Capitulo 2: Insolente.

Ambos siguieron caminando alrededor del amplio territorio, se estaba haciendo de noche y no habían vuelto a la manada en un par de horas, cada minuto qué pasaba, Louis sentía que estaba bastante cerca de encontrar al dueño del olor embriagador que había llegado a sus fosas nasales hace un par de horas atrás.

No podía dejar de repetirlo como un mantra:

Café amargo y madera.

Café, café, café.

Me gusta el café.

¿Omega? ¿Alfa? ¿Beta?

Zayn se mantenía a lado suyo en silencio, no había pronunciado palabra alguna desde que había escuchado el rumor en su pecho y Louis no era estupido—Zayn quería evitar el tema o se moría por preguntar que era lo que pasaba—.

Ni siquiera el mismo lo sabía.

Transcurrieron un par de horas más  y Zayn estaba hartándose del incómodo silencio, comenzaba a causar un pitido en su oreja izquierda, sentía que se congelaba y quería distraer su mente.

"¿Que harás si le encuentras?" Zayn dice, volteando a ver a Louis al rostro, frunciendo su entrecejo cuando pasan por una parte donde tiene que dar zancadas para desatorar sus pies de la nieve.

"Lo que tengo que hacer." El alfa contesta aguzado, Louis sigue caminando sin mirarle,  su concentración está centrada en encontrar al dueño del aroma a café amargo y madera; encontrarlo lo más pronto posible.

"¿Que es lo que tienes que hacer?" Zayn vuelve a preguntar, buscando una respuesta más profunda y acertada.

Esta vez Louis voltea a verlo, hay nieve en el cabello de Louis y su nariz estaba levemente rojiza en la punta. "Matarlo." Pronuncia sintiendo sus dientes apretarse dentro de su boca.

No lo matarás.

Mentiroso.

Mentiroso.

Zayn relame sus labios partidos asintiendo en aprobación, aunque un poco desconcertado por la respuesta atroz.

Llegan al final de la verja rápido, no habían huellas frescas y si lo habían ya estaban cubiertas por la nieve de nuevo, el olor se desvanecía una vez al final de la verja principal, no había nada sospechoso y la persona que estaba rodeando su territorio definitivamente sabía esconderse y esconder sus huellas.

El alfa deja salir un estruendoso gruñido que sube desde su pecho hasta su garganta, afianza su mandíbula fuertemente y dirige una mirada fugaz hacia Zayn. "Quiero vigilancia en la noche." Aclara, pasando su lengua por sus labios empapándolos levemente con su saliva. Juega con el anillo en su mano y se da media vuelta seguido por Zayn para volver de vuelta hacia la manada.

Zayn siente a Louis enojado, lo siente irradiar algo parecido a la furia pero está mezclado con algo que no puede percibir, el alfa está mascullando palabrerías y maldice cada vez que sus pies se hunden en la nieve fría, el aire está ligeramente más frío que en la mañana y el alfa solo quiere llegar a casa a beber más café y combinarlo con un poco de Brandy creando una mezcolanza distinta pero exquisita para su paladar.

Zayn abre la verja de nuevo y Louis pasa de largo hasta su casa sin dirigirle la mirada a nadie, sus pensamientos le están carcomiendo la cabeza y el olor a café amargo y madera sigue presente en sus fosas nasales, haciéndolo gruñir cada vez que se percata que está inhalando más fuerte para percibirlo mejor.

"Estupido." Louis murmulla para sí mismo, retira su botas cafés y las aparta a un lado de la puerta al igual que su abrigo, toma su daga entre sus manos y con pasos torpes camina descalzo hasta su oficina, tronando ligeramente sus dedos bajo sus calcetines.

La puerta que siempre se encuentra con el pestillo puesto fue abierta por las fornidas manos de Louis, retirando el anillo en su dedo anular que tiene elegantemente su nombre grabado en cursiva, lo deja aún lado flojamente en la mesa y toma la llave que generalmente la dejaba escondida entre los cuencos del marco de la puerta para abrirla.

Disfruta del sonido de la madera tronando por sus pasos, haciendo imposible que pase desapercibido, el olor a la lignina oxidada de los libros lo hace entrar en un ambiente embriagador de paz, esa habitación antes le provocaba arcadas y lo hacía querer salir corriendo, aún puede oler el tabaco por todos lados.

Se dirige hacia el extenso escritorio y toma asiento en la prominente silla giratoria de color café, se queda absorto con sus pies cruzados bajo el escritorio de madera que en algún momento perteneció a su padre.

-

Toma una bocanada de aire antes de entrar por la puerta entre abierta, puede oler el tabaco que el hombre fuma del otro lado, cala en su nariz y la luz que se escabulle por la ranura de la puerta pega directamente en su rostro, iluminándolo ligeramente.

Truena los huesos de sus nudillos y cambiando su semblante a uno serio y lleno de dominio abre la puerta, provocando un chirrido en la casa.

Con pasos sosegados se dirige hasta el filo del escritorio gastado de madera, su padre está sentado de piernas cruzadas y sostiene un cigarrillo en su mano, el cenicero tiene otras dos colillas reposando ahí y Louis se siente mareado por el olor.

"¿Que es lo qué pasa?" Pregunta duramente, de la misma manera en la que el hombre frente a él siempre solía hablarle.

"Ludwik." Su padre apaga el cigarrillo en el cenicero de vidrio y recarga ambas manos en el filo del escritorio, donde papeles revueltos y libros amontonados flojamente reposan. "Solo quiero hablar con mi hijo." El hombre trajeado enarca una ceja y comienza a jugar con el anillo que se encuentra en su dedo anular.

"Puedes dejar los rodeos." Louis toma asiento frente al escritorio, en ningún momento bajando la mirada, demostrando su fortaleza de esa manera—al menos el chico de 17 años lo veía así—.

"De acuerdo." Su padre suspira. "Entonces sin rodeos." el señor de mediana edad revolotea entre sus papeles. "Me estoy haciendo viejo, Louis." Dice sin más. "Algún día tú tendrás que tomar mi lugar." Lo apunta con su dedo índice. "Y necesito que estés listo para ello."

Louis abre su boca en sorpresa y niega rotundamente. "Yo no quiero ser líder de este lugar." Louis recarga sus codos en sus muslos. "Yo quiero irme de aquí." Le dirige una mirada cargada de veneno.

"For Faen, Louis." Su padre, un alfa con mirada dura,  golpea su escritorio con la palma de su mano; provocando que la lámpara de lectura junto con el resto de cosas en el escritorio tiemblen ligeramente. [Maldita sea, Louis.] "Es lo que te toca hacer."

"No hables en noruego conmigo, sabes que lo odio." Louis pide. Apretando su mandíbula, sus manos ya hechas puños. "No quiero tu legado y no quiero esto." Aclara.

"No me importa lo que tú quieras, insolent barn." El hombre no toma importancia a las palabras de su hijo, las feromonas de enojo y dominancia ahogan a ambos en la habitación. [niño insolente.]

Louis empuja la silla con fuerza provocando un chirrido por la madera siendo arrastrada en el piso y se coloca de pie vertiginosamente. "Te he dicho que no." Lo apunta con el dedo. "Yo no seré como tú."

"Insolente." Su papá se pone en pie. "¿No entiendes, cierto? No es una pregunta es una afirmación."

Louis siente sus ojos aguarse. "Por favor."

"No."

El muchacho infla su pecho y retiene las lágrimas dentro de sus cuencos, se arma de valor y entonces se da media vuelta.

"¡Louis, no hemos terminado!" Su padre grita.

Louis sale por la puerta dando un portazo.

"¡Ludwik!" Su padre vuelve a gritar.

El alfa no hace caso alguno, arranca su playera con fuerza y entonces abriendo la puerta y volteando de un lado a otro, se transforma a su forma de lobo.

"¡Louis!" Su padre grita, Louis está seguro que este está apunto de salir por la puerta.

El muchacho de 17 años comienza a correr, dejando su ropa rasgada en el suelo frente a su casa, la manada entera tiene su mirada puesta en él y antes de que su padre abra la puerta de par en par, comienza a correr por las transeúntes calles, pasando de largo a la gente que grita su nombre.

Alcanza a saltar la verja de un solo salto, cayendo en sus cuatro patas casi como si fuese un gato y entonces bajo la atenta mirada de la Luna comienza a correr en el bosque sin rumbo alguno, desapareciendo entre los árboles.

La nieve caía en su pelaje blanco cubriéndolo por completo, la nieve bajo sus patas se sentía fría y bajo sus condiciones, y si no estuviera en su forma de lobo; Louis podría jurar que habría una sonrisa genuina cubriendo su rostro de lado a lado.

Sus omoplatos se movían de atrás hacia adelante conforme movía sus patas, el lobo en su interior le pedía que se detuviera, que parara, pero Louis no iba hacerlo.

Cuando no pudo divisar su manada es cuando se detuvo rotundamente, rodeado de árboles con blanquecinas capas de nieve y un silencio rotundo en el aire.

Observó a su alrededor con ojos súbitos en sus cuencos, había perdido la noción de donde estaba y la Luna estaba más grande y amplia en el cielo que en el momento en el que había comenzado a correr.

Volteo a todos lados aletargado, no reconocía nada, estaba perdido.

Ayúdame, ayúdame, por favor ayúdame.

Le pidió a Luna.

-

El omega amarró su cabello en un moñito desordenado, un par de mechones caen en su frente pues su cabello aún no está del todo largo como para acomodarlo perfectamente en un rodete.

Habían pasado únicamente dos días desde que había caído como peso muerto frente a una manada, había aprendido a esconderse y a tener cuidado, se encontraba desalineado y con restos de tierra por todo su rostro, sus labios tenían algunas llagas por el frío; partidos hasta sangrar, sus pies dolían de no haber dejado de caminar y una ampolla calaba en su tobillo.

Su estómago rugía levemente por no haber sido alimentado correctamente en días y estaba seguro de que había cachado un resfriado pues no podía dejar de sorber su nariz y estornudar frecuentemente.

Se había encontrado a sí mismo en bastantes obstáculos, al parecer había logrado alertar al alfa de la manada y cada tal por cual había algún lobo matriculando el territorio, no podía dormir a causa de esto, aún le quedaban dos pastillas para ocultar su olor y había encontrado un lago que aunque se encontraba en su mayoría congelado, había encontrado una ranura por donde rellenar una de sus botellas de agua.

Odiaba esto, estaba odiando todo, sentía sus párpados pesados y tenía el cuerpo cortado, sus huesos calaban y si en algún momento necesitaba correr, tendría que ser en su forma humana, no podía transformarse, apenas tenía fuerzas para estar de pie y se había alimentado de basura, no podía cazar en el bosque y no solo tenía que tener cuidado de cazadores, sino de los mismos de su raza, estaba sumergido en una constante soledad, donde el eco de si mismo era lo único que retumbaba, no había nada más, la soledad era fría pero también le resultaba tranquila, maravillosamente tranquila y grande,como él tranquilo espacio en el que se mueven las estrellas, se sentía solo pero tranquilo era un sentimiento encontrado que deseaba apaciguar pero que extrañaría, sin duda lo haría.

Se estaba haciendo de noche y la Luna que era por ahora su única amiga, estaba asomándose entre las grisáceas nubes que se movían con rapidez por el aire frío, haciendo notar un par de constelaciones en el cielo.

Tronó sus nudillos con pereza y con su rostro hastío, se dirigió con pasos hacendosos hasta donde generalmente se "escondía" y esperaba a que la ronda nocturna que los lobos hacían terminara, había aprendido con el pasar de los días su pequeña rutina, recorrían toda la verja hasta no encontrar nada, después de eso, solo se quedaba una persona vigilando la entrada, que cambiaba cada hora por otra persona.

Había visto al muchacho de tatuajes varías veces.

Había encontrado un árbol hueco un par de metros lejos de ahí, era un árbol grande y tenía un pequeño hueco donde a empujones podía esconder su mochila, habitualmente se quedaba ahí hasta que escuchaba que no había nadie cerca.

Se recargó en el tronco del árbol y descansó sus párpados, su mente estaba cansada y solo quería un minuto para poder dormir, aspiró el aroma a jengibre y chocolate; el aroma que no lo había abandonado en ningún momento.

El aroma que llegaba hacia sus fosas nasales, ese aroma perfumado y refrescante con un toque de limón que en estos momentos llegaba  más potente hacia él.

Frunció su ceño.

Aspiró de nuevo y entonces abrió abruptamente sus ojos, reciamente expulsó el aire de sus fosas nasales para volver a llenar sus pulmones de él.

Esta vez era diferente, diferente a las demás veces. Esta vez podía sentirlo más cerca, estaba más presente y hacía que algo revoloteara dentro de él.

Esta aquí, está cerca.

Jengibre y chocolate.

Es mío, es nuestro.

Se puso rápidamente de pie, dejando que sus instintos se apoderen de su cuerpo; siente su piel picar y su corazón está palpitando con premura en su pecho, puede sentir un escalofrío subir por su columna.

Cuelga su mochila en su espalda, se coloca el gorro del abrigo y comienza a caminar entre los árboles, teniendo en cuenta de que al caminar hacia allá sería como ir a un matadero.

Pero había escuchado que la curiosidad mato al gato y él ya no tiene nada que perder.

¿O si?

Sus manos tiemblan dentro de sus bolsillos y el aire se esta apaciguando a su alrededor, cuando está lo suficiente cerca, pude ver las luces de un par de lámparas, se escucha un murmullo de voces y el olor a jengibre y chocolate se vuelve increíblemente insoportable para él.

Con el extremo cuidado que su cuerpo desgastado puede ofrecer, se esconde detrás de un tronco, asomando solo la mitad de su rostro y entonces lo ve.

Un hombre ligeramente alto y con un abrigo que cubre su cuerpo, sostiene una lámpara entre sus manos en la cual puede ver un anillo (lo sabe por el reflejo de la lámpara de su compañero), pómulos marcados y nariz rojiza en la punta, su mandíbula está afianzada fuertemente en su rostro y sus ojos están oscuros, tiene una mirada penetrante y está mirando a su compañero con seriedad, su pelo está hecho un ovillo en su cabeza y es de un color negro tirando a castaño, más oscuro que el suyo.

Es él.

Harry se hace levemente y sin cuidado hacia atrás.

Es él, es él, es él.

Es un alfa.

El alfa.

El alfa de la manada.

Se queda sin aire y siente que su garganta se cierra, comienza a hacerse hacia atrás cuando comienza a sentirse aturdido, se sostiene del tronco del árbol y entonces lo escucha; ha cometido un error.

Se escucha un ¡crack! cuando pisa la rama del árbol caído.

Una maldita rama.

Se encoge de hombros y dirige con miedo su mirada hacia el frente.

Los dos hombres ya están viendo en su dirección.

Hace contacto visual con él.

Dritt.

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