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—Oh, Dios, estoy agotado de todo esto.

Jimin gira el rostro hacia Jake, su amigo y compañero, con quien lleva horas trabajando en un proyecto para la universidad. Ambos cursan el último año de medicina y, entre las exigencias académicas y las jornadas como internos en el hospital central, apenas han logrado descansar correctamente.

Jimin aparta la vista de su computadora y nota el estado deplorable de Jake, con el cansancio reflejado en su rostro. Sin pensarlo demasiado, cierra la laptop de su amigo, ganándose una mirada de reproche.

—Ve a descansar. Yo puedo encargarme de esto —dice Jimin, con una pequeña sonrisa tranquilizadora.

Sabe que, entre los dos, Jake lleva la carga más pesada: además del estudio, trabaja para costear sus gastos. Por eso, Jimin intenta aligerar un poco el peso que su amigo lleva sobre los hombros.

—¿Seguro? —pregunta Jake, algo dudoso. Aunque tiene la esperanza de que su amigo insista, no quiere aprovecharse de su amabilidad.

—Claro, yo puedo con esto.

Jake no insiste más. Agradecido y aliviado, recoge sus cosas para marcharse del departamento de Jimin. Antes de irse, le promete invitarle un almuerzo como agradecimiento.

Ya son las seis de la tarde, hora de cenar. Jimin toma su celular y pide comida a domicilio, que llega poco después. Al abrir la puerta para recibir el pedido, le da una amistosa propina al repartidor, pero no tarda en sentir esa pesada mirada que lo ha estado acechando desde hace meses.

Sin siquiera voltear, sabe de quién se trata.

Es su vecino. Ese hombre que parece salido de una revista de modelos, con su cuerpo perfecto y una cara que podría hacer suspirar a cualquiera. Jimin intentó averiguar más sobre él a través de la señora Lee, la chismosa del edificio, y descubrió que su nombre es Jeon Jungkook. Según ella, fue médico, pero ahora está retirado y vive cómodamente gracias a su fortuna.

¿Un doctor retirado?

Jimin no puede creerlo. Jungkook no aparenta ser mayor de 30 años, y solo basta con echarle un vistazo para confirmar que está en su mejor momento.

¡Cómo desearía estar entre esos brazos marcados! Y si realmente fue médico, ¡mejor! Jimin se ofrece como voluntario para una inspección detallada de su anatomía.

Cuando la puerta del departamento vecino se cierra, Jimin regresa a la realidad. Sin embargo, una idea comienza a formarse en su mente, y está decidido a llevarla a cabo.

Horas más tarde, Jimin está frente al espejo, asegurándose de que su cabello y ropa estén perfectos. Toma su laptop y se da ánimos:

—Hoy, Park Jimin, follas sí o sí. No sales de ese departamento hasta que te tiemblen las piernas.

Sabe que es poco probable que suceda a la primera insinuacion, pero quiere pensar que el sujeto es relajado y cedera sin dar mucho complique. Sonríe ante su reflejo, manda un beso al espejo y se dirige decidido a la puerta de Jungkook. Toca el timbre y espera. Su corazón late con fuerza, no por nervios, sino por la emoción de lo que está a punto de hacer.

Cuando Jungkook abre la puerta, Jimin siente que se le seca la boca. Está frente a él con el pecho descubierto, una toalla colgando de su cuello y el cabello aún húmedo.

Debe mantener la calma. No puede permitirse una erección ahora, aunque la imagen que tiene frente a él es digna de cualquier película erótica.

—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta Jungkook, su tono tan tranquilo como su mirada.

Jimin se esfuerza por recuperar la voz y, con una sonrisa nerviosa, dice:

—Disculpa la molestia, pero quería pedirte un favor. Me enteré de que eres médico, y como estoy haciendo mi internado, pensé que tal vez podrías darme algunos consejos.

Jungkook duda un instante antes de responder:

—Estoy retirado.

El desconcierto de Jimin es evidente. ¿Cómo alguien tan joven puede estar retirado?

—¿Retirado? —repite, incrédulo.

—Sí, lo dejé hace años —responde Jungkook, como si se hubiera dado cuenta demasiado tarde de su error. Luego, añade: —Es decir... me di cuenta de que no era mi verdadera vocación.

Jimin no sabe qué pensar. Todo esto está lejos de ir como había planeado. Se despide con una sonrisa frustrada y abraza su laptop contra el pecho. Pero cuando está a punto de darse la vuelta, siente una mano sobre su hombro.

—Aunque... si aún necesitas ayuda, estaré encantado de apoyarte —dice Jungkook, mirándolo con intensidad.

Jimin, sin percatarse de la forma en que Jungkook se humedece los labios, sonríe triunfante. Cree que está a punto de cazar, pero desconoce que, desde el principio, la presa siempre ha sido él.


♡ nota:
estoy nuevamente experimentando con el estilo de narración en tiempo presente. perdón si encuentran algunos errores TT.
ah, y perdón por lo corto, pero es que era el primer encuentro y ya, no supe que más hacerle hdjdkdjd.

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