episodio 1 : "Héroes Sin Don: X-Men"
En la Academia UA, la calma matutina se sentía en los pasillos mientras los profesores preparaban sus clases. Aizawa, como siempre, caminaba con su típica expresión cansada, Present Mic ajustaba su equipo para su próxima clase y Nezu analizaba datos en su oficina con una taza de té.
De repente, una onda de energía atravesó el ambiente, alterando la atmósfera. En el patio exterior, un portal brillante, envuelto en luces púrpuras y doradas, comenzó a abrirse, generando una ligera vibración en toda la estructura de la academia.
La apertura del portal era majestuosa y perturbadora al mismo tiempo. De él emergieron figuras que inmediatamente destacaron por su porte y presencia. Cíclope, con su visor rojo encendido, lideraba el grupo. A su lado, Jean Grey, su cabello rojo ondeando ligeramente, observaba con precaución. Bestia, imponente y cubierto de azul, salió detrás, seguido por la elegante Tormenta, cuyos ojos brillaban con un destello eléctrico. Wolverine, con su actitud inconfundible y sus garras listas, caminó al frente como si esperara problemas en cualquier momento. Rogue y Gambito avanzaron juntos, con miradas calculadoras, mientras Jubilee y Morph inspeccionaban el lugar con curiosidad. Finalmente, en el centro del grupo, estaba el icónico Profesor Xavier, sentado en su silla flotante, irradiando autoridad y serenidad.
El portal se cerró detrás de ellos con un destello final, dejando el aire estático y pesado. Los profesores, al observar esta entrada repentina desde la distancia, intercambiaron miradas sorprendidas y se prepararon para intervenir.
—Esto... no es normal —murmuró Aizawa, activando su Quirk por precaución.
—¡Esto es emocionante! ¡Quienes sean, llegaron con estilo! —
—¡Esto es emocionante! ¡Quienes sean, llegaron con estilo! —exclamó Present Mic, aunque mantuvo su guardia.Nezu, desde una ventana, observó con curiosidad y tomó un sorbo de té antes de susurrar para sí mismo:
—Parece que nuestra tranquila mañana acaba de volverse mucho más interesante..
Mientras tanto, Cíclope levantó una mano para calmar a su grupo, mientras el Profesor Xavier proyectaba su voz calmada pero firme a los presentes:
—No venimos con intenciones hostiles. Somos los X-Men, y estamos aquí porque su mundo está en peligro.
Aizawa dio un paso al frente, observando al grupo con sus ojos entrecerrados y su usual expresión desconfiada. No necesitó activar su Quirk para darse cuenta de que estas personas no eran comunes ni corrientes, pero eso no significaba que fueran aliados.
—¿X-Men, eh? —murmuró con voz fría, cruzando los brazos—. ¿Y esperan que les creamos solo porque lo dicen? Llegan a nuestra academia a través de un portal extraño, armados hasta los dientes, y aseguran que "nuestro mundo está en peligro". Suena como algo que dirían los villanos para colarse aquí.
La tensión en el aire se volvió palpable. Wolverine, que ya estaba de mal humor, frunció el ceño. Su mirada se fijó en Aizawa, y en un movimiento rápido, extendió una de sus garras de adamantium. El sonido metálico resonó, cortando el aire.
—Escucha, flacucho —gruñó Wolverine, dando un paso amenazante hacia el profesor—. No tenemos tiempo para convencerte de nada. Si no quieres que pruebe qué tan duro eres con mis garras, mejor empiezas a escuchar.
Aizawa no se inmutó. Sus ojos se activaron al instante, haciendo que las garras de Wolverine retrocedieran de inmediato. El mutante miró sus manos con un gruñido bajo, sorprendido pero no intimidado.
—Así que tú eres el tipo que puede desactivar poderes, ¿eh? —dijo Wolverine con una sonrisa desafiante, su tono teñido de sarcasmo—. Interesante truco, pero no me asustas.
Jean Grey dio un paso al frente, levantando una mano para calmar a su compañero.
—Logan, por favor, no empeores las cosas —dijo con suavidad, su voz resonando tanto en el aire como en la mente de todos los presentes. Luego miró a Aizawa con firmeza—. No hemos venido a pelear. Solo queremos ayudar.
—Eso lo decidiré yo —respondió Aizawa, sin bajar la guardia. Su mirada recorrió al grupo, evaluando cada uno de sus movimientos.
—¿Por qué no nos sentamos y hablamos? —intervino Nezu, apareciendo con una sonrisa amable pero calculadora—. No hay necesidad de amenazas innecesarias. Estoy seguro de que podemos resolver esto de manera civilizada.
El Profesor Xavier asintió con calma.
—Gracias, director Nezu. Estoy seguro de que, una vez expliquemos nuestra situación, entenderán por qué estamos aquí.
A regañadientes, Aizawa relajó su postura, pero dejó en claro que seguiría vigilando cada movimiento del grupo. Wolverine simplemente resopló, cruzándose de brazos mientras las garras regresaban a su lugar.
La tensión no desapareció por completo, pero al menos las conversaciones podían comenzar.
El grupo de X-Men fue escoltado al interior de la academia UA, con los profesores de la escuela manteniendo una postura cautelosa pero curiosa. Wolverine, con las manos en los bolsillos, miraba de un lado a otro, visiblemente incómodo con tanta vigilancia. Jean caminaba con dignidad, proyectando calma, mientras Storm observaba el edificio con una mezcla de curiosidad y serenidad. Rogue y Gambito intercambiaban miradas divertidas, como si estuvieran evaluando la situación de forma más relajada.
Beast, sin embargo, estaba en su propio mundo. Sus ojos se abrían más con cada paso que daba, inspeccionando cada detalle del diseño arquitectónico, las pantallas tecnológicas, y los sistemas automatizados que adornaban el pasillo.
—Fascinante... absolutamente fascinante —murmuró para sí mismo, con una amplia sonrisa. Sus enormes manos tocaban suavemente los marcos de las puertas, las pantallas y los sensores—. Este lugar está tecnológicamente avanzado en formas que no habíamos considerado. ¡El diseño combina funcionalidad y estética de manera impresionante!
—Beast, no toques nada —le advirtió Wolverine, girándose para mirarlo con una ceja levantada—. Lo último que necesitamos es que actives algo y terminemos con más problemas.
—Tranquilo, Logan —respondió Beast con una leve risa—. Estoy aquí como un científico, no como un saboteador. Aunque... —se detuvo frente a una pantalla que mostraba un holograma del campus— esto es realmente intrigante. ¿Una academia para entrenar héroes? Es un concepto que en nuestro mundo sería revolucionario.
—Eso es porque ustedes no tienen Dones, ¿verdad? —preguntó Present Mic, caminando al frente del grupo mientras mantenía un ojo en ellos.
—Correcto —respondió el Profesor X con calma desde su silla flotante—. En nuestro mundo, los mutantes nacen con sus habilidades, y eso nos ha llevado a años de discriminación y conflictos. Su sistema aquí parece mucho más... estructurado.
Mientras hablaban, llegaron al salón de profesores. El espacio estaba lleno de muebles minimalistas, pizarras electrónicas, y una mesa de reuniones en el centro. Nezu ya estaba acomodado en una silla, observándolos con su sonrisa característica. Aizawa permanecía junto a la entrada, cruzado de brazos y con la mirada fija en Wolverine.
—Bienvenidos al salón de profesores —anunció Nezu con entusiasmo—. Por favor, siéntanse cómodos.
Beast apenas podía contener su emoción mientras examinaba el mobiliario y la tecnología del lugar.
—Esto es asombroso... —dijo, tomando asiento y tocando la superficie de la mesa, que comenzó a mostrar opciones holográficas—. ¿Es esto una interfaz táctil? ¡Increíble!
Jean sonrió con suavidad, mientras Wolverine rodaba los ojos.
—Parece un niño en una tienda de dulces —murmuró Gambito, apoyándose en la pared con los brazos cruzados.
—¿Y qué tiene de malo eso? —replicó Rogue con una sonrisa burlona—. Mejor él emocionado que tú lanzando cartas a todo lo que se mueve.
El ambiente comenzó a relajarse ligeramente, aunque Aizawa seguía vigilando al grupo con cautela. Ahora, todo estaba preparado para que las explicaciones comenzaran.
Nezu, con su característico interés por el conocimiento, se acercó a Jubilee con una mirada curiosa, como si intentara descifrar el misterio de los visitantes.
—Entonces, ¿son realmente mutantes? —preguntó, sus orejas puntiagudas atentas a cada palabra. Jubilee, que se encontraba cerca de Gambito, asintió con una sonrisa confiada.
—Sí, Nezu, lo somos —respondió Jubilee con firmeza, sus ojos brillando ligeramente. —No somos exactamente como los héroes que ustedes tienen aquí, pero sí, somos mutantes con habilidades... especiales.
El Profesor X, quien había estado observando en silencio hasta ahora, aprovechó el momento para intervenir, apoyando sus manos sobre las ruedas de su silla flotante. Con una voz calmada y profunda, comenzó a explicar la génesis de sus poderes y el origen de los mutantes.
—El gen X, como lo llamamos, es una mutación genética que se manifiesta de manera diferente en cada persona —comenzó el Profesor X, su mirada seria y reflexiva—. Este gen otorga habilidades especiales, normalmente manifestadas durante la adolescencia. Algunas personas desarrollan poderes que son fácilmente reconocibles, como el control de los elementos o la telequinesis, mientras que otras pueden experimentar habilidades más complejas o de difícil comprensión.
—Nosotros, los X-Men, hemos nacido con este gen y hemos tenido que lidiar con el rechazo y la persecución a lo largo de nuestras vidas —continuó—. El mundo no siempre ha sido amable con los mutantes, y es por eso que creamos la escuela, para enseñarles a los jóvenes mutantes a controlar sus poderes, y para protegerlos de aquellos que buscan hacerles daño.
Beast asintió con solemnidad, una vez más emocionado por la idea de una sociedad que aceptaba y entrenaba a mutantes, algo que en su mundo era mucho más complicado.
—Es un enfoque interesante. En mi mundo, los mutantes a menudo se ven como amenazas... incluso los propios humanos temen lo que no comprenden —dijo Beast, observando a los otros X-Men—. Pero este tipo de educación podría cambiar las perspectivas.
Jean Grey, que había estado escuchando atentamente, intervino:
—El Gen X es algo muy único en nuestro mundo. No es solo una habilidad o poder, es parte de quiénes somos, y es algo que nos define. Aunque algunas personas, como Jubilee, pueden tener habilidades más... visibles, otros como Logan o yo, tenemos poderes más internos.
Jubilee asintió con entusiasmo.
—En mi caso, mis poderes tienen que ver con crear explosiones de energía, algo que siempre me hace destacar cuando lucho. Pero es solo un ejemplo. Lo importante es que todos somos diferentes, pero nuestras habilidades pueden ser una fuerza para el bien si aprendemos a controlarlas correctamente.
Nezu, interesado, tomó notas en una pequeña tableta mientras observaba a los jóvenes X-Men con admiración.
—Entonces, ¿esto quiere decir que el Gen X es algo que puede manifestarse de manera... aleatoria, o existe alguna manera de que se active en alguien en particular? —preguntó Nezu, profundamente intrigado.
El Profesor X pensó por un momento, observando a todos los presentes.
—Es una combinación de genética y ambiente. El gen puede estar latente, y en algunos casos, la manifestación del poder ocurre en situaciones de estrés emocional o físico. Es un proceso impredecible, pero siempre hay señales. En algunos casos, incluso los mutantes nacen con habilidades que no se activan hasta años después.
Aizawa, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se cruzó de brazos y lanzó una mirada escéptica.
—Entonces, si el gen X puede manifestarse de esta forma... ¿cómo podemos estar seguros de que no estamos frente a una amenaza potencial?
Wolverine, que había estado observando la conversación desde el borde de la sala, se acercó con una sonrisa torcida.
—¿Amenaza? —preguntó, levantando una ceja—. Todo depende de cómo te eduquen, amigo. Si alguien como nosotros no aprende a controlar lo que tiene, puede ser un desastre. Pero si lo hace... es un héroe.
—Eso es cierto —dijo el Profesor X, asintiendo con calma—. Como con todo poder, la clave está en la disciplina y el autocontrol. Y es por eso que estamos aquí, para aprender de ustedes y quizás también para compartir algo de lo que sabemos.
El ambiente en la sala parecía más relajado, y aunque aún había dudas, el intercambio de ideas había abierto una puerta para futuras colaboraciones.
Present Mic, con su usual energía y tono estridente, no pudo evitar notar la atmósfera tensa que parecía rodear a Wolverine. Con una mirada curiosa y su característica sonrisa, se dirigió a Morph, quien estaba cerca de él.
—¡Oye, Morph! ¿Qué pasa con Wolverine? ¡Parece estar a punto de saltar sobre alguien! —preguntó Present Mic, con su entusiasmo habitual.
Morph, que había estado observando en silencio a Wolverine mientras jugueteaba con una de sus muchas transformaciones, sonrió de manera traviesa. Era imposible no notar la actitud algo reservada de Logan, quien no parecía estar muy impresionado con la hospitalidad de la UA.
—Oh, eso... —dijo Morph, transformándose brevemente en un Wolverine pequeño para imitarlo—. Sabes, el chico tiene algo de... ¿cómo decirlo?... "problemas de paciencia". No le gusta mucho que le hagan preguntas, especialmente si no confía en las personas. Es un lobo solitario, y no se lleva bien con lo que no entiende o con lo que no controla. Pero no es tan malo una vez que lo conoces.
El profesor X, quien escuchaba atentamente, intervino suavemente para dar algo de contexto.
—Logan ha tenido una vida difícil. A veces, su naturaleza más salvaje sale a la luz debido a sus experiencias pasadas. No es que sea malintencionado, sino que la desconfianza es parte de su supervivencia. Se ha enfrentado a muchas batallas, tanto externas como internas.
Jean Grey, con una mirada comprensiva, se acercó un paso más.
—Logan tiene muchas cicatrices, no solo físicas, sino emocionales. A veces, esas heridas del pasado lo hacen más... ¿cómo decirlo?, reactivo. A veces se siente más cómodo estando en la periferia de las situaciones.
Present Mic no pudo evitar reír un poco, intentando aliviar la tensión.
—¡Vaya! ¡Eso suena como un tipo duro! No sé si estaríamos listos para enfrentar ese tipo de "problemas de paciencia"! —bromeó, levantando los pulgares en una actitud animada.
Morph asintió con una sonrisa amplia, adoptando una forma más relajada mientras se giraba hacia Wolverine.
—Es cierto. Pero, en el fondo, Logan es un buen tipo. Aunque no lo creas, a veces hasta tiene su corazoncito. Solo hay que darle tiempo.
Wolverine, que había estado escuchando la conversación desde su lugar, no pudo evitar gruñir un poco. Pero, para sorpresa de todos, su tono cambió cuando habló.
—No necesito que nadie me entienda... solo que no me molesten. Y tal vez, si las cosas no se complican demasiado, podemos trabajar juntos. Pero si alguien cruza una línea... —dijo, mostrando las garras brevemente—. No voy a dudar en defenderme.
Present Mic se rió y levantó una mano en señal de paz.
—¡Tranquilo, Logan! No planeo cruzar ninguna línea... ¡te lo prometo! ¡Sigue siendo el tipo duro que todos conocemos!
El ambiente parecía haberse relajado un poco más, y aunque la presencia de Wolverine seguía siendo imponente, parecía que la comunicación y el entendimiento entre los mutantes y los profesores de la UA se estaban abriendo paso lentamente.
Aizawa, con los brazos cruzados y su mirada habitual de desconfianza, observó a los mutantes detenidamente. Finalmente, habló con un tono seco, pero curioso:
—¿Así que su escuela... la Mansión X, o como se llame? ¿Es algo parecido a la UA? ¿Un lugar para entrenar a jóvenes con habilidades especiales?
Storm, siempre calmada y serena, dio un paso al frente, asintiendo ligeramente antes de responder:
—Es cierto en cierto sentido. La Mansión X, o como la llamamos, la Escuela para Jóvenes Dotados del Profesor Xavier, está dedicada a enseñar y proteger a los mutantes jóvenes que descubren sus poderes. También los preparamos para enfrentar un mundo que no siempre los comprende... o los acepta.
Cíclope, de pie junto a Storm, intervino con un tono más firme:
—Pero nuestra escuela no es solo un lugar de entrenamiento. Es un refugio. Los mutantes no solo enfrentan desafíos físicos, sino también sociales y emocionales. Algunos llegan a nosotros después de haber sido rechazados por sus familias o perseguidos por lo que son. Les enseñamos a controlar sus poderes para que puedan vivir una vida más segura, pero también les enseñamos a defenderse cuando sea necesario.
Aizawa levantó una ceja, visiblemente intrigado.
—¿Defenderse? ¿Se refieren a misiones de campo, como las que hacemos con nuestros alumnos?
Cíclope lo miró directamente, con un brillo de determinación en sus ojos.
—Exactamente. Pero nuestras misiones no son solo para detener villanos comunes. A menudo enfrentamos amenazas que buscan erradicar a nuestra especie o explotar nuestros poderes. No solo enseñamos a ser héroes, sino a sobrevivir en un mundo que a menudo nos teme y nos odia.
Storm añadió con una voz más suave, tratando de mostrar empatía:
—Entendemos que ustedes también entrenan a jóvenes con habilidades únicas, pero la diferencia es que sus alumnos son vistos como héroes desde el principio. Nosotros, en cambio, luchamos por ser aceptados, incluso por aquellos a quienes intentamos proteger.
Aizawa asintió lentamente, procesando sus palabras.
—Entonces, no solo entrenan habilidades, sino que también preparan a sus estudiantes para lidiar con el rechazo y el odio. Es una carga pesada para poner sobre los hombros de niños.
Storm asintió, su mirada llena de determinación.
—Lo es, pero es nuestra realidad. Y hacemos todo lo posible para asegurarnos de que no la enfrenten solos.
Cíclope agregó:
—Al igual que ustedes, queremos que nuestros estudiantes sean lo mejor que puedan ser. No solo para ellos mismos, sino para demostrarle al mundo que podemos ser más que lo que temen.
Aizawa, aunque todavía desconfiado, dejó escapar un leve suspiro y murmuró para sí mismo:
—Parece que no somos tan diferentes, después de todo.
Después de la reunión en el salón de profesores, Logan y Gambito decidieron explorar un poco más la academia. Logan, con su característico andar pesado y su mirada seria, caminó al lado de Gambito, quien observaba todo con una mezcla de curiosidad y diversión.
—¿Qué dices, Cajún? —murmuró Logan, encendiendo un puro que rápidamente apagó al recordar las reglas dentro de la UA—. Vamos a la cafetería. Necesito algo que no sea tanto drama por un rato.
Gambito sonrió con su típica actitud despreocupada, ajustándose su abrigo.
—Eso suena como un plan, mon ami. Pero espero que sirvan algo más interesante que pan y agua.
Al llegar a la cafetería, los estudiantes presentes se quedaron boquiabiertos al verlos entrar. La presencia de dos adultos con aires tan distintos de los profesores habituales no pasó desapercibida. Algunos susurraban entre ellos, mientras otros simplemente los observaban con asombro.
—Esto parece un circo, —gruñó Logan, ignorando las miradas mientras avanzaba hacia el mostrador.
Gambito, por su parte, saludó con un gesto coqueto a algunas estudiantes que se reían nerviosas, antes de seguirlo.
En el mostrador, una amable empleada les preguntó:
—¿Qué desean?
Logan no se complicó:
—Dame un café negro. Bien cargado. Y si tienen algo de carne, mejor.
La empleada dudó por un segundo.
—¿A esta hora...? Bueno, puedo buscar algo.
Gambito, por otro lado, sonrió ampliamente mientras examinaba las opciones.
—¿Tienen algo dulce? Tal vez un pastel, o... esas rosquillas se ven bien.
La empleada asintió y le sirvió un par de rosquillas glaseadas junto a un té helado.
Los dos se sentaron en una mesa apartada. Logan tomó un sorbo de su café, mientras Gambito probaba una de sus rosquillas, mirando a su alrededor con interés.
—Bonito lugar —comentó Gambito—, aunque un poco... ordenado. No sé si me acostumbro.
Logan gruñó en respuesta, sin apartar los ojos de su café.
—Es tranquilo. Eso me basta.
Gambito rio, inclinándose hacia él.
—Tranquilo, dice el hombre con garras que amenaza a cualquiera que lo mire mal.
Logan levantó una ceja, pero no dijo nada, centrándose en su comida. Aunque no lo admitiría, también estaba disfrutando del momento de calma.
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