01: "¡Devuelta con la abuela!"
Seúl, Corea del Sur,
4 de Diciembre, 2023.
—¡¿Qué ustedes qué?! —exclama con indignación una joven al oír la bomba que acaba de soltar su hermana mayor.
—Nos vamos de vacaciones, Jihyo, ¿estas sorda o qué? —una de sus hermanas mayores le comenta con fastidio, mientras mete una montaña de ropa a una de sus maletas sobre la cama—. Este año vamos a Cancún.
Park Jihyo, veintidós años, odia la Navidad y en estos momentos, a su hermana Suhee.
—¡Pero yo siempre he querido ir a Cancún! ¿Por qué no estoy incluida en este viaje, ah? —el enojo de la menor de las Park es escandaloso, haciendo que su hermana mayor ponga los ojos en blanco por las actitudes de su hermana—. Todos los años voy contigo, Suhee, ¡no pueden simplemente abandonarme como si nada!
—Escucha Jihyo, todos los años vienes, pero... ¿no has notado que siempre uno de nosotros se queda?
La familia Park no era esa típica familia que se quedaba en las fiestas a decorar la casa con ridículos adornos y luces, tampoco compraba obsequios, y mucho menos preparaban una abundante cena navideña como la mayoría de familias solía hacer en el vecindario. Eran alérgicos a la comunidad de la cuadra cuando se trataba de esas fechas, e huían los primeros de Diciembre sin importarles quién o qué.
Y Jihyo, por crianza, había heredado esa fama de huir de Santa, los renos, y los mismos cinco villancicos que cantaban sus vecinos.
Cada año, la familia compraba sus boletos, no importaba lo numerosa que fuese la familia, siempre se escapaban a cualquier destino tropical donde no hiciese el terrible frío decembrino. Donde todo estuviese arreglado y todos los primos y primas de Jihyo estuvieran satisfechos con una piscina y helados para recibir el veinticinco de Diciembre.
—¡Igual no entiende Suhee, nunca antes me habían dejado de lado! —se queja una vez más—, anda, no pueden dejarme este año.
—Ya tienes veintidós, Jihyo, no te puedes quejar, este año te toca a ti.
Jihyo allí estalla en enojo y frustración, ella de verdad no quiere perderse su verdadera Navidad, aunque no recibiera regalos como el resto de sus primos menores, ella era feliz en un hotel cinco estrellas dándose la mejor vida. No podía no ir, ¡qué insinuaba Suhee!
Cada año, los hermanos y primos más grande corrían con la mala suerte de quedarse, cada año, uno de los Park debía renunciar a la fiestas en un destino turístico fantástico tan caro que dolía la billetera para cuidar a la abuela Park.
Y ahí Jihyo cayó en cuenta.
—No puede estarme tocando a mí, ¿Qué hay del tío Geun? Él nunca va.
—Este año se casó, así que tiene derecho a irse con su nueva familia —responde desinteresada.
—¿Y mi tía Yeri? —da otra opción con la esperanza de que ese no sea su destino final.
—¡No insistas Jihyo, todos tienen algo que hacer estas fiestas! —grita finalmente Suhee, con frustración—, ya has evitado mucho tiempo esto, es la primera vez que lo harás de verdad, ¡debes ir!
No, no, no, todo menos eso... ¡Ash!
Jihyo estaba de todo menos contenta, no quería. Se negaba rotundamente, ¡estaba dispuesta a ceder sus ahorros de meses para contratar una niñera si era necesario!
—No puedes decir que no —se encogió Suhee de hombros mientras cerraba su equipaje—. Prepara esos abrigos que ya pague tu boleto de autobús.
—¿Y qué pasa con Bbyou?
—Va con nosotros, hermana —hasta el gato iba a Cancún y ella no. ¡Era el colmo!
—¡Unnie qué horror! —Suhee enarca una ceja—¡No pueden hacerme eso!
—Ya lo hice...—dice lentamente.
—¡Suhee!
—Será una buena Navidad, ya verás—intenta convencerla la más alta, aunque Jihyo no está del todo cómoda con la idea.
Ese año era su año, y no tenía otra opción.
Detestaba las terminales de autobuses, le recordaban a esos patéticos viajes escolares. Jihyo estaba más negativa de que costumbre. ¿Cómo no estarlo? Estaba sentada a primeras hora de la mañana una silla más fría que la mismísima ciudad, con la esperanza de que eso fuese una broma con cámara escondida, ¿Por qué ella tenía que cuidar a su abuela? No es que no le cayera bien, pero sabía que la señora era exigente con sus cuidadores.
Además que... Ella prefería mil veces estar en el aeropuerto, esperando el llamado a México ¡Quería conocer Cancún! No cuántos dientes habría perdido su abuela.
Jihyo era aguafiestas, sobre todo en el último mes del año, Halloween era soportable, el pavo de acción de Gracias también, ¿Pero Navidad? ¿y con su abuela? De ninguna manera iba a sobrevivir.
Ah sí, Jihyo era una exagerada de primera.
—Aburrida, agh —se abrazaba así misma por el frío de sala de espera—, ¿Por qué nadie enciende la calefacción? Estamos a veinte grados —observa en la pantalla de su celular. De repente una llamada emerge de su compañera y amiga del trabajo, Im Nayeon—. ¿Eh, hola?
—¡¿Pensabas abandonarme por ir a Icheon así como así?! —grita tan fuerte que la coreana aleja su teléfono para que su audición no sea afectada—. ¡Agh, tú Park Jihyo!
Jihyo trabajaba en un pequeño departamento de marketing como parte de uno un equipo de redacción. No ganaba exageradamente, y a pesar de que su familia poseía una buena posición económica para llevarla a un trabajo con salario razonable, en realidad ella quería empezar de cero.
Allí, entre las personalidades del equipo, conoció a Im Nayeon, la jefa del grupo de redacción. Egocéntrica, rubia, entusiasta, aunque aterradora cuando las cosas no salían como debían en la oficina.
—"Hola Jihyo, ¿Cómo estás Jihyo? ¿Ya comiste? ¿Dormiste bien? ¿Sigues viva?" No se te ocurrió preguntar alguna de esas...—Im Nayeon gruñe en la línea.
—No me cambies el tema, Park, pensabas irte sin mí a un viaje vacacional tú sola, ¡sabes qué no tengo pareja para pasar las fiestas! —chilla Nayeon—, eres una idiota.
—No voy por gusto a Icheon —se defiende—. Y créeme que no, no planeaba comprar un boleto para irme yo sola, por favor Nayeon, todos los años voy a un lugar diferente.
—Eso fue lo que me sorprendió —contó ella—. ¡No puedo creer que hayas ido sin comentarme nada!
—Sí, si, si Nayeon, perdóname la vida por no invitarte a un viaje tan aburrido como los chistes de mi papá —ríe Jihyo—. Un segundo, ¿cómo sabes tú que me voy?
—Porque estoy en la terminal de autobuses, tonta —se burla Nayeon.
—¡¿Qué?! —se exalta Jihyo en medio de la sala, con las miradas de varios desconocidos extrañados, siente vergüenza y se vuelve a sentar en su lugar—. Perdón, ¿qué?
—Estoy segura que luces como una idiota —carcajea Nayeon tan alto que seguramente la pareja de señores de al lado la han vuelto a mirar con hastío—. Somi me lo comentó, recuerda que es la novia de Suhee.
—¿Así que Somi y Suhee me arruinaron las fiestas? —el sarcasmo en su voz era palpable.
—Las fiestas te las arruinas tú solita, Jihyo-yah. ¿No has notado que estarás libre la mitad de Diciembre? ¡Ya quisiera yo poder hacer lo mismo también! —Nayeon no tenía días libres, y la añoranza de tener unos pocos era muy obvia para Jihyo—. Disfrútalos, tonta, ¿por qué te quejas tanto de tu vida?
—Porque yo quería ir a Cancún —dice fastidiada—. Además este maldito bus no llega, me quiero ir ya.
—Ñiñiñi —Nayeon usa una voz insoportable para molestar a Jihyo—, ¿la niña rica no puede pasar un año sin visitar las siete maravillas del mundo? Anda Jihyo, ¿qué sucede con tu humildad? —la regaño Im—. No quiero ser tu Pepe Grillo, pero exasperas cuando te ahogas en un vaso de agua, niña.
Jihyo lo piensa un poco. Si estaba sonando muy arrogante, y Nayeon casi siempre era, aunque no lo admita, su voz de la razón y consciencia, así que si, al final Im si era un auténtico Pepe Grillo.
—Me caes mal —admite más que irritada por escuchar la verdad de su amiga—. Pero no deja de ser un fastidio.
—Ya veo por qué te dan los peores regalos en los intercambios.
—¡Ese cupón de la tienda de helados no era tan malo, eh! —recuerda la coreana.
—Tenía dos años de caducidad, Jihyo.
—Cómo sea, aparentemente ya está por llegar el bus, ¿te hablo cuando llegue a Icheon?
—Sería justicia si te acordarás de tu fabulosa mejor amiga en tus vacaciones navideñas —exagera Im, y Jihyo chasquea la lengua para luego reír y colgar.
Dos horas después, le esperaba su amarga y aburrida Navidad.
Icheon, Corea del Sur.
5 de Diciembre, 2023.
«Queridos pasajeros, hemos llegado a su destino, distrito Icheon. Gracias por viajar con nosotros...»
La voz de la mujer al megáfono se hizo lejana para Jihyo cuando piso por fin el suelo luego de bajar del autobús. Aún seguía de mal humor, eso sí, pero llegar a un lugar diferente también cambiaba su forma de ver las cosas aunque sea momentáneo.
Icheon no estaba muy lejos de Seúl, eso no significaba que dejase de ser un clima frío, pero en palabras de Jihyo, no era exagerado como en su ciudad.
Los distintos pasajeros del autobús bajaban con sus bolsos y equipajes, algunos eran familiares pequeñas, otros enamorados que desbordaban amor, y muy pocos oficinistas con ojeras visibles.
Las palabras de Nayeon resuenan en su mente. "Difruta tus vacaciones Navideñas", era afortunada de tener una familia que cada año se permitía llevarla a un sitio diferente. Podría ser verdaderamente tedioso para ella estar en Icheon, y en realidad no podía ser tan grave. Solo que como bien repetía Nayeon hasta al cansancio: "Se ahogaba en un vaso de agua".
Sí que lo hacía, y hasta ahora la única que lo dijo sin pelos en la lengua era Nayeon.
—Bien... Tú puedes Jihyo —se dijo así misma—, paga tu taxi y cuida a tu abuela hasta el veintisiete, es pan comido.
Baja del taxi con sus maletas en mano, mira a sus alrededores. Se encuentra en un pintoresco vecindario, está adornado con bellas luces y visualiza algunas casas, que con farolas de antaño aún alumbraban el camino para sus visitantes; a simple vista lucía todo muy tranquilo y acogedor.
Eso le dió buena espina a Jihyo, ya eran las dos y media de la tarde, y Jihyo estaba allí intentando que sus pies se movieran hasta la puerta de su abuela.
Camino por las cuadras hasta llegar a una gran casa de colores terracota, la "humilde morada" de su abuela, si es que el «humilde» encajaba en esa frase, era una casa de dos pisos, un jardín gigante, y observaba un humo fugaz salir por la chimenea. Al parece su abuela estaba despierta.
Jihyo era consciente de las ventajas de su familia, al ser todos parte de las bienes raíces, no era de extrañarse que la propiedad de su abuela fuese grande y con los mejores atributos en estructura en comparación a las demás casas del vecindario.
Park Da-mi, era una mujer de setenta y dos años, que según contaban todos en la familia, vivió una buena vida vendiendo junto a su marido tantas casas le permitió su edad. Tuvo seis hijos, y ya hasta perdía la cuenta de cuantos nietos, bisnietos y sobrinos.
Jihyo en sus veranos pasados llegó a visitar a su abuela pocas veces, así que no estaba segura de si la señora la recordaría del todo.
Traga grueso al tocar el timbre de la entrada, llena de figuras de ángeles que a su vez eran fuentes. ¿No podía disimular un poco que era rica? Para nada, eso se lo había comentado Suhee.
Jihyo arruga la nariz cuando no responde al primer timbre, toca una vez, dos veces, hasta seis veces y pareciera que la anciana no tiene intenciones de aparecerse detrás de la puerta.
¡Fantástico! Ahora moriré de hipotermia en un pueblo baldío donde si no me roban estaré dentro de veinticuatro horas bajo la nieve. ¡Vacaciones ideales! La especialidad de Jihyo era sacar todo de proporción.
Impaciente toca una vez más, nuevamente sin una respuesta suspiró con pesadez.
Su abuela quizá no la haya escuchado ni la primera vez y ya estaba ella jurando que lo haría a la vigésima, la fe es lo último que se pierde, ¿no? Es más, podía apostar que la estúpida de Suhee no le informó a la mujer sobre su llegada a Icheon en ningún momento. Estaba pensando en irse caminando a la ciudad y pedir un boleto hasta Cancún para golpearla en su estúpida cara.
Para colmo, desconoce si su abuela sabe de la existencia de la mensajería instantánea, o siquiera si posee un celular.
Buscar entre los bolsillos de su chaqueta su móvil, desea que al estar en un pueblo alejado de la ciudad no tenga una señal muerta.
"Sin conexión móvil" Odiaba atinar en casi todo lo que pensaba. Como se temía, estaba por pasar las próximas horas afuera, sin calefacción, sin comida y probablemente cada que pasara un vecino, o la verían sospechosa al igual que un ladrón, directamente pensarían era una idiota de primera.
«¡Hasta podrían confundirme con un testigo de Jehóva y lanzarme agua caliente para espantarme de aquí! Ash.» Ya el frío la estaba afectando.
El sonido de una camioneta gris pasando por la calle la alarma y gira en su dirección. Ve bajar a los primeros vecinos de los muchos que pasarán por allí, ew una familia bajando sus compras, y cierran la puerta de su casa sin siquiera notar la presencia de una joven friolenta en el frente de la casa más grande de esa cuadra.
Pasan niños, perros, hasta pájaros cantaron y nadie se atreve a preguntar que hace Jihyo allí.
—Te odio Suhee, cuando te vea te mato —dice entre dientes, totalmente molesta, patea el buzón. Jihyo es impulsiva, la joven se da cuenta de su error cuando empieza a dolerle el dedo pequeño del pie, empieza a soltar lágrimas en medio de su rabia—¡Maldita seas Park Suhee! —y ni siquiera el grito que deja salir de su boca llama la atención de la mujer en casa.
¿Qué desgracia seguiría después?
N/A: Lo prometido es deuda, hubo un momento donde mencioné que quería un fic Navideño para este perfil, tal vez lo inicie un poco tarde, pero tengo ganas de publicar lo que pueda de este fic, no importa si el final sale en enero. Este será corto, porque es un mini fic, pero quiero ponerle empeño, ¿qué les pareció el primer capitulo? Ya vamos a conocer a Sanita, ¿así que preparados o qué?
Por cierto, este fic tendrá una playlist navideña, así que les dejaré el link en mi perfil <3
Este capítulo va a dedicado a Jeonniemoon, que hace unos días cumplió años, espero que te guste Ü ♡
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