La Inquisidora y la Bestia Segunda Parte

N 13: "De todas las personas con las que me hubiera querido topar, tú, Caenis, estás en la cima de mi lista negra."

Hilda: "¿Ya se conocían de antes?"

N 13: "Para mi desgracia, sí."

Caenis: "¿Y qué le pasó a tu otra compañera? ¿Tan pronto la reemplazaste?"

N 13: "¡Eso no es asunto tuyo!"

Caenis: "Jajajaja, es que parecía que estaban tan unidas. Pero hay algo que me perturba, no sé por qué Su Santidad quiere que sigas viva, pero eso me fastidia. Has causado muchos problemas, al igual que esa bestia peluda."

Hilda: "¡Ustedes solo han sembrado el caos y la destrucción desde que decidieron existir, malditos! ¡Haré que paguen por todo el sufrimiento que han causado a los inocentes, aunque eso signifique morir en la batalla!"

Caenis: "Esta vez, N 13, esas malditas mercenarias no te salvarán. Voy a disfrutar bañando mi lanza en la sangre de ustedes, malditas herejes de la Santa."

N 13: "Si hay algo que he aprendido en mis viajes, es que tu devoción, al igual que la de tus compañeros, solo trae miseria. Tu fe te ciega, y no te das cuenta de que solo eres una herramienta para tus superiores."

Hilda: "Creo que la has enfurecido."

Caenis: "¡Cállate! ¡Me he cansado de escuchar tus repugnantes palabras! Si no fuera porque mis superiores te quieren viva, ya habría desgarrado tu asquerosa carne con mi tridente."

La mujer se ajustó el casco y se preparó para la batalla. N 13 y Hilda se pusieron a la defensiva, aguardando el primer movimiento de su formidable enemigo.

Hilda: "Espero que sepas lo que estás haciendo."

N 13: "Solo intenta golpearla con tus puños gigantes o con magia y estaremos bien."

La Santa Signora recitó un conjuro mágico, y orbes de energía carmesí aparecieron, dirigiéndose hacia el dúo. Hilda destruyó los orbes con sus puños, mientras N 13 esquivaba ágilmente.

Sin embargo, la General Santa cargó contra N 13 y la estampó contra la pared de la bodega, creando un agujero en ella. Se preparó para lanzar su tridente, pero Hilda intervino, golpeando a Caenis y arrojándola por los aires, atravesando la pared. Caenis se reincorporó, emergiendo de los escombros.

N 13: "Eso estuvo cerca."

Hilda: "¡Vamos, no te tengo miedo!"

N 13: "¡Espera, Hilda!"

Caenis: "Eso es lo que quería saber de ti: ¡Que no le temes a la muerte!"

La guerrera disparó un potente rayo de fuego desde su tridente, mientras Hilda respondía con un rayo de su propia boca. El choque de energías provocó una explosión ensordecedora que sacudió la bodega y parte de la ciudad, rompiendo ventanas y provocando el pánico entre los habitantes. Luna, al ver el caos, sintió la presencia de las tres figuras en combate.

Luna: "Nunca pensé que tuvieras tanto poder dentro de ti. Pero sigues siendo una niña que no piensa en las consecuencias."

El choque de rayos terminó en una explosión devastadora, creando una columna de humo visible en toda la ciudad, llamando la atención de Arius y Lilith, quienes observaban desde la torre siniestra.

Lilith: "Vaya, parece que esa loca de Caenis encontró a nuestros dos ratones del laberinto."

Arius: "Esa loca no tiene reparos en destruirlo todo cuando se trata de cazar a sus presas. Solo espero que todo este caos valga la pena. Por el bien de ella."

Lilith: "¿Crees que deberíamos ayudarla?"

Arius: "No, ella misma nos dijo que se encargaría sola. Tiene cuentas pendientes. Solo espero que su actitud temeraria no nos cause más problemas."

Lilith: "Es cierto, ya tenemos suficiente con que Aleister nos vigile; no necesitamos ahora tener la atención de su Santidad sobre nosotros."

En la base de la resistencia, el temblor causado por la explosión alertó a todos.

Joan: "Algo salió mal, siento tres presencias en combate a lo lejos."

Lance: "¿Esos bastardos encontraron a N 13?"

Diego: "No lo sabemos, pero será mejor que nos armemos y estemos listos para un posible ataque de la Iglesia."

Irina: "Ya estoy reuniendo a nuestros mejores hombres. Solo espero que N 13 esté bien."

Diego: "Lo mismo digo... Rezo por su seguridad."

En un edificio de apartamentos, Ivory y Rivu sintieron la presencia de N 13 y Hilda, pero también el abrumador poder de Caenis.

Rivu: "Parece que la diversión ha comenzado."

Ivory: "Qué pena que no podamos intervenir. Ese poder en la pelea es igual al de N 13."

Rivu: "Mala suerte ha tenido al topar con una Santa Signora. Sé que quieres ayudar, Ivory, pero si lo hacemos, arriesgaremos toda la operación para ir tras Arius."

Ivory: "¿No me digas que te has enamorado de ella?"

Al escuchar esto, la chica gato se cayó del mueble de forma cómica, visiblemente sonrojada.

Ivory: "¡Qué cosas dices, Rivu! Claro que no me he enamorado de ella..."

Rivu: "Tu rostro rojo y tu reacción dicen lo contrario."

Ivory: "Grrr, siempre malinterpreta todo, Rivu."

La chica gato se acercó a la ventana, su mirada fija en la enorme columna de humo que se alzaba en la distancia. Con una expresión preocupada, rezó para que la joven rubia estuviera bien.

Ivory: "N 13..."

En la zona del conflicto, N 13 emergió de los escombros que la explosión había esparcido, pero la visión era caótica y no lograba encontrar a Hilda.

N 13: "¡Hilda, ¿dónde estás?! ¡Carajo, responde, niña!"

De repente, Hilda salió tambaleándose de entre los escombros de la bodega. N 13 sintió un alivio inmediato al ver que estaba viva.

N 13: "¡Hilda! Me alegra mucho que estés bien."

La mutante estaba gravemente herida, con la carne desgarrada y algunos huesos expuestos, pero su poder regenerativo empezaba a curar las heridas lentamente.

Hilda: "No sé por qué te preocupas por mí, pero no necesito tu lástima."

N 13: "No es lástima lo que siento. De verdad estoy preocupada por ti."

En ese instante, una lluvia de flechas mágicas de un brillo radiante cayó sobre Hilda, que gritó de dolor mientras las flechas la dejaban aún más malherida.

N 13: "¡Hilda!"

Cuando N 13 intentó ayudarla, el tridente de Caenis le atravesó el vientre, obligándola a escupir sangre. De la nube de polvo y humo, Caenis emergió, recuperó su tridente y lo encajó en una columna, inmovilizando a N 13 junto con la rubia.

Hilda: "No..."

Caenis torturaba a N 13 moviendo su tridente con saña, haciéndola retorcerse de dolor.

Caenis: "Qué decepción, N 13. La gran genocida de Arcadia, la asesina que, junto con Nisha, eliminó a mis compañeros Wayland y Shirke. ¿Dónde está esa asesina que infundía tanto terror a la Iglesia?"

N 13: "Grrr, serás... Yo nunca seré un monstruo como ustedes... ¡Me escuchaste, Caenis!"

Caenis: "Negando tu verdadera naturaleza. Sabes muy bien que eres un monstruo al igual que yo o Hilda. Fuimos creadas para sembrar terror, para eliminar los obstáculos de la humanidad antigua. Ahora podemos ser diosas."

N 13: "Estás loca..."

Caenis: "Todos estamos locos alguna vez. Estamos siempre en esa delgada línea entre la cordura y la locura total. Solo hace falta un mal día para cruzarla. ¡Vamos, demuéstrame a esa genocida que acabó con Arcadia!"

De repente, Hilda apareció detrás de Caenis, la golpeó con fuerza, enviándola a través de varias estructuras destruidas.

Hilda: "¡Cierra la puta boca, Caenis!"

N 13: "Hilda..."

V: "Será mejor que saques ese tridente de tu abdomen antes de que esa loca regrese para rematarte."

N 13 tomó el mango del arma y logró extraerlo de su vientre, arrojándolo al suelo.

Hilda: "¿Puedes luchar?"

N 13: "Sí, mi poder regenerativo es más rápido que el tuyo."

Para asombro de las dos chicas, el tridente comenzó a moverse por sí solo, levitando y dirigiéndose hacia donde Caenis había sido lanzada, emergiendo de la nube de polvo y escombros. El ojo izquierdo del tridente brillaba con un color carmesí, y Caenis apareció de nuevo, visiblemente herida, con el lado izquierdo de su casco roto.

Caenis: "Hacía años que nadie me golpeaba de forma tan brutal. Sentir dolor... Esto es... ¡Esto es imperdonable!"

Caenis: "¡Acabaré con ustedes de una vez por todas, especialmente contigo, N 13! No me importa si Su Santidad me castiga. No vales la pena, y cuando termine contigo y tu amiga, iré por la zorra de Nisha."

Enardecida, Caenis se arrancó el casco, y una aura purpúrea comenzó a envolver su cuerpo mientras su poder seguía creciendo.

Hilda: "Esto no pinta nada bien."

N 13: "¡No bajes la guardia!"

Un tentáculo lleno de bocas surgió de la espalda de Caenis, lanzando rayos hacia las dos chicas. Al principio lograron esquivar el ataque, pero Hilda, debido a su tamaño, fue golpeada por un rayo que atravesó su pecho, haciendo que perdiera su forma mutante y cayera inconsciente.

N 13: "¡Hilda!"

N 13 corrió a salvarla, atrapándola a tiempo, pero ahora ambas estaban en una situación extremadamente peligrosa.

Caenis: "Jajajaja, parece que mi poder no se compara al de ustedes. Es tiempo de terminar este combate."

N 13: "Mierda..."

Caenis apuntó a las chicas con su tridente, cubierto por rayos de color púrpura. Pero en ese instante, N 13 vio un barril de pólvora cerca de su enemiga. Con una reacción rápida, transformó su brazo izquierdo en una escopeta biomecánica y disparó al barril.

La explosión resultó en una herida para Caenis, que salió volando por los aires. Una gran columna de humo se formó, y aunque Caenis se levantó rápidamente, su rostro estaba destrozado y su brazo izquierdo amputado. No pudo ver a sus objetivos, lo que la llenó de rabia. Golpeó el suelo con tal fuerza que creó un cráter mientras su cuerpo se reconstruía.

Caenis: "¡Maldita seas, N 13! ¡Maldita seas! ¡No podrás huir para siempre! ¡Tu cabeza será mía! ¡Iré hasta el fin del mundo para cazarte! ¡¿Me escuchaste, N 13?! ¡Te mataré, maldita perra!"

En un callejón cercano, la joven rubia se escondía, escuchando los gritos de Caenis.

N 13: "Joder, esto no pinta nada bien. Hilda, por favor, aguanta."

La rubia observó la herida de Hilda con creciente desesperación. La sangre no dejaba de brotar, y la gravedad de la herida se hacía evidente.

N 13: "Joder, debo volver a la base o Hilda..."

De repente, varios vehículos voladores llegaron al lugar del conflicto. N 13 se adentró en callejones, evitando ser detectada mientras cargaba a Hilda en sus brazos. Su camino se complicó al ver que llegaban los policías y los infames Diesel Soldiers.

N 13: "¡Maldita sea! Si no logro curar a Hilda, ella podría..."

En ese instante, escuchó una voz que la llamaba. Al voltear, vio a una figura enmascarada vestida de ninja. Su atuendo era inusual: guantes de combate, zapatos tradicionales de asesina de élite, y una camisa de mallas que dejaba ver sus pechos, con un fundoshi blanco cubriendo sus partes íntimas.

Ninja: "¡Ey, por aquí, rápido!"

V: "¿Confiarías en esa chica enmascarada?"

N 13: "¿Tienes alguna idea mejor?"

La joven rubia corrió hacia la ninja, que señalaba una coladera abierta.

Ninja: "Vamos, es por aquí."

N 13 dio un salto y ambas cayeron en el sistema de alcantarillado. La ninja tapó la entrada con rapidez.

N 13: "Por favor, debes ayudarme a llegar a la base de la resistencia. Mi compañera está gravemente herida."

Ninja: "Vi toda la pelea. Déjame ver la herida. Tal vez no pueda curarla completamente, pero al menos puedo retrasar lo inevitable."

La ninja examinó la herida de Hilda, notando que era profunda y que alrededor se había tornado de un color púrpura ominoso.

Ninja: "Esto no está bien. Está envenenada con magia del vacío. Necesitamos un tratamiento especial, pero aquí no puedo hacer mucho. Sin embargo, con mi habilidad de curación podré retrasar el efecto."

N 13 observó cómo la misteriosa figura colocaba su mano sobre la herida. Un aura verde envolvió la mano de la ninja, causando dolor a Hilda que gimiendo mientras el sangrado parecía detenerse.

N 13: "Nunca había visto una magia de curación tan potente. En Nueva Uruk me enseñaron una, pero solo cura heridas superficiales, no estados alterados del cuerpo."

Ninja: "Hay cosas que las Mutant Queen no pueden curar con su poder regenerativo. Solo unas pocas pueden, y son contadas con los dedos. El veneno es uno de los más comunes. Los bastardos miembros de la Iglesia envenenan sus armas. La hierba necesaria casi se ha extinguido debido a los cambios climáticos. Se le conoce como la Corona de Cristo, una rama que no produce hojas, solo espinas. Dentro de sus raíces está la clave para el veneno. No sé cómo esa mujer aprendió a usar magia del vacío, la única que puede controlar ese veneno mágico."

N 13: "¿Cómo sabes de mi especie?"

Ninja: "Aunque no soy de tu especie, conozco bien sus puntos débiles y fortalezas gracias a mi clan. Ahora que te veo de cerca, eres tal como me describieron Istryn y Dinna. Una chica de buenos sentimientos."

N 13: "Espera, ¿conoces a Dinna e Istryn?"

Ninja: "Sí, claro. Perdón por no presentarme antes. Me llamo Ibuki y formo parte del cuerpo de mercenarios de Hina, nuestra líder."

N 13 vio cómo la hemorragia se detuvo completamente, aunque el veneno permanecía en el cuerpo de Hilda.

N 13: "¿Ahora qué sigue?"

Ibuki: "Debemos llevarla a la base. Allí tienen las herramientas para extraer el veneno. Yo conozco el camino. He venido varias veces, pero ahora es más complicado debido a la seguridad reforzada."

N 13: "¿Conoces el camino para llegar a la base?"

Ibuki: "Sí, claro. Vamos, hay que darnos prisa."

Mientras se dirigían rápidamente hacia su destino, N 13 preguntó:

N 13: "¿Qué te trae a esta decadente ciudad?"

Ibuki: "Venía a buscar a Diego. Necesito hablarle sobre un plan de evacuación antes de que comience el festival de la luna roja. La escaramuza me despertó la curiosidad, pero nunca imaginé encontrarme contigo y con esa loca de Caenis."

N 13: "Ya todos saben de mí, y también de mi amiga Nisha. Espero que ella esté logrando proteger a su pueblo. Han sufrido mucho por esos bastardos de la Iglesia."

Ibuki: "No te preocupes. Ella está bien, aunque ha tenido problemas con una tribu rival, una tal Kaknab."

N 13: "¿Una tribu rival?"

Ibuki: "Es un conflicto que ha estado ocurriendo por años. No es nada nuevo. Aztlán, un reino lejano, ha intentado expandir sus territorios, queriendo conquistar lo que está en manos de la Iglesia y otras tribus. Estuve unos días en Nueva Uruk, y créeme, Nisha tiene las cualidades de una monarca. Nunca había visto a alguien con tal valentía frente a enemigos tan temibles. Al verte proteger a Hilda, me recordaste a ella."

N 13: "No me sorprende. Tuvo grandes maestros que la criaron y enseñaron a sobrevivir en este mundo infernal. Me alegra que estuvieras a su lado."

Ibuki: "Hina me pidió que revisara la situación. Así que deberías agradecerle a ella."

Llegaron a la entrada de la base de los rebeldes. Sin perder tiempo, N 13 tocó la puerta. Lance, que estaba cerca, escuchó el golpe y se asomó, encontrando a la rubia con Hilda en brazos, acompañada por la ninja.

Lance: "Oh mierda, esto no se ve bien."

Al abrir la puerta, N 13 llevó a Hilda a la enfermería y la acomodó en una camilla.

Lance: "¿Qué rayos ocurrió? ¿Qué fueron esas explosiones?"

N 13: "Es una larga historia, pero por ahora, Hilda necesita un antídoto para el veneno que corre por sus venas."

Ibuki: "Ve a buscar a Diego. Yo me encargaré de curarla. Confía en mí."

N 13** asintió y miró a Hilda por última vez.**

N 13: "Aguanta, Hilda..."

Mientras tanto, Caenis recorría el lugar buscando a N 13 y a Hilda. En ese instante, los Diesel Soldiers llegaron para controlar la zona, y Laurent hizo su aparición.

Laurent: "Jajajaja, parece que esas comadrejas lograron burlarse de ti, Caenis. Su Santidad no estará nada complacida, y menos Aleister."

Caenis: "¡Cierra tu puta boca, rata asquerosa!"

Laurent: "Cariño, debes aprender a controlar tus emociones. Eso es lo que causó tu derrota. Pero no te preocupes, cuando capture a esa rubia, te daré créditos por tu intento."

Caenis: "¡No te burles de la general de las Santas Signoras!"

Caenis apuntó con su tridente al infame científico. En ese momento, un policía se acercó, emergiendo de la nada.

Policía: "¡Basta, ustedes dos! No sirve de nada que sigan discutiendo."

Laurent: "¿Y usted qué se ha creído?"

El policía usó magia para cambiar de apariencia, revelando a Aleister.

Caenis/Laurent: "¡Señor Aleister!"

Aleister: "He visto suficiente de su incompetencia. La ciudad está en caos, y eso podría arruinar el festival."

Laurent: "Pensé que había regresado a su ciudad natal, Su Santidad."

Aleister: "Eso es lo que les hice creer. Estuve observando todo disfrazado de policía, y parece que hemos llamado la atención. El factor sorpresa se ha perdido por tus ataques de ira, Caenis, y por tu estupidez, Laurent. No olviden a quién servimos. Mi paciencia se está acabando, especialmente contigo, Caenis."

Caenis: "Lo siento mucho, Su Santidad..."

Aleister: "Una disculpa no es suficiente. Mi paciencia y misericordia tienen un límite. No olvides quién te ayudó en tus momentos más oscuros."

Aleister usó su poder para levitar a Caenis y estrangularla con su poder mental, poniendo a Laurent aún más nervioso.

Aleister: "Te dieron una oportunidad y la fallaste. Pudiste capturarla sin hacer tanto escándalo, y ahora media ciudad está destruida."

Caenis: "Lo... lo siento... Por favor, perdóname..."

El infame Cardenal arrojó a Caenis contra la pared varias veces antes de soltarla, dejándola herida y postrada en el suelo.

Aleister: "Y tú, querido Laurent, si vuelves a fallar, te espera algo peor que esto."

Laurent: "S... Sí, mi señor."

Aleister: "Así nunca alcanzarán la gran iluminación de nuestra Santa. Recuerden que somos los brazos ejecutores de Dumas, herramientas para purificar estas tierras de herejes como esos rebeldes asquerosos. Si no purgamos estas tierras, la Santa jamás nos aceptará en sus reinos celestiales. Ese ha sido nuestro credo durante más de cien mil años. Debemos imponer orden, sin importar quién sea."

Al escuchar esto, Caenis recordó las palabras de N 13 sobre ser solo una herramienta. El infame ser se acercó a Caenis y la ayudó a levantarse. Ella lo miró con una mezcla de miedo y enojo.

Aleister: "No olvides tu propósito, Caenis. Eres la líder de tus hermanas de combate."

Caenis: "No volveré a fallarle, Su Santidad..."

Ella besó la mano de Aleister y se retiró del lugar.

Aleister: "Y tú, Laurent, usa a tus soldados para inspeccionar toda la zona marginada de la ciudad. Olvidemos el factor sorpresa; debemos acabar con ellos y capturar a N 13 antes del festival. ¿Entendido?"

Laurent: "Sí, Su Eminencia. Ya tengo listos a mis mejores hombres para la operación."

Aleister: "Me alegra escuchar eso. Que la Santa bendiga y guíe tu camino, señor Laurent."

Laurent pronunció la palabra que resonó con un eco ominoso: "Amén."

En el corazón de la base, N 13 llegó tambaleándose junto a Diego, quien se encontraba con Joan e Irina, inmersos en una estrategia frenética. La tensión en el aire era palpable, casi como si los muros mismos estuvieran respirando con ansiedad.

—Diego, finalmente te encuentro... —la voz de N 13, quebrada y cansada, apenas lograba ocultar la desesperación.

Joan la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Dios, no te ves nada bien. ¿Qué ha pasado?

N 13 exhaló un suspiro desgarrador, un sonido que parecía llevar consigo el peso de innumerables desgracias.

—Es una historia larga y dolorosa.

Diego frunció el ceño, sus ojos llenos de una inquietud sombría.

—Pensé que ya no volvería a verte.

N 13 asentó con pesar.

—Y casi ocurre así, pero si no fuera por Hilda...

Irina, atrapada entre la curiosidad y el temor, intervino.

—¿Hilda? ¿Qué tiene que ver esa chica con todo esto?

El rostro de N 13 se tornó grave.

—Descubrí que ella es la bestia oscura. Era quien alimentaba a todos ustedes y a Carlos. Pero en nuestro encuentro apareció Caenis, la líder de las Santas Signoras. Ella percibió nuestro poder y estuvimos al borde de la muerte.

Las palabras de N 13 calaron hondo, una sombra de inquietud se cernió sobre el grupo.

—Esos lunáticos están tomando esto en serio —murmuró Diego, su voz un susurro de desesperación. —Ya traer a la general de las Santas son palabras mayores.

Joan, con un rostro tenso, asintió.

—Debemos estar en alerta máxima. Seguro que vendrán hacia aquí.

N 13, con un tono decidido, hizo una recomendación urgente.

—Debemos evacuar a la población. Ibuki me informó de un plan para evacuar a la gente antes del festival de la Luna Roja.

Diego asintió, pero su expresión era grave.

—No será tarea fácil. Pero es preferible evitar que estos carniceros aumenten su saldo de víctimas inocentes. Tengo que hablar con ella. ¿Dónde está?

N 13, con una mirada cansada, respondió.

—En la enfermería, tratando a Hilda del veneno que Caenis le impuso con su magia oscura.

—Debo apresurarme —dijo Diego, con un tono que no admitía demora. —Descansa un poco, N 13. Te veré en un rato.

El líder rebelde se alejó en dirección a la enfermería, dejando a Joan e Irina en un silencio pesado con N 13.

La joven rubia, abrumada, se desplomó en un sillón, ocultando su rostro entre sus manos mientras lágrimas de furia y desesperación caían libremente.

—Lo siento mucho —murmuró entre sollozos—. Lo último que quería era empeorar las cosas. Ahora, por mi culpa, gente inocente está en peligro y Hilda podría no sobrevivir. ¡Maldita sea!

Joan, con una voz firme y consoladora, se acercó.

—No te culpes por todo. A veces, estas cosas son inevitables. Lo mejor que podemos hacer ahora es prepararnos para lo que venga, sea de donde sea.

Irina se unió, su mirada llena de resolución.

—Así es. Cada uno de nosotros luchará hasta el final, hasta que logremos traer paz a nuestra gente y recuperar lo que por derecho nos pertenece. Eres una guerrera, no lo olvides. Ya has recorrido un largo camino para rendirte ahora. ¿Qué dirían tus antiguos compañeros de batalla si te viesen así?

N 13, con los ojos llenos de recuerdos dolorosos, reflexionó sobre todo lo que había pasado desde su despertar, así como la promesa que le debía a la niña Amelia y su madre.

—Tienes razón... Hay algo que debo hacer. Muchas personas confiaron en mí, y no dejaré que esos malditos bastardos se salgan con la suya.

Se volvió hacia Joan, su mirada intensificada por la urgencia.

—Por cierto, quiero hablar contigo en privado. Es algo importante.

Joan asintió, y movió la cabeza hacia Irina, indicándole que se apartara. Joan se sentó frente a N 13, sus ojos profundos buscando los de ella.

—¿Qué necesitas decirme?

N 13 respiró hondo antes de hablar.

—Cuando investigaba sobre el proveedor de suministros, me encontré con un anciano que parecía saber mucho sobre tu pasado, tu familia, y lo que les ocurrió.

Joan, con un gesto de sorpresa, se levantó y se dirigió hacia la chimenea, donde el fuego devoraba la madera con un resplandor cruel.

—Nunca pensé que volvería a hablar de mi pasado. Lamento no haberte contado esto antes, pero... ¿Qué te dijo ese anciano?

N 13, con un tono grave, respondió.

—Habló sobre cómo tus padres conocieron a Laurent y la rivalidad que surgió entre ellos por crear los mejores inventos para la ciudad.

Joan se hundió en el recuerdo, su voz quebrada.

—Todo lo que te dijo es verdad. Laurent y mis padres fueron compañeros en la universidad más prestigiosa de la ciudad. Mi padre deseaba usar el elixir para el bien de todos, pero Laurent tenía intenciones bélicas para la Iglesia. Al ver que no lograba sus objetivos, con la ayuda de la Iglesia, asaltó la casa de mis padres. Yo era apenas un bebé entonces. Ese día está grabado en mis peores pesadillas. Laurent me usó para sus experimentos, y a medida que crecí, esos experimentos se intensificaron. Me reemplazaron extremidades por lo que ves ahora. El dolor fue insoportable, y el lavado de cerebro casi me destruye. Todos creían que había muerto junto a mis padres, pero no fue así. Mi vida quedó marcada por el trauma. Cuando creía que había perdido la fe, Diego y sus rebeldes atacaron el laboratorio. Siempre le estaré agradecida. Él era compañero de mi padre y su mejor amigo. Cuando me encontró viva, le costó creerlo. Me reconoció porque me cargó cuando era un bebé y me vio dos meses antes de la tragedia.

Se detuvo, dejando escapar una lágrima que rodó por su mejilla.

—Siempre le estaré agradecida por cuidarme. Juré que nadie más sufriría el infierno que esos malditos me hicieron pasar. Para ellos, solo era una mascota y un arma, tratada peor que un animal explotado. Incluso abusaron de mí... Quedé embarazada a una edad temprana y, por las torturas, perdí a mi bebé...

N 13 puso su mano sobre su vientre, su rostro una mueca de dolor.

—Lo siento mucho —dijo N 13, su voz llena de empatía.

Joan, con una determinación fría, sacudió la cabeza.

—No tienes por qué disculparte. No puedo quedarme atrapada en el pasado. Debo mantenerme firme y luchar para que ningún inocente sea víctima de la Iglesia.

N 13 asintió, reconociendo la verdad en sus palabras.

—Muchos de nosotros queremos olvidar el pasado, pero siempre estará allí.

Joan, con una firmeza renovada, concluyó.

—Así es. Pero no podemos lamentarnos por ello. Debemos mejorar el presente para asegurar un futuro mejor para las generaciones venideras. Y confío en que juntas lo lograremos.

N 13 asintió, sintiendo el peso de las palabras compartidas.

—Así es.

En un hogar de doble piso, una joven de cabello rizado y color café se dirigió hacia su habitación, preparándose para la noche mientras el fuego de la chimenea proyectaba sombras danzantes en las paredes. Sin embargo, un viento frío y extraño perturbó la atmósfera. Al cambiarse para dormir, notó que la ventana estaba abierta, un detalle inquietante.

—Qué raro, pensé que la había cerrado —murmuró para sí misma.

Al acercarse para cerrar la ventana, una presencia oscura la envolvió. Un terror palpable se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que alguien estaba detrás. Al girarse, descubrió a Caenis, su figura imponente y amenazante.

El pánico la invadió, pero antes de que pudiera emitir un grito de alarma, Caenis la silenció con un beso lascivo, su mano deslizando su toque frío bajo el pijama de la chica. La desesperación se apoderó de la joven, pero sus intentos por liberarse fueron en vano. Caenis la arrojó brutalmente sobre la cama y se posicionó sobre ella, usando su magia para despojarse de toda armadura y quedar desnuda.

—No, por favor, detente... —imploró la joven, sus palabras ahogadas por el terror.

Caenis, sin una palabra, desgarró el pijama de su víctima con una violencia animal, iniciando un asalto despiadado. Los gemidos descontrolados de Caenis se mezclaban con los gritos sofocados

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