Capítulo 6: Hades

Estaba nerviosa y no tenía la menor idea de por qué. Luego de nuestra pequeña aventura en el Arcade Jack decidió acompañarme hasta mi casa. Nos subimos al autobús y le pregunté si no quedaba muy lejos su casa. 

—Vivo en la calle Real. —Sonrió. Parpadeé  varias veces. Eso estaba como a cinco manzanas de mi casa. 

—No puede ser, vivimos en áreas cercanas.

—Eso veo. 

—¿No lo sabías? —Pregunté con sospechosa. Jack me miró. 

—Andrea me lo dijo.

—¿Por eso te ofreciste a irme a dejar?

—De todas formas íbamos a tomar el mismo autobús. —Me quedé de piedra. ¿Qué pensaba? ¿Qué me estaba acompañando porque le interesaba? Que tonta era. Puse los ojos en blanco dándome cachetadas mentales hasta que llegamos a la mi parada. Él pudo bajarse en la anterior, pero insistió en que me dejaría frente a la puerta de mi casa. Al estar en la acera apreté los tirantes de mi mochila y lo miré. 

—¿Por qué vas a dejarme hasta mi casa? La colonia no es peligrosa. 

—Ya no se sabe chica fresa. Además, no quiero que tus amigos o tus padres me responsabilicen por ser un mal compañero. 

—Ay, ajá. —El simplemente soltó una pequeña carcajada. Cruzamos por la tienda de la esquina y le dije que nos detuviéramos. Quería comprarle unas golosinas a mi Hades. 

—¿Tienes un gato? —Preguntó al ver las bolsitas de Churus.

—Sí, es mi hermoso tigrillo. —Pagué las bolsitas y salimos de la tienda para seguir caminando. 

—¿Cómo se llama?

—Hades. 

—Pfff. 

—¿Por qué te ríes? — él negó divertido. 

—Es obvio que tienes un trauma literario.

—Tú qué sabes. 

—Bueno, tu gato se llama Hades, eres tutora de literatura, tienes un libro de Mujercitas en tu mochila y estoy cien por ciento seguro de que algún personaje literario, autor o dios griego es tu crush. 

¿En qué momento se había dado cuenta que tenía un libro de Mujercitas en mi mochila?

—¡Solo porque todo eso sea cierto no significa que tengo un trauma literario! — Alzó una de sus cejas burlón. Me quedé de piedra. —Bueno si lo tengo. ¿Cuál es el problema?

—Ninguno. Aunque se me hace raro que lo hayas aceptado de inmediato. — Suspiré. 

—De qué sirve negarse. —Jugueteé con la bolsa de plástico donde llevaba las golosinas de mi gato. Llegamos a cuadra donde estaba mi casa y me detuve. —Además, el hecho de que tenga un trauma literario me da una ventaja. 

—¿Cuál es?

—No enamorarme de cualquier tipejo. No caeré tan fácil en las redes de un idiota. 

—Creo que concuerdo contigo en esa parte. 

—Espera. ¿Concuerdas conmigo?  Creí que te sentirías ofendido. 

—¿Por qué? Es bueno que tengas expectativas altas es un reto. 

—¿A qué te refieres con reto?— Él parecía a punto de responder cuando escuché un maullido. Al ver hacia mi izquierda divisé a mi tigrillo gris debajo del coche del señor Harrison. —¿Hades? —mi gato se acercó sigiloso y cuando me reconoció me pidió que lo cargara. Lo tomé entre mis brazos conmovida de verlo. Acaricié sus orejas y besé su cabecita. —¿Qué haces aquí mi lindo?

—¿Este es Hades?— Miré a Jack. Había olvidado por un segundo que estaba conmigo. 

—Sí, este es Hades. Supongo que se les escapó a mis padres. —Suspiré. —Hades, este es mi compañero Jack. —Mi gato ni lo miró. Parecía inmutado mirando detrás de mi espalda. —Lo siento, no es muy sociable. 

—Me agrada. —Acarició su cabeza y mi gato finalmente lo miró. —Es muy lindo. —Acarició su lomo y para mi sorpresa Hades comenzó a ronronear. 

—Traidor. —Murmuré y Jack rio. Continuamos caminando hasta llegar a mi casa. 

—Gracias por acompañarme. 

—Es un placer fresita. —Hizo una reverencia. Puse los ojos en blanco acomodando a mi gato. Pesaba. 

—Bobo. No olvides que mañana hay reunión de tutores con el profesor Kim. No faltes.

—Jamás. —Me brindó una sonrisa coqueta y yo bufé. 

—Regresa con cuidado Jack.

—¿Te estás preocupando por mí?

—Buenas noches. —Me giré sin ver si se iba y abrí la puerta de mi casa dejando entrar a  Hades primero y cerré la puerta tras de mí sintiendo la mirada de Jack sobre mí. 

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