—Felix, Felix, espera...

El chico mudo no parecía querer aflojar el paso.

Y de nuevo, no sabía por qué huía.

Quizás era porque estaba demasiado avergonzado, porque tenía demasiado miedo, ni él sabía de qué.

—Felix— Chan tomó su muñeca y lo hizo voltear, frenando su paso a penas a un metro de su habitación.

Sus ojos se encontraron y la mente de Chris se quedó en blanco, ya ni siquiera se acordaba de lo que iba a decir, de lo que había practicado.

Felix ladeó su cabeza, su cabello cayó un poco frente a sus ojos.

—Yo...— comenzó el castaño, sin saber cómo seguir—. Había preparado algo, pero ya... no lo recuerdo— soltó una risa nerviosa—. ¿Te importa si improviso?

Felix se giró un poco más hacia él, esperando lo que tenía que decir, se sorprendió un poco cuando la mano de Chris bajó de su muñeca hacia su mano, tomándola.

—Felix, me gustas— dijo—, mucho. Y esto es hace bastante tiempo. Me gustas desde antes de ese beso, Felix— sonrió cuando el castaño abrió los ojos con sorpresa por esas palabras—. Quiero cuidarte, estar a tu lado todos los días, hablar contigo por horas antes de dormir— Chris sonrió—. Yo... no puedo decir desde cuando es así. Sólo sé que te quiero, te quiero tanto que creo que te amo.

Y esa era la única seña que Chan recordaba.

Alzando la mano en un puño, levantó su dedo meñique, para luego estirar el dedo índice y el pulgar.

—Te amo.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

morí, no me busquen.