𖦹 Treinta y ocho 𖦹
Cierto día, Felix se había lastimado en las prácticas de baile.
Se había doblado el tobillo, al pisar mal, y apenas fracturado, una fisura, como había dicho el médico, la muñeca, al caer con todo su peso sobre esta.
Le dolía tanto que las lágrimas le picaban los ojos, aunque se resistió a llorar, y no fue sino hasta que Chris llegó con él, que se escondió en su pecho para que nadie lo viera.
Chan se había asustado bastante cuando recibió el mensaje de su novio de si podía ir a la sala de baile, sin más información que esa.
Incluso cuando la señora Lee llegó para llevarse a su hijo, Chris no se separó de él, y la mujer tuvo que firmar para retirar a los dos.
En el camino al hospital, con Felix teniendo a muñeca descansada dentro de un pañuelo, atado a su cuello, el chico ya había dejado de llorar y se empeñaba en mantener la vista baja, apoyando su cabeza en el hombro de Chan.
—No sigas mal— pidió el rubio, acariciando su cabello y mejilla, alzando el rostro del chico para mirarlo.
Felix negó a volviendo a acomodarse.
—Lixie— lo llamó, aunque el mudo lo ignoró—. Te conozco, algo te pasa, ¿en qué piensas?
Felix tardó un momento en negar de nuevo.
Chan se ahorró un suspiro, tomó a Felix por sus mejillas, volviendo a alzar su rostro.
—Dime— habló con suavidad.
Felix suspiró. Con su mano libre se señaló a sí mismo, y luego juntó todos sus dedos, y tocó su mejilla con la punta de estos.
—¡Lixie!— su madre se enojó un poco, viendo los gestos por el espejo.
—¿Qué significa?— preguntó Chan.
La señora Lee suspiró.
—Dijo “soy tonto”.
Chris lo miró con el ceño fruncido, vió el mohín en los labios de Felix, el mudo volvía a tener la vista baja.
—Felix, no eres tonto— habló el castaño con suavidad—. ¿Por qué serías tonto? ¿Por caerte? Es algo que le pasa a cualquiera.
Felix sacó su cuaderno.
“Soy tonto porque no sé coordinar. Me caí por bailar mal”.
—No bailas mal— dijo, Chris automáticamente negando con su cabeza para enfatizar—. Felix, eres el mejor bailarín que he visto.
“Tú no ves bailar a nadie más que a mí”.
—No voy a perder el tiempo viendo bailar a otros cuando puedo ver al mejor bailarín del mundo— replicó Chris, mirándolo directamente.
Felix bajó su cuaderno, sin nada que decir, sus mejillas se tiñeron de rojo, y Chris dejó un sonoro beso en ambas, haciendo que la señora Lee riera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top