Se armó de valor, infló el pecho y puso un semblante serio.

—Jirou, quiero hablar algo muy serio contigo —dijo neutro.

Kyoka miró el edificio, podría estar perdiendo tiempo. Así que optó por algo más rápido:
—Dimelo ahora.

El valor se coló de todo su cuerpo, ahora que lo pensaba: decirle era algo muy arriesgado.
Le estaba siendo infiel con su mejor amiga, con la que ha cenado innumerables veces, con quien convive en las tardes en una oficina.
Pero necesita más dosis, necesita más de ese veneno de azúcar en los labios y en las venas.

—No creo que ésto siga funcionando, —soltó al aire.

El tiempo se detuvo.
El viento movió el cabello de ambos, y la transferencia del sol para dar paso a la tarde en tonos naranjas proyecto su sobra al suelo. Los autos pasaban detrás de Jirou y el ruido de sus motores pasaban al segundo plano.

Jirou abrió más los ojos y sus labios se movieron sin emitir ningún vocablo.

Ambos entraron en un profundo estado de análisis.
Hasta que al unísono soltaron;

—Hay alguien más.

Denki alzó una ceja y después soltó una risita, Jirou sonrió sin siquiera saberlo.

Era como si las piezas se movieran a su favor.

El rubio llevó una mano a su melena para revólverla —¿En verdad, quién es?

Jirou sonrió algo nerviosa, juntando punta con punta los Jacks.

Él, al no ver una respuesta decidió contarle su motivo.

—Espero lo entiendas, pero de quién me he enamorado es Ochako.