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Capítulo Dos
Panqueques

HongJoong es el tipo de persona que acostumbra comenzar su día entre las cinco y las seis de la mañana, los fines de semana no eran la excepción a la regla. Pero había una regla que impuso —más para sí mismo— a los pocos meses de haber asumido la presidencia de Aurora: «Kim HongJoong se dedicará enteramente a su familia los fines de semana». Y hasta la fecha, afortunadamente, nadie del personal de la revista había tenido que recurrir a la pequeña nota al pie de la página donde estaba grabada esa regla.

Y HongJoong esperaba que así se mantuviera.

Se despertó faltando quince minutos para las seis de la mañana y, aprovechando que era sábado, se dio el lujo de cumplir apropiadamente con su rutina matutina que terminaba en darle cariñitos a su bebé y cantarle un poco.

En el televisor de la estancia estaba una película de Winnie Pooh y los cálidos rayos del sol matutino ya iluminaban su pequeño hogar.

HongJoong se caracterizaba por ser una persona muy perfeccionista, atento hasta en los detalles más pequeños. Tal vez por eso no le fue difícil comunicarse con Felix cuando le encargó diseñar el interior de su departamento (sumado al hecho de que el rubio conocía muy bien a su cliente y era muy bueno en su trabajo). Cuando el proyecto terminó y Felix se lo mostró, HongJoong estaba más que feliz con el resultado porque ya no era más el departamento vacío, frío y sin vida que alguna vez fue, era todo lo contrario: Era el hogar perfecto para su pequeña familia.

JongHo soltaba balbuceos mientras sus manitas buscaban las de su padre. Eran tan pequeñas, suaves y bonitas.

Pa-pi~ Pa-pi~ —balbuceó JongHo, sus ojitos brillando al ver la sonrisa del mayor mientras jugaba con sus dedos.

—Mi osito bonito —dijo HongJoong con voz suave, tocando la naricita del bebé haciéndolo reír—. Vamos, tenemos qué ponernos lindos para ir a desayunar con la familia del tío YeoSang.

—¡Yeo~!

Para cuando salieron del departamento, JongHo se encontraba distraído con su muñequito de peluche mientras HongJoong acomodaba los pequeños cabellos castaños que cubrían su frente. Sus pasos resonaban por el pasillo mientras caminaban hacia el departamento de la familia Kang, escuchando de paso la campanilla del ascensor; alguien se acercaba por el pasillo y fue la vocecita de JongHo la que reveló la identidad de la persona que se encontraba a su lado.

—¡Yu-yu~! —exclamó JongHo con una sonrisa, estirando su manita hacia el chico de cabello rubio.

HongJoong se giró hacia él.

—Buenos días, YunHo —saludó con voz amable.

—Buenos días, señor Kim, bebé oso —dijo con su habitual sonrisa y voz dulce.

—Es bueno verte por aquí. ¿También te invitaron a desayunar?

—Sí, YeoSanggie me invitó hace unos días. Sabe que nunca le diría que no a los panqueques que prepara su madre.

—Son deliciosos, ¿verdad? Nosotros también somos fans.

La puerta del departamento se abrió dejando ver a YeoSang con el cabello ligeramente despeinado y vistiendo un adorable suéter de color lila. En sus labios se dibujó una sonrisa y un bonito color rosa iluminó sus mejillas al ver al rubio.

—Señor Kim, YunHo, me alegra verlos. Pasen, por favor —dijo, permitiéndoles el paso a sus invitados. YunHo se detuvo un momento para dejar un rápido besito en la mejilla de su novio.

YeoSang se acercó a JongHo y lo saludó de la misma manera en que lo hacía todos los días. YunHo se adelantó a la cocina, guiado principalmente por el delicioso aroma a vainilla.

—Mamá está en la cocina, los panqueques están casi listos —dijo—. ¿Quiere tomar algo mientras tanto?

—Estamos bien, Yeo, muchas gracias. ¿Necesitan ayuda para algo?

YeoSang negó suavemente.

—Muchas gracias, señor Kim —dijo sonriente. Se inclinó suavemente hacia JongHo, quien le obsequió una sonrisa y lo tomó con su manita—. Alguien se ve muy lindo esta mañana. ¿Es el traje que le regaló el señor Chae?

—Sí, ¿cómo lo supiste? ¿Fueron las orejas, verdad?

YeoSang asintió.

—Es como su sello personal, eso y las orejitas de conejo. Los dibujos de tortugas que tiene su última línea son muy lindos también —agregó YeoSang, acompañando a HongJoong en el sofá de la estancia.

—Me aseguraré de hacerle saber tu opinión, seguramente se pondrá feliz —dijo HongJoong—. ¿Cómo van las cosas en la escuela?

—Han estado bien. YunHo me está ayudando a mejorar mis notas en química, he tenido algunas dificultades con la materia últimamente.

HongJoong sintió una punzada en el pecho. YeoSang estaba cursando su último año escolar antes de entrar a la universidad y no le parecía correcto que el muchacho tuviera que cuidar de JongHo todos los días cuando debería estar estudiando para el examen de ingreso.

—Yeo...

YeoSang lo miró y se encontró con la misma chispa de preocupación que había inundado los ojos de HongJoong en los últimos meses. Consciente de lo que estaba por decir, se adelantó a sus palabras.

—Ya sé lo que va a decir y yo le prometo, señor Kim, que cuidar de JongHo no impide que cumpla con mis tareas. JongHo es un bebé muy tranquilo y me gusta cuidarlo —expresó con voz suave—. No tiene porqué preocuparse por eso, en serio.

HongJoong suspiró.

—De acuerdo, pero prométeme que tus estudios siempre serán una prioridad para ti.

YeoSang levantó el dedo meñique y lo entrelazó con el de HongJoong.

—Es una promesa.

Ambos sonrieron. Poco después se encontraban sobre la alfombra de la estancia jugando con JongHo y su muñeco. YunHo caminó hasta el comedor, llevaba pequeños platos y recipientes de porcelana blanca que comenzó a acomodar en la mesa. Una vez más HongJoong se ofreció para ayudar, sin embargo, recibió la misma respuesta.

En el departamento se escuchaba una suave melodía de piano —cortesía de la inspiración que acostumbraba invadir al señor Kang durante la madrugada— acompañada de las risitas ocasionales de JongHo y la delicada voz de HongJoong. Todo eso envuelto en un perfume dulzón de vainilla y mermelada de moras casera.

El timbre sonó. HongJoong se puso de pie dispuesto a abrir la puerta, pero la señora Kang ya estaba unos pasitos adelante de él mientras sacudía su bonito delantal de color verde menta. HongJoong volvió al lado de JongHo, quien al verlo le extendió el muñequito de peluche que habían llevado esa mañana; el mayor lo tomó y se alejó un poco de su bebé, simulando que el muñeco daba pequeños brincos para llamar su atención.

—Vamos, JongHo. Ven con el señor Oso —mumuró HongJoong mientras JongHo apoyaba sus manitas sobre la alfombra y miraba curioso el movimiento del muñeco.

Mientras, la señora Kang ingresaba al departamento acompañada de un apuesto joven de cabellera gris. Los ojos de Park se fijaron casi de inmediato con la escena que ocurría en la estancia.

—¡Vamos, tú puedes! Ven con papi.

Pa-pi~

SeongHwa se encontró hipnotizado por la bonita sonrisa de HongJoong, y ese adorable brillo que resaltaba sus ojos lo hacía verse mil veces más bonito de lo que ya era.

El bebé gateó un poco más hasta que llegó a los brazos de su padre.

—¡Lo hiciste muy bien, osito! —exclamó alegre HongJoong—. El señor Oso y yo estamos muy orgullosos de ti.

—¡No puedo creerlo! Llegó más lejos que la vez anterior —dijo la señora Kang. Miró a su invitado, sonriendo ligeramente al ver su expresión—. Señor Park, le presento al señor Kim HongJoong, un amigo de la familia.

—Ya nos conocíamos. —HongJoong se puso de pie, tomando en brazos a su bebé—. Es un placer verlo otra vez, señor Park.

—Lo mismo digo, señor Kim.

—Saluda, osito.

JongHo agitó su manita hacia SeongHwa. La tomó con delicadeza y le dedicó una dulce sonrisa que fue correspondida por el bebé.

—Su nombre es JongHo —dijo HongJoong con voz suave, tomándose un segundo para ver la sonrisa del otro.

—Es un placer conocerte, JongHo. Te pareces mucho a tu papi, ambos son muy lindos.

Las mejillas de HongJoong se pintaron de un suave color rosa.

—¿Verdad que sí? Estoy segura de que cuando JongHo crezca será tan popular como su padre —agregó la señora Kang—. El desayuno ya está servido. Puede lavarse las manos en el baño, segunda puerta a la izquierda.

—Gracias, señora Kang. —SeongHwa se giró hacia HongJoong apenas la mujer se retiró de la estancia; un interesante cosquilleo en el abdomen acompañaba la sonrisa en sus labios.

—Sobre la otra noche... Me disculpo de nuevo. Estoy muy apenado con usted, señor Park.

—No se preocupe por eso, está bien —dijo él. JongHo estiraba sus manitas hacia él buscando jugar un poco con sus dedos. SeongHwa lo notó y se movió ligeramente hacia adelante—. Usted y JongHo son bienvenidos cuando quieran. Sólo avísenme con anticipación para poder esconder las cajas de la mudanza.

HongJoong rió por lo bajo.

—Parece que JongHo querrá ir seguido a visitarlo —dijo, viendo a su bebé jugando con los dedos del mayor.

—HongJoong, señor Park, ¿Quieren una taza de café? —preguntó el señor Kang.

Hubo un fugaz intercambio de miradas antes de que HongJoong se adelantara al comedor.

🧸

La familia Kang fue la primera en darle la bienvenida el mismo día que se había mudado; SeongHwa probablemente estaría pasando la mañana del sábado de una manera muy diferente (tal vez hasta un poco más solitaria) de no haberse topado con el amable señor Kang en el vestíbulo del elegante edificio después de haber regresado de hacer sus compras en el mercado local.

Le bastó con ver la torre de esponjosos panqueques sobre su plato con miel dorada escurriendo por los costados y humedeciendo el bizcocho, y el dulce perfume de las moras combinándose con el del café recién hecho para sentirse agradecido por su nuevo hogar.

Sobre la mesa descansaba la vajilla de porcelana y cubiertos de un precioso color dorado, creando una agradable escena con el delicado florero de cristal que albergaba tulipanes amarillos. Podía decir, sin lugar a dudas, que la familia Kang era muy atenta hacia los pequeños detalles y eso se reflejaba en algo tan sencillo como el bordado en las servilletas de tela y la forma en la que caían las cortinas sobre el piso de madera en la estancia.

Y le gustaba. Le gustaba estar con personas amables, sencillas y educadas que lo trataban como un ser humano y no como «Park SeongHwa: La súper estrella del entretenimiento». De otra manera se habría rehusado a salir de casa para otra cosa no relacionada con el trabajo.

—¿Qué te han parecido los panqueques, SeongHwa querido? —preguntó la señora Kang con voz dulce.

—¡Están deliciosos! Muchas gracias por invitarme, no suelo tener comidas tan ricas todos los días.

—Debe ser difícil por el trabajo, ¿no? —preguntó el señor Kang— Recuerdo que solíamos vivir a base de pizza y comida de las tiendas de conveniencia, las comidas caseras habían pasado a ser un lujo para nosotros y el servicio de catering no era el mejor en esos tiempos.

—Ah, lo recuerdo —dijo la señora—. Cuando venías a la ciudad aprovechaba para prepararte algo delicioso, me preocupaba que siguieras comiendo todo eso. También cuando HongJoong llegó al edificio fue salvado por mis comidas.

—Es cierto. Una noche me vio llegar con dos bolsas llenas de ramen instantáneo y al día siguiente fue a mi departamento con una cacerola llena de comida casera —dijo HongJoong con una sonrisa—. Desde entonces comencé a cuidar mejor de mi salud... ¿Quieres otro pedacito, bebé?

SeongHwa se preguntó desde hacía cuánto tiempo se conocían ambas familias, probablemente era más del que había imaginado ya que se veían bastante cercanas. También sintió un poco de curiosidad por HongJoong y su bebé. ¿Sólo serían ellos dos?

—Mamá, papá —llamó YeoSang—. YunHo y yo ya terminamos de comer, ¿Podemos retirarnos?

—Sí, pero laven sus platos primero —dijo su padre.

—Y mantengan la puerta abierta, ¿de acuerdo? —agregó la señora Kang, dando un sorbo a su café.

Las mejillas de YeoSang se iluminaron con un suave sonrojo mientras YunHo agradecía y le ayudaba con los platos, ambos retirándose del comedor. SeongHwa no tuvo que fijarse demasiado para saber que los dos muchachos estaban enamorados y que su relación tenía poco tiempo de haber comenzado; los escuchó soltando pequeñas risitas en la cocina y eso, sumado a las miradas tiernas que intercambiaron durante el desayuno, le pareció adorable.

Pa-pi~ Ma~

—¿Quieres más, osito?

JongHo asintió.

—Es el último pedacito, cómelo despacio.

Ver a HongJoong y a JongHo también le parecía adorable.

Después de terminar sus pequeños panqueques, JongHo estiró un poco sus manitas hasta acariciar las mejillas de su padre. HongJoong se giró un poquito para recibir el besito de su bebé. El resto de los comensales sonrió.

Más tarde, SeongHwa y el señor Kang se encontraban conversando en la estancia; el mayor tenía a JongHo sentado en su regazo y de vez en cuando hacían pausas ocasionales en su conversación para jugar y llenar de mimos al tierno bebé. Mientras tanto, en la cocina, HongJoong ayudaba a la señora Kang a lavar y guardar los últimos platos y cubiertos mientras escuchaban una estación radio que transmitía música jazz los fines de semana.

—¿Está comiendo mejor?

—Sí, YeoSang me ha ayudado mucho con eso. Aunque sigue negándose a comer algunas verduras, pero ya está comiendo más y eso es lo importante —suspiró HongJoong, secando el último vaso.

La señora Kang lo miró por unos segundos.

—Te ves agotado, cariño. ¿Quieres dormir un poco?

HongJoong negó.

—No he podido dormir muy bien últimamente. Este último número ha traído varios inconvenientes que nos han retrasado un poco y como gran parte del personal es nuevo todavía no saben muy bien cómo actuar antes ciertas situaciones —explicó—. Pero está bien, todos aprendemos de una u otra manera.

—Me preocupa que te exijas demasiado en el trabajo —dijo ella en un suspiro.

—A veces tengo qué hacerlo... —dijo él, escuchando la suave risa de su bebé en la estancia— Lo hago por él... JongHo es lo más importante que tengo y no quiero que le falte nada.

—Por supuesto que entiendo ese sentimiento, pero también es importante que pienses en ti. ¿De qué le va a servir a tu hijo tenerlo todo si no te tiene a ti?

HongJoong se quedó en silencio por unos segundos. Se giró y con una sonrisa cansada dijo:

—Voy a cuidarme mejor, lo prometo.

La señora Kang levantó el meñique y lo entrelazó con el del menor.

—Cambiando de tema, JiHwan y yo iremos a pasear al parque. ¿Quieren acompañarnos? Creo que te haría bien tomar un poco de aire fresco.

—Suena agradable. Debería ir a preparar la maleta de JongHo.

—Ve, te esperamos.

Ambos salieron de la cocina, encontrándose una escena bastante linda a ojos de HongJoong en la estancia: SeongHwa sostenía al bebé con cuidado sobre su regazo mientras él tocaba sus mejillas y reía por las graciosas —y adorables— expresiones que el joven actor hacía.

Bip~ Bip~ —dijo JongHo, tocando la nariz del mayor.

Beep Beep para ti también.

Una linda sonrisa se dibujó en los delicados labios de HongJoong al verlos.

—¡Ah, mi amor! —llamó el señor Kang poniéndose de pie—. Invité a SeongHwa al parque con nosotros, creo que le haría bien conocer un poco más el vecindario y descansar un poco de la mudanza.

Su esposa soltó una risita. Ambos pensaban igual. Se acercó lo suficiente para besar la mejilla de su esposo.

—Está bien, también invité a HongJoong.

—¡Ah! ¿Debería...? —dijo, mirando hacia la habitación de YeoSang.

—Hay que darles un tiempo a solas. Están estudiando, no hay que interrumpirlos.

—Iré a buscar tu abrigo entonces —dijo él, besando la frente de su esposa, después caminó por el corredor hasta su dormitorio.

HongJoong se acercó a SeongHwa y a su bebé, cuyos ojitos brillaron apenas se acercó.

Pa-pi~ Pa-pi~

—Ven aquí, mi amor —dijo él, tomando a su bebé de los brazos de SeongHwa—. Saldremos a pasear y tenemos qué ponerle un suéter al señor Oso.

Chii~

—¿Necesitas ayuda? —preguntó SeongHwa con voz suave.

HongJoong estuvo a punto de responderle que no era necesario, pero se detuvo a pensar sus palabras un segundo antes de hablar.

—Me vendría bien un poco de ayuda.

Ambos salieron del departamento de la familia Kang. SeongHwa siguió a HongJoong hasta su puerta y se tomó la libertad de ver los bonitos remolinos que adornaban su cabellera bicolor, incluyendo esos pequeños mechones que sobresalían discretamente de su peinado dándole una apariencia muy linda.

El departamento de HongJoong era hermoso, cálido y hogareño, acompañado de algunos elementos de ambientación que transmitían la esencia de Kim de manera sutil, como el perfume de las flores de lavanda. Resultaba interesante encontrarse con pequeños platos con dibujitos en una cocina con un diseño moderno y limpio; gabinetes blancos que iban hasta el techo y una preciosa isla de mármol acompañada de pequeñas figuras de ositos que descansaban junto a un florero vacío de cristal.

—Su casa es muy bonita, señor Kim. Tiene un muy buen gusto —dijo SeongHwa, viendo en derredor. Su mirada se detuvo por un instante sobre una pintura que a simple vista parecía un conjunto de pinceladas sin un orden específico, pero lograba transmitir un huracán de emociones y eso le fascinó—. Dígame, ¿en qué puedo ayudarlo?

—¿Podría ayudarme con la carriola? Por favor —dijo él, caminando hacia uno de los armarios que estaban por el pasillo—. Debo cambiar a JongHo y la carriola es un poco difícil de sacar...

—No se preocupe, yo me encargo.

—Muchas gracias, señor Park.

SeongHwa podría acostumbrarse a la sonrisa de HongJoong.

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¡Hola, solecitos!

¿Cómo están? ¿Ya vieron el performance de <Guerrilla>?
Yo no puedo dejar de verlo. ¡Estoy muy emocionada por este comeback! Se ve poderoso. 😻

¿Qué les ha parecido el capítulo? Iba a ponerle más cosas, pero la idea principal del fic es que la historia avance un poquito rápido y los capítulos no sean tan largos, pero quiero desarrollar un poquito más ciertas partes de la historia.

No olviden tomar agüita. 🤍

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