OO1.

Seúl, Corea del Sur.

Edad: 5 Meses.

—Pero mira que hermosos son tus hijos, Sana—Dijo la señora Min observando con ternura al par de mellizos en la cuna.

La Señora Park sonrió agradecida y feliz, por fin tenía a sus dos bebés en casa, si bien hubo complicaciones en el parto, ocasionando que se quedara más tiempo, pero todo valía la pena con tal de que sus mellizos estuvieran saludables.

—¡Que dices, DaHyun! Tu hijo es hermoso —Ambas rieron.

—Lo sé más que bien, pero tu sueño siempre fue tener mellizos ¿O me equivocó?

—Efectivamente, y mira que bien lo logré.

La Señora Min observó al varón de los dos bebés con una gran sonrisa y abrió sus labios dispuesta a hablar —¡Pero qué lindo niño! Incluso podría decirse que es el más lindo de ambos, a mí se me hace que este hombrecito va a ser muy hermoso y guapo en el futuro, te aseguro que le lloverán pretendientes Sana, así que cuídalo bien.

La mencionada asintió emocionada por tales palabras de su mejor amiga, ella también lo había notado, Jimin era muy perfecto y tenía una belleza extremadamente inhumana, en cambió Rose era linda igual pero no tanto como su hermano. Como sea quería por igual a sus dos recién nacidos hijos.

(...)

Seúl, corea del sur.

Edad: 3 años.

Toda la familia Park tomaba un pequeño paseo por el gran parque de la ciudad. Los dos hermanos mayores; Mía y Taemin cuidaban de sus pequeños hermanos con tranquilidad cada uno pendiente de un mellizo.

—bua —Balbuceó el pequeño niño de tres años formando un pequeño puchero que enamoraría hasta a la persona más fría.

—¿Agua? —Preguntó con duda Mía mostrándole el pequeño bote con dicho líquido. Tierno, pensó.

El niño alzó las manos tratando de alcanzarlo, fallando al instante ocasionando que la peligris riera por la acción del infante, olvidándose por completo de la niña pelinegra de la que se encargaba, terminó por agacharse y darle mimos al castañito del cual Taemin mantenía en brazos.

Rose miró con interés la extremada atención que recibía su mellizo de sus hermanos, frunciendo su ceja en un pequeño ceño.

(...)

Seúl, corea del sur.

Edad: 6 años.

—Feliz cumpleaños a ti~ feliz cumpleaños mellizos~ —Todos terminaron de cantar, estallando en aplausos y silbidos.

Jimin y Rose cumplían sus seis años, y como todos los años, hacían una fiesta para celebrarlo. Rose había pedido una fiesta de princesas, pero Jimin quería un cumpleaños tranquilo con música clásica. Así que decidieron complacer a Jimin en vez de la pelinegra excusándose que era el mayor y el próximo seria de princesas.

La pelinegra dirigió su vista a Jimin y por primera vez, un sentimiento de amargura se instaló en su pecho; la envidia.

Envidiaba la atención que recibía Jimin por sobre ella, los abrazos, los besos y amor cálido que le daba su familia, las montañas de regalos que llegaban sin parar ese día. Y que solo tenían un destinatario; su hermano.

Ella también existía, quiso gritar. Tal parecía que su hermano era el centro del universo.

A la edad de seis años, Rose deseó que su hermano no existiera.

(...)

Seúl, corea del sur.

Edad: 10 años.

— Jiminie, Rose —Llamó la Señora Park a sus dos traviesos mellizos, momentos después ambos niños bajaron por las escaleras, sonriendo y tomados de las manos.

—¿Qué sucede, mami? —Preguntó su hija, Jimin posicionándose a su lado y bajando la cabeza con timidez.

—Mis dos amores, me han llegado sus calificaciones —Mostró un sobre alzándolo en el aire y moviéndolo con emoción. Dentro las boletas de sus dos hijos se encontraban esperando ser abiertas —Veamos, que tal les fue en el colegió. Primero Rose.

La niña de diez años miró a su madre emocionada, viendo como sacaba el papel y desdoblaba la hoja, seguido leyó cuidadosamente el contenido, su cara de felicidad, transformándose en una total mueca mientras sus ojos recorrían las letras que se marcaban.

Miró a su hija con molestia —Park Rose ¿Me puedes explicar que son estas pésimas calificaciones?

Su hija desconcertada miró a su madre con nerviosismo, moviendo su pie insistentemente mientras balbuceaba cosas sin sentido y sus ojos se humedecían.

—¡Park Rose! Estoy pidiendo una explicación ¡¿Cómo es que has reprobado más de la mitad de todas las materias?! —Exclamó su madre, haciéndola estremecer, e inevitablemente sus ojos se llenaron de lágrimas, a pesar de eso la señora Park no se dejó domar.

—Lo siento —Fue lo único que susurró bajando la cabeza a la vez que dos gruesas lágrimas bajaban por su mejilla.

Su madre la miró con decepción, y negó lentamente con la cabeza. Tomó el segundo sobre y lo abrió, repitiendo la misma acción que con el primero y leyó. Unos segundos después una sonrisa de orgullo marcó sus facciones, dejando el papel de lado y cargando a su hijo varón -obligando a los dos infantes a soltarse de las manos- le dio un gran beso en su mejilla.

—Mi bebé ¡Felicidades! Has sacado un diez perfecto —Halagó a su hijo, totalmente alegre olvidándose del mal trago que le había hecho pasar su hija —Rose, deberías de aprender de tu hermano, Jimin si es un buen niño, y para festejar esas calificaciones tuyas, ¡Hoy prepararemos tu comida favorita! —Dijo Sana, ambos madre e hijo dirigiéndose hacia la cocina.

Rose cerró fuertemente sus puños, alzando su cabeza y mirando hacia la nada, un brillo reluciendo en sus ojos fue el inicio de todo, por primera vez había sentido odio y rencor hacia su hermano mayor.

(...)

Seúl, corea del sur.

Edad: 16 años.

—Mamá ¿Has visto mis zapatos? —Un bello castañito de dieciséis años preguntó asomando su cabeza por la puerta.

—En la sala, bebé —Contestó su madre regalándole una sonrisa, esperando que su lindo hijo se la devolviera, y así fue, una gran sonrisa sobresalió en su rostro dejando un sentimiento de calidez en el pecho de la mujer, había criado bien a sus hijos.

—Madre saldré —Musitó Rose en cuanto entró, chocando intencionalmente los hombros con el Park varón y empujándolo, Jimin le dio una mirada confundida, pero sin tomarle importancia no dijo nada y salió de allí.

—¿Me estas preguntando o avisando? Desde cuando te mandas sola, muchachita irrespetuosa —Reprendió la señora Park, mirando con regaño a su hija —Si no mal recuerdo, tus calificaciones este año están peor que las del anterior, recuerda, estas castigada Park Rose, no puedes salir.

La pelimorada miró con molestia —¡Como Jimin si puede salir!

—No te compares con tu hermano, ambos son muy diferentes, y además ¿Por qué él no tendría permitido salir? Es el mejor de su clase, y es uno de los más inteligentes en todo el país, deberías de seguir sus ejemplos no los de esos sin futuro como tus disque amigos, que lo único que te traen son problemas.

—Hablas de no comparar y siempre terminas haciéndolo —Dijo Rose levantando la voz —Jimin esto, Jimin otro, ¡Jimin todo! Siempre mi estúpido hermano es el centro de atención, de papá, de mis hermanos, de ti ¡De todo el mundo! ¿Acaso no existo para nadie en esta casa?

Una cachetada resonó en la habitación, dejando un silencio sepulcral en el salón, Rose dejó caer el vaso de cristal que mantenía en sus manos, con su cara inclinada hacía un lado, su mejilla roja, y la señora Park con una mano alzada, la fémina volteó a verla con odio.

A pesar de todo el rencor plasmado en sus entrañas, furia latiendo por sus venas, y venganza vibrante en su sangre. Ella sonrió divertida, mientras miraba a su madre fulminarle.

—¡No vuelvas a referirte hacia tu hermano de esa forma!

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