navideñas, miles de adornos rojo, verde y blaco por doquier. Era gigante, eso sí. Jihyo se atrevió a grabar con sus ojos todo el nuevo entorno identificando en cada espacio del lugar, un nuevo arreglo Navideño.
En la sala había dos pilares que estaban rodeados por serpentinas de mallas y pino. Una enorme chimenea con esferas perfectamente ordenadas, medias con bastones decorativos dentro, más serpentinas y hasta velas pintadas.
Se preguntaba si Sana las había hecho ella misma, se veían muchos objetos artesanales en el sitio.
Sana ve como Jihyo echa un vistazo a todo y responde las dudas de su mente:—La mayoría las hice yo... me gusta tejer y hacer manualidades—era como si leyera su mente.
Algunos objetos como muñecos de nieve, renos y bolas de cristal yacían sobre la mesa, lucían bonitos y le daban a la casa una vibra completamente viva y de acuerdo al mes.
Había luces, y como era de esperarse, lo más funadamental y representativo de la Navidad estaba presente, un fantástico árbol que era incluso más grande que ellas dos o la misma chimenea; llenaba el rincón de la casa y estaba decorado con más adornos de los que sus dedos pudieran contar.
Lo que más asombraba de ese árbol no era su tamaño, ni los objetos que le daban vida, era el hecho de que había un maldito juego de trenes automático en el pie del árbol, y la alfombra tenía un dibujo de Santa en él.
¿De dónde había sacado tanta decoración? ¿Estaba soñando o era más bien una alucinación rozando sus peores pesadillas? Tal vez la exagerada era ella.
Jihyo abre ligeramente la boca, se le escapa un aliento, abrumador es la palabra con la que describe ese hogar, de la humilde chica.
Todo aquello marea a Jihyo, mientras más observa, más cosas nuevas descubre. Mucho rojo, muchos adornos, y aparentemente un olor a jengibre y canela también se adentraba en sus sentidos.
«¡Oh mierda, comeré en una casa del Polo Norte, o cómo es esto!» Jihyo traga grueso, ella era el Grinch encarnado y Sana, como había dicho hace un rato, una Ayudante de Santa. «¿Podria ser esto peor?»
La chica le da una mirada disimulada y sonríe orgullosa de causar esa impresión en la coreana. Ella no se esforzaba en vano cada año para dejar a sus invitados con ojos abiertos y mudos de su creatividad al decorar, no por nada ese era su trabajo en el pueblo.
—¿Te gusta? —golpeó ligeramente Sana, con ánimos de saber. ¿Era Jihyo incluso tan escéptica para emocionarse por eso? La mira fijamente, y pronto Jihyo se siente presionada a responder—. ¡Oh, oh. Tienes que ver esto! —la chica da un aplauso fuerte, y de repente un sonido estruendoso de una voz masculina empieza a rellenar el espacio.
Jihyo hasta salta del susto, cuando un árbol con gorro de Navidad se activa por el sonido hecho por Sana para cantar «Jingle Bells» cantada por Frank Sinatra, la voz es robotica. El árbol abre su boca y cierra sus ojos iluminados con luces.
Al finalizar el fragmento de la canción, horrorizada, vuelve su vista a Sana quién espera una reacción positiva a su adorno favorito de la casa—. ¡¿No es maravilloso?! ¡Amo ese árbol, me lo regalo un vecino! Adoro a Sinatra —¡Desconocía quién carajos era Sinatra! Grave error por cierto, Jihyo se vió obligada a forzar su sonrisa para corresponder a Sana.
«Perturbador más bien» La morena sabe que tendrá pesadillas más tarde con ese animatronico de árbol. «Jodida chica linda que le encanta mi mes menos favorito»
—Es lindo —dice a medias y Sana nota su vacilación al responder, pero asiente y Jihyo ve dos medialunas en sus ojos, la cautivaba incluso en sus gestos más normales. Y la ternura de sus facciones le llamaba demasiado la atención—, ¿lo hiciste todo tú? —indagó Jihyo, pues eso si le interesaba saberlo.
Sana se emociona mucho por la iniciativa de la morena al preguntar algo sobre ella—¡Sí, soy muy buena decorando! ¿No crees?
—Demasiado —coincidió Jihyo.
—Me alegra que te guste.
Jihyo estaba siendo cortés. Pero admitía que estaba impresionada por la dedicación de Sana para llenar su casa con magia y espíritu en su totalidad—. A mi también me alegra —completó.
Sana la guía por el pasillo hasta lo que parece ser una cocina conectada con un comedor, allí la morena queda más impactada que nunca con la estructura del lugar, una cocina totalmente espaciosa y perfecta para una cocinera como Sana, o eso es lo que cree al saber que prepara galletas en ella. A pesar de ser muy bonita y con miles de cajones, puertas de alacenas, ve en la isla de la cocina materiales de respotería desordenados, junto con manchas de harina, sacos medio vacíos y muchas chispas de colores, chocolate, más nueces y maní.
—Eso es...
—Una disculpa por el desorden, es una locura preparar tantas.
«¿Cuántas galletas haría esa mujer?» Jihyo se descoloca al notar que no sólo tenía un horno bastante razonable para cocinar cuatro bandejas por tanda, sino que tenía dos más y eran eléctricos. Le da un vistazo al comedor y piensa que sigue siendo igual de bonito que el resto de la casa.
Ahí iba su segundo karma, una cena con la más amante de la Navidad, Minatozaki Sana.
—Entonces... ¿te logré impresionar con mi casa? —tantea Sana, esta la mira muy atenta a su respuesta.
¿Qué puede responder en realidad? Le dan ganas de salir corriendo de vuelta a Corea a exigirle a sus padres que nunca más la envíen a Icheon, sí, pero por otro lado también sentía completa fascinación por la habilidad de decorar de Sana, por más que ella fuese una loca por la Navidad, a Jihyo le picaba la curiosidad por esa joven de cabello rosa. No sabe que responder, y Sana lo lee en sus ojos, cuando está desvía la mirada hacia el comedor, el cuál tiene una bola de cristal con nieve.
Definitivamente Sana no quería saber sus pensamientos con respecto a la Navidad.
Rasca su nuca y tuerce sus labios. Oh Dios, que complicado. Piensa ella. Sana solo espera pacientemente:—Creo que me sorprendiste de más.
Sana aplaude emocionada, y toma su mano sin avisar, mueve una de las sillas y la obliga a sentarse allí—. Ponte cómoda, Jihyo-ssi. Espero que te guste el pollo frito —Jihyo siente babear por la sola mención—, quítate el abrigo.
Jihyo por fin se libera del abrigo mientras Sana aviva la llama de la chimenea. La coreana se siente bien atendida por ella, es tan generosa, no siente incomodidad por tenerla allí a pesar de que ella ha sido una tonta desde el principio; siente vergüenza y tapa su rostro. La ve fijamente unos segundos y ella se da cuenta:—¿Quieres decir algo?
Jihyo suspira:—Sí. Me gustaría pedirle disculpas Señorita, no pensé que fuese a necesitar de alguien aquí y me comporte mal —baja la guardia, completamente, ¿Cómo no hacerlo? Esta sentada en casa de una extraña que la trata como si fuese la más especial de las visitas. No la juzga, no se burla de ella, y para nada es reservada sobre su vida—. Usted es muy amable y yo he sido muy perdedora.
—Lamento que pienses así de ti, Jihyo —comienza Sana—, No tienes por qué disculparte, entiendo que reaccionas así por ser un lugar distinto... pero me contenta bastante haberte invitado hoy. ¡Sino probablemente cenaría yo sola! —Jihyo ya no se sorprende cuando sube eleva el tono de voz y chilla exaltada, ya lo ve normal en el poco tiempo que llevan conociéndose
Ella siguió hablando—. Entiendo si sientes desconfianza de nosotros, pero debes admitir, que soy genial.
Jihyo solo sonríe y asiente—. Ya veremos.
—¿Y sabes qué mas es genial? ¡Mi receta de pollo frito!—Sana se acerca un poco a su rostro, la castaña solo se queda en su lugar, ella susurra muy cerca—, lo preparé yo misma, espero que te encante...
Jihyo espera en el comedor mientras Sana calienta las sobras de su fabuloso pollo frito. Se siente tranquila de haber pedido disculpas, y se regaña así misma por ser tan amargada. Debe disfrutar, viene a su mente la voz de Nayeon.
El aroma de la comida inunda sus fosas nasales, y agradece al ver como Sana llega con dos platos con cinco piezas del delicioso pollo picante que ella alardea sabe muy bien.
La chica ya no lleva su disfraz, cosa que Jihyo agradece. Ahora viste un suéter de Minion con gorro navideño, y un beanie en su cabeza, la nariz de reno ya no la acompaña, y ve por fin la cara de Sana sin ese adorno, le parece aún mas armonioso y perfecto su rostro que antes, piensa que se ve incluso más linda, y quisiera poder ser tan atrevida como para hacérselo saber.
Ella finalmente toma una silla a su lado y se acomoda:—Prueba, quiero verte—dice de inmediato cuando el plato toca la mesa.
—¿Vas a verme comer?
—¡Sí, necesito tu reseña sobre mi receta, anda! —insiste ella.
—Está bien, esta bien —sonríe y lleva una pieza del pollo a su boca. Sana observa completamente ilusionada, ama cocinar y ama aún más ver a sus comensales probar sus inventos.
Jihyo por su parte prueba aquel cielo lleno de sabor que la transporta a los mejores restaurantes de Seúl que haya probado, pero esta segura que esa sola pieza de pollo podría destronar a esos locales:—¡Mierda, sabes delicioso!—. Frunce las cejas mientras hace un sonido de satisfacción, no sabe si es el hambre, o es que sencillamente Sana cocina como una diosa y tiene bendecidas las manos. Pero no puede dejar de sentir como su mal humor es reemplazado por una felicidad inexplicable en su estómago.
—Wow —dice aún con la boca llena, se tapa para hablar—. De verdad cocinas muy bien... —No duda en dar otro bocado, incluso siente que podría devorarse la comida sin dudarlo, y Sana enarca una ceja divertida.
Bufa al escuchar su halago:—Me ofenden tus dudas, Jihyo-ssi —bromea con ella. Tú termina de comer, iré a ver como están las galletas. Jihyo la ve extrañada—, ¿Qué? ¡Todavía te falta probar mis galletas, no seas mala!
Y no tiene más que aceptar, gustosa el recibimiento cálido de la chica.
—¿Y qué te gusta hacer durante las fiestas, Jihyo? —Sana volvió para sentarse a su lado, también volvió con otro plato de pollo frito pues sabía que aunque Jihyo dijera que no, aún quedaba un vacío en su estómago—. A mí me gusta cocinar y decorar todas las casas, me gusta como todas tienen su propio toque, ¡Ay y como amo los villancicos, las ofertas! Amo todo —Jihyo se sorprende, pues lo último era lo que más detestaba de esa época, las colas y filas no eran una desventaja para ella, odiaba esperar.
—Me gusta quedarme en casa... aunque nunca suelo estar allí en realidad —cuenta ella—, Mi familia y yo nunca pasamos las fiestas en Seúl, esa es nuestra tradición.
—¿Tu tradición es huir de Navidad? —abre su boca en mohín, confundida, Jihyo asiente y Sana exclama—: ¡Eso es una locura!
—A mi madre no le gusta decorar la casa... ni a mi padre cocinar la cena —comentó y Sana siente un tic en el ojo, alertando a Jihyo.
¿La sacaría a patadas por no celebrar la Navidad como todos los demás? ¿Debería preocuparse por ti tiene un hacha?
—Eso es bastante... —dice seria—... aburrido. Ush —siente un escalofrío de solo pensarlo.
—Oh no, solo nos vamos de vacaciones, tampoco nos gusta el frío, sufrimos por él —explica la morena—. Esta en realidad es mi primera vez viendo la nieve...
Sana no se siente precisamente contenta por dicha información, pero si muy interesada. Ahora entiende un poco más la nula emoción de Jihyo por estar en Seonmul, un pueblo más que Navideño, también el por qué de su actitud.
Entonces ella no ha tenido una verdadera Navidad... o sí.
Sana se inclina en la mesa y la ve fijamente con ambas manos juntas y su mentón sobre ellas—. Eso quiere decir... que no eres fanática de esto, ¿Ah?
El silencio se apodera de Jihyo, se vuelve muda y Sana lo odia. ¿Por qué cierra su boca y no responde? ¿Acaso no está equivocada?
¿Será que odia su preciada Navidad? ¿Siente disgusto por ella también?
Sus ojos se entristecen ante esa idea que ronda en su mente.
¿Por eso Jihyo la trata mal? Sana se arriesga a preguntar, no pierde nada con enterarse—. Dime, Jihyo-ssi, ¿Eres alérgica a la Navidad?
N/A: Holi, espero que estén muy bien. He visto que este fic ha tenido un muy buen recibimiento estos días, no se como hicieron para hacerlo llegar tan rápido a las 500 leídas, pero amo. Así que por eso mismo les regalo otro cap, me estoy esforzando por dar lo mejor de mí esta Navidad, tómense esto como un regalo, pronto tendrán mas actualizaciones, pensaba actualizar mañana, ¿pero quién se para temprano un lunes de Vacaciones para leer?
Muchas gracias por su apoyo y recuerden que son seres valiosos <3
¿Opiniones del cap, de la historia, qué piensan de esta trama un poco cliché? AJQKWJ, amo el cliché, lo siento.
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