03: "Una Ayudante de Santa."
—¿Ah?
Es lo único que logra decir Jihyo ante la presencia de la chica peli-rosa aterradoramente Navideña.
Le dolían los ojos, le preocupaba estar haciendo una mueca de disgusto ahora mismo, igual era demasiado festivo para sus pobres ojos de «Grinch moderno» como la apodaron en la oficina y su casa.
—Así que... ¿eres nueva por aquí, no es cierto? —la mujer hace preguntas evadiendo cierta mirada juzgona de la coreana—. ¿Te perdiste?
—¿Quién... quién eres y por qué te acercaste? —no quiso sonar a la defensiva, pero sucedió todo lo contrario. Sana se lo toma a la ligera, pues según ella era normal que los turistas perdidos viniesen con hostilidad.
—Bien, bien, me atrapaste—sube sus manos—. Mi nombre es Sana, en realidad, no se si te diste cuenta pero...—Sana se acerca un poco a ella y le susurra en su oído como si fuese a contar una travesura—. No soy el reno de Santa —lo dice con tanta seriedad que Jihyo se siente aturdida.
«Vaya, que novedad. Seonmul es un pueblo pequeño y lleno de psicópatas navideños» Menos mal que sus pensamientos eran privados, pues sabía que podría ofender a más de uno con ellos.
Sana no puede evitar detallar el rostro de la coreana, luce entre aturdida e incómoda todavía; no entendía muy bien el por qué esa chica era negativa y, en su mente estaba segura que era la más pesimista de todas sin conocerla del todo, aunque eso no la detiene de ser amigable. ¿Eso era necesario aclararlo?
—Así que... ¿eres algún tipo de drogadicto? ¿Este pueblo está lleno de alguna sustancia extraña que todos consumen y por eso estas vestida así? —Jihyo no encuentra mejor manera de dialogar con la posible única persona que se le acerque con ánimos de ayudarla que criticando su forma de vestir.
¿Era un error? ¡Por supuesto! Y su excusa era que le generaba inquietud ese traje y esa sonrisa macabra de la pueblerina absurdamente atractiva.
«¿Por qué cada palabra que sale de su boca es tan graciosa? ¡Ella podría ser la verdadera drogradicta aquí!» Se burla la nipona en su mente.
Sana suelta una risa ante las palabras de la joven. No se siente ofendida por sus comentarios inoportunos. Eso era cosa de todos los días.
La seriedad de Jihyo reina en su expresión, Sana no para de reírse con sus propios pensamientos, luego habla:
—La Marihuana no es legal en Icheon, tonta. ¡Y menos en Seonmul! —Jihyo se tapa la boca con vergüenza.
—Lo siento —se disculpa la coreana apenada por su brusquedad—. No debería ser tan amargada, mi nombre es Jihyo. Park Jihyo —le ofrece su mano al haberse sentido descortés con ella.
¿Dónde estaban sus modales religiosamente aprendidos en casa? Su padre la mataría y Suhee se burlaría si supiesen. Al menos agradecía mentalmente no tenerlos cerca.
Sana no duda en tomar su mano con fuerza inimaginable, agita el brazo de Jihyo con energía:—¡Qué emoción, eres nueva entonces, ya sabes porque nunca en mi vida te he visto por aquí! —Jihyo siente que en cualquier momento la chica podría sacarle el brazo debido a la fuerza ejercida.
Empieza a abrumarse pero lo menos que puede hacer es soportarlo uno segundos más.
«Auch, si qué es fuerte...» Aguanta mientras la extraña termina de alegrarse por conocer su nombre.
—Tienes lunares muy lindos, Jihyo —halaga Sana súbitamente—, en especial este que tienes aquí—señala el de su nariz y lo toca con uno de sus dedos—¡Boop!—emite un pequeño sonido al tocarlo.
Jihyo esta impresionada por lo sinvergüenza que era la mujer reno, pero no se sentía incómoda, más bien sentía que será la protagonista de la próxima película de terror Navideña al lado de esa mujer de ojos almendrados.
—¡Sana, Sana, Sana! —una nueva voz llega a los oídos de la coreana. Una rubia corre hasta ellas y se queda helada al ver la escena de Sana con su dedo en la nariz de Jihyo.
Para Jeongyeon no es raro ver a Sana metida en esa situación, pero no se esperaba que con la chica agresiva ataca buzones.
—¿Quién eres tú? —pregunta algo hostil Jeongyeon.
—Buena pregunta —ríe nerviosa cuando nota que la rubia viene con un bate de béisbol detrás—. Soy nieta de Park Dah-Mi. Prometo que estoy aquí en contra de mi voluntad, ¿Bueno? —Sana y Jeongyeon se miran unos segundos en los que Jihyo siente el verdadero terror. ¿Debería aprovecharlos para salir corriendo?—. Erm... podrías...
—¡Lo siento! —Sana quita su dedo del lunar de Jihyo—. Continúa.
—No soy ninguna secuestradora o algo así.
—Júralo —posa sus ojos llenos de fuego en Jihyo— Júralo, tengo un bate y siete años en el equipo de softball femenino —intimida Jeongyeon.
Allí Sana decide intervenir, no iba a permitir que Yoo hiciese un «home-run» con la cabeza de la castaña.
—Dijiste que eres la nieta de, ¿Park Dah-Mi?
—Ella misma —afirmó.
—¡Uh, no suenas convincente! Pudiste haber robado su nombre de algún grupo de Facebook adictos al café —ataca la más alta, Sana ya se estaba hartando de la conducta impulsiva de Jeongyeon, la mencionada recibió un golpe en la cabeza—¡Auch!
—¡Yoo Jeongyeon, deja a la pobre hablar, eh! —reclama la peli-rosa. Eran pocas las veces en las que Jeongyeon recibía un reclamo de ella, prefirió ceder.
—¿Puedo seguir?
—Todo tuyo —concede Sana.
—Todos los años en mi familia decide venir aquí, uno de nosotros debe cuidar a mi abuela —empieza a relatar Jihyo, ambas pueblerinas la escuchan sin perderse ningún detalle—. Este año me ha tocado a mí, y decidí venir al pueblo Icheon—. «decidir», Jihyo sabe que es una total mentira, más sin embargo no tenía intenciones de herir el orgullo de la gente del pueblo y su poco interés en realmente conocer Seonmul—. Cuando llegue toque el timbre por mucho tiempo, y luego...
—¿Y luego te frustraste y decidiste allanar y dañar una propiedad privada? —completo Jeongyeon con sarcasmo. Jihyo se sintió atrapada, era bastante embarazoso que la hubieran visto golpeando el buzón y dando saltitos por doquier.
—¡Jeongyeon!
—Bueno, mil disculpas a la chica por pensar que es una ladrona —Sana no parece segura de la respuesta a medias de Jeongyeon y la mira fijamente.
—Jeongyeon... suelta el bate... Por favor —dice con voz dulce y Jeongyeon no tiene más opción que dejar caer al suelo su viejo bate de béisbol—¡Gracias Jeongyeon-unnie!
Gruñe Jeongyeon—: Cómo tú digas. ¿Y cuánto tiempo llevas aquí? —pregunta sin rodeos la rubia.
Jihyo no había visto el reloj desde hace un rato, pues ver la hora aumentaba el hambre que ésta llevaba en su estómago.
—No he visto el reloj... en un tiempo —responde.
Jihyo siente curiosidad al recordar la pregunta anterior de la que parece ser Sana, ¿Conocía a su abuela, o por qué otra razón sabría su nombre y que esa es su casa? Así que se permitió observarla con detenimiento.
—¿Tú cómo conoces a mi abuela? —necesita buscar información lo más antes posible, y también buscar comida.
Jeongyeon suelta una risa ronca—. ¿Ella? Todos saben quién es ella, es algo así como la alcaldesa del pueblo —explica la rubia, Jihyo se siente medianamente interesada por lo dicho—. No hay forma de que tu abuela no sepa quién es.
—Gracias Jeong, aunque no exageres.
Jihyo si creía que era una exageración.
—De hecho, soy como su nieta postiza —agrega la peli-rosa.
—Qué dices, eso no es posible.
—La señora Dah-mi y yo somos grandes amigas, la conozco desde hace años —dice con seguridad, Jihyo duda un poco de ello—. ¿Por qué dudas de mí? —hace un mohín.
—¿Ah sí? —tantea la coreana acercándose con arrogancia—. ¿Conoces los nombres de todos sus nietos
—Su favorita es Yeon-Su —Escuchar el nombre de su prima y ver que la chica si acertó, una divertida Sana eleva su ceja despreocupada, dejando a Jihyo con la palabra en la boca y cruzada de brazos.
—¡Maldición!
—No sabía que los de Seúl fueran tan groseros.
—Yo no soy grosera —se queja más la castaña.
—Yo tampoco lo soy —dice contenta Sana—. Y... para demostrártelo, te invitaré a cenar —. La invitación imprevista de parte de la chica hace a Jihyo jadear atónita. ¿Cómo siendo una necia con ellas, la chica la invitó a cenar?
«¡Bien, no parece mala persona, solo es una demente a la que Navidad le vómito encima, pero eso no quita que probablemente no me deje morir de hambre» Medita Jihyo, no quería sonar interesada, aunque no quería morir de hambre y frío, tampoco le parecía correcto aceptar.
Después de todo, ¿De verdad su abuela tardaría mucho en darse cuenta que no estaba aún en casa?
Era su abuela, ¡claro!, su cerebro estaba dejando de funcionar correctamente esos días.
El estómago de Jihyo empieza a rugir, el hambre crece, su toma de decisiones se volverá impulsiva como ella al final, aunque eso ella no lo sabe.
—¿Por qué lo haría? —murmura la coreana con suspicacia, aún no sabía si debía confiar del todo en esas personas. Menos en Sana, la chica reno.
—Porque soy una ayudante de Santa —Jihyo se congela en su lugar—. ¡A un ayudante enviado por Santa jamás le puedes decir que no! —vitorea—. ¿No estabas enterada?
Jihyo no puede evitar tenerle idea a la chica, ¿Cómo es que es tan amable, alegre, burlona con ella? ¿De verdad existía gente así? Piensa un poco la propuesta de la mujer, cuando sus ojos se encuentran con los de Jeongyeon que esta totalmente seria acerca de la situación, se da cuenta que debería decir que si.
Y pasa todo lo contrario.
—Erm, no, gracias —rechazó. Trata de buscar en Sana algún rastro de decepción en sus ojos o rostro, pero no lo encuentra, ahora se siente confundida.
¿Por qué no se ve triste por ello? Y no menos importante, ¿por qué le importa lo que la extraña opina?
—Sé que mientes, si quieres ir —¿era algún tipo de psicología inversa? Ya Jihyo no captaba nada—. Y si no vas será peor para ti.
—¿Por?
—¡La señora Dah-mi está preparando galletas conmigo, así que no saldrá de allí en buen rato! —de nuevo, a Jihyo le da escalofríos la felicidad extrema con la que Sana suele hablarle—. Y ella siempre dice: «¡Tardará lo que tenga que tardar!»—imita la voz de una mujer mayor, simulando a su abuela.
Muy bien, eso explicaba el humo proveniente de la casa.
—Déjame ver si te entendí, mi abuela no saldrá en las próximas horas, porque tú...—hace énfasis en el tú—, ¿decidiste que necesitabas ayuda con tus galletitas?
—Ajam, y son las mejores, tu abuela en realidad debió ser repostera en lugar de inmobiliaria —Jihyo bufa como si lo que acabará de decir Sana fuese una tontería.
—Me temo que ya se esta haciendo tarde Sana-yah —interrumpe Jeongyeon, dirigiéndose especialmente a Sana—, debo irme, ayudaré mañana, lo prometo —Sana sonríe—. Le diré a mamá que te guarde del postre.
—No lo dudo, unnie, ¿hablamos mañana?
Jihyo siente que esta de más en su despedida, pero de todas maneras no ve a Jeongyeon o a Sana como tan importantes para escuchar su conversación entera. Ve a las dos darse un pequeño abrazo, y Jihyo espera que Sana termine de hablar con su compañera.
El silencio se planta entre ellas. Ese tipo de silencio en donde Jihyo usualmente se quiere esconder bajo su gran abrigo, mete ambas manos en sus bolsillos y evita la mirada de la contraria a toda costa. Para Sana no existía la palabra incomodidad en su diccionario, al contrario de Jihyo, que si la sentía en el aire.
Y tenía que decir, era mucha. ¿Qué podía decirle a una loca por la Navidad cuando ella en secreto la detestaba?
El silencio se rompe gracias a Sana:—Entonces, sé que no te negaras por lo que dije, pero realmente quiero saber...¿si vienes a cenar conmigo? —suelta dulcemente.
«Wow, ella no se rinde»
Jihyo no puede quitar su vista de la joven, los mechones de cabello de un tono rosa chicle lucen desordenados en sus coletas, los ojos avellana de la chica son bonitos, tiene una mirada suave y tierna al igual que sus labios delgados pero llenos, y mejillas regordetas que están ligeramente rosadas por el frío de Diciembre. Su traje de reno la cubre de pies a cabeza, se pregunta como es posible que con el clima no estuviese temblando al igual que ella; al observar su rostro y sus facciones definidas así como delicadas, concluye que la chica "ayudante de Santa" es muy bonita a pesar de su voz chillona y su burbujeante personalidad que deja anonadada a la coreana.
¿Cómo existía alguien tan tierno, inofensivo, dulce e infantil, pero a la vez tan atractivo a sus ojos?
Jihyo no se lo explicaba. De pronto se atrapa así misma mirándola de más, ¿se sentirá incómoda de sus ojos fijos en ella? Bueno, Jihyo quería pensar que no, además de la chica era audaz y extrovertida desde que la saludó, llegando incluso a tocar uno de sus lunares.
Se avergüenza al ver que Sana también la esta mirando detenidamente. Los ojos de ambas se buscan, y la chica le regala calidez con una sonrisa en medio de la nieve:—No has respondido pero ese silencio me lo confirma —habló suave y así, le ofrecr su mano cubierta con uno de los guantes del disfraz, la peli-rosa era persistente a su manera, eso a Jihyo la sacaba de órbita así como también la atrapaba—. Acompáñame, ¿Sí? Cocino bien y además recuerda que a un ayudante de Santa jamás puedes decirle que no...
Jihyo no se cohíbe, y agarra la mano extendida de ella, sin pensarlo demasiado. ¡Al diablo si la secuestran o la asesinan antes de la víspera! ¿Podría la peli-rosa ser una criminal en serio y eso qué? Tiene hambre, también teme por acabar enterrada, el hambre la mata y la hace cometer locuras.
No puede juzgarla cuando ella ha sido tan generosa de invitarla a cenar.
Y así, guiada por el apetito, una propuesta deliciosa, la curiosidad y el no saber negarse a los encantos de la chica, Jihyo atendió a una cena inesperada con un ayudante de Santa, Sana, una joven de cabello rosa bastante peculiar, y con magia navideña en todo su esplendor.
N/A: Holi! Espero les guste este cap, no tengo mucho por decir, solo aprovecho para presumirles los hermosos gráficos que creo beazyo para darle magia a la historia, considero que las portadas hacen las mejores historias y ella hace unas que te dejan como la Jihyo cuando vió a Sana vestida de Reno, impactade ok.
bueno, les actualizo luego, voy poco a poco pero recuerden que es un fic corto, así que es normal que vean que avance así de rapido , tipico cliche Navideño JAJAKA
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