Él se estaba distanciando.

Los acordes de su guitarra se llenaban de discordia más seguido. Su mirada se perdía en el café, y se la pasaba horas con el celular en la mano.

Los besos eran efímeros y monótonos, las caricias cesaron.

Kyoka estaba ansiosa ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba la mente de su amado? ¿Qué dimensión se abría cuando el bebía café mirando la ventana?

¿Dónde está su amante?

La cama ahora le quedaba grande por largas horas.
La música comenzó a estar menos presente, y las risas y bromas se fueron apagando poco a poco. Mirarse incluso es un regalo momentáneo.

¿Dónde está? Siempre se pregunta al llegar frente a su casa y ver que todo está en oscuridad;
Incluso el collar que ella le había regalado no estaba más en el cuello de Denki;
Al igual que su sonrisa brillante, cada día veía menos a aquél rubio sol.

Qué destino tan costoso, pensó que no se sentiría tan mal. Apesar de que se había jurado así misma no entregar su corazón en bandeja de plata.

Ahora, sentada sola, miraba el atardecer que antes parecía ser más brillante. Juega los Jack entre sus dedos. Incluso se muerde las uñas mientras escribe el mensaje:

“¿Dónde estás?”

Él es un mal llorón, pero es buen mentiroso. Lo sabe pues su respuesta fue perfecta.

No puede fingir que no lo extraña; puede fingir que no le importa, pero el agujero crece cada vez más.

Mina la mira algo culpable.

Todos lo saben; son arte suicida.

Ella de vez en cuando se da cuenta, se está volviendo sombrío, ahora es sólo una sombra. Sabe que él ama a sus amigos pero nunca está con ellos.

Su chico no es un hombre seguramente honesto.