Kaminari estaba decidido, estaba listo para ir a rogarle a Ochako, dejaría a Kyoka y cumpliría la pauta de una buena vez.

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Tomó su bolso, iría por Uraraka, después de tanto pensar, había descubierto que el amor no es para siempre, que el cariño se pierde y que los engranajes se oxidan. Cumpliría la pauta.

—¿Estás loca? No te diré donde vive Ocha —habló floja Mina, tirada en el sillón con un perro en el vientre con el cual jugaba.

—Quiero hacer las cosas bien. —dijo decidida.

Ashido la miró espetante y se levantó —me daré un baño para que hablemos bien, hace calor. Espérame, en el refrigerador hay palitos de queso.

Kyoka se sentó en el sillón algo nerviosa, el sonido característico de un celular sobre un mueble la hizo mirar a su lado. El celular de Mina, se supone que es la mejor amiga de Ochako, entonces hablan por teléfono y se mandan mensajes. Sin dudarlo abrió el celular, nunca poseía contraseña, Ashido siempre decía:

«Quien quiera mirarlo es bajo su propia responsabilidad, me viene y me va lo que les parezca»

Revisó cada uno de sus contactos, y llegó al chat de ella misma, donde la había dejado en visto en aquel declive de emociones, “No hay zorra” fue lo que le envió.
Y ahí estaba el chat de Ochako.

—Eres una puta enferma, —le arrebató el celular Mina— ahora que me has quitado las ganas de hacer ésto bien, aquí va. Soy tu amiga y eso no significa que ande por ahí hablando de otras contigo, eso es hipocresía, no por que sea tu amiga tengo que andar ayudándote en tus tonterías, aprende a diferenciar, serás mi amiga pero no tan amiga cómo Ochako, hay niveles de amistad, aprende a diferenciar el tuyo —culminó mirándola enojada. —Además seguro que ella ya no quiere nada contigo, la conozco al derecho y al revés, tu tiempo ya pasó. Te quedaste como el perro de los dos juguetes, no juega ni deja jugar, y al final se quedó sin ninguno de los dos.

Kyoka analizaba muy bien las palabras siempre y cuando no venían de Uraraka: —¿Sin los dos?

Ashido se dió un spalmface, ya la había cagado. —Si.

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El aroma era espléndido pero no podía distraerse en eso, entró al edificio con seguridad.

—Disculpe ¿Quién es usted?

Miró a la mujer elegante, de cabello negro y en coleta, mejor que Uraraka pero no como Uraraka.

—A la señorita Ochako Uraraka. —Dijo seguro. La mujer alzó una ceja extrañada.

—Ella se encuentra de viaje, pero puedo dejarle un mensaje si gusta, ¿A nombre de quién?

—No le dejaré nada —dijo abatido. —Muchas gracias.

El rubio salió de inmediato.

Momo dió una risita cuando su compañera llegó.

—Momo-chan, eres muy cruel —dijo agraciada.

—¿Qué hace un músico por aquí? Pfffffff, por qué habría de solicitar a Ochako-chan.

—Si dejó pasar a una escritora no había problema.

Ambas mujeres regresaron a su puesto de trabajo.

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Al final de las escaleras estaba Kyoka y Denki se quedó en blanco.

—¿Qué haces aquí?