✧ Noventa y seis ✧

La señora Lee se había encerrado en el cuarto y sus lamentos se escuchaban si pasaba cerca de su cuarto.

Chris quería hacer lo mismo, pero pensando en que debía ser fuerte para hacer sentir mejor a Felix, borró sus lágrimas camino al cuarto.

Al abrir la puerta, encontró a Felix, envuelto en una toalla para que su húmedo cabello no mojara su pijama, tenía la mirada baja y perdida.

El castaño alzó la vista cuando entró, mirándolo con sus lindos y brillantes ojitos.

Y Christopher quiso llorar de nuevo.

Con lentitud, se sentó sobre la cama donde Felix dormiría, el chico se irguió un poco, sentándose de piernas cruzadas junto a él.

Chan tomó la mano de su novio, besado su dorso, una sonrisa penosa apareció en sus labios.

—¿Por qué no me dijiste?— preguntó Chan, su voz sonó ronca, algo rota, Felix bajó la vista, supo que ya ni podría esconderlo.

Tris-te dijo, bajito, señalándolo. Como ma-má.

El labio de Chan tembló con ganas de llorar.

—Lixie, hay cosas, que por más tristes que sean, deben saberse— murmuró.

Felix negó, parpadeó varias veces para despejar las lágrimas que comenzaban a crecer en sus ojos, aunque eso no impidió que comenzara a llorar.

No... quiero— murmuró—. Yo q-quiero ser fe-liz, s-sin de-cir eso, s-sin pen-sar eso... habló entre sollozos e hipidos.

Y Felix se rompió, desbordando en lágrimas.

Chan lo abrazó con fuerza, como si así pudiera arreglar las cosas, acomodando a Felix contra su cuerpo.

—Felix... Tú mereces toda la felicidad del mundo— murmuró el castaño, carcomido por la injusticia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top