Especial: Azahar.
"Me gustaría pensar qué hay algo de cierto en el tópico amor vincit omnia. Pero si algo he aprendido en esta corta y triste vida, es que ese tópico es mentira. El amor no lo conquista todo. Y el que lo crea es un insensato."
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⚠️Advertencia:
No leer si temas como el consumo de alcohol, drogas, abuso, suicidio, mención de sangre y asesinatos, ateísmo y mención de Dios, te afecta o te causa algún trigger.
Solo consideraría que la parte de asesinatos es mayormente mencionada los demás temas solo se tocan por algunos párrafos.
Si es necesario leerlo para entender el siguiente capítulo ;(
Por favor bebés no se lo tomen a la ligera, no quisiera que alguien se sintiese mal leyendo alguno de los capítulos.✨ yo se que muchas personas aman a Az al igual que yo pero su historia es complicada y fuerte de leer.
Recuerden que Jude les ama.Xx
•
Azahar no reconoció la gravedad de su situación hasta varios meses después.
La cadena del retrete hizo un ruido que lo ensordeció por completo y lo hizo sentir mareado. Era como todos los mareos que recordaba, todas las borracheras que había protagonizado en los lavabos de bares y gasolineras. Observaba aquellos extrañas manchas al fondo del retrete, la porcelana mojada, el murmullo de las cañerías, el borboteo del agua, los incesantes pasos de sus vecinos de arriba.
Mientras se lavaba la cara se hecho a llorar. Las lágrimas se mezclaban con facilidad en el agua que sostenía en un cuenco que formaba con sus manos, y al principio ni siquiera se percató de que lloraba. Los sollozos eran irregulares y vacíos de algún tipo de emoción, mecánicos como sus violentas náuseas, no tenía motivo.
Levantó la cara y se miró al espejo con una mezcla de interés e indiferencia. Tenía un aspecto horrible, no se reconocía a sí mismo, estaba hecho un asco y no podía pensar en otra cosa que en terminarlo todo. Allí estaba él; temblando de pies a cabeza y viendo sombras en la oscuridad de su habitación como en una película. Tenía una barba de días, sus ojeras hundían sus ojos y tenía raspones en la cara; de los cuales ni siquiera recordaba como habían llegado ahí, su playera estaba manchada de alcohol y comida chatarra y olía asqueroso de no haberse bañado en un tiempo.
Cerró el grifo y caminó a trompicones hacia la ventana. Se recargó en el alféizar y se asomó.
Nevaba.
Veía a la gente pasar con bolsas de compras y sonrisas en el rostro, mocosos acompañados de su padres, pataleando en la nieve.
No pudo evitar sentir lástima por sí mismo.
«Nihil sub sole novum» pensó y caminó hacia la cama para abrir una nueva botella de whisky. No hay nada nuevo bajo el sol.
Tomó un gran sorbo de whisky y entonces golpearon su puerta, era un golpe firme e insistente. Se quedó un momento quieto.
Volvieron a tocar con insistencia y entonces se puso de pie molesto. "Was willst du?" Bramó en Alemán; el alcohol y drogas en su sistema hacía que confundiera los idiomas.
Estuvo dispuesto a abrir la puerta pero entonces alguien deslizó una carta bajo la puerta. No la recogió al instante, tomó el pomo y con el chirrido de la puerta ;hizo que se abriera.
En el abandonado pasillo no había nadie.
Volvió dentro de su habitación y tomó el sobre con una jaqueca que lo estaba matando.
Era blanco y tenía un sello particular, no tenía remitente y estaba pulcramente sellado y estirado.
Cerró la puerta y desgarró el sobre.
En tinta negra estaba escrito un citatorio.
Congreso de Noruega.
Decía.
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Solo tenía 4 meses cuando lo habían encontrado dentro de una caja de cartón bajo la nieve, en circunstancias viles y crueles; con solo una cobija desgastada cubriendo su cuerpo, a un lado de un basurero lleno de desperdicio y moscas volando sobre la tapa de metal, desde entonces había crecido en el orfanato.
Ahora tenía 17 años y pronto tendría que irse de ahí.
Le decían que no había más que hacer, recibían a diario niños nuevos en las mismas circunstancias que él y el alfa comenzaba a ocupar espacio que necesitaban para niños pequeños.
Debía conseguir empleo, ahorrar y luego largarse de ahí.
¿Como es que un adolescente haría eso? Azahar no lo sabía.
Pero no tenía opción.
"Tendrás que conseguir un empleo." Le dijo la señorita de la cual su nombre desconocía, sus lentes resbalaban por el puente de su nariz y lo miraba con ojos expectantes mientras volvía a subirlos a su respectivo lugar. "Tenemos un par de trabajos en los que podrías empezar desde ahora pero la paga no es mucha."
El alfa asintió hacia la beta. "Haré lo que sea necesario." Inclinó su cabeza en respeto.
"Bien." La señorita revoloteó en los cajones de su escritorio hasta sacar un par de sobres amarillos, los dejó caer prolijamente en el escritorio. "Puedes revisarlos y entonces avisarme."
Azahar asintió y se colocó de pie, hizo una pequeña reverencia y tomó los sobres en mano, los atascó bajo su brazo y salió por la puerta, donde una horda de niños pequeños lo esperaban.
Cuando abrió la puerta, muchos estaban tendidos en el piso, algunos tenían sus orejas pegadas en las desgastadas paredes (para escuchar lo que sucedía dentro) y otros esperaban pacientes a que saliera.
"Mocosos chismosos." Azahar dijo y la horda de niños se apegó a sus piernas haciéndolo tambalearse en su lugar.
"Te extrañamos." Murmuraron aferrados a su cuerpo.
"Solo me fui 20 minutos." El alfa dijo, acariciando la melena larga de uno de los bebés aferrado a su pierna. "¿Ya lavaron sus manos? Ya casi es hora de la cena."
Los niños se despegaron de él y corrieron todos al baño sin esperar alguna otra orden de parte del alfa mayor del lugar.
Azahar aspiró aire cuando vio al último niño entrar hacia el baño.
El alfa era el más grande del orfanato, los demás eran años menor que él. Había visto niños venir e irse desde que tiene memoria, tenía antigüedad ahí y de alguna manera todos ellos se habían apegado a él como un chicle a una suela de zapato. No sabía que era lo que exactamente había hecho para que los niños le tomaran aprecio, solo sabía que por alguna razón lo seguían a todas partes y amenazaban con llorar si Azahar intentaba irse.—lo manipulaban emocionalmente—.
Algunos incluso lo imitaban y le decían que querían ser como él.
Al alfa le disgustaba que dijeran aquello, no quería que nadie fuera como él.
Él quería que fueran mejores.
Observó el pasillo vacío y entonces con pasos sosegados subió las escaleras hasta estar frente a la puerta de su habitación.
Cuatro paredes de concreto con pintura desgastada y un colchón viejo—suena horrible—pero tenía el privilegio de tener aquellas cuatro paredes solo para él. No podía quejarse.
Cerró la puerta con pestillo y se sentó en su cama para hojear los sobres, repasó su cabello con sus largos dedos y miró dentro de estos.
Dentro habían muchos papeles con imágenes de referencia.
Formó una mueca en disgusto. "Dritt."
Abrió sobre por sobre y por cada sobre que abría, más se decepcionaba. Habían trabajos en diferentes campos, la paga era definitivamente mala, los horarios no eran accesibles (al menos si quería seguir asistiendo a la escuela.)
El único trabajo que se ajustaba a lo que buscaba era pésimo, la paga era baja, pero saliendo de la escuela, si se daba prisa, podría llegar a tiempo.
Era un trabajo en un almacén, tendría que acomodar cajas y hacer conteo de cosas, era pesado y tedioso, pero era lo que había.
Se echo hacia atrás en la cama y cubrió su rostro con la almohada. Dejó salir un grito.
Una vez satisfecho con su rabieta, se incorporó y abrió el cajón de su mesa de noche, revoloteó hasta encontrar su cajetilla de cigarros.
Tomó el encendedor y un cigarro para después encaminarse hacia la ventana, la abrió de par en par a pesar del frío y se sentó en el alféizar de esta, encendió el cigarro y dio una fuerte calada hasta que sintió sus pulmones quemar.
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"No puedes irte." Dijo uno de los niños, estaba sentado sobre sus piernas y jugueteaba con sus manos. "¿Quien se asegurará de que nos lavemos los dientes?"
"Ustedes ya pueden hacer eso." El alfa contestó. "Ya no me necesitan para lavarse los dientes."
"A Dennis aún se le olvida." Otro niño comentó, apenas un cachorro omega quien formaba un puchero con su labio inferior.
"Ustedes pueden recordarle a Dennis que tiene que lavarse los dientes." Contesta. "Además aún no me iré por completo."
"No quiero que nadie más me diga que tengo que lavar mis dientes." Dennis dice molesto, respira densamente y gatea en el piso hacia él.
"Tienen que obedecer." Azahar dice. "No siempre estaré para ustedes." Susurra y esas son las palabras más difíciles que ha pronunciado jamás.
"¿Por que no?"
"Por que la gente se va." El alfa contesta y a cambio recibe lloriqueos.
"¿Y navidad?" El bebé en sus piernas dice. "Azahar es el único que trae navidad."
"¿Me aseguraré de que siempre tengan navidad de acuerdo?" Azahar deja un beso estrepitoso en el cachete del niño. "No les faltará nada lo prometo, mocosos."
Azahar metió a los niños en la cama, dejó un beso en las cienes de los niños y entonces salió de puntillas hasta su habitación.
Esa noche, le rezo a un Dios en el que no creía, y no había hecho en años: ayúdame, ayúdame, ayúdame. Rogaba.
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Empezó a trabajar un lunes después de clases, solo hasta el siguiente día cayó en cuenta de cuán pesado sería asistir a la escuela pública y después trabajar.
Sus huesos dolían todo el tiempo, ya no tenía ánimos para hacer nada que no fuera dormir en sus tiempos libres, sabía que su rendimiento escolar había comenzado a disminuir cuando había recibido una mala nota en su clase favorita.
Cuando revisaba su rostro en el espejo estaba lleno de ojeras y pálido de solo alimentarse con sándwiches que preparaba antes de ir al colegio, después de trabajar tenía que quedarse hasta tarde haciendo tareas.
Lo estaba matando lentamente.
Lentamente su cuerpo comenzaba a cansarse.
Dejó salir un agudo suspiro cuando terminó de acomodar la última caja de la noche.
Su camisa a cuadros se pegaba a su cuerpo por el sudor y calor que emanaba, sus jeans habían sido manchados por grasa y sus manos estaban ya callosas de estar subiendo y bajando de la barandilla de la escalera de metal.
Mentalmente estaba aturdido.
Aturdido de escuchar los alardeos de sus compañeros de trabajo.
Solo habían alfas, malditos alfas.
A simple vista Azahar creyó que encajaría en el ambiente laboral, pero al primer comentario estupido que hicieron. El alfa no pudo más.
Definitivamente amigos no haría.
Aveces sobre oía las conversaciones de los hombres y al terminar el día sentía arcadas por toda la palabrería que había tenido que soportar.
Toda la letanía estupida que soltaban.
Me tire a un omega.
Gemía como una perra.
Estaba tan borracho que ni siquiera recordó nada en la mañana.
Azahar no decía nada, no podía. Tenía que quedarse cayado y hacer oídos sordos.
El problema comenzó cuando intentaron involucrarlo.
¿Azahar ya te has tirado a un omega?
¿Son solo perras no es así?
Azahar fingía una sonrisa y entonces se escapaba al baño, mojaba su rostro y volvía.
Esta noche estaba más irritado de lo normal, había sido un mal día.
Había reprobado un examen, no había tenido oportunidad de comer y al parecer hoy los alfas del almacén estaban más idiotas que de costumbre.
No sólo habían hablado estupideces sobre omegas, sino habían incluido chistes racistas y homofóbicos.
Azahar pensaba que había personas que solo quitaban oxígeno en este planeta.
Aveces se divertía imaginado que dejaba salir a su lobo y le arrancaba la cabeza a todos ellos.
No lo haría. Pero era divertido imaginarlo.
Limpió su rostro con un paño y entonces se preparó para irse, su turno ya había terminado y no podía esperar por atragantarse de su sándwich de jamón.
"Hey." Alguien dijo detrás de él.
No volteó a ver a quien le hablaba sino siguió caminando.
"Azahar." Insistieron.
Rodó sus ojos y entonces con una sonrisa falsa volteó a ver al hombre. "¿Puedo ayudarte con algo?"
"Iremos a un bar." El hombre tripudo dijo, estaba al igual de sudado que él y tenía una sonrisa de comisura a comisura en su rostro. "Deberías de venir con nosotros."
"Nei." Se negó. [No.]
"Oh vamos, eres el único de aquí que no me ha aceptado una cerveza." El hombre se acercó a su espacio personal y Azahar dio un paso hacia atrás.
"Tengo cosas que hacer." Dijo.
"Es viernes." El alfa dice y da un golpe en su hombro.
"No, lo siento." Intenta zafar la mano del alfa de su hombro pero este lo detiene aún más fuerte.
"No seas un puto miedoso." El hombre escupe mientras sonríe, mostrando sus dientes amarillentos.
Azahar pasa saliva. "¿Si acepto dejarás de molestarme?"
"Tal vez." El hombre suelta su hombro. "Te esperamos afuera."
Azahar asintió una última vez y observó al hombre colocar su abrigo antes de salir.
"Idiota." Bramó una vez que ya no estuvo en su campo visual, corrió hacia su taquilla y sacó su mochila, colocó su sudadera y entonces salió por la puerta, donde los alfas lo esperaban dentro de un chevy viejo y desgastado.
Subió al auto y Azahar no lo supo hasta horas después pero esa noche su vida estaba a punto de dar un giro.
Vio al auto dar vueltas en calles que desconocía, vio a gente sospechosa en la calle, algunos bebiendo de una botella cubierta de papel, vio al auto aparcar en un bar de mala muerte y aún así bajó del auto con todos ellos.
Entró al lugar y pidió una cerveza y la bebió con todos ellos.
Después se encontraba en el baño vomitando y de ahí se sentía en otra dimensión, mientras metía un polvo blanco por su nariz y luego estaba sentado de nuevo en el retrete escuchando la música lejana mientras un alfa le decía que lo veían fuera.
Azahar vació su estómago en el retrete una vez más y entonces jaló la cadena, a trompicones se recompuso y caminó hacia el lavabo.
Las nauseas vinieron a él de nuevo cuando vio el lavabo con manchas amarillentas, oxidado y con animales adentrándose a las cañerías.
Abrió el grifo y metió sus manos bajo el chorro de agua, sostuvo el agua en un cuenco con sus manos y lo lanzó hacia su rostro.
Sintió las gotas frías caer por su cara hasta sus labios, relamió estos y entonces se miró en el espejo manchado.
Las ojeras que hundían sus ojos, su nariz con aún restos de polvo blanco, sus labios quebrados con sangre por el frío, sus mejillas enrojecidas, sus ojos llorosos, todo eso fue reflejado de vuelta hacia él.
Limpió su nariz, cerró su sudadera y salió por la puerta hacia las mesas del bar; el cual aún estaba lleno a tope.
Divisó la puerta y cegado por las luces fluorescentes salió hacia el frío de Noruega.
El aire ayudó a aclarar su mente.
Tomó una bocanada de aire ya fuera y agudizó sus sentidos.
¡Déjame!
¡Te estoy diciendo que me dejes!
¡Aléjate!
¡Suéltame!
El alfa no reconoció que la voz provenía de el exterior y no de su imaginación hasta que ya se encontraba corriendo hacia ella.
Entró hacia una de las paredes laterales del lugar y entonces lo vió.
Vió a uno de los hombres de su trabajo, con una omega entre brazos, jaloneandola y acorralándola contra una pared mientras la mujer se retorcía y suplicaba que parara, que se detuviera.
Azahar sintió su sangre hervir y de un momento a otro y ni siquiera sabe como pasó, estaba en el suelo, enterrando una de sus rodillas sobre el pecho del hombre mientras golpeaba una y otra vez su rostro, la sangre brotaba y sus nudillos dolían.
El hombre intentaba detenerlo pero Azahar no lo permitía.
"Intervengan." Alguien dijo detrás de él y entonces estaba siendo alzado en el aire y después siendo metido en un auto negro polarizado.
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Pataleo dentro del auto, golpeó la ventana, gritó por ayuda, pero nada pasó.
"Du er ferdig?" Dijo una voz ronca y grave a un lado de él. [¿Ya has terminado?]
Azahar volteó hacia la voz y unos ojos cafés lo recibieron, era un hombre de mediana edad, trajeado y bien arreglado, olía a colonia y a algo más fuerte, era un alfa. Bebía de un vaso de cristal y lo miraba expectante.
Azahar volteó hacia el frente del auto y hombres con el mismo semblante custodiaban al alfa.
Solo entonces cayó en cuenta de que estaba sobre un auto nuevo, con vestiduras de cuero y vidrios polarizados, blindado y asegurado probablemente por más hombres en el exterior.
"Déjeme salir." Bramó y volvió a intentar abrir la puerta.
"Está cerrada y solo te haces daño al intentar abrirla." El alfa entrega su vaso hacia un hombre de adelante y entonces lo mira.
"Déjeme ir." Azahar brama.
"No." El hombre niega.
"¿Que es lo que quiere?"
"Te hemos estado vigilando." El hombre hace un ademán y un señor más alto y más fuerte le pasa una carpeta amarilla. "Azahar Corcoran, 17 años, huérfano."
Azahar relame sus labios y comienza a sentirse pequeño en su asiento. No contesta nada por la impresión.
"Buenas notas, has decaído un poco estos últimos meses, cumples 18 dentro de una semana, fuiste abandonado cuando eras solo un niño." El hombre abre la carpeta y entonces muestra unas fotografías de él, son recientes y ahí está él, en el alféizar de su cuarto fumando un cigarrillo, saliendo del orfanato, en la escuela, en el trabajo...entrando al bar esta noche.
"Básicamente no tienes nada que perder, ni nadie que te busque... ni a nadie a quien le importes." El hombre cierra la carpeta y mira a Azahar.
"¿Q-Que es lo que quiere de mi?" Azahar dice y siente una lágrima escurrir por su mejilla.
"Te haré una propuesta que no podrás rechazar."
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Se llamaba Dimitri Parisi y tenía solo 46 años, era el líder de la mafia italiana y como él...no tenía nada que perder.
Al parecer Dimitri recogía gente como él, gente que no tuviera sustento, ni familia, ni un lugar estable, les hacía una propuesta y entonces terminaban como él.
Trabajando para la mafia.
Dimitri le había dado una habitación, le enseñó lo que había que saber y entonces lo había vuelto un mercenario.
Ahora Azahar tenía 23 y era uno de los favoritos de Dimitri, le había enseñado lo que sabía, lo había obligado a hacer y ver cosas que jamás se atrevería a nombrar, lo había hecho recibir golpe tras golpe hasta que Azahar no sintió nada.
Era tan solo un niño iluso cuando decidió estrechar la mano de Dimitri y tomar un vuelo hacia Italia, dejando atrás el orfanato y dejando atrás Noruega.
Había sido un idiota al pensar que tenía opción alguna.
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"Te enseñaré lo que se y trabajarás para mi." Dimitri le dijo esa noche en el auto. "Te pagaré y no tendrás que preocuparte nunca más por dinero."
Azahar apartó su vista de la ventana. "¿Q-Que hay del orfanato? Me buscarán, los pequeños no están a salvo sin mi."
"No te buscarán." El hombre contestó. "Y a esos niños no les faltará nada nunca más, te pagaremos podrás enviarles dinero."
"¿Qué pasa si digo que no?"
"No puedes decir que no." Dimitri contestó. "No bajarás de este auto con vida."
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Sabía Noruego, Italiano, Alemán y el resto de idiomas que había tenido que aprender, se sabía la tabla periódica, sabía matemáticas e historia. Sabía—incluso si no le gustaba— grandes partes de la Biblia en latín. Sabía todas las partes del cuerpo, desde huesos hasta esas partes que ni siquiera un médico recuerda una vez que se gradúa, sabía cómo causarle el mayor daño a un ser humano, sabía cómo mantener un cuerpo con vida y al mismo tiempo hacerlo pasar por el mayor dolor posible, sabía disparar armas de todos los calibres, sabía distinguir hongos venenosos, sabía cocinar, sabía catar un vino de la forma correcta. (Y entonces sabia cosas que desearía no saber, cosas que deseaba no tener que usar nunca más, cosas que, cuando pensaba en ellas o soñaba con ellas por la noche, lo hacían abrasarse a sí mismo con odio y tristeza.)
E incluso aveces parecía que no sabía nada con valor o utilidad, no de verdad. Los idiomas y matemáticas, si. Pero a diario era recordado de todas esas cosas que no sabía. Jamás había oído de esas películas a las cuales los hombres a su alrededor se referían (¿el club de la pelea? Nunca había escuchado de esa) Jamás había ido al cine. Jamás había ido de vacaciones. Jamás fue al campamento de verano. Jamás había comido pizza o paletas heladas o macarrones con queso. (Y ciertamente jamás había probado el sushi o la pasta al pesto como Willem su compañero.) Jamás había tenido una computadora o teléfono. Nada jamás le había pertenecido, no en realidad, todo había sido comprado por Dimitri.
Una vez se encontró a sí mismo con una gran lista mental de cosas que jamás había hecho y que le gustaría hacer, las cosas iban desde probar una pizza fría a mitad de la noche, hasta algo tan simple como disfrutar un abrazo.
Willem era su compañero, ciertamente compañero no en un trabajo, ni en la escuela, ni nada de eso. Él hacia la guardia con él. Custodiaba a Dimitri con él.
Era un hombre tan solo unos tres años más grande que él, alto y fuerte, con un un poco de músculo, era inglés y había llegado ahí por voluntad propia—ciertamente no tenía familia—.
Azahar se había encontrado a si mismo admirando al alfa, acercándose a él y finalmente, aunque no conociera el término amistad, consideraba a Willem como su amigo.
Y parecía que Willem lo percibía de la misma manera, era un alfa carismático cuando se le tenía permitido serlo, le contaba sobre su vida en los tiempos libres y Azahar vivía esas cosas que él nunca había experimentado a través de los ojos de Willem.
Ahora estaban deshaciéndose de...de algo y Willem sabía que no se encontraba bien.
"Déjalo." El alfa le dijo. "Déjalo, Azahar. Lo haré yo."
El alfa tomó su estómago y sintió un frío recorrerle de arriba a abajo.
"Parece que vomitaras, hombre." Willem dice esto último con un tono burlesco. "Como si fuera la primera vez que tienes que hacerlo."
"No me gusta esto." Azahar se toma de la pared y desvía la mirada del suelo ensangrentado.
"A mi tampoco." Willem se compadece. "Anda a tomar aire fresco, lo haré yo."
Azahar quiere decir que no, pero en realidad necesita salir de ahí. "Takk." [Gracias.]
"Si si,maldito noruego sensible." Willem bromea y guiña un ojos hacia él.
Azahar desencadena la puerta y entonces sube para salir hacia el exterior, cierra la puerta del calabozo y se toma su tiempo para aspirar aire fresco.
Afuera había nieve, apenas algunos copos desvaneciéndose del cielo hasta el suelo, hacia frío pero no importaba, cerró el último botón de su abrigo y su rostro se contrajo en una mueca de dolor.
Como flashes incesantes las imágenes de lo que había hecho hace unas horas lo atacaron, el rostro del hombre ante él, suplicando y gritando hasta que su inminente final llegó.
Sus ojos se aguadaron.
"Demonios." Limpió las lágrimas que llegaron a escapar. "Demonios, esto es tu culpa."
Un sollozo llegó a escapar de sus labios pero se desvaneció en cuanto escuchó la puerta de metal ser abierta.
"He terminado." Willem anuncia y está sacándose los guantes negros de las manos. "He terminado, Azahar."
El alfa se acerca y da un apretón a su hombro. "Ya puedes volver a casa."
"Volveré al departamento." Azahar siente la necesidad de aclarar que esa no es su casa. Él no tiene casa y si la tuviera definitivamente no sería ningún lugar cerca de Dimitri.
Azahar enciende un cigarrillo de camino al departamento, el departamento es sólo de él—otro regalo de Dimitri—esta en el mismo terreno que la casa del líder de la mafia pues no puede estar lejos de él.
Abre la puerta con su huella digital y entonces entra a esas frías cuatro paredes.
Cuatro paredes y dos pisos, su habitación era bonita (no tenía absolutamente aspecto de habitación, era más un pequeño departamento) y mucho más grande de lo que parecía desde afuera: espaciosa y blanca, con un techo alto y la brisa que mecía las cortinas almidonadas. En una esquina había una estantería llena de libros en italiano y noruego.
Había flores en jarrones de cristal—rosas, claveles y crisantemos—las rosas eran especialmente fragantes; su aroma flotaba en el aire, mezclándose con el aire a tierra mojada y tabaco.
Su aroma.
Dondequiera que mirarás había algo hermoso: alfombras europeas, porcelana, pinturas diminutas y en medio de todo esto, un enorme nido. Un nido que había constituido para si mismo—se sentía ridiculo— pero de esa manera se sentía seguro.
Quitó su abrigo y después su saco y entonces se encaminó hacia la bañera donde terminó de quitar sus prendas, ignoró su reflejo en el espejo y entró a la bañera sin esperar a que el agua se calentara.
Entonces sentiría sangre que no le pertenece abandonar sus manos, su cara y brazos, tallaría sus dedos hasta que el resto de sangre atascado bajo sus uñas se desvaneciera. Tallaría su rostro hasta que doliera y entonces apagaría el agua y se desplomaría en la tina y recostaría su mejilla en las baldosas frías y esperaría hasta sentirse mejor. Se recordaría a sí mismo lo atrapado que está, atrapado en el cuerpo que tiene, con el presente y pasado que tiene, con sus sentimientos y se recordaría como no podría hacer nada por cambiar todo eso. Entonces comenzaría a llorar de frustración y tristeza y odio y dolor. Experimentaría ese odio a sí mismo, ese disgusto que lo aflige en sus momentos más tristes y en los pocos que logra que sean felices.
Se sentaría en la tina y respiraría y estaría contento de que sea demasiado noche y ya no tenga nada que hacer en el día. Entonces (aunque después no recuerde como) se pondría de pie, saldría de la tina, tomaría una aspirina y se acostaría en su nido hasta caer en un sueño profundo donde por primera vez en el día, nada duele.
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[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Peinó su cabello hacia atrás después de secarlo, fajó su camisa dentro de su pantalón, acomodó su saco y luego abotonó sus mancuernillas.
Colocó colonia en sus muñecas y después pasó su mano por su cuello, se miró al espejo y formó una mueca, desvió la mirada y con pasos sosegados caminó hacia uno de los cuadros colgados en las paredes laterales de la habitación, tomó uno en específico y entonces lo descolgó de la pared; dejando a la vista una caja fuerte escondida.
Abrió una de las gavetas de los muebles y entonces sacó unos guantes negros, los colocó antes de teclear el código en la caja fuerte; provocando que un sonido metálico se escuchase hasta que esta se abrió automáticamente.
Primero sacó un fajo de billetes y después sacó una de sus pistolas.
Volvió a cerrar la caja fuerte y entonces tomó los billetes y el arma y se dirigió hasta su maleta, abierta en su totalidad en el piso, con su ropa empacada.
Guardó el arma en el fondo de la maleta y escondió los billetes entre su ropa, terminó de cerrar la maleta y entonces la puso sobre las cuatro ruedas de esta para arrastrarla hacia la entrada.
Miró una última vez su apartamento y entonces salió por la puerta, donde Willem ya lo esperaba con su maleta hecha.
"¿Estás listo?" El chico preguntó recargado en la pared, sostenía un cigarro apagado entre sus labios. "Será una viaje largo, Dimitri está esperando."
Azahar no contesta a eso, solo asiente. "¿Que es exactamente esto?"
"Hay un hijo de puta que le debe dinero." El alfa aprieta los botones del elevador. "Ultimátums, ya sabes, jugaremos a ser la mafia."
El alfa afianza su agarre en el mango de su maleta. "¿Sabes que es lo qué Dimitri quiere que hagamos?"
"Cortar un par de cabezas, ser matones. Nada nuevo, Azahar." Willem contesta lo más tranquilo posible y el alfa admira su autocontrol—Azahar aveces se pregunta si alguna vez llegara a ser como él, tan mallugado por la vida hasta el punto de no sentir nada—.
Azahar coloca sus lentes oscuros una vez fuera bajo el radiante sol de Italia, unos betas se encargan de sus maletas y ellos tienen que caminar hasta la entrada de la casa principal, donde Dimitri aguarda por ellos.
Una vez en la entrada les entregan sus respectivas armas, se les son entregados auriculares para facilitar la comunicación entre los guardias y entonces se les es abierta la entrada hasta los aposentos de Dimitri, en el segundo piso de la mansión.
La escalera se parte en dos para subir, Azahar toma el lado izquierdo y Willem el derecho.
"Puoi sentirimi bene?" Azahar habla hacia el alfa para comprobar que el auricular funciona. [¿Puedes escucharme bien?]
"Te escuchó bien, noruego." Willem dice y guiña un ojo una vez que se encuentran en el segundo piso.
"Bene."El alfa contesta y rueda los ojos hacia él. [Bien.]
Caminan hombro a hombro por el largo pasillo hasta la habitación principal, tocan de una manera particular para que los guardias dentro sepan que son ellos y entonces, más alfas trajeados los reciben.
En el medio de la habitación está Dimitri bebiendo un vaso de bourbon mientras atiende una llamada.
"Ya pueden encargarse ustedes." Los hombres hacen un asentamiento de cabeza hacia ellos y desaparecen de sus vistas.
Dimitri no viste muy diferente a ellos, a excepción de que su traje es azul y sobre el bolsillo sobre sale un pañuelo de colores, el poco cabello que tiene está peinado con gel, apesta a su aroma de alfa y como siempre—Azahar siente arcadas—.
Se coloca en guardia a un lado de la puerta al mismo tiempo que Willem.
Dimitri sonríe hacia ellos mientras sostiene una conversación por el teléfono.
"Mi deve una fortuna." El alfa dice contra el aparato mientras mueve el líquido de su vaso de un lado a otro. [Me debe una fortuna.]
"Volerò subito in Russia, i miei uomini se ne occuperanno." [Volare hacia Rusia ahora mismo, mis hombres se encargarán.]
El alfa intenta no escuchar la conversación pero es inevitable, por instinto voltea a ver a Willem, quien alza sus cejas hacia él, después deletrea con sus labios un "te dije."
"Bene, Bene." Dimitri dice entre carcajadas. [Bien, Bien.] después el hombre cuelga el teléfono y con una sonrisa voltea a ver a Azahar.
"Mi favorito." Dimitri dice y se acerca a darle una palmada al hombro, Azahar siente asco cuando el alfa pone una mano sobre él.
"Dimitri." El alfa aún así baja su rostro en respeto.
"Estoy listo para irme en cualquier momento, el avión aguarda."
Azahar asiente y entonces con ayuda de Willem abre las puertas de la habitación para abrir el paso para el alfa cabecilla.
Ambos alfas caminan frente a él, mientras sostienen sus respectivas armas, recorren la casa hasta llegar a la entrada donde un Mustang clásico aguarda por ellos.
Azahar sube en la parte de adelante para manejar y Willem sube a la parte de atrás.
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Al llegar al aeropuerto Azahar siente arcadas de nuevo, tiene taquicardia y siente que va a morir; pero no puede tener ningún tipo de reacción, no puede tomar un descanso, no puede mostrar que esta mal, tiene que seguir las reglas, tiene que continuar con su trabajo.
"Hey." Alguien dice detrás de él, está descargando las pocas maletas que trajeron para meterlas al jet privado. "¿No es tan malo no crees?"
Y ahí está Willem de nuevo, intentado crear una pequeña platica para que Azahar se sienta mejor, casi nunca funciona, pero tener a alguien que esté dispuesto a hacer algo así para él...suele ser encantador que alguien quiera que te sientas bien.
Azahar deja escapar una pequeña sonrisa para él alfa, termina de bajar la última maleta y entonces entra al avión, el olor a nuevo le pega en el rostro una vez que pone un pie en la alfombra de este.
Todo es de un color crema que lo ciega, con tonos cafés que simulan madera, Dimitri ya está en su asiento y está ordenando que le sirvan un trago, Azahar se sienta en la parte de enfrente y Willem en la de atrás—dejando a Dimitri en el medio—.
Antes de amarrar su cinto le hace un ademán a Willem de que irá al sanitario, cierra la puerta corrediza y entonces deja salir un agudo suspiro, todo en el baño tiembla por la fuerza del motor del avión. Se mira al espejo y desvía la mirada, comienza a sentir que su corbata lo deja sin aire y tiene que aflojarla, pasa saliva y para aliviar el sentimiento entierra sus uñas en la piel de sus muñecas, dejándolas rojas.
"Dritt." Murmura para si mismo, abre el grifo del lavabo y remoja sus manos con agua fría, las empapa para entonces pasarlas por su cuello y frente. Cierra el grifo y con un papel seca su rostro.
"Estará bien." Se dice a sí mismo. "Estarás bien."
Tantea su pantalón y entonces saca un pequeño pastillero. Toma una de sus pastillas y se la pasa en seco.
Cierra sus ojos una última vez antes de salir.
Vuelve a acomodarse en su asiento y finge una sonrisa cuando Dimitri lo mira desconcertado.
"¿Estas bien, niño?"
"Estoy bien." Azahar contesta y es lo último que dice hasta que el avión despega.
Esta bebiendo un refresco y siente una jaqueca horrible, afuera las nubes se esparcen como espuma de mar, esparciéndose para abrir paso a la hermosa vista de las casas italianas.
Solo había un pensamiento atravesando sus pensamientos; tal vez en otras circunstancias y si estuviera viajando tal vez de vacaciones, con su familia (la cual es inexistente) a tal vez alguna playa o algún lugar donde todo sería risas y diversión, solo entonces estaría disfrutando de la hermosa vista, con el sol pegando en su cara mientras bebe de su refresco, si las circunstancias fueran otras, y no estuviera viajando hacia Rusia para tal vez arrebatarle la vida a otra persona, jugar a ser mafia y mancharse las manos con sangre que no le pertenece; entonces tal vez Azahar piensa que podría ser feliz.
En cambio está ahí, sentado sobre un asiento de cuero, atento a cualquier movimiento sospechoso, repasando una y otra vez todo lo que ha aprendido desde los 17, desconfiando hasta de las personas que considera más cercanas, moviendo uno de sus pies contra el otro en un gesto nervioso, mientras muerde el interior de su mejilla con fuerza; haciéndose daño.
Azahar ahora entendía a lo que se referían cuando decían que el dinero no lo es todo.
Claro que lo es todo, cuando hablamos de cosas materiales, de subsistir en la sociedad, de pagar tus deudas, de algo tan humano como comer o tener un techo bajo tu cabeza; pero Azahar cambiaría todo eso con tal de tener seguridad, un minuto de paz, un respiro de verdad, de sentirse vivo, de no sentirse encerrado en su cuerpo, de no sentirse triste y sucio.
Cierra un momento sus ojos y recarga su cabeza en su asiento, pasa saliva y relame sus labios, es entonces cuando vuelve abrirlos que escucha un sonido sospechoso.
No logra distinguir de donde proviene al instante, tiene que agudizar sus sentidos de alfa y prestar atención para distinguir si se lo está imaginado.
Luego después de unos segundos, cruza miradas con Willem y entonces cae en cuenta de que el alfa ha escuchado el ruido también.
Se coloca de pie al instante, desconcertado comienza a hacer su trabajo.
Proteger al jefe de la mafia antes que a si mismo.
-
"Tan solo en 1789 la familia real y la capital de Francia abandonaron y vaciaron todo el contenido de Versalles, el hermoso palacio comenzó a desplomarse hasta que más reciente comenzó a repararse y a hacerse patrimonio de la humanidad. Pero hay partes de Paris o el palacio mismo que jamás se pudieron arreglar o volver a ser las mismas." Dimitri explica todo aquello mientras desploma libros en su escritorio.
Azahar lo odiaba, oh si que lo hacía.
Pero el hombre tenía mucho que decir y Azahar no tenía nada más que hacer que escucharlo, escuchar las historias que contaba, llenas de dolor e historia, mientras dejaba caer libros y dejaba que los llevase a su habitación, para que por las noches el alfa encendiera su lámpara y pudiera escapar de su realidad un momento.
Azahar amaba esa oportunidad, la oportunidad de escapar de su vida y dejarla atrás aunque fuera por unos minutos y solo por las noches.
"¿Puedes creerlo?" Dimitri pregunta más al aire que para él. "Un lugar así, cayéndose pedazo a pedazo por el abandono, dejando atrás solo algunos recuerdos..."
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Tomó el hombro de Dimitri y lo guió hacia la parte trasera del avión, ya sostenía su arma en alto y Willem estaba intentado contactarse con el piloto...no había respuesta.
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"¿Eres feliz?" Una vez Willem le había preguntado. (Tal vez estaban alcoholizándose en un bar de mala muerte, Azahar había tomado demás y había fumado algo de lo que después no recordaría de donde había sacado.)
"No creo que la felicidad sea para mi." Había respondido, mientras bebía otro trago de su cerveza y se metía el cigarro a la boca de nuevo. "Pero tal vez sea para las personas como tú."
Solo mucho después a Willem se le ocurrió que debió haberle preguntado a qué se refería con eso; ¿por que la felicidad era para él y no para Azahar?
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"¿Que está pasando?" El alfa le preguntó desconcertado.
Azahar guió su mirada hacia adelante y en un ademán le ordenó que guardara silencio, él avión aún marchaba y deducía que estaban a punto de aterrizar. El alfa revisó que el arma estuviera cargada y entonces entre susurros le ordenó a su compañero que llevara a Dimitri al cubículo del baño.
Willem renegó como era su naturaleza, pero Azahar no tenía tiempo para sus reproches ahora.
Afianzó su mandíbula y con pasos lentos y calculados caminó hacia la cabina del piloto, golpeó la puerta una vez frente a ella. Nadie abrió.
Volvió a golpearla. "Aprite la porta o dovrò sfondarla." [Abran la puerta o tendré que tirarla abajo.]
Solo entonces escuchó golpeteos y cosas cayéndose del otro lado, de un fuerte golpe; la puerta fue abierta y le estaba pegando en el rostro.
No tuvo tiempo de recomponerse cuando un hombre ya lo estaba apuntando con un arma en el rostro; específicamente una Kalashnikov.
"No te muevas o te reviento la cabeza aquí mismo." El hombre bramó hacia él.
-
Después de eso Azahar solo recuerda pequeños flashes de lo qué pasó.
Solo sabía que el avión se estaba desplomando hacia abajo y había disparado su arma por accidente, Willem tenía retenido a un hombre y entre el caos del avión lo había obligado a entrar a la cabina de nuevo.
Tenía una hemorragia goteando de su nariz y tenía a un hombre sometido contra él.
Dimitri había salido del baño unos instantes después y entonces había pronunciado esas palabras que Azahar lo había escuchado decir millones de veces; y entonces el alfa sabía que era lo que tenía que hacer.
No tuvo la fuerza de voltear el rostro hacia otro lado, no tuvo tiempo de sentir remordimiento, ni de lamentarse. Había apuntado hacia las cienes del hombre y había hecho volar la sangre hasta cubrir las vestiduras del avión del color bermellón.
Cuando habían llegado a Rusia Azahar prometió nunca volver a subirse a un avión en su vida.
Willem le recordó entre una risa a medias que si quería volver alguna vez a Italia, tendría que tomar un avión.
Azahar lamentó su existencia de nuevo.
-
Lo que habían hecho en Rusia no había sido nada nuevo, habían asistido primero a una discoteca, donde los habían colocado en la zona privada y mujeres en vestidos cortos se paseaban entre los hombres moviendo sus caderas, las omegas cargaban charolas de plata con comida, alcohol y drogas.
Todo como si fuera una exposición.
Habían recorrido las heladas calles de Rusia hasta dar con el hombre que buscaban.
Un ruso de nombre Lev quien le debía una enorme cantidad de dinero al alfa de la mafia italiana.
Willem lo había atado, lo había encadenado del torso a una silla de madera y entonces ahora Azahar soltaba un golpe en su rostro cada vez que Dimitri alzaba su mano.
"Es tu última advertencia, no habrá otra." Dimitri dice y está paseándose de un lado a otro por el sótano de aquella casa abandonada que ocupaban como campo de tortura.
El hombre escupió la sangre de su boca hacia el piso y no dijo ni una palabra más.
"Espero que esté claro." Dimitri dice y se acerca a dar un apretón al hombro de Azahar.
"Ya sabes que hacer." El alfa susurra en su dirección y como un padre orgulloso aprieta su hombro, Azahar siente una punzada en su pecho.
Willem lo mira al rostro una vez que Dimitri sube las escaleras del sótano.
"No tienes que hacerlo." Dice.
"No, si tengo que hacerlo." El alfa se voltea y ya está sacando un cuchillo del maletín que cargaban.
"Lo haré yo." Willem susurra hacia él. "Lo haré yo."
"No puedes protegerme toda la vida, Willem." Brama hacia él entre gruñidos.
-
Cuando Azahar descansaba en las noches, en la oscuridad de su cuarto, aveces cerraba sus ojos e imaginaba que estaba en una manada, una de esas de las que aveces escuchaba o leía en los libros.
Con un alfa y un Luna.
Se imaginaba cabañas entre el bosque, lobos corriendo entre los árboles, persiguiéndose y mordisqueandose los talones.
Se imaginaba pequeños cachorros corriendo detrás de sus padres, apenas siendo capaces de mantener el ritmo, con sus patas traseras siendo torpes y cayendo de lleno hacia el suelo.
Se imaginaba una gran cena llena de comida caliente y vino, con charlas amenas, con el amor flotando en el aire.
Se imaginaba celebraciones navideñas con regalos bajo el árbol de navidad, se imaginaba al alfa de la manada dando un discurso y agradeciendo el tener a cada uno de sus lobos con él.
Se imaginaba celebrando su cumpleaños, con un pastel de chocolate y velas ardientes de colores, regalos envueltos en papel de regalo y al final del día se imaginaba un abrazo cálido, uno de esos abrazos apretados que te dejan sin aire.
Pero al abrir los ojos, todo eso se desvanecía como polvo blanco en el aire... y al final solo quedaba un recuerdo inexistente.
-
El hombre jamás había saldado su deuda, jamás habían llegado los dólares que Dimitri esperaba y esto no era un juego, era la mafia.
Y lo que no pagaba uno, lo terminaba pagando otro.
Por eso habían secuestrado a la hija del hombre y la mantenían cautiva dentro de una habitación.
Y no era como en las películas. No la tenían en una habitación lujosa, ni la estaban llenando de joyas, ni estaban comprándole cosas...no. Las películas mentían.
Tenían a la omega dentro de un cuarto con humedad, con solo una colchoneta y una cubeta para hacer sus necesidades.
Azahar estaba destrozado, la línea fina que separaba la realidad con lo imaginario estaba flaqueando.
"No te involucres." Willem lo tomó del antebrazo con fuerza. "Te meterás en problemas y me meterás en problemas a mi."
"No me involucraré, solo quiero saber si esta bien." Azahar intenta avanzar hacia la puerta pero Willem de nuevo cubre el paso.
"Eres idiota." El alfa lo empuja. "No intentes ser un héroe, esto es la mafia Azahar, ya es hora de que te des cuenta."
Azahar deja salir un gruñido. "Vete al infierno."
"Ya estoy ahí, querido." El alfa contesta con una sonrisa socarrona.
Azahar rueda sus ojos. "Solo será un minuto."
"No." Willem vuelve a negarse. "Vuelve a tu puesto, noruego de mierda."
"Los hijos no deberían de pagar por los errores de sus padres." Azahar brama.
"Lo se, pero esto no se trata de lo que sea justo o no." Willem ya no lo sostiene del brazo, el alfa deja salir un suspiro exasperado y entonces parece estar pensando. "Mierda." Dice y está volteándose para desencadenar la puerta.
"Entraré contigo." Willem dice. "Maldita sea si me matan por tu culpa te perseguiré toda la vida."
Azahar sonríe hacia él. "Sabía que no te negarías."
"Si si." El alfa contesta y antes de abrirla, aprieta los cachetes de Azahar. "Como me resistiría a esa carita de chulo que tienes."
"Vete a la mierda, Willem."
El alfa manda un beso en su dirección y hace un sonido obsceno.
-
La omega está sobre la colchoneta y respira densamente, sostiene sus rodillas con sus brazos y comienza a soltar feromonas de miedo cuando ve a Willem y Azahar.
"Hey." Azahar dice. "Hey, no venimos a hacerte daño."
La omega suelta un gimoteo y Azahar está maldiciendo a la maldita naturaleza de lobos.
"Bien." Willem dice. "Tranquila solo venimos a ver si estas bien."
"Váyanse a la mierda." La omega dice de repente y Azahar voltea a ver a Willem confundido.
"Ok..." Azahar contesta.
-
La omega estuvo bajo custodia de Azahar y Willem por al menos 1 mes, después de eso, Azahar perdió la cuenta de los días que la omega permaneció ahí.
Le llevaban comida y Azahar cambiaba la cubeta cada vez que le tocaba vigilar la puerta, se aseguraba de que ningún alfa idiota intentase entrar con la omega. Solo confiaba en Willem y en si mismo.
"¿Qué hay de comida hoy?" La omega dice desde su colchoneta.
Azahar se desconcierta cuando la omega habla, de las semanas o incluso meses que ha estado ahí, lo único que la ha escuchado decir es "Vete a la mierda."
"Pasta...o eso creo que es." Azahar dice y acerca la bandeja hacia la omega.
"Basura." La omega dice y toma el tenedor con su mano izquierda para mover la pasta en el plato.
El alfa ríe ante eso, revisa sus bolsillos y entonces saca una barra de chocolate, la extiende hacia la omega. "Toma. No es comida pero es algo."
"¿Tendré que hacer algo a cambio por esto?" La omega pregunta con desconfianza.
"No." Azahar niega y junta sus cejas en una línea recta.
La omega estira su mano con desconfianza hacia él y entonces toma la barra de chocolate.
-
"¿No hay barra de chocolate esta vez?"
"No he traído una conmigo." Azahar contesta la siguiente vez que le toca traer la comida hacia la omega.
"Mmm que mala suerte."
"Willem debería de tener una consigo, él siempre trae algo de comida." Azahar dice y está saliendo por la puerta de nuevo.
-
"¿Cual es tu nombre?" La omega pregunta.
"Azahar Corcoran."
"Mi nombre es Beth."
-
"Bien, Azahar." La omega está de pie la siguiente vez que vuelve. "Tal vez sea síndrome de Estocolmo o algo así pero debo decir que estoy aburrida y a parte de ti y tu amigo raro de afuera, eres la persona más decente que ha entrado aquí."
-
"¿Pizza? Nah nunca me ha gustado." Beth dice, está jugando con los hilos sueltos de su suéter.
"Yo siempre he querido probar una." Azahar contesta, está recargado en la pared más lejana de la habitación.
"No te pierdes de mucho."
-
"He visto las marcas en tu brazo." Beth anuncia hacia él.
Azahar la voltea a ver hacia el rostro.
"Encajas tus uñas en tus muñecas cuando estás nervioso." La omega dice y lo está tomando de la mano. "Solía hacerlo cuando era más pequeña." Dice y vuelve a soltarlo.
"No noto cuando lo hago."
"Hay otras formas de evitar que estés nervioso sabes." Beth dice. "Puedes buscar un pasa tiempo como dibujar mándalas, o escuchar música o tejer."
"¿Tejer?" Azahar la mira como si estuviera loca. "¿Le estás diciendo a alguien de la mafia que se ponga a tejer suéteres?"
"No estaba precisamente hablando de suéteres, Azahar." La omega rueda sus ojos. "Puedes hacer pulseras o cosas así, manualidades." Bufa.
"No se hacer eso."
"Puedo enseñarte."
-
"Cruzas este hilo por aquí y entonces estará lista." Beth dice.
"¿Es todo?" Azahar contesta y levanta la pulsera tejida de color rosa para verla mejor. "Es...sencillo."
"Lo es, luego puedes agregarle cuentas y cosas así." Beth encoge sus hombros y toma la pulsera para amarrarla en la muñeca del alfa.
Ambos están sentados en el piso, hombro a hombro y Willem está vigilando la puerta mientras maldice algo intangible.
-
"Los alfas son estupidos." La omega brama un día. "Que parta un rayo al que se le ocurrió decir que los alfas deberían liderar."
"Concuerdo." Azahar se cruza de hombros.
"Tu eres un alfa, eso te hace medio estupido." Beth dice achinando sus ojos.
"Nunca dije que no lo fuera."
-
"Los hijos no deberían de pagar por los errores de sus padres."
-
"Te sacaré de aquí." Azahar soltó por primera vez una noche de diciembre.
"No prometas cosas que no puedes cumplir."
-
"Hay formas más fáciles de morir." Willem le dice, están en su apartamento y están bebiendo vino.
"Solo intento ayudarla." Azahar contesta. "Lleva meses encerrada en condiciones deplorables, a su padre no parece importarle y muy pronto Dimitri se aburrirá."
"La matará."
"Peor que eso, nosotros haremos el trabajo sucio por él y ni siquiera nos pedirá que la matemos, tendremos que torturarla."
"No se si quiero involucrarme, Az."
"Entenderé si dices que no, pero yo lo haré." El alfa bebe de su copa.
"No intentes ser un héroe."
"No intento serlo, no lo soy." Pasa saliva. "Solo...solo no quiero que más gente tenga que sufrir."
-
El plan se había llevado en marcha, Willem inevitablemente se había involucrado.
A mitad de la noche; justo en el horario de cambio de guardias, Azahar entraría y sacaría a Beth, salvándola de una muerte inevitable.
No era que quisiese meterse en problemas.
Nadie quiere tener problemas con Dimitri.
Pero si el alfa se cansaba de la omega, inevitablemente terminaría matándola; Azahar tendría que matarla.
Así que sin más y con ayuda de Willem le habían empacado una mochila con comida y un par de fajos de dinero para que llegase a salvo a su casa.
Azahar nunca supo nada de Beth hasta después de unas semanas.
Cuando Azahar y Willem ya no pudieron tomar más turnos de guardia y el pequeño secreto que habían guardado había sido descubierto, no solo por sus compañeros...
Sino también por Dimitri.
-
Su mera existencia estaba entrelazada; estaba quien él era cuando estaba en el trabajo y quien era fuera de él; estaba quien era antes de Dimitri y quien sería; estaba quien era a solas y quien era alrededor de los demás, sintiéndose tan solo en su cuerpo y a la vez tan asustado.
-
Willem había desaparecido.
Azahar no había vuelto a verlo la semana en la que Dimitri se había enterado de que Beth había escapado.
El alfa había buscado en su apartamento, había revuelto sus cajones y su closet. Todo estaba vacío.
No había rastro de él.
Y Azahar solo podía pensar en dos conclusiones.
Willem se había marchado o Dimitri lo había desaparecido.
Pero inevitablemente terminaba pensando en ¿por que no él primero?
Carcomía sus uñas mientras caminaba hacia la oficina de Dimitri, llevaba su arma escondida en su abrigo y solo podía pensar en que esto era su culpa.
Otra vez.
Era su culpa de nuevo.
Los guardaespaldas lo detuvieron cuando intentó entrar.
"No puedes pasar."
Azahar vió al alfa al rostro. "Sabes quien soy."
"Dimitri nos prohibió que entraras."
"No me importa lo que Dimitri haya dicho." Azahar empujó al alfa hacia atrás.
"Azahar detente." El alfa toca su hombro pero el alfa aparta su agarre.
"¡Dimitri!" Gruñó hacia la puerta. "¡Dimitri abre la maldita puerta o matare a estos dos y luego te mataré a ti!
La perilla de la puerta fue girada, esperó ver el rostro arrugado de Dimitri dirigiéndole una mirada maliciosa, pero solo eran más guardias.
Más guardias que se encargaron de tomarlo por los brazos y entonces aprisionarlo, le otorgaron un buen golpe en la parte trasera de la cabeza y entonces lo arrinconaron en la pared; donde le colocaron una bolsa negra en la cabeza.
Intentó patalear y soltar manotazos pero era inútil, eran 4 hombres y uno de ellos estaba apretando su muñeca como si quisiese romperla.
Sintió un pinchazo en el brazo y entonces su respiración se volvió densa y su cabeza comenzó a dar vueltas hasta qué cayó en un profundo sueño.
-
"Estoy tan feliz de haberte elegido." Dimitri dijo a su lado y le ofreció un abrazo apretado. "Eres tan inteligente, aprenderás rápido."
Estaban conduciendo y las calles estaban vacías, un coche los seguía por detrás y por lo que le habían mencionado irían al bosque.
Azahar había intentado escapar pero todo lo que Dimitri mencionaba era prometedor.
Dinero, una casa y salud.
Todo aquello con lo que alguna vez había soñado pero nunca había obtenido. Dimitri era bueno con él.
Sentía algo extraño, era un sentimiento que no podía quitárselo sin cerrar los ojos, sentía qué tal vez todo al final valdría la pena, que estar con Dimitri sería mejor que estar en el orfanato, que sus miserias habían valido la pena al final, que viviría una vida que sería tan buena, incluso mejor de la que había leído en los libros.
"¿Estas listo?" Dimitri susurró hacia él y sonrió.
"Lo estoy." Susurró de vuelta.
-
Le quitaron la bolsa de la cabeza y entonces lo golpearon de lleno en el rostro.
Sintió como mordió el interior de su mejilla e inmediatamente pudo saborear el líquido bermellón dentro de su boca. Estaba atado, de pies y manos. Aún tenía la ropa puesta.
Logró recomponerse del golpe y entonces observó a su alrededor.
Estaban en el calabozo, bajó el foco deslumbrante y las paredes llenas de humedad, podía escuchar el pasar del agua de las alcantarillas y el chirrido de la ratas.
El alfa había estado ahí.
Muchas veces.
Haciendo lo mismo que le estaban haciendo a él o incluso peor.
Por primera vez pensó que su hora llegaría.
Que por fin alguien vendría a cobrarle todo el daño que había hecho.
Por fin recibiría lo que merece.
Otro puñetazo fue soltado hacia sus pómulos. Este si lo dejo desorientado. Escuchó un pitido en su oído y sintió que sangre brotaba de su mejilla. La cuerda que sostenía sus manos en su lugar estaba demasiado apretada y comenzaba a dolerle.
Dejó su cabeza colgando hacia un costado para aspirar aire y recomponerse de nuevo.
Tener experiencia en esto no solo le enseñaba a pelear, sino también a recibir los golpes.
"Azahar." Alguien dijo detrás de él y el alfa conocía perfectamente su voz. "Ah." Suspiró el hombre y se dejó ver frente a él.
Azahar estaba demasiado ocupado retomando el aire para mirarlo a los ojos.
"Mi pequeño Versalles." Dimitri le dijo y lo tomó de la mandíbula para que lo viera. "Lo esperaba de todos...menos de ti." Volteó su cara con brusquedad.
Azahar escupió la sangre que retenía al piso.
"Te dije que no intentaras ser un héroe." Volvieron a golpearlo, con tal fuerza que casi cae de la silla.
"N-No intentaba serlo."
"Ahora dos personas han muerto por tu culpa." Dimitri dice y hace un ademán hacia sus hombres.
Azahar se recompone de golpe en la silla, siente su estómago dar un vuelco y en cualquier momento vomitará. Intentó preguntar a qué era lo que se refería, no faltó mucho para que su pregunta fuera contestada por sí sola.
Sus ojos se aguadan cuando dirige su mirada hacia Dimitri.
Sin esperárselo el hombre al que Dimitri se había dirigido volvió a su campo de visión, traía algo entre sus manos y entonces dejó que Azahar viera que era.
Eran dos cabezas, humanas.
La de Willem y la de Beth.
Sus ojos aún estaban abiertos y el rostro era uno de completo horror, aún goteaban sangre...
El hombre dejó caer las cabezas hasta que rodaron hasta sus pies.
Azahar vomitó el piso, su corazón se hundió en su pecho y las lágrimas que retenía rodaron por sus mejillas.
Willem, Willem, Willem.
Beth, Beth, Beth.
"Tenías un buen amigo." Dimitri dice y sonríe cínicamente. "Lo torturamos y no soltó ni una maldita palabra. Ahora está muerto."
"P-Por favor." Azahar suplicó.
Otro hombre volvió a dirigirle un puñetazo, este si que lo hizo caer de la silla, en posición fetal, dándose de lleno contra el piso de concreto.
Dimitri le soltó una buena patada en las costillas.
"Por favor." Volvió a intentar decir. "Para con esto."
"Creí haberte educado bien." El alfa dice entre gruñidos. "Es la mafia, nada se hace sin que yo me entere. Ya deberías saber eso."
Azahar se recompuso en el piso y se hincó ante él. "Y-Ya no quiero esto. Nunca lo quise. Solo quiero irme."
"¿Irte?" Dimitri se carcajea. "¿Irte a donde, Azahar?" Pregunta retóricamente. "¿Te irás por ahí a tomar helado con el peso de tu vida encima, irás por ahí y conseguirás una casa y luego que? La vida no es así, no sabes lo que es vivir allá afuera." El hombre se ríe.
Y el alfa tenía razón. Lo que Azahar conocía, lo conocía por los libros, y los libros mentían, hacían que las cosas pareciesen más bellas.
Bajó su rostro, las lágrimas cayeron por sus mejillas y su corazón se partió.
"La gente como nosotros no tiene una familia." Dimitri dice duramente. "Nadie verá más allá de lo que eres." El alfa suelta un puñetazo en su rostro. "Un monstruo."
"Ya no quiero esto." Azahar dice y su voz se quiebra. "Solo quiero irme." Alza su rostro hacia el alfa. "Lo siento, lo siento, lo siento."
Dimitri lo ve con desprecio y entonces parece estar analizando algo, otro hombre está a punto de patearlo pero el alfa lo detiene.
"¿Eso es lo que quieres?"
Azahar asiente.
Dimitri hace que desaten sus manos y pies y Azahar cae de lleno hacia el suelo.
"No hay peor tortura que vivir con el peso de las muertes que cargas, tus manos están manchadas de sangre." Dimitri lo toma de la mandíbula. "Escúchame, niño. Te dejare ir, pero no recibirás un peso más de mi."
El alfa asiente.
"No podrás venir a rogarme volver, por que no pasará. Y espero que seas lo suficiente inteligente para no contarle a nadie nada. La misma Italia está de mi lado."
Azahar intenta ponerse de pie pero sus piernas lo traicionan.
"Y si algún día consigues una familia, escríbeme. Tengo que ver eso con mis propios ojos." Dimitri alza su mano y dos hombres se acercan a reincorporarlo en sus pies. "No sabrás más de mi."
Azahar asiente. "Gracias, Gracias, Gracias." Dice entre suspiros ahogados.
"Ahora sáquenlo de aquí." Brama hacia sus hombres.
-
Al siguiente día de haber vuelto del bosque con Dimitri, Azahar deambulaba por su oficina.
Ya no sentía dolor en su cara, pero cuando hacia fuerza en sus brazos se daba cuanta de lo debilitando que estaba, y cuando se paró de la silla para deambular había caído primero de lleno al piso, tratando de sostenerse del aire. Se movió hacia los estantes de libros, examinó los libros, los cuales eran todos de tapa dura, llenos de polvo que caía como moléculas hacia las tapas, perfectamente podías ver cuáles habían sido quitados recientemente.
Encontró una copia de "el viejo y el mar" de E.Hemingway, lo había estado leyendo en clase antes de llegar ahí, lo tomó en brazos y volvió a su silla.
Encontró la página en la que se había quedado y comenzó a leer mientras mordisqueaba sus uñas, después cambió de posición hacia el piso y se extendió de panza para continuar y entonces y solo entonces fue recordado de cuánto había extrañado leer, de lo agradecido que estaba de tener la oportunidad de tomar un libro y dejar atrás su vida.
"El hombre no esta hecho para la derrota." Leyó en voz alta. "El hombre puede ser destruido pero no derrotado."
-
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Cuando cerraba los ojos miraba el rostro de Willem entra la penumbra de su sueño, cuando los abría escuchaba la voz de Beth, diciéndole que no prometiera cosas que no podía cumplir.
Y ahora estaba ahí.
De vuelta en Noruega, en un apartamento abandonado, rodeado de drogas y alcohol, con cajas de pizza amontonadas en una esquina (por fin había probado la pizza, le gustaba pero su soledad no dejaba que la disfrutase del todo.)
Tomó el sobre blanco y lo analizó de nuevo.
Congreso de Noruega. Volvió a leer.
Lo arrugó y lo aventó hacia la cama.
"Tonterías." Susurró para si mismo.
Dió vueltas por su habitación, con sus pies descalzos, golpeó su cabeza contra la pared y entonces inevitablemente volvió a tomar el papel arrugado de la cama.
Leyó la dirección y entonces negó para sí mismo.
"No lo haré." Azahar se dice a sí mismo, pero algo le dice que asista.
Checa la hora en su reloj de pared.
4 de la mañana, el citatorio es para las 7 de la mañana.
"Bien, podemos ir a ver." El alfa dice en voz alta.
Se dirige hacia el baño y entonces enciende la luz, decide tomar una ducha primero, remueve el olor a chatarra y alcohol de su ser, la ducha también le ayuda a aclarar la mente.
Cuando sale envuelve una toalla en su cintura y se dirige hacia el espejo arriba del lavabo, toma su navaja y su crema de afeitar.
Es difícil primero rasurarse, sus manos están temblorosas y cuando sostiene la navaja, tan cerca de su cuello; no puede evitar pensar en simplemente pasarla por su yugular y terminarlo todo. Tener paz tal vez por primera vez.
Al final de todos modos nada importaba, no importaba si fuera mañana o tarde, viernes o domingo, ya que era siempre igual; el dolor acelerado, tortuante, que no cesaba un momento; la conciencia de una vida que se escapaba, pero que no se extinguía. ¿Que significaban días, semanas, horas, en esas circunstancias?
Y entonces lloro a causa de su impotencia, de su terrible soledad, de la crueldad de Dimitri, de la crueldad de Dios, de la ausencia de él.
-
Cuando llegó al congreso de Noruega lo recibió una alfa de nombre Michelle.
Lo había guiado a su oficina y le había explicado para que era que lo necesitaban.
Había aceptado sin preámbulo alguno, la paga era buena, le ofrecían un buen apartamento y una buena calidad de vida.
Azahar no tenía nada más que perder.
"Tu primera misión es esta." La alfa explica y deja caer unos planos en su escritorio, en rojo hay un gran círculo apuntando un territorio. "Vigilar a la manada Tomlinson."
"¿Puedo preguntar por qué?" El alfa dice.
Michelle bufa hacia él. "Están escondiendo a un lobo no puro, ya sabes," se encoge de hombros. "criaturas despreciables que se esconden como ratas."
Azahar se queda callado por que al primer instante que abra la boca probablemente estaría soltando letanía insultante hacia ella.
"¿Que harán con el lobo?"
"Si el alfa de la manda decide no entregar al chico entonces tendremos que tirar todo abajo y matarlo a él y al chico." Michelle vuelve a guardar los planos de la manada.
"Hay niños en esa manada." Azahar apunta y tal vez ya debería de cerrar la boca si quiere el empleo.
"El alfa no está haciendo un buen trabajo cuidando de su manada."
Y entonces tal vez Azahar está reteniendo un gruñido. "¿Tengo que vigilarlos solamente?"
"Por ahora." La alfa apunta. "Esta es la dirección, el alfa de la manada es precavido e inteligente así que ten cuidado."
Se está contradiciendo. Azahar piensa. Si el alfa confía en él mitad lobo es por algo.
"Bien."
-
No lo tomó demasiado llegar a la manda Tomlinson, apenas era de madrugada y estaba en su forma de lobo, había tomado un supresor especial para alfas para ocultar su olor.
Lo primero que olió al llegar a la manada fue jengibre y chocolate con una mezcla de café amargo y madera.
Probablemente la manda estaba dormida pues no se veía una sola alma en las calles, analizó el territorio y lo rodeó mientras corría entre los arbustos, con las ramas de este chocando contra su pelaje y la nieve crujiendo bajó sus patas.
Divisó la casa más grande entre todas, la casa del alfa.
Era de un color crema y el jardín estaba cubierto de nieve, corrió hasta estar frente a la casa.
Solo entonces alzó su vista hacia las ventanas y su corazón dio un vuelco cuando vió a un hombre asomándose desde una de las ventanas del segundo piso, tuvo que correr entre los árboles para esconderse.
Estaba seguro que probablemente el alfa solo había notado movimiento y no a él.
Tal vez lo confundirían con un ciervo.
Esperó unos segundos hasta volver a acercarse, cuando se acercó el hombre ya no estaba en la ventana.
-
La segunda vez que Azahar vió al alfa de la manada, este no estaba solo.
Venía acompañado de un hombre de rizos, estaban tomados de la mano y charlaban con un chico rubio.
Azahar identificó que el olor a café amargo y madera venía del hombre de rizos.
También identificó que era él mitad lobo.
A Azahar se le derritió el corazón cuando el alfa de la manada plantó un beso en la mejilla del omega.
Se veían...enamorados.
Él mitad lobo no era una amenaza, era el Luna del alfa.
El Luna del alfa de la manada.
-
La tercera vez que Azahar vió al alfa de la manada fue en circunstancias muy distintas.
Él estaba escondido entre los árboles cuando Michelle decidió que tenía el derecho de invadir el territorio del alfa.
Estuvo ahí cuando el alfa de la manada disparó hacia la alfa.
Estuvo ahí cuando el chico de rizos fue tomado por su cabello y Michelle amenazó con matarlo frente a su alfa.
Estuvo ahí cuando el arma de la alfa fue disparada.
Estuvo ahí cuando él omega con olor a café amargo y madera, saltó en su forma de lobo y mató a la alfa que dañó a su amor.
Estuvo ahí también, para matar al último hombre con rifle que apuntaba hacia la cabeza de un hombre rubio.
Estuvo ahí cuando le llamaron para ejercer otro tipo de trabajo, uno que no incluía sangre, ni asesinatos.
Estuvo ahí para proteger del alfa de ojos azules y él omega de ojos verdes.
-
"Mi nombre es Azahar." Se presentó con el beta rubio.
El chico se rió. "Tu nombre es gracioso."
Azahar frunció su ceño.
"Me llamo Niall, soy el beta de la manada."
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"Está será tu casa." El chico mostró. "Al parecer a Louis le agradas lo suficiente como para confiar en que cuides de la manada y sobretodo de su Luna."
"¿Eso es todo? ¿Tengo el empleo?" El alfa pregunta con desconfianza.
"Lo tienes." Niall contesta. "Mañana Harry tiene una cita con el médico, Louis quiere que nos acompañes."
"¿El Luna está enfermo?"
"Nahhhh. El Luna está embarazado." El beta dice. "Solo que aún no lo sabe."
"¿Y tu como lo sabes?" Azahar pregunta.
"Por que yo lo sé todo." Niall contesta. "Estoy tan seguro que te propongo que apostemos."
Azahar se lo piensa y entonces sonríe. "¿2o krones?" Estira su mano.
"20 krones." Niall la estrecha.
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Azahar no sabe cómo pero cuando menos se lo esperó estaba cazando un zorro para hacerle un regalo al Luna.
Azahar no sabe cómo pero de un momento a otro estaba discutiendo con otro hombre sobre ser el padrino de un niño que todavía no nacía.
Azahar no sabe cómo pero de repente un alfa de ojos azules y un omega de ojos verdes, lo empezaron a hacer sentir como en casa.
Azahar no sabe cómo pero de repente había encontrado el lugar al que pertenecía.
Azahar no sabe cómo pero de un momento a otro estaba cargando a un bebé llorón entre sus brazos y lo estaba llamando mocoso.
Azahar no sabe cómo pero de un momento a otro estaba llamando casa a una manda que había sido destruída y que ahora se sostenía con paredes construidas con amor y un techo hecho de pura fé.
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El nacimiento de Einar había marcado su vida para siempre, por que el nacimiento de este marcaba el final y el inicio de algo.
Con el nacimiento de Einar se terminaba su vida de miseria, su vida manchada de sangre, su vida de sufrimiento.
Con el nacimiento de Einar iniciaba su nueva vida, una vida pavimentada por la resilencia de un alfa de ojos azules y la fuerza y perseverancia de un omega de ojos verdes.
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"Tito Zar." Einar llamó desde el piso. El alfa estaba sentado en la mesa y redactaba algo en una hoja de papel. "¿Que es lo que tú haces?"
"Estoy escribiendo." Contesta y deja de lado su pluma.
"No se escribir." Einar dice y está inflando sus cachetes como suele hacer.
"Algún día aprenderás." Azahar besa su frente.
"¿En escuela?"
Azahar siente una punzada en su corazón. "Si, en la escuela."
"¿Y que escribes?" Einar finge intentar leer el papel, Azahar agradece que aún no sepa hacerlo.
"Una carta."
"Para mi?" Einar agita sus pestañas.
"No es para ti, mocoso." Azahar rueda sus ojos.
"¿Para mami?"
"No." El alfa niega.
"¿Para quien?"
"Para un viejo amigo." Contesta.
"¿Lo extrañas?" Einar pregunta y el alfa por primera vez desearía que su mocoso dejara de hacer tantas preguntas.
"No."
"¿Por que?"
"Por que mis amigos de ahora son mucho mejores." Azahar contesta y picotea la panza del niño.
"Baba dice que tú su amigo." Einar revolotea sus papeles y juega con la pluma. "¿Baba es tu amigo?"
"Tú baba es mi amigo."
"¿Yo soy tu amigo?"
"Eres mi sobrino, mocoso. Eso es lo que eres."
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Azahar googleo en su computador, buscó una simple palabra:
Arromantico.
Leyó todo lo que se necesitaba saber y citó todo en formato APA como le habían enseñando en el colegio, después imprimió su información y volvió a leerla atentamente mientras resaltaba las partes importantes con marca textos.
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En el cumpleaños de Einar habían pasado muchas cosas, no solo había podido sincerarse con el alfa y el Luna de la manada sobre su pasado, sino por primera vez sintió que había dejado caer un peso que no sabía que había estado cargando.
Por primera vez celebró su vida, su vida nueva.
Celebró su cumpleaños por primera vez también, encendieron velas para él y celebraron su vida junto con él.
Recibió regalos, que a pesar de ser solo materiales, lo habían hecho sentir amado.
Enterraron su cara en un pastel por primera vez. (Esa parte no le había gustado mucho.)
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Se acercó a Liam por primera vez.
Estaban recogiendo las cosas del día anterior y él omega estaba juntando las sillas plegables.
"Liam." Pronunció su nombre.
"Azahar." Él omega contestó y sonrió para él. "¿Necesitas ayuda con algo?"
"No." Dijo rápido. "Bueno...si."
"Dime." Liam limpió sus manos en su pantalón y se acercó a él.
"Bien." Azahar aclaró su garganta y entonces se comenzó a sentir nervioso. "Mira yo..."
"Tú..."
"Yo siento cosas." Dijo sin contexto alguno.
"¿Que?" Liam frunció su ceño.
"Yo..." relamió sus labios. "Bien esto es estupido."
"¿Que es estupido?"
"Siento... siento cosas por ti." Dice. "Se que eres arromantico y tal vez yo no te interese y eso está bien, yo nunca querría hacer algo que te haga sentir incómodo, no quiero que te sientas forzado ni nada. Eres maravilloso." Liam intenta hablar pero Azahar no se lo permite. "He hecho una investigación masiva sobre las personas arromanticas." Azahar saca una carpeta de algún lado y la abre mostrando la información—todo citado en formato APA—.
"De acuer-"
"Y aquí dice que ser arromantico no significa que no quieras tener una relación o que no sientas cosas." Azahar muestra y esa parte está subrayada con marca textos. "No se si la información sea confiable o correc-"
"¿Y por que no solo me lo preguntas?"
"¿Preguntar que?" Azahar dice pero no permite que Liam conteste. "Mira, lo he citado en formato APA." Explica. "No necesito que me contest-."
Azahar no termina de decir aquello, cuando Liam lo está acorralando contra la pared y está devorando su boca.
Azahar envuelve sus manos en su cintura mientras que Liam está de puntillas, moviendo su lengua contra la suya.
Liam se separa y guiña un ojo hacia él, el alfa ríe.
"¿Esto que significa?" Azahar pregunta.
Y Liam rueda sus ojos y comienza a alejarse.
"¿Liam?" Pregunta. "¿Liam, que significa?" Comienza a perseguirlo. "No me ha quedado claro."
-
Azahar terminó de escribir la carta un sábado por la noche.
La estaba releyendo antes de guardarla en el sobre y mandarla a una dirección específica, donde sabía llegaría a su remitente.
Pasó saliva y repasó sus ojos por ella:
Dimitri:
Dijiste que escribiera si alguna vez encontraba a una familia, dijiste que sería imposible, que nadie podría perdonar mi pasado, que nadie vería más allá de mis cicatrices...estabas equivocado.
Hoy estoy escribiendo esto desde mi manada, es a penas verano y muy pronto iremos de vacaciones.
Solía creer que una familia era una madre y un padre y tal vez uno o dos hermanos, ahora me da risa cuán equivocado estaba.
Una familia aveces se escoge y tuve la fortuna de que un omega de ojos verdes y una alfa de ojos azules me aceptaran, ahora siento que mi pecho podría estallar de felicidad, he conocido a alguien y estoy aprendiendo a perdonarme a mi mismo por lo que hice... por lo que me hiciste hacer por ti.
Esta será la última vez que escucharas de mi, una vez leí que debemos soltar las cosas antes de que te quedes estancado. Quiero soltar mi pasado. No quiero pensar más en ti, ni en lo que hice, ni en lo que me convertí.
Aprendí los extremos del ser humano, aprendí cuán lejos puede llegar alguien para sobrevivir, no pienso pasar por eso una vez más.
He encontrado a mi propia familia, he encontrado mi pequeño lugar seguro, el lugar en el que quiero quedarme por siempre, por que mi hogar no son cuatro paredes, mi hogar es una manada que estuvo rota por mucho tiempo pero ha sido enmendada. Mi hogar es un alfa de ojos azules y un omega de ojos verdes, un niño—pronto tres— por los que daría mi vida y 3 hombres por los que lucharía hasta no tener nada más.
Se que soy afortunado por que no todos encuentran su lugar en el mundo y yo he encontrado el mío, espero que tú ya hayas encontrado el tuyo y si ya lo has hecho espero que seas feliz, ¿por que al final todos estamos rotos no es así? Creo que todos merecemos experimentar la felicidad absoluta al menos una vez en la vida.
Incluso las personas como tú.
No tengo mucho que decir ahora, pero espero que en alguna otra vida pueda reencontrarme contigo, tal vez en otro mundo o en otra galaxia, en otras circunstancias, donde tu no estés tan roto y yo no haya sido mayugado por tus decisiones.
Te agradezco y te agradeceré por siempre la posibilidad de rehacer mi vida, de dejar tu mundo atrás y abrirme la oportunidad de vivir en paz.
Por primera vez.
Con amor, Azahar Corcoran.
•
Cerró el sobre y entonces sintió un mano tomarlo por los hombros.
Liam.
"¿Ya volverás a la cama?" Él omega preguntó y besó su mejilla.
"Ahora te alcanzo." Azahar besó cortamente sus labios y observó a Liam caminar somnoliento de vuelta hacia la cama.
☾ ☾
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