03

—Oye, no. Espera —se queja Jimin, mientras se remueve asustado al ver que se adentran a una parte del bosque.

—Solo un poco más —articula con voz ronca el pelinegro, ejerciendo un poco más de presión en la muñeca del rubio.

—Dije que esperes —dice desesperado, Park. —Y me estás lastimando —recrimina, colocando su mano sobre el dorso de la caliente mano de Jungkook, el cual al instante lo mira sobre su hombro derecho.

—Aquí está bien —musita el pelinegro, deteniendo sus pasos mientras observa que el lugar es un poco retirado de la ciudad.

—Por favor suéltame —le pide el rubio, dándole un par de palmadas al dorso de la mano del contrario. —Gracias —murmura aliviado, acariciando su muñeca.

—Eres demasiado hermoso y apetecible —lo elogia Jungkook mientras humedece sus labios con su lengua.

—No soy...

—Me provocas morderte. Poseerte y protegerte todo el tiempo —interrumpe, acercándose por completo al rubio.

—Si nos encontráramos en otro lugar estoy casi seguro de que me reiría. No eres un animal —dice Jimin.

—¿Cómo lo sabes? —lo cuestiona Jungkook.

El rubio está por responder, pero su teléfono celular comienza a sonar. Lo saca del bolsillo izquierdo de la parte trasera de su pantalón y justo cuando está por atender una fuerte manotada hace que su celular caiga al césped.

—¡Oye! —exclama molesto. —Si lo arruinas vas a pagármelo —le recalca.

—El dinero no es problema —se mofa Jeon.

Las cejas del chico se elevan, sus ojos se ensanchan, sus labios se separan y con un poco de indignación suelta—. Pues para mí sí. Tuve que trabajar muchos turnos en la despensa de mi tía para pagarlo.

Se agacha para recoger el celular, cuando lo tiene se pone en pie y se da cuenta que ahora el pelinegro está demasiado cerca.

—¿No te basta con todo el espacio? —lo confronta molesto. —Tienes que acercarte tanto a mí —se queja, intentando retroceder, pero las manos de Jungkook sostienen sus codos sobresaltándolo un poco.

Los ojos de Jimin se conectan con los de Jeon, el rubio está por quejarse cuando sus labios son acallados por los del pelinegro, dejándolo perplejo por unos largos segundos.

Con la mano que sostiene el teléfono celular, consigue que el hombre que lo besa lo suelte, eleva su brazo y lo estrella entre la mejilla y la oreja izquierda de Jungkook causando que un estrepitoso gruñido abandone la garganta del pelinegro que retrocede un par de pasos de forma precipitada.

—Eres un maldito abusivo —lo señala el rubio. —Y... —se queda en silencio al escuchar los incesantes gruñidos uno cada vez más fuerte que el anterior.

—No te muevas —brama entre dientes, Jungkook—. Quédate dónde estás.

—P-pero —tartamudea Park.

—No te lastimare, dijiste que querías ver lo que soy y es lo que te voy a mostrar —habla con dificultad el pelinegro, quitándose con rapidez la sudadera, su camiseta, sus botas, su pantalón y por último su ropa interior.

—¿Qué haces? —pregunta el rubio, mirándolo de soslayo.

—Quédate ahí —le ordena. —Dime que te quedarás —insiste con dificultad en su tono de voz.

—Y-yo, yo —trastabilla Jimin, girando sobre sus talones sin pensarlo demasiado.

Escucha un gruñido gutural y después de haber dado un par de pasos se detiene en seco, se da la vuelta y mira el cuerpo desnudo de Jungkook en el suelo apoyado en sus manos y rodillas contra el césped.

Escucha un par de sonidos y reconoce que es el sonido de huesos quebrándose uno por uno. Jeon aúlla con fuerza desconcertando a Jimin, el rubio da un paso hacia el frente intentando descifrar que es lo que él pelinegro sienten, pero se detiene al ver algo extraño en sus manos.

Las piernas y brazos de Jungkook comienzan a cambiar, ahora sus piernas son dos patas y una enorme capa de vello color negro empieza cubrir su cuerpo.

La mirada de Jimin se posa ahora sobre el rostro desfigurado de Jeon, nota como unos largos colmillos ahora acompañan su boca, su rostro se alarga y se convierte en un alargado hocico y su nariz se vuelve pequeña, negra y húmeda.

Jimin se queda estático luchando por comprender y asimilar lo que acaba de presenciar. Ha escuchado muchas historias sobre los hombres lobos, incluso de sus dolorosas transformaciones, pero hasta ahora creía que solo eran un mito.
Pero justo ahora está frente a un enorme lobo color negro, con su ojo derecho de color zafiro y el izquierdo color ámbar mirándolo fijamente mientras se acerca de forma lenta.

—Jungkook —pronuncia. —¿Eres tú? —dice incrédulo.

El lobo negro de ojos bicolores aúlla dejándole en claro que sí es él.

—Si eres tú —musita sorprendido, viendo como el animal se acerca a él, rozando su vello contra la punta de sus dedos.

Con su corazón latiendo con rapidez, Jimin eleva un poco su mano, la deja a una distancia no tan lejana del pelaje del lobo, pasa saliva sintiendo las palpitaciones en su garganta.

Cuando ha conseguido reunir el valor necesario posa su mano sobre el lomo del animal, se queda quieto sintiendo la alta temperatura en la palma de su mano.

Inspira profundo, suelta el aire frío y comienza a mover su mano de adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y algunas veces de manera circular.
Sonríe nerviosamente al escuchar un par de ronroneos emitidos por el lobo que se apega cada vez más al cuerpo del rubio.

—Siempre creí que los hombres lobo eran un mito —gesticula Jimin, admirando al enorme lobo frente a él—. ¿Por qué me muestras esto? ¿Por qué yo?

El lobo se gira alejándose del humano, corre tras un par de arbustos y un par de segundos más tarde la silueta de un hombre alto, corpulento, desnudo con tatuajes en ambos brazos, pecho y abdomen caminan en dirección al chico. El cual desvía su mirada luego de haber visto el cuerpo marcado y tonificado de músculos de Jungkook.

—¿Por qué desvías tu mirada? —lo interroga el pelinegro. —Sé que me viste. Los humanos son siempre así de tímidos —se burla.

—No soy tímido —dice de inmediato, Jimin. —No somos tímidos —se corrige. —Simplemente respetamos.  Bueno, no todos. Hay muchas personas que consideran su cuerpo algo privado y prefieren que nadie los vea desnudos —explica.

Al darse cuenta que Jeon no dice nada lo busca con su mirada y lo ve de cuclillas recogiendo su sudadera y camiseta, al recomponer su postura gracias a la luz de la luna puede darse cuenta que su espalda también está llena de tatuajes.

—Puedes responder mis preguntas, por favor —le pide con amabilidad el rubio, balanceándose sobre sus pies mientras el pelinegro termina de vestirse.

—Te dije que te quiero a ti —le recuerda mientras se coloca la sudadera y camina hacia Jimin—. Te muestro que soy un hombre que puede transformarse en lobo porque me provocas muchas cosas, y eso es más que suficiente para mí.

—¿Te gusto? —duda Park.

Una sonrisa ladina adorna el rostro del pelinegro.

—Sí, ustedes los humanos lo llaman de esa manera —parlotea sin borrar la sonrisa de su rostro.

—¿Y ustedes las bestias como lo llaman? —indaga Jimin, ganándose una mirada serena por parte de Jeon. —No quise ofenderte al llamarte bestia —habla de forma rápida.

—Depende, estoy seguro que no eres mi destinado, pero si puedo asegurarte que me he imprimado de ti —contesta Jungkook, provocando que el entrecejo de Park se frunza y sus cejas casi se junten una con la otra.

—¿Destinado, imprimado? —recita mientras hace mohines de no tener idea de lo que ha escuchado al mismo tiempo que niega—. Disculpa, pero no entiendo nada.

—Lo sé, el mundo de los cambia formas no es algo sencillo de comprender. Pero —hace una pausa al escuchar el sonido del celular del rubio. Se acurruca para recogerlo, se lo entrega y agrega—. Puedo explicarte para que nos entendamos un poco más.

—Lo siento, debo atender —susurra Jimin, deslizando el dedo pulgar de su mano derecha hacia arriba de la pantalla mientras el pelinegro observa cada uno de sus movimientos.

Park habla con su tía, quien le pide que le lleve un par de paquetes de ramen y dos barras de chocolate de la marca Snickers. Cancela la llamada, alza su vista y un escalofrío recorre todo su cuerpo al sentir la potente mirada de Jungkook sobre él.

—Oye, en serio quiero escuchar tu explicación sobre ustedes, pero debo ir a casa de mi tía y llevarle algunas cosas. Será en otra ocasión —expone el chico dándose la vuelta para luego empezar a caminar.

—Ire contigo —dice Jeon.

El rubio se detiene, se da media vuelta, lo ve detenidamente y niega luego de recordar que se convierte en lobo.

—No, si alguien te ve se aterrará y...

—No voy a transformarme frente a todos los humanos que vea. Lo hice frente a ti porque eres tú. Y no pondre en riesgo a mi manada —lo interrumpe el pelinegro, quedándose de pie al lado de Jimin.

—Si digo que no

—Ire, aunque repitas muchas veces la palabra no —le aclara Jungkook, para luego adelantarse a pasos largos.

El rubio lo sigue a un par de pasos de distancia, lo evalúa de pies a cabeza y se da cuenta que a simple vista Jungkook parece un hombre normal, aunque un poco atemorizante.

Se detiene frente a la despensa toma lo que su tía le ha pedido, cierra y llega hasta el aparcamiento donde se encuentra su vehículo.

—¿Te has subido alguna vez? —inquiere Jimin.

—Sí, un par de veces —responde abriendo la puerta del acompañante.
—No son de mi completo agrado, prefiero transformarme y correr libremente —confiesa.

—Comprendo —murmura el rubio, tomando asiento para luego colocar las cosas en el asiento trasero.

Un fuerte azote es propinado a la puerta del copiloto, asustando y cabreando a Park.

—¡Oye, no! —desgañita molesto. —No azotes la puerta bruscamente, no te comportes como una bestia —lo reprende mientras se coloca el cinturón. —Cerrar una puerta no necesita de demasiada fuerza —añade, encendiendo el motor de vehículo. —Colócate el cinturón —le pide, luciendo su entrecejo fruncido.

Jungkook lo mira inexpresivo por unos segundos, lleva su mano derecha a la cincha, la estira y se coloca el cinturón. Segundos después el vehículo se pone en movimiento.

—Deja de verme de esa manera —lo reta Jimin mientras se adentran a la ciudad.

<<¿Qué mierda estás haciendo, Jimin?>> se pregunta a sí mismo, mirando de soslayo al pelinegro.

<<Esto es una maldita locura>> frena el auto cediéndole el paso a una pareja y luego continúa conduciendo.

<<Será una larga noche>> piensa soltando un largo suspiro.

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