Capítulo 10


Un dolor punzante se hizo presente en mi cabeza en el momento que empecé a despertar y la luz, que atravesaba mis párpados, proveniente de algún lugar, no estaba ayudando. Apreté los ojos y los cubrí con mi brazo intentando que el dolor cesara, pero cuando no lo hizo los abrí y parpadeé intentando acostumbrarme al resplandor.

Miré a mi alrededor, desorientada, al no reconocer la habitación y el de pánico se apoderó de mí. No era alguna especie de sótano, solo una habitación grande y limpia pero eso no quería decir que estaba a salvo. Me levanté con algo de dificultad y mi estómago se revolvió al instante, tomé varias respiraciones profundas hasta que las náuseas se fueron.

Me volví a sentar al no soportar ni mi propio peso y ahí es cuando noté mi ropa, llevaba una camisa negra y unos pantalones de algodón casi del doble de mi tamaño, obviamente no era mía.

Traté de recordar lo que pasó pero solo provocaba que las náuseas y el dolor de cabeza volvieran. Estaba frustrada, al encontrarme débil y exhausta no podría saber donde estaba y si debería estar muy preocupada o no.

Intenté levantarme una vez más y me sostuve de la cabecera de la cama, mi cuerpo comenzó a temblar por el esfuerzo. Cielos...

La puerta frente a mí se abrió sobresaltándome y cuando vi a la persona que entro por ella mis piernas temblaron de nuevo y fallaron, causando que cayera de rodillas.

Se acercó a mí y me tomó en brazos recostándome en la cama y dándome algo de calidez con su cuerpo. Se sentó a mi lado manteniendo uno de sus brazos alrededor de mi cintura.

- Lou...-Susurró y me sentí aliviada al escuchar su voz.

Me acurruqué más junto a él buscando refugiarme en su pecho, sin importar cuán avergonzada estuviera después.

- Me siento realmente mal - Murmuré con la voz rasposa, mi garganta picaba.

Acarició mi cabello- Lo sé.

Nos quedamos por un rato así, hasta que la ansiedad por saber que había ocurrido, ganó.

-¿Qué fue?

Su mano se detuvo- ¿Qué cosa?

Apreté los labios. Él sabía a qué me refería pero solo trataba de aplazarlo, como si eso hiciera la verdad menos desagradable.

-Lo que me dieron.

Suspiró.

-GHB - al no recibir respuesta por mi parte lo aclaró-.La usan como droga psicotrópica sedante, lo que provoca la pérdida de la consciencia y... también es llamada la droga de la violación.

Algunas imágenes de esa noche llegaron a mi cabeza en ese momento, George, las luces, el hombre, la bebida, un auto y por último Matt.

Si hubiera sido más inteligente y no hubiera tomado ese vaso no hubiera pasado por esto, sabía lo que le hacían a las personas y al trabajar ahí tenía mucho conocimiento, pero no, fui estúpida. Muy estúpida.

-No es tu culpa-dijo como si hubiera leído mis pensamientos -, le pudo pasar a cualquiera.

Reí sin humor alguno.

-Por supuesto que es mi culpa, nadie me obligó a beber nada, fui yo y esa tontería casi ocasiona que me violen. -Escupí amargamente.

Sentí su cuerpo tensarse alrededor de mí.

-Pero no lo hicieron y desde ahora me aseguraré de que estés bien.

-¿Cómo puedes saber que lo estaré? - Apoyó su barbilla en mi cabeza.

-Porque mientras estés conmigo no permitiré que nadie te haga daño.

Mi corazón latió con fuerza, pero la parte desalentadora de mi cerebro se hizo presente.

-No puedes decir eso, no porque no lo quieras no sucederá y no podrás defenderme por el resto de la vida cuando nada asegura que estarás aquí.- Murmuré frunciendo el ceño.

-Esos son muchos no. Eres muy negativa.

-No, solo soy realista. El mundo y las personas que habitan en él, no te hacen las cosas fáciles y la vida siempre estará llena de miseria, desgracia e ilusiones. No todo es color de rosa.

Se separó lo suficiente para verme a los ojos.

-Y no todo es color negro o gris, que te haya pasado esto no significa que tu vida va a acabar y dejarás de ser feliz.

-Esto es solo un bonus a mi lista , dejé de ser feliz hace mucho. -Confesé bajando la mirada.

-Y estoy más que dispuesto a ayudarte a cambiar eso.- Lo miré y tenía una pequeña sonrisa sincera en la cara.

¿Cómo podría evitar que me guste, si seguía haciendo eso?

Resoplé.

-Eres demasiado alegre, sonriente y entusiasta. - su sonrisa se hizo más grande-.Asustas.

Soltó una pequeña risa. -¿Estás mejor? - asentí-.Genial, preparé algo de comer.

-Espera ¿Cuánto tiempo he estado aquí? -Pregunté al mirar por la ventana.

Carraspeó.

-Más de un día.

- ¿Qué?

Rascó su nuca- Cuando te encontré te llevé directamente al hospital, y cuando limpiaron tu estómago te traje aquí ya que estaban pidiendo demasiada información que desconozco. - relamió sus labios-.No creí que fuera buena idea llevarte en esas condiciones a tu casa.

Asentí, poniendo un mechón de cabello negro detrás de mi oreja.

-Está bien.

Se levantó de la cama.

- ¿Puedes levantarte sola?-lo intenté y mi cabeza comenzó a dar vueltas. Cerré los ojos momentáneamente y respire profundo - .No, no puedes.

Pasó su brazo alrededor de mi cintura para que me apoyara en él y salimos de la habitación, mis ojos inmediatamente recorrieron el lugar.

Paredes blancas sin ninguna decoración, un librero lleno en su totalidad, una alfombra gris cenizo muebles de color azul marino y sobre el cojines de tonos grises.

Simple y fresco.

Me detuve cuando note un cobertor sobre el sofá y miré con el ceño fruncido a Matt.

-¿ Por qué no dormiste en tu habitación?

-Tú estabas en ella- Respondió como si fuera obvio.

- ¿Y qué? -Pregunté sin pensar.

Me miró sorprendido.

-Me acusabas de acosador cuando solo te tomé una fotografía y ahora, ¿Querías que durmiera contigo?

Me crucé de brazos.

-Pero no tuviste problemas al desnudarme y cambiarme de ropa.

Sus mejillas tomaron un leve color rosa y yo internamente estaba muriendo de ternura.

-Yo... no lo hice, te cambiaron en el hospital.

Ahora la sonrojada era yo, desvié la mirada y carraspeé.

Eso te pasa por intentar ser una persona despreocupada.

Ahí estaba otra vez, la voz de mis tormentos.

En ese momento decidió entrar Blacky salvándonos de un momento incómodo. Trotó hasta nosotros y se lanzó encima de mí, por suerte Matt aún me sostenía o hubiera tenido una muy fea caída.

Reí mientras el lamía mi cara. Si, así de grande era.

Luego se quedó parado, apoyándose en mi pecho y sacudí sus orejas con mis manos.

-Hola muchacho ¿Me extrañaste?

El perro ladró y yo sonreí.

-Sí que lo hizo -Dijo Matt a mi lado, movilizándonos hacia la cocina.

Me sentó con cuidado en uno de los taburetes y fue hasta el refrigerador. Sacó una bandeja con frutas y la puso frente a mí, al igual que un plato con tostadas y un vaso de jugo.

Le agradecí y esperé a que se sentara para empezar a comer.

Por suerte lo hice sin que las náuseas volvieran.

- ¿Esto es lo que preparaste?- Pregunté con algo de burla.

Entrecerró los ojos- ¿Sabes? Cortar la fruta no es fácil.

Solté una breve carcajada.

- Por supuesto.

Terminamos de comer y el lavó los platos, a pesar de que traté de hacerlo yo. Sentí su mirada y levanté la cabeza.

Estaba apoyado en el fregadero mirándome con determinación y mis nervios aparecieron de nuevo.

-¿Qué?

Suspiró.

-¿ Por qué estabas vestida así esa noche?

Bajé la mirada.

Sabía que iba preguntar en algún momento ojalá no hubiera sido tan pronto, pero ahí estaba. Podría mentirle y seguir como si nada sin embargo tenía el presentimiento de que me conocía lo suficiente para saber que mentía, hasta aquí llegamos. Al parecer cargaba una maldición conmigo.

-Porque...- tragué el nudo que se empezaba a formar en mi garganta -Yo... - negué- .Lo lamento.

Caminó hasta mí y tomó mi cara delicadamente entre sus manos, aunque miré hacia otro lado.

- ¿Qué es lo que lamentas? -Preguntó con suavidad.

-Dejar que fueras mi amigo sin que supieras con quién te estabas metiendo en realidad. Te oculté cosas que... Si las sabrías no me estarías hablando en este momento.

-Quiero que confíes en mí-Lo miré -.Dime.

-Yo... trabajo en un burdel, y antes de que saques conclusiones no soy prostituta pero es... Algo complicado.

Esperé varios segundos su reacción, solo me miraba y su cara se mantenía inexpresiva. Eso me tenía más intranquila aún, no hacía nada, hasta que sus manos soltaron mi rostro y se enderezó.

Abrió la boca unas cuentas veces pero no dijo nada.

Volví a agachar la cabeza.

Tal vez ahora me gritaría por abusar de su confianza, me echaría o se burlaría. Pero todos esos pensamientos se fueron a la basura cuando sus brazos me rodearon fuertemente, tomándome por sorpresa.

Me mantuve inmóvil sin saber qué hacer, había esperado cualquier reacción menos esa.

-Gracias por decírmelo.

-¿Qué..?- Me interrumpió.

-No creas que por eso me voy a alejar o te voy a aborrecer y despreciar .Eso no te hace menos persona . -Murmuró e inevitablemente mis labios temblaron. Lo abracé con fuerza sin querer soltarlo.

-Gracias.

-¿Por qué?

Sonreí en su pecho.

-Por aparecer y soltarle la correa a tu perro ocasionando que se me lance encima.

Reímos.

-Bueno... definitivamente fue lo mejor que pude hacer.-No dije nada.

Soltó un suspiro.

-De acuerdo yo también tengo que decir algo.

Me quedé quieta y en silencio, abrazándolo, dándole a entender que me quedaría así.

-No soy estudiante de medicina.

Fruncí el ceño.-Eso no es...

-Ya terminé mi carrera.

Levanté la mirada. La carrera de medicina duraba mucho, demasiado y si ya la había acabado...

Abrí la boca sorprendida. -¿Qué edad tienes?

Hizo una mueca.

-Veintiséis.

Parpadeé rápidamente y ladeé la cabeza.

-Oh, esto...vaya - exhalé y recordé como reaccionó él al contarle mi secreto, así que me tranquilicé y le di una pequeña sonrisa- .Te estás poniendo viejo.

Me miró aliviado.

-Lo sé- se relamió los labios- ¿Ahora me dirás tu edad?

-Mmm... pues, tenemos una gran diferencia.-Su agarre se aflojó.

- ¿Tres años?

Negué.

-¿Cuatro?

-No

Me soltó y se cruzó de brazos mientras yo me volvía a sentar.

-¿Cinco?

-Frío.

Levantó las cejas.

- ¿Seis?

-Tibio...

Tragó saliva- ¿Si-siete?

Mordí mi labio asintiendo.

-Mierda.-Alborotó su cabello castaño.

Enarqué una ceja.-No es tan malo.Espera, creo que nunca, desde que te conocí, habías dicho una mala palabra.

Se encogió de hombros.

-El momento lo requiere.

Nos quedamos en silencio tratando de asimilar lo que acabábamos de decir, supongo. Nos lo tomamos demasiado bien diría yo. Respecto a la edad, no era un gran problema ya pasaba los dieciocho así que si intentaba ... ¿Qué demonios? No, no iría por ese camino.

- ¿Estamos bien con todo esto entonces?-Preguntó.

-Sí lo estamos.

El silencio reinó otra vez y una risa salió de mis labios.

Matt me miró extrañado pero con una mirada divertida.

- ¿Qué?

-Es que, esto es una locura y nosotros actuamos como si fuera algo normal.

Sonrió. -No somos normales.

-Somos totalmente anormales- reí y me levanté-¿Es posible que la droga aún este en mi sistema?-Pregunté tratando de tomarlo a la ligera y al verme sonreír él también lo hizo.

-En ese caso yo también estaría drogado porque me estoy riendo contigo-Señaló.

-Es cierto- Seguimos riendo hasta que su risa se detuvo y me miró serio.

Lo observé aún sonriente, se acercó más a mí y la sonrisa se fue borrando de mi rostro hasta que se agachó a mi altura y sostuvo mis mejillas.

-¿Recuerdas lo que te dije en el mensaje después de nuestra cita? -Preguntó con su aliento chocando el mío.

¿Cita? ¿Dijo cita?

-Dijiste que...-Sus labios interrumpieron lo que iba a decir. Hasta había olvidado que iba a decir.

Sus labios se movían junto a los míos, que inmediatamente reaccionaron, de una manera lenta y rítmica. Mis manos sujetaron sus mejillas al igual que él lo hacía. Podría decir que mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento mientras golpeaba mis costillas. No podía pensar en nada más que en la fascinante forma que besaba, tranquilo pero a la vez ambicioso.

Por falta de aire nos separamos, pegó su frente con la mía e intenté recuperar la respiración.

Abrí los ojos y ahí estaba esa mirada ámbar, sus pupilas estaban algo dilatadas y tenía una sonrisa en su rostro.

-Me debías una.

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