✧ Noventa y cuatro ✧
Felix se veía asustado, ni siquiera Chan podía calmarlo, así que luego de que tomaran una muestra de sangre, y caer en lo de su tía, lo primero que ofreció la mujer fue que vaya a darse un baño y se relaje todo lo que quiera, aunque tomó varios mimos y besos de parte de Chan para que el castaño se sintiera un poco mejor como para quedarse solo en el baño.
Para ese entonces, ya había caído la noche.
Para cuando el castaño pudo separarse de su novio, la señora Lee y la tía YoungMi ya estaban hablando, y Chris llegó para el punto que su madre postiza lloraba a moco tendido mientras la otra mujer la abrazaba con fuerza, y no llegaba a entender del todo los balbuceos de la mujer.
Quizá era suerte, quizá no, pero la señora Lee seguía teniendo esa costumbre de mover las manos en señas para todo lo que hablaba, sólo que ahora eran la única cosa que Chan podía más o menos entender.
Los ojos de Chris se llenaron rápidamente de lágrimas, hasta que un sollozo lo delató, haciendo que YoungMi lo mirara con preocupación.
—Chan...
—¿Qué tiene de malo Felix?— habló, con la voz tan rota como se sentía por dentro.
YoungMi abrió la boca, pero no dijo nada, la cerró de nuevo.
La señora Lee negó con fuerza, se separó de la otra mujer, para acercarse a Chris, limpiando sus lágrimas inútilmente.
Pero por más que abrió la boca, su voz sonaba rota para hablar, el nudo en su garganta crecía y crecía, hasta que finalmente negó, sus manos temblaban demasiado, y sentía sus dedos torpes, sin siquiera poder hacer una seña.
Miró a YoungMi y sólo asintió, como si le diera permiso, Chris quiso gritar, no entendía nada de lo que ocurría, pero la señora Lee se veía devastada, así que mordió el labio con fuerza, mientras la veía salir de la cocina.
Chris miró a la mujer un momento.
—¿Qué está pasando?
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