Voluntad de Hierro
El grupo observaba horrorizado cómo N 13 yacía en el suelo, su cuerpo envuelto en un fuego verde que consumía su piel de manera cruel y lenta. La visión era una pesadilla, la llama infernal devorando cada fibra de su ser.
—¡Maldito! —espetó Ibuki, su voz cargada de rabia y desesperación.
La ninja intentó ayudar a N 13, pero Destra se interpuso en su camino. La infame máquina canalizó magia eléctrica, envolviendo a Ibuki en un retorcido torbellino de dolor. La chica cayó de rodillas, su cuerpo temblando bajo la tortura eléctrica, mientras su mirada se llenaba de impotencia al observar el tormento de su compañera.
—Les advertí que si querían ayudar a su amiga, tendrían que pasar por encima de mí —declaró Destra, su voz implacable y fría.
—¡N 13! ¡Levántate! —exigió Joan, su desesperación palpable en cada palabra.
—Es inútil —respondió Void con una frialdad helada—. El fuego que consume su cuerpo bloquea su capacidad de regeneración.
Joan frunció el ceño, el odio brillando en sus ojos. El fuego no parecía ser algo normal, no se apagaría ni con magia de agua. Solo una poción ignífuga podría extinguir esas llamas.
—Es inútil resistirse —continuó Void—. Es hora de acabar con esto de una vez por todas.
—No... No me rendiré —murmuró N 13, su voz un susurro de determinación en medio del tormento.
—¿Cómo es posible esto? —se sorprendió Destra, observando el fenómeno con inquietud.
La temible máquina comenzó a analizar a N 13, observando cómo su cuerpo absorbía lentamente el fuego, sanando las quemaduras.
—Cuidado, Void, esa chica posee poder ígneo en su cuerpo —advirtió Destra.
—Eso parece —confirmó Void, su voz grave resonando con un toque de respeto.
—¿Estás bien, N 13? ¿Cómo lograste absorber el fuego? —preguntó Joan, la preocupación evidentemente.
—Digamos que ellos no saben a quiénes he absorbido a lo largo de mi viaje. Si no hubiera absorbido a Gretel, quizás no estaría de pie de nuevo —respondió N 13, la fuerza en su voz aún firme a pesar del dolor.
—Admiro su espíritu de guerrera, pero solo prolongan esta batalla. No me dejan otra opción que exterminarlos —dijo Void, su voz llena de amenaza—. Prepárense, porque ya no seré tan condescendiente con ustedes.
—Vamos, Joan. No podré enfrentar a este tipo sola —dijo N 13, su determinación intacta.
—De acuerdo. No permitiré que se vayan sin recibir su merecido por haber quemado gente viva —respondió Joan, su furia evidente.
—Joder, no nos des un susto así, rubia. Será mejor que le patees el trasero a ese estúpido —dijo Ibuki, su voz cargada de frustración.
—Siento cómo todo el lugar tiembla por el poder de nuestro enemigo —comentó Lance, temblando ante la magnitud de la amenaza.
—Es verdad. Estos dos no son como los otros Diesel Soldiers que hemos enfrentado. Debemos ser cautos; cualquier descuido podría ser fatal —advirtió Irina.
El coloso comenzó a acumular su poder, una aura de rayos verdes envolviendo su cuerpo mientras el diésel de sus tubos corporales aumentaba su velocidad. La bestia mecanizada se lanzó a gran velocidad hacia Joan, que apenas tuvo tiempo de reaccionar, cubriéndose con un puño mientras el golpe de la gigantesca espada del enemigo la enviaba volando, estrellándose contra varios edificios.
—¡Joan! —gritó N 13, su voz llena de terror.
—No debieron hacerme enojar —dijo Void, su voz resonando con una amenaza escalofriante.
Void disparó un rayo de hielo desde su mano izquierda hacia N 13. Ella logró desviar el ataque transformando su brazo en una espada, pero antes de que pudiera prepararse para el siguiente golpe, el coloso estaba frente a ella.
—¡Qué lentas son! —se burló Void, comenzando un duelo de espadas desigual. Los movimientos de N 13 eran demasiado lentos para hacer frente a su formidable oponente, dejando a sus amigos estupefactos.
—¡Mierda, esto no está bien! —exclamó Lance, su preocupación evidente—. Esa cosa tiene acorralada a N 13.
—Es verdad. Y lo peor es que no podemos hacer nada mientras la compañera de Void esté en medio —agregó Irina, frustrada.
—¡Vamos, N 13, demuestra a ese pedazo de chatarra de lo que eres capaz! —animó Ibuki, su voz cargada de esperanza.
N 13 esquivó un golpe del coloso, contraatacando con un golpe en el rostro que hizo retroceder a Void. Sin embargo, cuando se preparaba para un nuevo ataque con su cola, Void la atrapó y la cortó, haciéndola gritar de dolor.
—Qué predecible. No eres el demonio que acabó con Arcadia y mató a Shirke y a Wayland, ¿verdad? —se burló Void.
—¡Déjenme salir, quiero acabar con ese cabrón! —exigió V, su voz cargada de furia.
—No... —murmuró N 13, su voz debilitándose.
—¡Si no lo haces, estaremos fritos! —insistió V.
Cuando Void estaba a punto de atacar, Joan emergió de los escombros, golpeando al coloso en el rostro y haciéndolo volar contra una casa.
—Aún no he terminado contigo, pedazo de metal oxidado —declaró Joan, su furia a punto de desbordar.
Void, enfurecido por el ataque, se lanzó contra ambas chicas con una furia implacable. La criatura mecanizada logró cortar el brazo derecho de N 13, y Joan, al intentar ayudarla, fue atacada por Void mediante telequinesis, aplastando a Joan con escombros. La chica usó toda su fuerza para evitar ser aplastada mientras observaba a N 13 tratando de levantarse.
—No podrás hacer nada para evitar tu muerte. Te aplastaré como al insecto que eres —amenazó Void, su voz llena de cruel determinación.
Desde el refugio, Diego miraba impotente la batalla, deseando poder intervenir, aunque temía que su cuerpo no resistiera.
—Creo que al final tendré que... Pero no sé si mi cuerpo aguantará —murmuró Diego, su voz temblorosa.
—¡Debemos hacer algo! —exigió Lance, la urgencia evidente en su tono.
—Ibuki, eres una ninja. Debes poder hacer algo para distraer a esa tipa —sugirió Irina, su voz llena de desesperación.
—Si pudiera, ya lo habría hecho. Pero esos tipos pueden detectar todos mis movimientos con sus rastreadores —respondió Ibuki, su frustración palpable.
—¡Maldita sea! —gruñó Lance, golpeando el suelo con el puño.
N 13 dio un salto y golpeó a Void en la espalda con su espada, logrando distraer al coloso y dándole a Joan la oportunidad de liberarse. La criatura cayó al suelo, preparándose para acabar con N 13, pero ella regeneró su brazo derecho de golpe y lo transformó en una escopeta bioorgánica, disparando certeramente para romper la espada de Void.
El impacto hizo que Void bajara la guardia, y Joan aprovechó la oportunidad para lanzarle un combo de golpes y patadas, tambaleando al coloso. N 13, con un disparo certero en la armadura de Void, lo lanzó hacia unos escombros por el impulso, la batalla alcanzando un nuevo y violento clímax.
rina observó con alivio mientras el coloso tambaleaba.
—¡Bien!
Destra, con una voz fría y llena de amenaza, dejó claro que el peligro no había pasado.
—Esto aún no termina. Solo han despertado a la bestia.
Void emergió de los escombros, sus movimientos cargados de una furia destructiva. Con un golpe brutal, dejó a N 13 fuera de combate, su cuerpo colapsando bajo el impacto. Luego, con una velocidad aterradora, se lanzó contra Joan, su mano derecha extendida como una lanza imparable, propulsores encendiéndose y acelerando su velocidad.
—¡Esquívalo! —gritó Ibuki, su voz llena de desesperación.
Joan reaccionó en el último momento, esquivando con un salto justo a tiempo. Observó cómo Void lanzaba su ataque, creando una onda expansiva que arrasó varias estructuras y parte del muro.
—Dios, nunca he visto un ataque de tal potencia —murmuró Lance, sus ojos desorbitados por la magnitud de la destrucción.
—Eso estuvo cerca. Si no me hubieran avisado, estaría muerta —dijo Joan, su voz cargada de ansiedad—. Joder, debe haber un modo de acabar con este tipo. Pero ya hemos intentado todo, ni siquiera nuestros ataques combinados de N 13 y yo le hicieron mella.
Mientras el combate continuaba, Joan escuchó el goteo constante y notó algo inusual. Miró el costado derecho de Void y vio que estaba "sangrando".
—¿Pero cuándo sucedió eso? —se preguntó, recordando el disparo certero de N 13 en la herida de la bestia.
—Mierda, ella está inconsciente por ese golpe. Creo que todo depende de mí. Lo bueno es que ya no tiene esa maldita espada.
Sin embargo, el poder de Void seguía intacto. Joan sabía que debía aprovechar la herida que N 13 le había infligido para terminar con él. El coloso adoptó una postura defensiva, provocando a Joan para que atacara primero.
—Hijo de perra, ¡no me provoques! —rugió Joan, su furia palpable.
—¡No seas imprudente, Joan! —advirtió Irina, la preocupación evidente en su tono.
Joan y el coloso chocaron sus puños con una fuerza devastadora, generando una nueva onda expansiva que dejó al grupo boquiabierto ante el ritmo frenético del combate cuerpo a cuerpo.
—Esta pelea podría decidirse por cualquier cosa. Están en un empate casi perfecto. Un solo descuido y todo podría acabar —comentó Lance, su voz tensa.
Destra observó la batalla con una mezcla de admiración y preocupación.
—Es admirable esa chica. Ahora entiendo por qué el maestro Laurent tiene tanto interés en recuperarla. Es la viva imagen de nosotros dos...
Durante unos segundos, los ojos de la androide cambiaron de rojo a violeta, un cambio que alertó a Laurent.
—Detecto anomalías cerebrales en el modelo Destra —informó la computadora.
—Grrr, de nuevo inconvenientes. No voy a permitir cometer el mismo error dos veces —masculló Laurent, activando el chip en el cerebro de Destra para bloquear cualquier desviación de su programación.
Void sabía que debía terminar la batalla rápidamente antes de que su cuerpo se sobrecargara. La herida que le causó N 13 estaba drenando su combustible, enfriando su cuerpo.
—Debo admitir que esas chicas son duras, pero me temo que su camino ha llegado a su fin.
El combate continuó con intercambios de golpes poderosos y esquivos desesperados. Joan observó detenidamente el punto débil de Void y, sin dudar, asestó un golpe certero en la zona del disparo, rompiendo aún más su coraza.
—Grrr, esto no está bien... Creo que te subestimé, niña, ¡pero esto aún no termina! —gruñó Void, su frustración evidente.
La bestia golpeó el suelo con tal fuerza que hizo temblar todo el lugar. Pilares de roca incandescente surgieron del suelo, dirigiéndose hacia Joan. Ella se cubrió del devastador ataque, pero no sin sufrir graves heridas. Su puño izquierdo se rompió, y sangre junto con chispas eléctricas comenzaron a emanar de él.
—Irene, ¡esto no está bien! —exclamó Ibuki, su rostro pálido.
—Lo sé... —respondió Irina, angustiada.
Aunque Void parecía tener la ventaja, su uso de la técnica más poderosa también le había pasado factura, agotando el elixir que mantenía su cuerpo frío. N 13, recuperándose lentamente, vio a su compañera malherida. Trató de ayudar, pero su debilidad la hizo caer de rodillas, escupiendo sangre.
—Joan... Joan —susurró N 13, su voz llena de desesperación.
—Parece que estamos en las mismas circunstancias —dijo Joan, su voz entrecortada por el dolor.
—Eso parece, pero mi deber es acabar contigo. ¡Te haré pedazos, traidora! —declaró Void, su voz un rugido de odio.
—¡Atrévete! —retó Joan, su determinación a flor de piel.
Desde la base, Diego miraba la batalla con creciente desesperación, sudando frío por los nervios.
—¡No sigas, Joan, lo que estás a punto de hacer es una locura! ¡Tu cuerpo no resistirá!
Ambos contrincantes se miraron con intensidad mientras Joan se preparaba para atacar y Void se alineaba para el contraataque. El viento soplaba con fuerza y las nubes oscuras se movían a una velocidad anormal.
Se lanzaron en un último, violento enfrentamiento. Joan acumuló toda su fuerza en su brazo sano, preparándose para un golpe final. Aunque Void esquivó apenas el golpe, el impacto rompió una parte de su máscara, revelando un ojo humano debajo.
—¡Acabaré contigo, sabandija! —rugió Void, su voz llena de furia.
Joan, reaccionando rápidamente, esquivó el ataque de Void pero dejó una sorpresa. Con un ataque relámpago, partió al temible ser en dos, comenzando el corte en la zona del disparo de N 13.
—¡No puede ser! —exclamó Void, su sorpresa palpable.
La visión sorprendió a todos, incluyendo al infame científico Laurent, quien observó con una mezcla de incredulidad y preocupación.
La bestia comenzó a arrastrarse, intentando escapar, mientras Joan se acercaba para dar el golpe final. Sin embargo, al ver el ojo de Void, un escalofrío recorrió su cuerpo. Reconoció la pupila de su oponente, un detalle que amenazaba con cambiar el curso de la batalla.
—No puede ser... —murmuró Joan, sus ojos dilatados por el horror.
—¡Acaba con él! —ordenó Irina, su voz cargada de desesperación.
—¡No dejes que escape! —añadió Ibuki, su tono tenso y urgente.
N 13 sintió una oleada de terror, como si hubiese visto un fantasma. Su cuerpo temblaba, abrumado por una sensación indescriptible.
—Parece que, a pesar de su cuerpo mecanizado, esa chica no ha olvidado su humanidad. Una debilidad que le costará caro —comentó V con desdén.
En ese instante, un rayo mágico se lanzó hacia Joan. Ella lo esquivó con un salto acrobático, y al mirar hacia arriba, vio una silueta encaramada en la cima de un edificio, de pie sobre una chimenea. Los ojos de la figura resplandecían con un brillo siniestro, enviando escalofríos por la espina dorsal de todos los presentes.
—Parece que al final todos han fracasado. Ni Caenis ni los desechos de Laurent han conseguido nada. Lamentable —dijo la figura con una voz fría y cruel.
—¡Joder, conozco esa voz! Estamos en serio peligro —dijo Ibuki, su voz temblando de miedo.
—¿Qué quieres decir? ¿Sabes quién es ella? —preguntó Lance, su preocupación palpable.
Antes de que alguien pudiera responder, la misteriosa figura se teletransportó, apareciendo frente a Joan. El terror paralizó a la joven guerrera, incapaz de moverse ni un centímetro.
—Ya me han causado demasiados problemas. Si esos idiotas no pueden hacerlo, me encargaré yo misma —declaró Eve, su voz cargada de una malevolencia palpable.
Con un movimiento fluido, Eve lanzó a Void cerca de Destra. N 13, con dificultad, observó la presencia de la figura siniestra y sintió un poder abrumador emanando de ella.
—Ella no es normal. Siento cómo su poder estremece mi cuerpo... —murmuró N 13, su voz temblorosa.
—Lleva a tu compañero a repararlo, Destra. Yo me encargaré de esto —ordenó Eve con un tono autoritario.
—Sí, mi señora —respondió Destra, abriendo un portal y partiendo con Void.
Lance se volvió hacia Ibuki, confundido y preocupado.
—¿Por qué estamos en serio peligro, Ibuki?
—¿Por qué tanto miedo con esa mujer? —preguntó Irina, su voz cargada de ansiedad.
Ibuki, sudando frío, dejó que una gota de sudor se deslizó por su mejilla izquierda antes de responder, lo que llamó la atención de Eve.
—Jajaja, huelo su miedo. Es tan dulce, más que la sangre derramada. Su terror me llena de júbilo —dijo Eve, riendo con una risa macabra.
—No esperaba menos de una de las Santas Signoras. Así que tú eres la señora del miedo —dijo Ibuki, su voz temblando.
—¿Ella es una Santa Signora? —exclamó Joan, su voz llena de pánico.
—¡Esto no puede empeorar! —dijo Irina, el horror en su tono.
—Con nuestro poder actual, no podremos hacerle frente —admitió N 13, su rostro contorsionado por la desesperación.
—No soy tan misericordiosa como mi líder Caenis. Yo cumplo con mis tareas —dijo Eve, su sonrisa retorcida—. Jijijiji.
Eve comenzó a contorsionarse de manera perturbadora, sus movimientos acentuando la inquietud en el ambiente. Sus ojos se posaron en N 13, y con un terrorífico destello, se teletransportó frente a ella.
—Eres como lo que me contaron en la Iglesia. Hermosa y fuerte, no me sorprende que hayas destruido el reino de Arcadia y a mis compañeros. Pero veo dudas en ti. Pareces una niña recién nacida aterrorizada por el mundo que te rodea.
Con un movimiento grotesco, Eve sacó una lengua que se extendía como un tentáculo largo. Lenta y deliberadamente, comenzó a lamer el cuello y el rostro de N 13, dejando un rastro de saliva y hilos pegajosos. La joven guerrera, paralizada por el miedo, no podía reaccionar.
—Tienes un sabor único. No eres como mis demás víctimas. Me gustaría devorarte y quedarme con tu poder, pero Dumas te desea viva —murmuró Eve, su voz cargada de una satisfacción perversa.
En un acto repentino, Eve besó a N 13, insertando su lengua en la garganta de la joven. N 13, horrorizada, vio cómo su garganta se movía al ritmo de la lengua de Eve, y comenzó a tener visiones perturbadoras: la monstruosa forma de Eve, una escena repugnante y erótica llena de tentáculos biomecánicos y fluidos extraños.
—No puedo más. Siento demasiadas sensaciones... —gimió N 13, su voz ahogada por la angustia.
—Joder, esta puta sí que sabe hacerme sentir bien. Pero lo malo es que tenemos que matarla —dijo V, su tono desesperado.
—¡Idiota! Su poder me paraliza. ¡Deja de pensar en cosas sucias y ayúdame a salir de esta situación! —gritó N 13, su voz llena de angustia.
Diego, observando con asco y horror, decidió actuar.
—No tengo otra opción. Joan, desde que adoptaste, me has demostrado que eres una guerrera de buen corazón. Creo que...
Eva, despegando su lengua de N 13, la miró con desdén.
—Sabes, también es una lástima que no pueda tenerte como mi juguete. Pero aspiras a la grandeza, querida.
Ibuki, en un ataque de desesperación, trató de apuñalar a Eva con un kunai. La figura esquivó el ataque por poco, dejando una herida superficial en la mejilla de Eva y cortando algunos de sus cabellos plateados.
—No sé cómo lograste escapar de mi poder del miedo, pero debo admitir que no lo esperaba de alguien que no es una Mutant Queen —dijo Eve, limpiándose la sangre de su mejilla con una calma fría. La súbita pérdida de concentración permitió a Lance e Irina acudir en apoyo a Joan.
—¡No me importa si muero! No permitiremos que te lleves a N 13 —rugió Lance, sus palabras llenas de determinación.
—¡Así es! —añadió Irina, su voz cargada de furia.
—Bien, si eso es lo que desean —respondió Eve, su tono cargado de una maldad helada.
—¡No lo hagan, es peligroso! —gritó Joan, su desesperación palpable.
—¡Llévate a N 13 lejos de aquí! —ordenó Ibuki, su tono lleno de urgencia.
Con las últimas fuerzas que le quedaban, la cyborg intentó proteger a N 13, pero Eve se teletransportó de inmediato, bloqueando el paso de Joan.
—¡Si creen que podrán irse de este lugar están muy equivocados! —declaró Eve, su voz resonando con una autoridad ominosa.
—¡Mierda! —exclamó Joan, su rostro una máscara de desesperación.
En ese momento, Irina y Lance dispararon sus armas de fuego, pero Eve se rió sádicamente mientras esquivaba los ataques con una facilidad inquietante.
—¿A eso llaman ataque? ¡Les mostraré lo que es un verdadero ataque! —se mofó Eve, levantando su mano para conjurar una esfera de magia oscura. Apuntó a los dos jóvenes, pero antes de que pudiera lanzar su ataque, una cadena mágica se enredó alrededor de su muñeca.
—¡¿Qué demonios significa esto?! —gritó Eve, su sorpresa palpable.
—No permitiré que lastimes a mi gente, demonio enviado por la Iglesia —declaró Diego, su voz llena de una resolución implacable.
—¡Diego! —exclamó Joan, su sorpresa mezclada con esperanza.
—Nunca pensé en volver a verte, Diego. No después de tu traición —dijo Eve, su tono cargado de un resentimiento antiguo.
—¿De qué habla esa mujer? —preguntó Irina, su voz temblando de confusión.
—¿Sí, Diego? ¿Conoces a esta loca? —inquirió Lance, su preocupación evidente.
—Pensé que tenías confianza en tus pupilos, pero veo que no les has contado tu verdadero pasado —dijo Eve, su sonrisa cruel expandiéndose—. Está bien, si no se los dices tú, se los diré yo. Diego era un miembro de la guardia de élite de la Iglesia hace años. Era el mejor en todo, incluso en la cama. Pero ahora no eres más que una sombra del guerrero que fuiste.
—¡No, no te creo! ¡Eres una vil mentirosa! —gritó Joan, su incredulidad palpable.
—Es verdad, él es una buena persona. ¡Jamás sería alguien despiadado! —defendió Irina, su voz llena de indignación.
—Aún recuerdo esas noches de orgías desenfrenadas, Diego. Dejaste a muchas de nuestras monjas preñadas. Eso me encantaba de ti, un ser lleno de lujuria y sed de sangre. Y esa técnica de cadenas nunca la olvidaré por nuestras noches de pasión —continuó Eve, su voz cargada de un deleite perturbador.
—En ese tiempo era solo un joven sin cerebro, pero al final abrí los ojos y vi la maldad que ustedes han ovacionado al mundo. Siempre pensé que éramos justos al castigar a los herejes... —respondió Diego, su voz llena de pesar.
—Al final, siempre es el pasado el que persigue a la gente. Nadie puede huir de sus pecados más impíos. Ni siquiera la persona más pura —dijo Eve, su sonrisa un eco de crueldad.
Al escuchar esto, Joan se desplomó de rodillas, el peso de la revelación aplastándola.
—Diego... ¿Por qué nos ocultaste todo esto? —susurró Joan, su voz rota.
Mientras tanto, Ibuki ayudaba a N 13 a ponerse de pie con dificultad.
—¿Puedes caminar? —preguntó Ibuki, su tono lleno de preocupación.
—Un poco, pero no quiero dejar solos a mis compañeros —respondió N 13, su voz temblando.
—No te hagas la dura. Eres su principal objetivo. Si te capturan, será el fin de todo —advirtió Ibuki.
—Lo sé, pero prefiero luchar hasta el final que seguir escondiéndome —dijo N 13, su determinación inquebrantable.
—Lo siento mucho, chicos. Nunca me sentí orgulloso de lo que fui alguna vez. Y quizás la enfermedad que ahora padezco sea el castigo por toda la gente que maté sin piedad. Pero debo agradecerles a ti, Irina y Lance, por abrirme los ojos. O más bien a sus padres... —dijo Diego, su voz cargada de arrepentimiento.
—¿Conociste a nuestros padres? —preguntó Lance, su sorpresa palpable.
—Así es. Nunca olvidaré ese día —confirmó Diego, su rostro sombrío.
—Si estuvieras en plena forma, el poder de esta cadena sería más fuerte. Tu magia de obediencia hacia las Mutant Queens ya no es tan fuerte —dijo Eve con desdén. Con un esfuerzo brutal, rompió la cadena mágica y se preparó para enfrentarse a su antiguo aliado y amante.
—Dumas y los Cardenales ya dieron una sentencia cuando nos traicionaste, y tu castigo será, ¡la muerte! —declaró Eve, su voz cargada de una amenaza implacable.
—¡Apártense ya! —ordenó Diego, su tono lleno de una feroz determinación.
Eve lanzó un potente ataque hacia Diego, pero él se cubrió con su espada, desviando el ataque hacia los lados. Sin embargo, la explosión resultante causó una devastadora destrucción en los alrededores.
—¡Acabaré contigo, traidor! —vociferó Eve, su voz llena de una furia incontrolable.
—¡Atrévete, perra psicópata! —desafió Diego, su voz cargada de desafío.
—Bien, que te follabas a esta perra. ¡Pero se acabó mi paciencia! Acabaré con todos de una vez por todas —amenazó Eve, su forma comenzando a sufrir una transformación monstruosa. Sus brazos se alargaron grotescamente, con manos que se convirtieron en garras espantosas. Sus piernas se fusionaron en una larga cola llena de mini tentáculos con pedipalpos en forma de bola al final. De su cabeza surgieron cuernos y su piel se tornó de un gris ominoso. Su vestido se rasgó por la expansión de su masa muscular, revelando una monstruosa forma.
Todos quedaron aterrados ante la abrumadora manifestación del poder de Eve, la atmósfera cargada de un terror palpable.
—¡Este animal nos va a matar! —exclamó Irina, su voz llena de pánico.
—¿Este es el poder de una Santa Signora? —preguntó Ibuki, su voz temblando.
—No... Diego... —murmuró Joan, su desesperación palpable.
—¡Tengan cuidado! Porque ahora no seré tan amable como antes. ¡Sentirán el verdadero miedo! —declaró Eve, su risa cargada de una crueldad aterradora.
—Je, esto me trae recuerdos de cuando enfrentaba a enemigos formidables. Supongo que no dejas de emocionarte a pesar de la edad. Anda, Eve, da tu mejor golpe —desafió Diego, su voz llena de una ferocidad desafiante.
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