Los humanos están condenados a vivir de la migas que demonios prohibidos dejan en el aire por la esencia a heroína que dejan.
Consumir en pequeñas dosis es su único placer y martirio, su cuerpo pedirá más hasta que estén jodido y envenenado, vagando por el limbo entre lo prohibido y el deseo.

Denki tomó sus maletas y cruzó el umbral de la puerta para no volver jamás. El amor lo asfixió, se arrastró por el fango y fue engullido por completo sin escapatoria. Sus alas fueron inhabilitadas por completo y se volvió incapaz de volar.

—Me jodió —chasqueó la lengua subiendo a su auto.
Lo jodieron, se metió debajo de su piel, lo tiñió dejándolo ciego por completo, intentando tocar algo inalcanzable.

Lanzó las hojas al fuego.
Está jodida, si pudiera volver al día en que la conoció definitivamente la evitaría a toda costa. La consumió por completo.
—Estoy jodidamente acabada —chilló mirando las miles de letras que habían nacido a causa del demonio de cafeína. Esa castaña había devorado su corazón con una sonrisa.

Ambos lo habían echado a perder, ambos querían tener una reserva por si la prueba fallaba. Ambos querían tomar más cuando ya tenían las manos llenas.

Jirou miró a la puerta, Denki jamás volvería, su chico actuaba sospechoso y demasiado precavido, y ahora jamás estaría ahí de nuevo, Ochako se cansó de esperar y ahora...;

Tomó una pluma y en la última hoja que le quedaba escribió:

El demonio de cafeína

Epílogo

Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no durará. Se quiere lo que se sabe que es eterno.

—Jirou Kyoka