07
Selva Headwaters
Jungkook se despierta luego de haber dormido toda la mañana. Puede escuchar el ruido del taladro y los martillos golpeando una vez tras otra la madera de la nueva cabaña que utilizarán como escuela para los cachorros.
Gruñe frustrado, se pone en pie del tapete que se encuentra en el suelo de la habitación. Se ducha, se coloca una camisa gris holgada, un pantalón militar negro, sus botas negras y esta vez opta por usar su cazadora negra, la cual sostiene con su mano derecha mientras sale de su casa.
Mira los alrededores de su terreno, todo en orden. Los alfas trabajan, los omegas cuidan de la cosecha y los cachorros juegan entre ellos mientras los betas los vigilan.
Saluda a un par de lobos en su camino hacia la casa de Marie, se detiene frente a un cachorro que huye de una linda alfa rubia. Jeon ríe al verlos tan felices y tranquilos, retoma su andar cuando los cachorros corren en dirección contraria.
—Jeon —lo saluda un beta.
—Kim —corresponde el saludo el alfa mientras sube los tres escalones que lo dirigen a la puerta de la casa de Marie.
—Escuche que Richie tiene visita de alguien de la ciudad —le comenta Kim.
—¿De traje? —inquiere Jungkook, dándole la espalda a la puerta para ver al beta.
—No, rumoran que se trata del chico informal. ¿Lo recuerdas?
El pelinegro asiente y dice.
—Manténganse pendientes, si cruza la cerca de mi terreno dímelo, Taehyung.
—Así será —verbaliza el beta.
El alfa se da la vuelta y observa a Marie bajo el umbral de la puerta con sus cejas alzadas y entrecejo fruncido.
—Muévete —le pide el pelinegro. —Bueno, no lo hagas —murmura al mismo tiempo que se agacha un poco y pasa bajo el brazo de la alfa.
—Mi casa no es tu casa, Jungkook —le recuerda la rubia.
—Tu casa está en mi territorio. ¿Por qué no hay comida para mí?
—Porque no vives aquí y porque se me terminó la carne —contesta la chica.
—¿Por qué no has ido a mi casa? Seguro y mi frigorífico está lleno de carne —menciona Jeon.
—Sí, carne que no compraste tú —se burla la rubia.
—Con más razón deberías aprovecharla —le propone el pelinegro.
—Solo me aprovecho de ti, idiota —chista la chica.
—Cuidado con lo que dices, eh —la señala Jungkook.
—Richie, me preguntó por ti ayer por la noche —le comenta, cambiando de tema.
—¿Qué le dijiste? —interroga Jeon.
—Que no te había visto en todo el día, y que no es mi prioridad estar al pendiente de ti —contesta la alfa.
—Y todo es una puta mentira —se carcajea el pelinegro.
—Sí, pero debes dejar de ir a la ciudad. Richie se dará cuenta.
—No lo hará, y sí lo hace me encargaré de él.
—¿Es en serio lo de la imprimación? —lo cuestiona curiosa la rubia.
—Sí —responde Jeon.
—¿Seguro? —duda la alfa.
—Muy seguro como que si fueras una omega te elegiría como mi mate —expresa con seriedad, Jungkook.
—¡Madre luna! —exclama la chica.
—Marie, es un humano. Es una locura, pero no puedo evitar sentirme atraído e interesado en él —confiesa el alfa.
—Cierra la boca —le pide entre dientes la rubia.
—¿Es Richie? —indaga el pelinegro.
—No la cagues, Jungkook —le exige la chica.
—Jeon —escuchan la potente voz del líder de la manada.
—Richie —pronuncia Jungkook al darse la vuelta. —Marie, estaba diciéndome que preguntaste por mí —menciona, esbozando una sonrisa fingida.
—¿Debo recordarte que eres el sub - alfa de la manada? —lo confronta Richie con semblante serio.
—¿Por qué deberías recordarme de algo que tengo muy presente? —acota con otra pregunta en tono tosco, Jeon.
Marie desvía su mirada y niega de manera disimulada.
—Porque te ausentas demasiado —responde Richie—. Si llegó a faltar
—Cuando tú faltes yo no lo haré —lo interrumpe Jungkook. —Pero estás aquí. Hicimos un trato, ¿Recuerdas? No me metía en tus decisiones y tú no entrarías a mi terreno y no opinarías nada sobre mi vida —le recalca.
—¿Estás visitando la ciudad? —lo interroga Richie.
—Si lo hago o no es mi maldito problema.
—Si lo haces pones en riesgo a la manada —brama Richie.
—¿Seguro que soy yo el que arriesga a la manada? —contra ataca Jeon, haciendo que su líder no articule una sola palabra. —Nos vemos, Marie —se despide de la rubia. —Toma la llave de mi casa y ve por carne, cocina algo delicioso para mí —dice tranquilamente. —Richie, sal de mi terreno —le pide cortésmente para luego bajar los tres escalones de la casa de su amiga.
Jungkook camina por los senderos de la selva, se coloca su cazadora, mira desde lejos a un par de humanos. Inspira profundo y exhala, permanece en pie en su forma humana viendo los mismos árboles mientras piensa en muchas cosas.
En la ciudad se encuentra un ocupado Jimin, deseando tener dos brazos y dos piernas extras.
El pasar tiempo con Jungkook le hizo olvidar la entrega de un par de decoraciones y la caja que estaba semi completa.
—Gracias, tenga un buen día —despide a un cliente que escogió una tarjeta personalizada y un ramo de tulipanes como regalo de aniversario para su esposa.
El rubio regresa a su mesa de trabajo, termina de empacar unos adornos para un baby shower cuando el sonido de la puerta le alerta que alguien ha entrado.
—¡Bienvenidas! —exclama mientras sella la caja con adhesivo y luego la coloca sobre las otras dos. —Estoy con ustedes en un segundo —agrega, pegando la factura sobre la primera caja.
Sale de su área de trabajo y llega hasta las dos chicas jóvenes y sonrientes.
—¿Cómo puedo ayudarlas? —pregunta se manera educada, Jimin.
—Nuestro padre está de cumpleaños, buscamos tarjetas significativas —explica la de estatura más baja.
—Estas de acá —señala las de la repisa de arriba. —Son de la imprenta que abastece mi tienda y las de abajo —ahora señala la repisa de abajo. —Son creadas y personalizadas por mí —les explica.
Ambas asienten y cada una toma una tarjeta diferente, mientras leen lo escrito en el interior el sonido de la puerta le alerta que hay un nuevo cliente. Inspira profundo, se da la vuelta mientras deja escapar el aire por su boca, pero ensancha sus mejillas de aire al ver a la persona que ha entrado a su tienda.
—Si viniste —murmura Jimin, luego de haber expulsado el aire de su boca.
—Te dije que vendría —le recuerda el pelinegro, extendiendo dos bolsas en la dirección del rubio. —Hice una parada en un lugar de comida mexicana, olí la carne y mi estómago chilló. Le pregunté a una chica si a todo el mundo le gusta y dijo que sí, luego anotó unos números en mi mano —le comenta mientras le muestra la palma de su mano izquierda.
—Espera aquí, las atenderé y luego conversaremos y comeremos —le indica Park, dejando las bolsas con comida cerca de la registradora.
Se gira sobre sus talones y regresa su atención a las dos chicas que miran atentamente a Jungkook.
—¿Les pareció alguna tarjeta? —inquiere el rubio, llamando la atención de las dos chicas.
—Me gusta está —dice la más alta, mostrando una de las que él ha creado.
—¿Cuál elegirías tú? —se dirige la más baja al cambia formas.
Jimin no dice nada, simplemente sonríe divertido al ver a las dos chicas interesadas en un hombre que se convierte en lobo.
—¿Cuál creaste tú, Jimin? —indaga el pelinegro.
—Esta —contesta la más alta, agitando la tarjeta mientras esboza una linda y coqueta sonrisa par él alfa.
—Entonces elegiría esa —contesta Jungkook.
—Nos llevamos esa —expresan emocionadas, casi al unísono.
El rubio coge la tarjeta, la guarda en una bolsa blanca con algunas rayas y círculos de colores, les cobra.
Las chicas pagan, reciben su compra y luego se despiden del pelinegro mientras le sonríen y le coquetean.
—Por favor gira el letrero de la puerta —le pide Jimin.
Jeon hace lo que le pide y luego camina hacia la mesa en la que el rubio coloca la comida que ha comprado.
—¿Qué significan estos números en mi mano? —inquiere, mostrándole por segunda vez su palma con los números a Park.
—Es un número de celular para que llames y le pidas una cita. Ya sabes, encontrarse para conversar, comer, salir al cine y esas cosas —le explica Jimin.
—Lo borraré —susurra Jeon.
—¿Por qué? —pregunta, divertido el rubio.
—Porque solo quiero hacer esas cosas contigo —contesta Jungkook.
—Siempre tan sincero —musita entre risillas nerviosas el más bajo.
—¿Qué es cine? —indaga con curiosidad, tomando asiento al lado de Jimin.
—Te parece si en lugar de describirte lo que es te lo muestro —le propone el rubio.
El cambia formas asiente, aceptando la propuesta del chico.
Ambos almuerzan juntos entre risas y regaños de Jimin hacia Jungkook al verlo comer si lo siguieran o estuviera en una competencia de quién termina más rápido de comer.
Cuando han terminado Park se concentra en terminar la caja que recogerán por la noche mientras Jeon mira concentrado y sorprendido las cosas que hay en la tienda de Jimin.
—Está bien, esperaré, no te preocupes —dice el rubio, sosteniendo el celular en su oreja izquierda mientras Jungkook lo observa.
—¿Puedes escuchar a otra persona por ese aparato? —pregunta, sorprendido.
—Sí. No importa dónde estés, si tienes uno de estos con batería, señal y buen internet puedes comunicarte con quién tú quieras —manifiesta el rubio.
El cambia formas se queda en silencio por unos segundos pensando en que, si tiene uno de esos, puede hablar con Jimin cuando se encuentre en la selva.
Recuerda a Marie y piensa que a ella también le vendría bien uno de esos aparatos para que le avisé cuando Richie se vuelve loco con la manada.
—El cine debe esperar, la chica de los arreglos de bebé y la de la caja que no termino vendrán tarde —le plática Jimin—. Puedes ir a la selva y...
—¿Quieres que me marche?
El rubio niega de inmediato.
—Entonces me quedaré a esperar por ti —añade con mesura, Jungkook.
—Ok —murmura Jimin, esbozando una sonrisa tierna.
Mientras el rubio se concentra en terminar los detalles de la caja de regalo, el pelinegro se enfoca en los estantes de tarjetas, coge una y comienza a leerla.
Park lo mira desde su área de trabajo sonríe y niega al ver tan concentrado y en silencio al hombre alto y corpulento que está dentro de su tienda luciendo tan fresco y relajado, haciéndolo sentir seguro y al mismo tiempo nervioso.
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